Análisis del poema baladilla de los tres ríos

1. Baladilla de los tres ríos (Ejemplo)


a. Redacta un párrafo en el que presentes los rasgos fundamentales de Poema del cante jondo, ubicándolo en la trayectoria poética de Lorca. ¿Qué posición ocupa la Baladilla de los tres ríos en el libro?

El origen de este poemario se encuentra en la colaboración de Lorca junto a Manuel de Falla en la organización en Granada del Concurso de Cante Jondo (1922). El poeta abandona una lírica intimista y personal para adentrarse en la búsqueda de la esencialidad andaluza. El poema está escrito en versos de arte menor, empleando los ritmos populares de este cante. Se intensifica el uso de imágenes irracionales, claves en la poética lorquiana. Este poemario se ubica en la primera etapa del poeta (1916-1928). Una etapa de pruebas y avances en la que este poemario significa una importante consolidación de su poética, pues aunque su escritura inicial es de 1921 no será hasta diez años más tarde cuando se publique el libro, lo que supuso un tiempo de reescritura y revisión del texto, hecho muy frecuente en la obra lorquiana. La “Baladilla…” corresponde al poema-prólogo que abre el libro, apertura geográfica y temática del Poema del Cante Jondo. Le siguen diez secciones que recogen un total de cincuenta y cuatro poemas. Las últimas secciones son dos diálogos: “Escena del teniente coronel de la Guardia Civil” y “Diálogo del Amargo”.


b. El Guadalquivir, el Dauro y el Genil representan los diferentes cauces que conforman la Andalucía cantada en el último verso.
Analiza los contrastes mostrados en el poema entre Sevilla y Granada, representadas por estos ríos.

El agua, símbolo de la vida en su poesía, contribuye a la descripción de la identidad cantada en el libro mediante la topografía. Imágenes de exuberancia, fertilidad son adscritas al río Guadalquivir, que “va entre naranjos y olivos” (v.2), mientras los ríos de Granada “bajan de la nieve al trigo”. “Sevilla majestuosa de “barcos de vela” (v.13) frente a los dos ríos granadinos, el Darro y el Genil por cuyas aguas “sólo reman los suspiros” (v.16). Si el primero es una torre alta, los segundos se reducen a torrecillas muertas (vs. 21-22), enfrentándose la majestuosidad de la Andalucía sevillana a la hondura y melancolía de la granadina. 


c. Anota los diferentes procedimientos de repetición empleados en el poema.

El poema utiliza la anáfora en la repetición de los versos 1o y 3o de la primera y segunda copla. El estribillo es empleado como un procedimiento de reiteración, pero al mismo tiempo de variación. Se organiza mediante un paralelismo anafórico en el primer verso y la variación en el segundo (y no vino/ por el aire). Contribuye también repetición léxica (torres, torrecillas) o la articulación de  grupos nominales en torno al verbo llevar en las últimas estrofas.


6.Suicidio


​a. Plantea una interpretación del título del poema teniendo en cuenta el paratexto del paréntesis inicial. ¿Qué puede simbolizar la geometría?

En el paratexto se hace uso del apóstrofe autorreferencial, posiblemente con una intención irónica. Ironía que se produce en el contraste entre la atmósfera de sueño (“Vio, sin duda, cómo le miraba el reloj detenido en su caja”, “quimérica alcoba”), frente a la exactitud y verosimilitud que otorga el segundo verso: “Eran las diez de la mañana”.El suicidio (“con un hacha rompíó el espejo”) se produce al romper el joven un espejo, ante el cual se ve “rígido, geométrico”. Esa rigidez viene explicada en los versos anteriores por una serie de carencias: olvido (“no le quedaba en la boca más que una palabra”), desengaño o frustración (“Su corazón se iba llenando de alas rotas y flores de trapo”, “caía de sus manos suave ceniza”). Y ese vacío va consumiendo o enajenando al joven (“ceniza”, “se sintió balcón y torre”, “vio su sombra tendida y quieta”, “al romperlo un gran chorro de sombra inundó la quimérica alcoba”).Podríamos, pues, interpretar ese “suicidio” como la idea de acabar con ese proceso que va extinguiendo de rasgos “humanos”, de “sentimientos” al joven del poema.

7.- Romance de Luna

a. En el texto de la conferencia de Lorca sobre el romancero señala, a través de una lítote, qué elementos poéticos ha tenido presente en la construcción del poema.

El poeta dice: “No voy a hacer crítica de libro, ni voy a decir, ni a estudiar, lo que significa como forma de romance, ni a mostrar la mecánica de sus imágenes, ni el gráfico de su desarrollo rítmico y fonético, sino que voy a mostrar sus fuentes y los primeros pasos de su concepción total “.Para la construcción del poema ha tenido en cuenta el elemento formal de su ritmo y su fonética (el cómputo silábico y la rima) y la “mecánica” de sus imágenes (figuras literarias).

b. Qué representa para Lorca el gitano?

Lo “gitano”, para García Lorca, es lo esencial y lo más admirable de Andalucía.

c. Justifica por qué esta composición es un romance.

Esta composición es un romance porque está formada por versos octosílabos, los versos pares riman en asonancia y los impares quedan sueltos.

d. ¿Qué metáforas emplea para mostrar esa imagen de la luna como bailarina?

La luna va vestida con un “polisón” y mueve los brazos.

e. Establece la estructura interna de este poema.

Podemos encontrar tres partes en el poema: una primera (vv. 1-8) en que presenta a la luna bailadora libidinosa mirada por el niño; una segunda (vv. 9-20) en que se muestra el diálogo entre la luna y el niño; y una tercera (vv. 21-36) en la que se recoge la venida de los gitanos a la fragua y la muerte del niño.

f. Localiza en esta composición algunos de los recursos retóricos habituales en la poética lorquiana como las figuras de repetición y tropos.

Utiliza la anáfora (“El niño…/ el niño”; “El aire…/el aire”), el poliptoton (“mira, mira/…Mirando”; “vela vela/…Velando”) y la metáfora (“tocando el tambor del llano” identificación metafórica A -llano- es B -tambor, parche del tambor-).

LA SANGRE DERRAMADA

h. Observa los diferentes metros empleados en el poema ¿Crees que ayudan a construir su estructura interna? 

Tras la exclamación del primer verso, el segundo verso rima con él y marca la pauta de la asonancia del poema arromanzado, con una soléá inserta (a-a: vv. 2-4). A partir de ella, el romance octosilábico, interrumpido de cuando en cuando por la exclamación del inicio. Hacia el final, el metro se hace más irregular. Los versos 46-49 son decasílabos, a modo de transición entre movimientos; los tres últimos, con ritmo anapéstico (sobre unidades métricas de tres sílabas, la tercera tónica). Aunque se mantiene la rima asonantada en los pares, se inicia una serie de endecasílabos, salvo el primero, que es decasílabo (vv. 74-81). La exclamación del principio («¡Que no quiero verla!»), precedida de un «No» que se repite en otras ocasiones, da paso a los versos 88-92, que vuelven a romper el octosilabismo regular, con unidades de nueve, diez y once sílabas.