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ARGUMENTO Y ESTRUCTURA

Nada cuenta la historia de las personas que rodean a Andrea, entre Octubre de 1939 y Septiembre de 1940, durante su único curso académico en Barcelona. Esas personas se agrupan en torno a dos núcleos espaciales, la casa familiar en la calle Aribau, cerrado y oscuro, y el de la Universidad y sus amigos, abierto y liberador.

En realidad, y como opinaba el poeta Juan Ramón Jiménez a propósito de la novela, Nada se reduce a unos pocos acontecimientos, y por ello, añade, pertenece a las novelas sin asunto, y hasta el capitulo 19 se desenvuelve como una serie de cuentos unidos. Andrea llega a Barcelona a medianoche, es su primer viaje, tiene dieciocho años y una avidez por absorber la vida. A partir de ahí, y de su Ilegada a la calle Aribau, (“luego me pareció todo una pesadilla”), el relato se basa en la construcción de esa nada que constituye la vida cotidiana de Andrea tal y como la cuenta: la historia folletinesca de Angustias, el melodrama de Román, Ena y su madre, el que une las figuras de Román, Gloria y Juan, los escarceos amorosos de la protagonista o el episodio del barrio China. Al final, Andrea se va de Barcelona y deja atrás el espacio que la oprimía, en el que sintió la presencia de la muerte y el horror de la vida cotidiana. La maleta atada con la cuerda, símbolo de la miseria de la época, y el sentimiento de la misma expectación de un año antes cierra el circulo.

En cuanto a la estructura, se divide en tres partes, formadas las dos primeras por nueve capítulos y la tercera por siete. Los periodos que abarcan cada una son los siguientes: la primera, de Octubre a Febrero; la segunda, de Marzo a Junio; y la tercera, de Julio a Septiembre.

La primera parte se abre con la Ilegada de Andrea a Barcelona y su ingreso en el “ambiente endiablado” del piso familiar de la calle Aribau, y se cierra con la marcha de su tía Angustias a un convento.

En la segunda parte Andrea comienza a sentirse mas Libre, y el eje narrativo se traslada al exterior de la vivienda, a la Universidad y la calle. El final de esta parte lo marca el primer baile fracasado de Andrea en la mansión burguesa de Pons.

La tercera parte se inicia con la conversación entre la madre de Ena y Andrea, y concluye con la marcha a Madrid. En esta ultima parte los universos antagónicos de Aribau y el exterior se mezclan, en el presente y en el pasado, a travel de la relación de Román y Ena y, años atrás, con la madre de Ena.

Esta división de la novela en tres partes obedece a los tres estadios que atraviesa Andrea en la lucha para alcanzar la independencia, es decir, la victoria sobre Angustias, la superación del hambre y el desamor y finalmente el desencanto y la destrucción de las ilusiones.


TEMAS

Nada es una novela de tono existencial, que refleja el desolado mundo de la posguerra desde una perspectiva pesimista. A través de sus personajes, del ambiente y de la narración en general, muestra los efectos desastrosos de la Guerra Civil en la España de los años 40. La falta de libertades, de opciones de vida, especialmente para la mujer, también son temas evidentes en esta novela. Así, se refleja una imagen de la mujer abnegada, sumisa y sacrificada, como se advierte en el personaje de Gloria. Las consecuencias de la Guerra Civil también se perfilan en las dificultades economicas que padecen los personajes. En la novela, el hambre, la necesidad económica y la pobreza, son hechos indiscutibles a los que Carmen Laforet alude en varias ocasiones, particularmente en el personaje de Andrea, la protagonista. El hambre aparece en la segunda parte de la novela, y llega a desequilibrar a Andrea, frente a la abundancia de la burguésía de la familia de Ena. En la novela de Carmen Laforet, hay varias alusiones a la religión católica. Por ejemplo, cuando Angustias se despide bendiciendo a la familia como una santa y posteriormente, al partir el tren en que viajaba, se santigua. Sin embargo, es una religión no vivida auténticamente, puesto que los aspectos religiosos se presentan determinados por la situación histórica y política de la posguerra.

En la narración, Carmen Laforet destaca el papel de la familia, el ambiente, la psicología, el modo de ser y de conducirse de los personajes y el medio social en que se desenvuelven. La novela narra un fragmento vital de corte existencialista, puesto que está abocado a la soledad y a la nada. Esta palabra que da título a la novela aparece en varios pasajes de la obra, la primera cuando escucha tocar a su tío ROMán y afirma no sentir nada. En otras ocasiones, como después del baile con Pons, reflexiona sobre su papel en la vida y se deshace en llanto. Los proyectos personales de Andrea, el amor y la amistad, resultan un fracaso y están llenos de sinsabores. Al final, cuando abandona la casa y hace balance final de su estancia, reitera el sentimiento de vacío. El lema de la obra también está presente en los versos de Juan Ramón Jiménez que encabezan la novela. No obstante, esa nada tiene para ella un profundo sentido, puesto que en ella se encierra una profunda vivencia a través de la mirada de una adolescente. El lector queda apresado por la profundidad de la ausencia que vive Andrea y no por la superficialidad de muchas cosas que suceden a su alrededor. Ese “anegarse en la nada” alude a que todo el contenido está en el interior de sí misma, en su palabra literaria, no en sus relaciones con los demás. En este sentido, también podemos afirmar que nada le ha sucedido a Andrea en un año, pero emocionalmente ha cambiado mucho. Miguel Delibes en su artículo “Una interpretación de Nada” dice: Nada es pesimista, pero no desesperanzada y señala como principal mérito de la novela: “la experiencia de incorporar al lector a la creación”.


PERSONAJES

A menudo se ha señalado cómo la novela es una autobiografía de Carmen Laforet. En efecto, existen coincidencias entre Andrea y la escritora: la edad de la autora y de la narradora son similares; ambas han viajado hasta Barcelona para estudiar Letras, se alojan en la casa familiar de la calle Aribau y al final se marchan a Madrid. No obstante, la autora reiteró en diferentes ocasiones que no trasladó a la novela su experiencia Barceloneta. Nada es una novela de crecimiento personal y de búsqueda de identidad por parte de Andrea, la protagonista. Ésta tiene la necesidad de reconocerse corno ser humano frente a un mundo, frente a una sociedad y, sobre todo, frente a ella misma. La Andrea del relato es una adolescente que se ve enfrentada a múltiples situaciones que la obligan a un continuo mirarse y evaluarse. Pero existe otra Andrea, voz narradora que desde el presente mira al pasado. La narración, así, es un movimiento hacia adentro, hacia lo Íntimo y la escritura. La narración de Andrea se presenta a menudo llena de incógnitas, de vacíos. La casa familiar es la decadencia moral, física y económica y Andrea siempre está tratando de escapar a su influencia. Cuando al fin consigue dejarla para ir a Madrid, se siente liberada por completo de aquel ambiente, como se refleja en el último párrafo de la novela. Andrea se muestra como una observadora de lo que sucede a su alrededor. Es ella quien va configurando los espacios y personajes de la novela. Posee una extremada sensibilidad e ingenuidad, es impresionable e inestable. Describe sus sensaciones con una intensa carga poética. Sabemos de su aficiónala literatura porque al comienzo, cuando describe su equipaje, dice que estaba casi lleno de libros. De su pasado, Andrea no da muchos datos: es huérfana y viene de un pequeño pueblo donde ha estado bajo la tutela de su prima Isabel. El nombre de su madre, Amalia, está escrito detrás de una de las fotografías que guardaba la abuela en un cajón. Ha cursado el Bachillerato en un colegio de monjas, y en palabras de Angustias, la familia de su padre “ha sido rara”. Como afirma Carmen Martín Gaite, la protagonista es una chica rara infrecuente, hermética. Apenas tenemos datos sobre su aspecto físico (son los demás quienes describen su tez oscura y ojos claros). Ella como narradora tampoco detalla sus vivencias ni cuenta sus proyectos. Tras liberarse de Angustias, intenta abrirse al mundo de la Universidad, de los amigos y vive sus fracasos amorosos,p rimero con Gerardo, por quien siente un asco repentino, y luego con Pons, pues la cenicienta Andrea es rechazada de ese mundo burgués y opulento. En ocasiones se ha sugerido una posible atracción lésbica hacia su amiga Ena.


Los personajes femeninos tienen gran importancia en la obra. En la casa de la calle de Aribau destacan Angustias, Gloria, la abuelita y la criada. Podemos identificar sus conductas con las de las protagonistas del folletín (Gloria) o la novela realista del XIX (Angustias). Angustias representa el principal obstáculo en la búsqueda de libertad de Andrea, la moral represiva y la disciplina, la falsa moralidad y religiosidad. Así lo demuestra su relación con Jerónimo, a quien rechazó al principio por ser pobre y después, cuando regresó adinerado, lo sedujo y arruinó su matrimonio. Gloria está descrita como “la mujer serpiente”, su belleza contrasta con la oscuridad de la casa. Superficial, sus palabras son simples como su comportamiento, se muestra egoísta e interesada. Ella, contra el desprecio general, proclama sus virtudes, su bondad y la belleza. Resiste las palizas y luego nuestra impresión cambia, a pesar de todo conserva su ingenuidad y va desmantelando la casa poco a poco. Es el objeto de escarnio y deseo por parte de ROMán, pero también autora de dos denuncias hacia su cuñado. En la última cena tiene pan y pescado en abundancia. Antonia, la criada, aparece como un ser animalizado y hosco, de instintos primarios, que goza de la miseria de sus señores como una especie de triunfo personal. Salva la vida a ROMán, hacia el que siente un oscuro amor. De los personajes femeninos del mundo universitario destaca Ena, guapa, rica, Inteligente, irrumpe con fuerza en su vida, conocerla supone liberarse del espacio cerrado de la casa y la Inmersión en la naturaleza. Es un personaje idealizado, al igual que su madre. La amistad de Andrea con Ena sufre un quiebro cuando, tras su fracaso con Gerardo llega a casa y encuentra a su amiga con ROMán. Desde ese día Ena rehúye a Andrea, aunque luego se producirá la reconciliación. Tanto Ena como su madre representan a las protagonistas de la novela sentimental ROMántica. La madre de Ena le confiesa su atracción juvenil hacia ROMán, le ruega que la ayude a romper el hechizo que ahora sufre Ena. El deseo de ésta de conocer a ROMán estaba alimentado por el deseo de descubrir la fascinación de su madre hacia él y por la búsqueda de una  venganza. 


De lospersonajes masculinos, mucho más desdibujados, se cita a Jaime, novio de Ena, y a los acompañantes de Andrea. Gerardo es un personaje episódico que la aborda una noche en las proximidades de la catedral y con quien luego tendrá su primera cita, tras la que solo siente asco. Después de su distanciamiento de Ena, tiene otra cita con otro personaje del ambiente universitario, Pons, que será el causante de su segundo fracaso sentimental. Pons también la introduce en un grupo de jóvenes bohemios con pretensiones artísticas que se reúnen en el barrio gótico de Barcelona, Guíxols, Pujol e Iturdiaga. Allí Andrea se siente dichosa. Con Pons vivirá Andrea una nueva decepción, pues éste la rechaza de su mundo, trivial y opulento, vacío y ajeno al suyo. En la casa de la calle Aribau destaca el enloquecido Juan, que era un militar republicano. Es una figura patética en su brutalidad y destrozado por la sinrazón de la guerra y por la traición de su hermano ROMán, que domina el espacio de la casa con su encanto maléfico, que va desapareciendo poco a poco y queda reducido a un pelele ridículo. ROMán abandona sus ideas y actúa como un delator. Traiciona a su hermano acosando a Gloria. Es un artista malogrado, antes de la guerra había conseguido un prestigio como violinista, pero ahora malvive en oscuros negocios de contrabando, obstinado cruelmente en la destrucción de la familia y jugando con el destino de quienes le rodean gracias a sus facultades de seducción y sometimiento. Ena y Gloria acaban con su poder y su seducción. El mordisco en la oreja del perro queda como último acto de su animalidad. Su suicidio es una especie de justicia poética por el sadismo con el que ha martirizado a sus allegados. Muere degollado, como un cerdo.


ESPACIO Y TIEMPO

Hay dos grandes mundos en la novela, identificados con dos espacios: uno que representa la represión y otro la libertad. El piso de Aribau simboliza el pasado, actúa a modo de prisión, y sus habitantes están sumidos en la ruina económica y la degradación. Andrea, a sus dieciocho años, será testigo mudo de lo que allí sucede. Por otra parte, el exterior, materializado en la Universidad y sobre todo en Ena, representan el futuro, el cambio de vida, aunque al final éste no llegue a materializarse. Las vidas de sus amigos se desarrollan en la vía Layetana, donde vive Ena y su familia, en la playa, en la montaña, en la calle Montcada, donde tiene el estudio Guíxols o en la mansión burguesa de Pons. Además, los espacios determinan la configuración de los personajes: Angustias transita la iglesia, luego el convento y los sitios de caridad; Gloria, el barrio chino con la culpa marcada en su cuerpo con el castigo de Juan. ROMán, los bares bohemios, los licores, la buhardilla, como corresponde a su carácter solitario. Dentro de los espacios del exterior, Barcelona es el que domina el relato, no se limita a ser un marco de lo que ocurre. El nombre aparece en la segunda línea de la novela y a menudo se citan sus rincones, sus calles, monumentos y las impresiones que provoca en Andrea (las Ramblas, la plaza de la Universidad, la catedral, el Tibidabo, el parque de Montjuic). De Barcelona dos espacios tienen especial importancia: el barrio chino y el de la Bonanova. Andrea entra en el barrio del misterio, del peligro y el vicio detrás de su enloquecido tío Juan. En el otro extremo de la ciudad, en lo alto, la riqueza anida en hermosas villas, alejadas de la miseria. Andrea será rechazada de ese mundo adinerado y, como cenicienta, regresa a su ambiente. La casa de la calle Aribau es el otro espacio del relato. Allí entra a su llegada a la ciudad y de allí sale cuando la abandona. Su primera mirada al interior recoge ya su caos, suciedad y decadencia. Andrea siente este espacio como una pesadilla, como una escena angustiosa. El aire le parece estancado y podrido, las paredes sucias. Se asemeja a una casa de brujas, dominada por la locura. Le asignan como habitación el salón de la casa, lleno de muebles viejos. Los espacios de la casa también se asocian con los personajes: la criada Angustias, siempre de negro con su perro, también negro, en la cocina. La pelirroja Gloria, su enloquecido esposo y el niño —sin nombre en su habitación. Tía Angustias limpiando y ordenando el cuarto. La abuela, como un fantasma, deambulando por toda la casa. Y el diabólico ROMán manejando los hilos de la casa desde la buhardilla, por encima de todos, perturbándolos y destruyéndolos en su mundo aparte, limpio y en orden, lleno de encanto y de objetos caros. En definitiva, la casa es un espacio a la medida de sus moradores, su aire estancado condensa la imagen de esos seres. La casa de Aribau recuerda el ambiente gótico de algunos relatos de Edgar Allan Poe (por ejemplo, La caída de la casa Usher) o la mansión de Cumbres borrascosas de Emily Bronté, espacios subjetivos que esconden secretos terribles.


En cuanto al tiempo, Nada presenta una estructura clásica de narración lineal. El tiempo de la narración está enmarcado por dos comienzos de otoño, y no tiene fecha histórica precisa, aunque sí sabemos que es en los primeros años de la posguerra. A pesar de que hay similitudes entre el inicio y el final y de que por tanto la novela es circular, podemos considerar que el desenlace es abierto. El fluir del tiempo se marca mediante la mención de la estación, del mes y las sensaciones que conllevan: el frío o el calor, las fiestas que marcan la sucesión temporal (Navidades o San Juan). En ocasiones hay saltos al pasado, como en el capítulo ti, el recuerdo provocado por el tintineo de los tranvías.


ESTILO

Desde su aparición, se elogió en Nada el estilo sobrio y sencillo de su prosa. No obstante, la sencillez esconde un estilo cuidado en el que predominan imágenes de gran fuerza plástica, de

luz y color. Por ello, el estilo es impresionista, intenta reflejar un fragmento de vida estancada,

sin aire, con suciedad, un gusto amargo, una rara luz, como dicen los versos de Juan Ramón Jiménez que encabezan la novela. La narradora cuenta sus sensaciones, sus impresiones, y el

lector, como hace ante un cuadro impresionista, recompone con su mirada las pinceladas que están en el cuadro. La subjetividad y el reflejo de las sensaciones de Andrea se manifiestan en la presencia de verbos de duda, percepción y reflexión (notar, parecer, tener la impresión.). La descripción del mundo de las sensaciones recuerda por momentos a Prout y su novela en busca del tiempo perdido. En otros momentos sin embargo el estilo es expresionista por la deformación a la que somete

la descripción de los ambientes (sobre todo la casa familiar o algunos personajes), que llega a la caricatura, o por la animalización y cosificación a la que somete a los personajes (recordemos que hombres y animales conviven en la obra y se identifican en ocasiones). Esta estética de lo oscuro y extraño, le permite a la autora construir una atmósfera asfixiante. En este sentido, se ha señalado la influencia de las Pinturas negras de Goya, en especial Los caprichos, sobre lanovela. En algunos pasajes, Andrea describe las caras ganchudas y aplastadas, corno enun capricho de Goya, y hay escenas que asemejan a los aquelarres. Además, en la imaginación de Andrea aparecen numerosas brujas, y de los caprichos también pueden proceder los murciélagos, las manos esqueléticas, los gritos, la locura y la muerte. De hecho, el título de la novela puede ser una referencia a la desolación y la nada que deja tras de sí la guerra, la “Nada”

que da título a uno de los grabados de Goya. La prosa es sencilla pero a la vez impregnada de lirismo y de figuras retóricas corno las comparaciones (como, como sí…), (“los dolores que pululaban vivos corno gusanos”, “aquellas noches que corrían como un río negro”), las sinestesias (fusión de sensaciones correspondientes a sentidos distintos, “húmedas melancolías”), personificaciones (“el escalofrío de los nervios”), las elipsis del verbo (“silencio absoluto. En la calle, de cuando en cuando, los pasos del vigilante…), las metáforas continuas a lo largo de la obra (citaremos corno ejemplo la significativa imagen de la raya para expresar lo que se tuerce en el curso de una vida o de un instante y resulta ya definitivo) …:También podemos citar los símbolos, por ejemplo, la necesidad que tiene Andrea de ducharse continuamente, con el valor purificador que tiene este acto, frente a la miseria moral que la rodea. El agua aleja la culpa, la lluvia es purificadora y regenera la amistad de Andrea y Ena tras la irrupción de la primera en la buhardilla de ROMán. Andrea busca un refugio en la ducha fresca, como al principio de la novela, tras descubrir el cadáver de ROMán. En otros pasajes, predomina la naturalidad en el estilo y el tono coloquial, sobre todo los pasajes de conversación con Gloria (ay, chica…)