El Pensamiento Filosófico de Santo Tomás de Aquino
La Gnoseología Tomista: El Problema del Conocimiento
El conocimiento humano comienza siempre con la sensación. Explicar el conocimiento humano es definir la colaboración que se establece entre las cosas materiales, los sentidos y el entendimiento. Para Santo Tomás, el hombre es un ser compuesto de cuerpo y alma y se halla en un mundo material y corpóreo, razón por la cual lo primero que conocemos proviene de la experiencia. El elemento que particulariza e individualiza las cosas es la materia; el elemento universal que contienen es su forma. Conocer es abstraer la forma universal de la materia individual.
El proceso del conocimiento se desarrolla en varias fases:
- La sensación: Es el primer grado de conocimiento, donde se capta el ente particular por medio de los órganos sensoriales.
- La imaginación: Al recibir los datos de los sentidos, la imaginación forma una imagen mental (fantasma), que todavía está dotada de propiedades particulares.
- La abstracción: Es entonces cuando interviene el entendimiento agente, que ilumina la imagen y abstrae la forma o esencia universal.
- La conceptualización: Por último, el entendimiento posible elabora, con los datos que le proporciona el entendimiento agente, el concepto universal.
Frente a la teoría de la iluminación divina, donde el conocimiento de las ideas eternas era producido por una impresión de Dios en el alma (posición conocida como realismo trascendente), la solución escolástica de Santo Tomás consiste en considerar el universal de forma inmanente. Aunque solo existen sustancias primeras o entes particulares, los universales serían las formas de lo individual; formas que no existen cabalmente en las cosas, pero tampoco separadamente de ellas. A esta teoría se la denomina realismo moderado.
La Metafísica Tomista: El Problema de la Realidad
Santo Tomás introduce la diferencia fundamental entre esencia y existencia. En todo ser creado se distinguen ambos conceptos:
- La esencia es aquello por lo que algo es lo que es y no otra cosa.
- La existencia sería el hecho de que las cosas sean en acto.
La afirmación cristiana de que Dios ha creado todo lo que existe tuvo una gran repercusión en la filosofía al introducir la relación creador-criatura. Con esta distinción se acentúa la diferencia entre los seres creados y el Ser Creador. En Dios, esencia y existencia coinciden inevitablemente: Dios es el sumo Ser y su esencia consiste en su existencia, en tanto que existe por sí mismo necesariamente. La existencia de las criaturas se adquiere por el acto creativo del único ser subsistente, Dios.
Dios es acto puro; en Él no hay nada en potencia, por eso es perfecto. En el resto de las criaturas hay un compuesto de potencia y acto. La relación que se obtiene entre el Ser Creador y los seres creados recupera el concepto de participación platónica, que establece un vínculo íntimo entre Dios y el mundo. Santo Tomás diferencia entre las sustancias materiales (compuestas de materia prima y forma sustancial) y las sustancias separadas (como los ángeles y el alma humana), cuya esencia está únicamente compuesta de forma. Sin embargo, en ellas también hay potencia y acto, esencia y existencia.
Antropología Tomista: El Problema del Hombre
Para Santo Tomás, el hombre es una unidad sustancial de materia y forma, es decir, de cuerpo y alma. En su visión, el enfoque biológico es indiscutible, pero este se complementa con un enfoque metafísico que destaca la función intelectiva y espiritual del hombre sobre las funciones biológicas. No duda en afirmar la inmortalidad del alma. Su inmaterialidad, espiritualidad y subsistencia sirven de base para la creencia en una futura resurrección que reúna a las almas con sus cuerpos, manteniendo así la unión sustancial aristotélica a la que el autor no quiere renunciar y que le parece absolutamente compatible con el cristianismo.
La Demostración de la Existencia de Dios: Las Cinco Vías
Para Santo Tomás, la única demostración posible de la existencia de Dios es la a posteriori, es decir, aquella que parte de lo conocido (el mundo sensible) para llegar a lo desconocido (el mundo divino). Propone cinco vías para demostrar su existencia:
- Vía del movimiento: Constatamos por los sentidos que en el mundo hay cosas que se mueven. Pero todo lo que se mueve es movido por otro. Como una cadena infinita de motores es imposible, debe admitirse la existencia de un primer motor inmóvil, y a esto es a lo que llamamos Dios.
- Vía de la causa eficiente: Encontramos en el mundo un orden de causas eficientes. No es posible que algo sea causa de sí mismo, ni se puede proceder hasta el infinito en la serie de causas. Por lo tanto, debe existir una primera causa eficiente, a la que todos llaman Dios.
- Vía de lo contingente y lo necesario: Observamos que hay seres contingentes, que pueden ser o no ser. Si todos los seres fueran contingentes, habría habido un tiempo en que nada existía y, por lo tanto, nada existiría ahora. Por tanto, debemos afirmar la existencia de un ser necesario por sí mismo, al cual todos llaman Dios.
- Vía de los grados de perfección: Constatamos diferentes grados de perfección (bondad, verdad, nobleza) en las cosas. Este ‘más’ y ‘menos’ se mide en función de su proximidad a un máximo. Por consiguiente, debe existir un ser perfectísimo que sea la causa del ser, la bondad y todas las perfecciones de los demás entes, y a esto llamamos Dios.
- Vía de la finalidad (o del gobierno del mundo): Observamos que los seres naturales, incluso los que carecen de conocimiento, obran por un fin. No tienden a su fin por casualidad, sino intencionadamente. Por lo tanto, debe existir un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, y a este ser lo llamamos Dios.
El propio Santo Tomás las denominó ‘vías’, caminos que parten de la experiencia sensible para argumentar racionalmente una conclusión que, en última instancia, se alinea con la fe.
El Contrato Social de Jean-Jacques Rousseau
Para Rousseau, los hombres son libres por naturaleza y se unen en sociedad para asegurar su libertad. Cuando la ley responde a la voluntad general, el hombre, al obedecerla, se obedece a sí mismo. Está siguiendo su propia voluntad, lo que equivale a ser libre. Asumir la vida social requiere que la libertad quede garantizada.
El propósito del contrato social no es descubrir el origen histórico de la sociedad, sino buscar su justificación: aquello que legitima el orden social. Su objeto es fundamentar los principios universales de organización de la sociedad. Para Rousseau, es necesario buscar una forma de asociación que defienda y proteja, con toda la fuerza común, a la persona y los bienes de cada asociado.
La solución, según Rousseau, es el contrato social, mediante el cual los particulares se desprenden enteramente de todo su poder y lo remiten a la comunidad. Para Rousseau, el soberano es el pueblo. Este término no designa una clase ni una nación, sino la comunidad de aquellos que quieren formar un estado.
Rousseau se pregunta cuáles son las condiciones que hacen que las leyes sean legítimas y la autoridad, compatible con la libertad natural. Si el derecho no debe imponerse por la fuerza, las reglas de la asociación solo pueden surgir de la deliberación pública. Esta deliberación debe tratar sobre el interés común, y los asociados deben aceptar las condiciones por las cuales sus decisiones son iguales para todos.
Para Rousseau, el pacto social es democrático. Sin embargo, constata el grave riesgo que la desigualdad económica supone para la comunidad política y manifiesta su casi total escepticismo sobre la verdadera democracia. No basta la fuerza para mandar; es preciso que también el pueblo crea en la justicia de esa fuerza que manda democráticamente. Su proyecto busca un orden en el que fuera compatible la igualdad y la libertad, siempre bajo la autoridad de las leyes.