A que se le llama Barroco en España


TEMA14. El arte Barroco en España.
Arquitectura y urbanismo (la iglesia, el
palacio, la plaza mayor)
. Escultura: Las escuelas castellana y andaluza (Gregorio
Fernández y Martínez Montañés).

El Barroco en España.

En el siglo XVIII y en una sociedad en crisis florece el arte Barroco español, caracterizado
por la intensidad con que todos los estamentos viven la religión: desde los reyes hasta las clases
más humildes. Las iglesias evolucionan desde la austeridad herreriana hasta una concepción más
efectista y decorativa.

En 1700, con la llegada al trono de Felipe V de Borbón, la situación política y económica de
España se estabiliza. El arte del nuevo siglo se abre con dos tendencias divergentes:

* El Barroco hispano, caracterizado por el recargamiento de las formas
decorativas (del gusto de la Iglesia), y

* El Barroco borbónico, inspirado en las ideas imperantes en las cortes europeas
y realizado por arquitectos extranjeros.

Hacia 1720 irrumpe el Rococó y, hacia 1760, la fundación de las Academias preconiza el
final del Barroco.

ARQUITECTURA

. Fachada del Antiguo Hospicio de San Fernando. Arquitecto: Ribera, Pedro de (?-
1742). Cronología: 1722-1729. Localización: Madrid

La fachada, organizada como un retablo, se divide en dos cuerpos cuyo intenso
movimiento se desprende de todas sus formas arquitectónicas. Estípites, óculos y rocallas
generan el ritmo ondulatorio y ascensional que conduce la mirada hasta la hornacina en que se
erige la escultura de San Fernando.

Esta fachada parece una monumental escultura que busca un efecto escenográfico y se
integra eficazmente en el tejido urbano.

. Retablo de San Esteban. Arquitecto: Churriguera, José Benito (1665-1725). Cronología:
1693-1696. Localización: Convento de San Esteban de Salamanca

Anticipo del Barroco español del Siglo XVIII, su forma se adapta al ábside de la iglesia y
destaca la calle central (con el lienzo de Coello dedicado al martirio de San Esteban).

El énfasis que otorga a las columnas salomónicas y al vibrante entablamento proporciona
espectacularidad y dinamismo. También serán carácterísticas de este Barroco el horror vacui, el
gusto por el adorno profuso y los dorados, el ritmo de las formas curvas y el expresionismo a
ultranza de la escultura que integra.

El apellido Churriguera -familia de arquitectos que impulsaron este estilo abigarrado-
acuñó el término peyorativo churrigueresco, que ha acabado designando el Barroco hispano que
convivíó con el de la corte borbónica.

. Fachada del Obradoiro de Santiago de Compostela. Arquitecto: Casas y Novoa,
Fernando de. Cronología: 1738

La fachada de la catedral debía resolver tres condiciones: cubrir y proteger el ROMánico
Pórtico de la Gloria; integrar el edificio en la estructura urbanística de la ciudad, y acoger la
escalinata barroca, ya empezada.

Casas y Novoa súperó magistralmente el reto: el pórtico ROMánico quedó oculto tras un
frente de diseño piramidal, articulado en tres calles por columnas estriadas, dividido en dos niveles
y flanqueado por dos torres. La estructura de la fachada se aligera gracias a enormes ventanas
que cumplen la función de iluminar el nártex del templo que preside el Pórtico de la Gloria. Un
remate de varios pisos decrecientes corona la parte central de la fachada.


El carácter transparente de la fachada, unido a su dinámica y majestuosa articulación y a
su magistral juego de luces y sombras, la convierte en un grandioso escenario que despliega
todos sus efectos en el contexto urbano.

. Palacio Real de Madrid. Arquitecto: Sacchetti, Giovanni Battista. Cronología: 1736-1764

El Palacio Real de Madrid es un ejemplo de la arquitectura cortesana bobónica, auspiciada
por Felipe V, que recurríó al talento de artistas extranjeros.

Este palacio, basado en el esquema tradicional de los alcázares reales españoles, exhibe
una planta rectangular en torno a un patio central flanqueado por torreones en las esquinas, que
no sobresalen en altura, pero que se marcan en planta.

La fachada se estructura en un zócalo de sillería que abarca entresuelo y planta baja;
sobre éste se alzan tres plantas, unidas verticalmente por columnas y pilastras colosales. Un
potente entablamento coronado por una balaustrada (que debía truncar su marcada horizontalidad
con estatuas de los reyes nunca realizadas) cierra el edificio.

Aunque resuelto con grandiosidad, el exterior recuerda a una fortaleza y no establece una
vinculación con su contexto urbano a pesar de que su ajardinamiento a la francesa toma como eje
el propio palacio.


. Plaza Mayor de Salamanca. Arquitecto: Alberto Churriguera; Andrés García de
Quiñones (El Ayuntamiento). Cronología: 1728-1755.

La construcción de la Plaza Mayor comenzó a gestarse en 1729, cuando Felipe V visitó la
ciudad y decidíó premiarla con la construcción de una plaza singular, en agradecimiento de
Salamanca a su causa en la Guerra de Sucesión. Fue construida en el solar que ocupó la antigua
plaza de San Martín del Mercado y se terminó en 1755.

La Plaza consta de cuatro fachadas de tres pisos de altura cada una y de diferente longitud
todas ellas. En el centro de una, la orientada hacia el norte, se erige el edificio que alberga el
Ayuntamiento de Salamanca, sobre el cual existe una espadaña con tres campanas y cuatro
esculturas alegóricas de la Agricultura, la Industria, la Música y la Poesía junto a esta. En lo más
alto del edificio del ayuntamiento se alza una veleta sobre la que se instala la célebre Mariseca
cuando las fiestas municipales se acercan.

Las fachadas se levantan sobre 88 arcos de medio punto, en cuyas enjutas están labrados
los famosos medallones, que representan a personajes unidos a la historia de la ciudad o los
reinos de España.

Su trazado tuvo que acomodarse al plano medieval de la ciudad. De ahí que los frentes de
la fachada no presenten ejes de simetrías, ni los pórticos se dispongan a intervalos regulares
entre sí, que, no obstante, no desmerece en nada su belleza monumental.

La Plaza Mayor se levantó usando la celebérrima piedra de Villamayor, con la que están
construidos la mayoría de los monumentos de la ciudad y que otorga a esta su carácterístico color
dorado, debido a que la piedra es rica en hierro.

El responsable de la construcción del ágora fue Alberto Churriguera, aunque el
ayuntamiento fue proyectado por Andrés de Quiñones. El estilo de la plaza es el churrigueresco,
variante del Barroco que se caracteriza por su ornamentación y detalle. Los usos que se han dado
a la Plaza Mayor han sido de lo más variados, desde coso taurino hasta escenario de
convenciones, exposiciones y muestras de cualquier tipo.

La escultura barroca española se caracteriza por el Realismo, su temática religiosa y el
empleo de la madera policromada. Por su creatividad hay cuatro focos artísticos que merecen ser
destacados: Valladolid, Sevilla, Granada y Madrid.

Mientras el Estado y la nobleza vivían tiempos de decadencia los monasterios, parroquias
y cofradías gozaban de una situación económica holgada que les permitíó convertirse en los
principales comitentes de obras escultóricas de la época.

Gregorio Fernández (1576-1636) es el máximo exponente del Barroco castellano del siglo
XVII. De origen gallego, se establece pronto en Valladolid, ciudad desde la que desarrolla una


intensa actividad fomentada por la demanda de una amplia clientela, procedente tanto del medio
popular como del culto (monarquía, nobleza, órdenes religiosas, cofradías…).

La figura clave de la escuela vallisoletana fue Francisco del Rincón. Entre sus
colaboradores tuvo a Gregorio Fernández, el representante más importante de este foco.

Patetismo desmesurado. El modelo del Cristo yacente sin la aparición de la cruz ni de la
Virgen ni de ningún otro personaje del martirio fue una creación original del Siglo XVI.

Estas imágenes solían estar situadas en el banco de los retablos y delante del altar mayor
de las iglesias el día de viernes santo.

Gregorio Fernández realizó una larga serie de Cristos yacentes: los de San Pablo, Santa
Catalina y Santa Ana, en Valladolid; los de los conventos de la Encarnación, San Felipe Neri y
San Plácido, en Madrid; los de los conventos de las clarisas de Monforte de Lemos (Lugo) y
Medina de Pomar (Burgos) y el de la catedral de Segovia.

El patetismo desmesurado de la escultura barroca española supuso una ruptura radical
con el Clasicismo realista. Para potenciar ese dramatismo, se hizo uso de la policromía, de
violentos claroscuros y de todo tipo de complementos (ojos de cristal, fragmentos de vidrio que
representaban lágrimas, cabello natural…).

El objetivo era promover el fervor religioso de los fieles mostrándoles imágenes próximas a
ellos.

A diferencia de los escultores italianos y franceses, que utilizaron preferentemente el
mármol y el bronce en sus obras, los españoles prefirieron la madera.

La técnica de la escultura en madera presentaba un proceso laborioso: tras la talla se
recubría la escultura con una capa de yeso y se solía revestir con una tela fina, pegada
directamente a la madera, para después aplicar los colores al temple.

Tradicionalmente se trabajaba a partir de un único tronco, aunque en ocasiones las partes
que sobresalían más eran ensambladas.

Tras el descubrimiento de América, Sevilla adquiríó gran importancia económica, lo que
originó la presencia de numerosos escultores.

Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real (Jaén),1568 – Sevilla, 18 de Junio de 1649
consolidó y difundíó la escuela sevillana. Alonso Cano, aunque pertenecía a la escuela granadina,
desempeñó un papel determinante en la escultura sevillana del segundo tercio de siglo.

Montañés se formó en Granada, y completó su educación en los círculos manieristas
sevillanos. Contó con la colaboración de Francisco Pacheco para dar policromía a sus esculturas.
Su obra se aleja del dramatismo vallisoletano, las actitudes son serenas, pero de gran fuerza
interior. Destaca su Inmaculada de 1629, en madera policromada conocida popularmente como
La Cieguita.

Cabe destacar, entre los muchos crucificados que realizó a lo largo de su vida el conocido
como El cristo de la clemencia de 1603-1604. En su mirada dirigida hacia los fieles, y en sus
facciones tan perfectamente reales, algunos han creído ver la clemencia del crucificado hacia los
pecadores el policromado se debe a Francisco Pacheco, maestro y suegro de Diego Velázquez,
coetáneo suyo.