1. El Significado del Turismo en la Geografía y Sociedad Española
El **turismo** consiste en el desplazamiento temporal de personas fuera de su lugar de residencia habitual, con fines principalmente de ocio, durante un periodo superior a 24 horas e inferior a un año. Desde la década de 1950, ha crecido enormemente en los países desarrollados y se ha convertido en un fenómeno de masas a nivel global.
España es una de las principales potencias turísticas del mundo, junto con Francia y Estados Unidos. Aunque ya en los siglos XVIII y XIX existía cierto turismo cultural (viajeros ilustrados y románticos), fue a partir de los años 60 cuando se consolidó como destino turístico, gracias al **Plan de Estabilización de 1959**. Desde entonces, el número de visitantes creció rápidamente, alcanzando más de 6 millones en 1960. Este crecimiento continuó hasta 1973, cuando se frenó debido a la crisis del petróleo, la situación económica y la transición política.
A partir de 1976, comenzó una nueva etapa de crecimiento sostenido que duró hasta 1989, marcada por el aumento del turismo internacional y por la incorporación de los propios españoles al turismo de playa. Tras una recesión a principios de los 90, el turismo volvió a fortalecerse, superando los 71 millones de visitantes en 2022.
Este desarrollo se explica por factores externos (como el aumento del nivel de vida en Europa, la generalización del coche, las vacaciones pagadas y los vuelos baratos) y por factores internos (como el clima favorable, las playas, la riqueza cultural y unos precios más asequibles que en otros países).
El turismo ha tenido un papel fundamental en la economía española. Actualmente representa el **14,6% del PIB** y el **14,7% del empleo**. Además, en los años 60 fue clave para financiar el crecimiento económico gracias a la entrada de divisas. Sin embargo, el gasto medio por turista es más bajo que en otros destinos similares.
Desde el punto de vista territorial, el turismo ha transformado profundamente las zonas costeras, con una urbanización intensa muchas veces desordenada, lo que ha acentuado el desequilibrio entre el litoral y el interior. A nivel cultural, ha favorecido el intercambio entre sociedades y la apertura de España al exterior. No obstante, también ha provocado impactos ambientales graves, como la destrucción de paisajes, la sobreexplotación del litoral y la falta de planificación en muchas construcciones.
2. Los Caracteres de la Oferta Turística en España
El modelo turístico que predomina en España se basa principalmente en el **turismo internacional, de masas y centrado en la demanda de sol y playa**. La mayor parte de los turistas proceden de países europeos, sobre todo de Alemania y Reino Unido, que en conjunto representan casi la mitad de los visitantes. Les siguen Francia, los países del Benelux, Italia, los países escandinavos, y en menor medida, Estados Unidos, Japón y, más recientemente, países del Este como Rusia, Polonia o la República Checa.
Este turismo presenta una **fuerte estacionalidad**, ya que las vacaciones escolares y laborales en Europa suelen coincidir con los meses de verano. Por eso, en julio y agosto se produce una gran saturación de servicios turísticos como el transporte y la hostelería.
El turismo nacional también se ha incorporado a este modelo, compartiendo las playas con los turistas extranjeros. Además, ha crecido el turismo de personas jubiladas, tanto nacionales como extranjeras, que suelen viajar en temporada baja, contribuyendo así a reducir la estacionalidad y mejorar la ocupación hotelera fuera del verano.
A esto se suma una nueva tendencia: repartir las vacaciones en varios momentos del año (primavera, verano, Navidad) y buscar tipos de turismo diferentes, lo que ha permitido diversificar los destinos y aligerar la concentración turística en verano, aunque la estacionalidad sigue siendo notable.
Para responder a esta demanda, España cuenta con una gran infraestructura turística. Dispone de más de 11.000 hoteles y hostales con más de 1.100.000 plazas. Sin embargo, su distribución es desigual: la mayoría se concentran en las zonas litorales e insulares, que son las más turísticas.
3. Tipos de Turismo en España
El turismo más importante en España sigue siendo el de sol y playa, aunque desde los años 90 han surgido otras formas que cada vez tienen más peso.
- Sol y playa: Es el más tradicional y mayoritario. Se concentra en las costas del Mediterráneo (Andalucía, Comunidad Valenciana, Cataluña, Baleares) y Canarias, gracias al clima y las playas.
- Turismo cultural e histórico: Atrae a quienes visitan ciudades con patrimonio monumental como Granada, Córdoba, Toledo o Santiago. También destacan grandes ciudades como Madrid, Barcelona o Sevilla.
- Turismo de nieve: Basado en estaciones de esquí como Sierra Nevada o Baqueira Beret, con buenas comunicaciones y servicios.
- Turismo rural y de naturaleza: Busca revitalizar zonas rurales y ofrecer contacto con la cultura popular y el medio natural. Incluye el ecoturismo en parques como el Teide o los Picos de Europa.
- Turismo emergente: Aparecen nuevas modalidades como el geoturismo, el turismo minero e industrial, el de cruceros o el turismo de compras.
4. Principales Áreas Turísticas de España
Los espacios turísticos pueden ser áreas amplias o puntos concretos según su tamaño. Según su uso, pueden ser de temporada (con mucha estacionalidad, como Cataluña o Baleares) o especialmente turísticos (sin apenas estacionalidad, como Canarias, Granada o Sevilla).
Las principales zonas turísticas en España son:
- Sol y playa: Las más destacadas son las islas Baleares, Canarias y la costa mediterránea peninsular, que atraen turismo por su buen clima y playas.
- Madrid: Es un destino sin apenas estacionalidad, con gran oferta hotelera y atractivo cultural y de negocios (ferias, congresos…).
- Zonas con densidad media o baja: Algunas partes del litoral suratlántico, mediterráneo, gallego y cantábrico se están desarrollando como destinos menos saturados de sol y playa.
- Puntos turísticos concretos: Incluyen estaciones de esquí, zonas de turismo rural y ciudades históricas. En estos lugares suelen darse estancias breves, sobre todo en fines de semana.
5. Consecuencias del Turismo en España
El turismo ha tenido efectos positivos y negativos para España.
Entre los aspectos positivos, destacan la creación de empleo, el aumento de ingresos y el impulso a otras actividades económicas, además de la mejora en las infraestructuras, sobre todo de transporte.
Sin embargo, también ha generado efectos negativos, como la estacionalidad del empleo, el aumento del coste de vida, la saturación de servicios e infraestructuras y diversos impactos ambientales (urbanización excesiva, contaminación, residuos y sobreexplotación de recursos como el agua).
De cara al futuro, es necesario resolver problemas como la dependencia de turoperadores extranjeros, el bajo nivel de gasto medio del turista y la excesiva concentración de la actividad en verano. Para ello, se apuesta por promover turoperadores nacionales, fomentar un turismo de mayor calidad y menos estacional, y avanzar hacia un **modelo sostenible**, que combine desarrollo turístico con respeto al medio ambiente.
2. Sistemas y Medios de Transporte en España
El sistema de transportes en España presenta varias características destacadas:
- Influencia del medio natural: El relieve español es un factor condicionante. La elevada altitud media del país y la presencia de sistemas montañosos dificultan la construcción de infraestructuras, ya que obligan a crear puentes, túneles y viaductos, lo que encarece los proyectos.
- Trazado radial: Las principales redes de transporte terrestre (carreteras y ferrocarril) tienen un diseño radial, con centro en Madrid. Lo mismo ocurre con el transporte aéreo, donde la capital es el principal nodo de vuelos nacionales e internacionales. Aunque con el desarrollo autonómico se han creado nuevas conexiones transversales, la estructura radial aún predomina.
- Desequilibrios territoriales: Existen diferencias entre regiones en cuanto a densidad y calidad de las infraestructuras. Las zonas más desarrolladas tienen mejores comunicaciones, lo que refuerza los desequilibrios ya existentes.
1. Las Redes de Transporte como Elemento Básico de la Articulación Territorial y Económica de España
El transporte es clave para el funcionamiento económico y territorial del país, ya que permite el traslado de personas y mercancías. Por su importancia estratégica, el Estado interviene en su planificación y financiación, utilizándolo también como herramienta para reducir desequilibrios regionales.
Los transportes influyen en la organización territorial de dos formas. Primero, interactúan con el territorio, ya que se adaptan a la distribución de la población y de las actividades económicas, pero también pueden transformarlo al hacer ciertas zonas más accesibles y atractivas. Segundo, articulan el territorio mediante redes formadas por rutas o ejes (carreteras, líneas ferroviarias, rutas aéreas…), flujos (personas o mercancías transportadas) y nodos (ciudades, puertos, aeropuertos…). Estas redes permiten conexiones cada vez más rápidas, frecuentes y económicas.
La evolución del transporte ha sido una auténtica revolución. Desde los carruajes y la navegación a vela, se pasó al ferrocarril en el siglo XIX y a la expansión del automóvil y el avión en el siglo XX. Esto no solo ha aumentado la velocidad y el volumen del transporte, sino que ha facilitado el movimiento de capitales, ideas e información, transformando por completo las sociedades modernas.
Hoy se transportan más bienes que nunca y el número de personas que se desplazan refleja el alto grado de movilidad de las sociedades actuales.
2.1. El Transporte por Carretera
El transporte por carretera es el más importante en España en la actualidad. La red de carreteras tiene sus orígenes en las antiguas calzadas romanas y en las rutas construidas durante la Edad Media, tanto por musulmanes como por cristianos. Sin embargo, no fue hasta el siglo XVIII cuando se impulsó una red de carreteras de ámbito nacional, con una estructura radial que conectaba Madrid con los principales puertos del litoral.
A lo largo del siglo XX, se llevaron a cabo diversas iniciativas para mejorar la red viaria. En 1926 se aprobó el **Plan de Firmes Especiales**, que buscaba adaptar las carreteras a los nuevos vehículos a motor. En los años 60, la red de carreteras era insuficiente para satisfacer las necesidades del momento, por lo que en 1967 se aprobó el **Plan de Autopistas**, con el objetivo de crear una red de autopistas de peaje que no llegó a completarse. Sin embargo, a partir de los años 80, se ejecutó un proyecto para desdoblar las principales carreteras nacionales, creando una red de autovías que sigue siendo la base del sistema viario actual.
En términos de infraestructura, la red de carreteras de España supera los 160.000 km, de los cuales más de 8.000 km son autovías y vías de doble calzada, y más de 2.000 km son autopistas de peaje. Esta red está gestionada por el Estado, las comunidades autónomas y las diputaciones provinciales, existiendo una jerarquía en las vías: autopistas y autovías, carreteras nacionales, autonómicas y comarcales.
A pesar de los avances, existen desequilibrios territoriales. Las regiones más dinámicas económicamente, como Madrid, Cataluña y la Comunidad Valenciana, presentan una mayor densidad de la red. La intensidad del tráfico es más alta en las principales vías de gran capacidad, especialmente en los corredores del Mediterráneo y del Ebro, y en las carreteras radiales que parten de Madrid. En cuanto a la accesibilidad, esta es más homogénea que en otras infraestructuras, aunque sigue estando más concentrada en los corredores de gran capacidad y en zonas industriales y turísticas que han recibido más inversiones en infraestructuras de calidad.
Hoy en día, el transporte por carretera es el principal medio para el traslado de viajeros y mercancías, con un 90% de los viajeros y más del 70% de las mercancías.
2.2. Los Ferrocarriles
El ferrocarril representó una gran innovación en el transporte y las comunicaciones. En la Península Ibérica, los primeros trayectos fueron inaugurados en 1848 entre Barcelona y Mataró, y en 1851 entre Madrid y Aranjuez. En 1855, se promulgó una ley que regulaba las concesiones a empresas extranjeras y permitía la importación de material ferroviario, dado que la industria siderúrgica española no era capaz de producirlo.
Desde sus inicios, España construyó una red ferroviaria que rompió las barreras de incomunicación entre diversas regiones y comarcas. Sin embargo, España adoptó una característica técnica que la diferenciaba del resto de Europa: el ancho de vía. Mientras que la mayoría de los países europeos utilizaban una separación de 1.435 mm entre los raíles, España adoptó en 1844 un ancho de 1.672 mm, que se consideró más adecuado debido a los desniveles del terreno y el trazado sinuoso, lo que otorgaba mayor estabilidad a los trenes. Esta diferencia en el ancho de vía aisló a España del resto de Europa hasta hace poco, aunque este problema se ha solucionado mediante la instalación de intercambiadores de ejes en las estaciones fronterizas con Francia.
Tras la Guerra Civil española, la red ferroviaria quedó en muy mal estado. En 1941, el ferrocarril pasó al control del Estado, lo que propició la creación de **RENFE** (Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles). Durante varias décadas, el ferrocarril fue el principal medio de transporte de personas y mercancías en España. Sin embargo, a partir de los años 60, el transporte por carretera comenzó a ganar protagonismo, relegando al ferrocarril a un segundo plano.
Al igual que la red de carreteras, la red ferroviaria en España sigue un modelo radial con Madrid como centro. A partir de 1992, se incorporaron los trenes de alta velocidad (AVE), comenzando con la línea Madrid-Sevilla. Con el tiempo, la red de alta velocidad se ha extendido a otras ciudades como Málaga y Barcelona. Las vías de alta velocidad utilizan el ancho de vía europeo, lo que ha permitido la conexión más fluida con el resto de Europa.
2.3 Transporte Marítimo
España, por su situación geográfica rodeada de mar, presenta condiciones muy favorables para el transporte marítimo. Esta ventaja ha permitido que, a lo largo de los siglos, se haya desarrollado una red de puertos mercantes, de pasajeros y de pesca que ha servido como punto de intercambio entre las tierras del interior y los territorios de ultramar.
Durante el siglo XIX y principios del XX, el transporte de pasajeros por mar tuvo una gran importancia, aunque con el tiempo fue perdiendo relevancia. En cambio, el transporte de mercancías por barco ha crecido considerablemente en las últimas décadas, sobre todo en el caso de contenedores y petroleros que abastecen las refinerías situadas en la costa.
Este tipo de transporte ha evolucionado hacia el uso de buques de gran tonelaje, lo que exige puertos con mayor calado y con infraestructuras más especializadas. Como consecuencia, la actividad portuaria más relevante se ha ido desplazando hacia los puertos del Atlántico, que están mejor posicionados en relación con las grandes rutas internacionales de navegación.
En cuanto al transporte fluvial, apenas tiene presencia en España. El único puerto interior de cierta relevancia es el de Sevilla, que tiene un valor histórico, pero hoy en día no desempeña un papel destacado en el transporte de mercancías o pasajeros.