El Arte Barroco en España
En el siglo XVII, en una sociedad en crisis, florece el arte barroco español, caracterizado por la intensidad con que todos los estamentos viven la religión: desde los reyes hasta las clases más humildes. Las iglesias evolucionan desde la austeridad herreriana hasta una concepción más efectista y decorativa.
En 1700, con la llegada al trono de Felipe V de Borbón, la situación política y económica de España se estabiliza. El arte del nuevo siglo se abre con dos tendencias divergentes:
- El Barroco hispano, caracterizado por el recargamiento de las formas decorativas (del gusto de la Iglesia), y
- El Barroco borbónico, inspirado en las ideas imperantes en las cortes europeas y realizado por arquitectos extranjeros.
Hacia 1720 irrumpe el Rococó y, hacia 1760, la fundación de las Academias preconiza el final del Barroco.
Arquitectura Barroca en España
Fachada del Antiguo Hospicio de San Fernando
Arquitecto: Pedro de Ribera (?-1742). Cronología: 1722-1729. Localización: Madrid.
La fachada, organizada como un retablo, se divide en dos cuerpos cuyo intenso movimiento se desprende de todas sus formas arquitectónicas. Estípites, óculos y rocallas generan el ritmo ondulatorio y ascensional que conduce la mirada hasta la hornacina en que se erige la escultura de San Fernando.
Esta fachada parece una monumental escultura que busca un efecto escenográfico y se integra eficazmente en el tejido urbano.
Retablo de San Esteban
Arquitecto: José Benito Churriguera (1665-1725). Cronología: 1693-1696. Localización: Convento de San Esteban de Salamanca.
Anticipo del Barroco español del siglo XVIII, su forma se adapta al ábside de la iglesia y destaca la calle central (con el lienzo de Coello dedicado al martirio de San Esteban).
El énfasis que otorga a las columnas salomónicas y al vibrante entablamento proporciona espectacularidad y dinamismo. También serán características de este Barroco el horror vacui, el gusto por el adorno profuso y los dorados, el ritmo de las formas curvas y el expresionismo a ultranza de la escultura que integra.
El apellido Churriguera -familia de arquitectos que impulsaron este estilo abigarrado- acuñó el término peyorativo churrigueresco, que ha acabado designando el Barroco hispano que convivió con el de la corte borbónica.
Fachada del Obradoiro de Santiago de Compostela
Arquitecto: Fernando de Casas y Novoa. Cronología: 1738.
La fachada de la catedral debía resolver tres condiciones: cubrir y proteger el románico Pórtico de la Gloria; integrar el edificio en la estructura urbanística de la ciudad, y acoger la escalinata barroca, ya empezada.
Casas y Novoa superó magistralmente el reto: el pórtico románico quedó oculto tras un frente de diseño piramidal, articulado en tres calles por columnas estriadas, dividido en dos niveles y flanqueado por dos torres. La estructura de la fachada se aligera gracias a enormes ventanas que cumplen la función de iluminar el nártex del templo que preside el Pórtico de la Gloria. Un remate de varios pisos decrecientes corona la parte central de la fachada.
El carácter transparente de la fachada, unido a su dinámica y majestuosa articulación y a su magistral juego de luces y sombras, la convierte en un grandioso escenario que despliega todos sus efectos en el contexto urbano.
Palacio Real de Madrid
Arquitecto: Giovanni Battista Sacchetti. Cronología: 1736-1764.
El Palacio Real de Madrid es un ejemplo de la arquitectura cortesana borbónica, auspiciada por Felipe V, que recurrió al talento de artistas extranjeros.
Este palacio, basado en el esquema tradicional de los alcázares reales españoles, exhibe una planta rectangular en torno a un patio central flanqueado por torreones en las esquinas, que no sobresalen en altura, pero que se marcan en planta.
La fachada se estructura en un zócalo de sillería que abarca entresuelo y planta baja; sobre éste se alzan tres plantas, unidas verticalmente por columnas y pilastras colosales. Un potente entablamento coronado por una balaustrada (que debía truncar su marcada horizontalidad con estatuas de los reyes nunca realizadas) cierra el edificio.
Aunque resuelto con grandiosidad, el exterior recuerda a una fortaleza y no establece una vinculación con su contexto urbano a pesar de que su ajardinamiento a la francesa toma como eje el propio palacio.
Plaza Mayor de Salamanca
Arquitectos: Alberto Churriguera; Andrés García de Quiñones (El Ayuntamiento). Cronología: 1728-1755.
La construcción de la Plaza Mayor comenzó a gestarse en 1729, cuando Felipe V visitó la ciudad y decidió premiarla con la construcción de una plaza singular, en agradecimiento de Salamanca a su causa en la Guerra de Sucesión. Fue construida en el solar que ocupó la antigua plaza de San Martín del Mercado y se terminó en 1755.
La Plaza consta de cuatro fachadas de tres pisos de altura cada una y de diferente longitud todas ellas. En el centro de una, la orientada hacia el norte, se erige el edificio que alberga el Ayuntamiento de Salamanca, sobre el cual existe una espadaña con tres campanas y cuatro esculturas alegóricas de la Agricultura, la Industria, la Música y la Poesía junto a esta. En lo más alto del edificio del ayuntamiento se alza una veleta sobre la que se instala la célebre Mariseca cuando las fiestas municipales se acercan.
Las fachadas se levantan sobre 88 arcos de medio punto, en cuyas enjutas están labrados los famosos medallones, que representan a personajes unidos a la historia de la ciudad o los reinos de España.
Su trazado tuvo que acomodarse al plano medieval de la ciudad. De ahí que los frentes de la fachada no presenten ejes de simetría, ni los pórticos se dispongan a intervalos regulares entre sí, lo que, no obstante, no desmerece en nada su belleza monumental.
La Plaza Mayor se levantó usando la celebérrima piedra de Villamayor, con la que están construidos la mayoría de los monumentos de la ciudad y que otorga a esta su característico color dorado, debido a que la piedra es rica en hierro.
El responsable de la construcción del ágora fue Alberto Churriguera, aunque el ayuntamiento fue proyectado por Andrés de Quiñones. El estilo de la plaza es el churrigueresco, variante del barroco que se caracteriza por su ornamentación y detalle. Los usos que se han dado a la Plaza Mayor han sido de lo más variados, desde coso taurino hasta escenario de convenciones, exposiciones y muestras de cualquier tipo.
Escultura Barroca en España
La escultura barroca española se caracteriza por el realismo, su temática religiosa y el empleo de la madera policromada. Por su creatividad hay cuatro focos artísticos que merecen ser destacados: Valladolid, Sevilla, Granada y Madrid.
Mientras el Estado y la nobleza vivían tiempos de decadencia, los monasterios, parroquias y cofradías gozaban de una situación económica holgada que les permitió convertirse en los principales comitentes de obras escultóricas de la época.
Gregorio Fernández (1576-1636)
Gregorio Fernández es el máximo exponente del barroco castellano del siglo XVII. De origen gallego, se establece pronto en Valladolid, ciudad desde la que desarrolla una intensa actividad fomentada por la demanda de una amplia clientela, procedente tanto del medio popular como del culto (monarquía, nobleza, órdenes religiosas, cofradías…).
La figura clave de la escuela vallisoletana fue Francisco del Rincón. Entre sus colaboradores tuvo a Gregorio Fernández, el representante más importante de este foco.
Características y Obras
Patetismo desmesurado: El modelo del Cristo yacente sin la aparición de la cruz ni de la Virgen ni de ningún otro personaje del martirio fue una creación original del siglo XVI.
Estas imágenes solían estar situadas en el banco de los retablos y delante del altar mayor de las iglesias el día de Viernes Santo.
Gregorio Fernández realizó una larga serie de Cristos yacentes:
- los de San Pablo, Santa Catalina y Santa Ana, en Valladolid;
- los de los conventos de la Encarnación, San Felipe Neri y San Plácido, en Madrid;
- los de los conventos de las clarisas de Monforte de Lemos (Lugo) y Medina de Pomar (Burgos);
- y el de la catedral de Segovia.
El patetismo desmesurado de la escultura barroca española supuso una ruptura radical con el Clasicismo realista. Para potenciar ese dramatismo, se hizo uso de la policromía, de violentos claroscuros y de todo tipo de complementos (ojos de cristal, fragmentos de vidrio que representaban lágrimas, cabello natural…).
El objetivo era promover el fervor religioso de los fieles mostrándoles imágenes próximas a ellos.
Técnica de la Madera Policromada
A diferencia de los escultores italianos y franceses, que utilizaron preferentemente el mármol y el bronce en sus obras, los españoles prefirieron la madera.
La técnica de la escultura en madera presentaba un proceso laborioso: tras la talla se recubría la escultura con una capa de yeso y se solía revestir con una tela fina, pegada directamente a la madera, para después aplicar los colores al temple.
Tradicionalmente se trabajaba a partir de un único tronco, aunque en ocasiones las partes que sobresalían más eran ensambladas.
Juan Martínez Montañés (1568-1649)
Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, Jaén, 1568 – Sevilla, 18 de junio de 1649) consolidó y difundió la escuela sevillana. Alonso Cano, aunque pertenecía a la escuela granadina, desempeñó un papel determinante en la escultura sevillana del segundo tercio de siglo.
Montañés se formó en Granada, y completó su educación en los círculos manieristas sevillanos. Contó con la colaboración de Francisco Pacheco para dar policromía a sus esculturas. Su obra se aleja del dramatismo vallisoletano, las actitudes son serenas, pero de gran fuerza interior.
Características y Obras
Destaca su Inmaculada de 1629, en madera policromada, conocida popularmente como La Cieguita.
Cabe destacar, entre los muchos crucificados que realizó a lo largo de su vida, el conocido como El Cristo de la Clemencia de 1603-1604. En su mirada dirigida hacia los fieles, y en sus facciones tan perfectamente reales, algunos han creído ver la clemencia del crucificado hacia los pecadores. El policromado se debe a Francisco Pacheco, maestro y suegro de Diego Velázquez, coetáneo suyo.