Características del proceso de romanización

La romanización es el proceso por el cual los pueblos indígenas hispanos adoptaron las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales del Imperio Romano. Fue un proceso discontinuo y lento que se inició durante la II Guerra Púnica (218 a.C.). La conquista se produjo en dos aspectos:

  • El militar (218AC-19AC) en el que las legiones romanas saquearon a los indígenas, organizaron el territorio y sentaron las bases de la futura explotación económica.
  • El civil, que englobó los aspectos económicos, administrativos, políticos y culturales. El proceso fue un éxito en la costa mediterránea y el Guadalquivir, gracias al grado de civilización de sus tribus y a la amplia red de ciudades preexistentes, que se adaptaron al modelo romano; en la cornisa cantábrica, sin embargo, el proceso fracasó debido al atraso y a la carencia de ciudades. En el centro y oeste el éxito o fracaso de la romanización dependíó del desarrollo de los pobladores, fundándose nuevas ciudades.

Desarrollo del proceso de Roma

Los principales agentes de la romanización en la nueva colonia de Hispania fueron los siguientes:

El asentamiento de ciudadanos romanos en nuevas ciudades o tierras confiscadas. Dichas tierras solían ser entregadas a soldados retirados en pago por sus servicios, como en Emérita Augusta (Mérida).

El ejército, que extendíó el idioma entre los indígenas. Se reclutaron tropas auxiliares entre los nativos, a los que se concedía la ciudadanía romana y lotes de tierras tras su servicio militar.

La concesión de ciudadanía romana a los indígenas, que otorgaba importantes derechos y privilegios, utilizándose como reclamo para los nativos. Se comenzó por los líderes tribales para asegurar su apoyo, y se amplió a todos los pobladores del Imperio tras el Decreto de Caracalla en el 212.SinEmbargoTantoLsAutoridadsCmLsFuncionariosSguianSiendoNombra2DirctamntXRoma.

La organización administrativa, la unificación lingüística, la construcción de calzadas o el uso de la moneda fueron otros factores determinantes en el proceso romanizador.

LA ECONOMÍA giraba en torno a la ciudad, centro administrativo, de producción y comercio. Las  ciudades prerromanas perdieron su autonomía política y se adaptaron a este fin, creándose otras nuevas. Las más importantes se situaban en la costa mediterránea. Hispania se integró en el mercado de esclavos, favorecido este por la política romana de conquistas, siendo los esclavos la base que sosténía el Imperio. La economía colonial romana provocó que Hispania exportara materias primas e importara manufacturas de la metrópoli, para lo que se fomentó la construcción de calzadas. La riqueza hispana se basaba en:

La minería (oro, plata, cobre, plomo), que supuso una gran fuente de ingresos para el Imperio, que explotaba directamente las minas o las arrendaba a compañías. Los trabajadores eran esclavos.

La organización administrativa, la unificación lingüística, la construcción de calzadas o el uso de la moneda fueron otros factores determinantes en el proceso romanizador.

LA ECONOMÍA giraba en torno a la ciudad, centro administrativo, de producción y comercio. Las  ciudades prerromanas perdieron su autonomía política y se adaptaron a este fin, creándose otras nuevas. Las más importantes se situaban en la costa mediterránea. Hispania se integró en el mercado de esclavos, favorecido este por la política romana de conquistas, siendo los esclavos la base que sosténía el Imperio. La economía colonial romana provocó que Hispania exportara materias primas e importara manufacturas de la metrópoli, para lo que se fomentó la construcción de calzadas. La riqueza hispana se basaba en:

La minería (oro, plata, cobre, plomo), que supuso una gran fuente de ingresos para el Imperio, que explotaba directamente las minas o las arrendaba a compañías. Los trabajadores eran esclavos.


La agricultura, fundada en la trilogía mediterránea (cereales, vid y olivo). Los romanos introdujeron nuevas técnicas de cultivo (barbecho, abonos, nuevas herramientas) e implementaron el regadío en el Levante. La ganadería lanar fue importante en las zonas del Duero y Guadalquivir. La propiedad de la mayoría de las tierras recayó en el Estado, que las arrendó o repartíó posteriormente. Se formaron grandes latifundios.
El comercio, cuyo desarrollo se vio favorecido por el libre comercio y la mejora del transporte por la construcción de calzadas, que enlazaban las regiones ricas en materias primas con la metrópoli y las costas.El interior fue más importante que el exterior, pues Hispania solo era valorada por su aceite y sus metales, importando manufacturas y piezas de lujo por puertos como Gades, Tarraco o Cartago Nova. La unidad monetaria se logró con el denario de plata romano, acuñado  por las ciudades hispanas. El comercio y la industria eran controlados por la burguésía urbana, que formó asociaciones de artesanos y navieros.


La industria (aceite, salsa garum, salazón), que se desarrolló tanto para la exportación como para el abastecimiento local. Estas industrias derivaban de los recursos a disposición de las ciudades (acero, vid…).

LA UNIFICACIÓN POLÍTICO-CULTURAL

El concepto de Hispania, para los romanos, hacía referencia a toda la península ibérica, unidad territorial sobre la que se organizó la administración del Imperio.

La administración romana

El número de provincias no fue siempre el mismo, ya que durante la conquista fueron dos (Ulterior y Citerior), aumentando a tres (Lusitania, Bética y Tarraconense) con Augusto (14 a.C.) y fragmentándose esta última en tres (Tarraconense, Gallaecia y Carthaginense) con Diocleciano (297 d.C.).


 Dependiendo del grado de asimilación a Roma, las provincias se dividían en provincias senatoriales (plenamente pacificadas y administradas por el Senado de Roma) y provincias imperiales (de reciente conquista, en las que era necesaria la presencia de legiones y quedaban bajo el control directo del emperador). Las provincias se dividían, a su vez, en conventos jurídicos, nacidos a raíz de las reuniones en las que el gobernador impartía justicia. Así, estas reuniones se volvieron permanentes y se transformaron en distritos provincia con capitales fijas para impartir justicia.

La unidad administrativa básica era la ciudad, formada por tierras rurales (de propiedad privada o de aprovechamiento comunal) regidas por un núcleo urbano que actuaba como centro comercial, político, religioso y de ocio. Cuanto mayor era su lealtad al Imperio, mayores eran su autonomía y sus privilegios.


La unificación lingüística

La unificación lingüística se consiguió con la implantación del latín, que sustituyó a las lenguas nativas.

Difusión de formas culturales y religiosas

Los hispanos se adaptaron a la mentalidad romana, aportando emperadores (Trajano), escritores (Séneca) y funcionarios. En el panorama religioso, los romanos impusieron el culto al emperador como forma de mantener el Imperio unido divinizando el poder del Estado. Su mitología, una adaptación de la griega junto con cultos orientales traídos por soldados, se extendíó por Hispania. En lo que al cristianismo se refiere, leyendas al margen, las primeras evidencias de cristianos en la península se remontan al siglo III, momento a partir del cual la religión se extendíó rápidamente, ayudada por la legalización por Constantino en el 313, estando ya en ese momento fuertemente organizada.


La estructura social

La posición social romana venía determinada por la categoría jurídica de la persona, heredable en un principio pero modificable. Así, existían hombres libres y esclavos, con los libertos en una situación intermedia, existiendo diferencias dentro de los libres. De mayor a menor prestigio social encontramos:

Ciudadanos pertenecientes a órdenes


Grupo privilegiado formado por una oligarquía que ejercía el poder político, militar, financiero y religioso, poseyendo grandes fortunas. Existían tres órdenes: la orden senatorial (miembros del Senado romano que copaban las más altas magistraturas y cuya fortuna residía en su gran cantidad de tierras); la orden ecuestre (cargos inferiores a los senadores, como procuradores y prefectos de caballería, cuya riqueza residía en negocios y finanzas); y la orden decurional (miembros de senados de las distintas ciudades que desempeñaban las magistraturas municipales).


Ciudadanos no pertenecientes a órdenes


Al ser ciudadanos, tenían derechos y privilegios, pudiendo participar en la política o acceder a la beneficencia. Sin embargo, había una gran diferencia en la riqueza de este estrato social, desde los más pobres, casi en la miseria, hasta los más ricos.

Los hombres libres no ciudadanos


Carecían de derechos políticos pero tenían derechos sociales (matrimonio, tener propiedad, heredar). Una vía de promocionar a ciudadano era enrolarse en el ejército.

Los libertos


Antiguos esclavos manumitidos. El antiguo dueño se convertía en patrono, y podía exigir obligaciones. Tenían derechos sociales, pero la libertad plena no se obténía hasta la tercera generación.

Los esclavos:


no tenían derechos de ningún tipo. La condición de esclavo se adquiría por nacimiento, condena, venta del padre o incluso por autoventa.


El Imperio romano unificó la península bajo una misma lengua, cultura, religión, economía y legislación. Abríó  la nueva provincia a la realidad comercial mediterránea y marcó el devenir histórico de Hispania, cuyas influencias siguen vivas hoy día en los territorios herederos de la antigua colonia romana.