Ejemplos de cohesión léxica

Valoración:

En los tiempos que corren, en que el uso de los móviles y los chats de Internet, con
sus abreviaturas, sus desvaríos ortográficos y su pobreza léxica, parecen establecer
la norma de uso lingüístico común, no es extraño que un articulista del prestigio de
Juan Manuel de Prada muestre su preocupación cuando un ejercicio tan sano como

la puesta en práctica de la creatividad lingüística suscita tantos y tan infundados reproches entre
algunos sectores de la población. De hecho, no hay más que escuchar, por ejemplo, una entrevista a
cualquier futbolista o político en televisión para percatarse del escaso vocabulario y dominio del
idioma que éstos poseen y que representan el estándar habitual hoy día, compuesto por palabras
comodín, frases hechas, muletillas y esquemas sintácticos manidos. Por lo tanto, en mi opinión, el
dotar al lenguaje de una frescura en su vocabulario supone una cuestión de una importancia tan sólo
superada por la necesidad de lograr que esta salpique lo más posible al grueso de la población. Y ahí
es donde deben entrar en escena los profesionales del campo: los literatos y escritores, artistas de la
metáfora con la que se construye la evolución del léxico. No en vano buena parte de nuestro
vocabulario procede de lo que en su día fueron metáforas (por ejemplo, desolar ‘quitar el sol, la luz’
> ‘entristecer’; o grúa, que en su día significó ‘grulla’ por el parecido con el cuerpo del animal). En
conclusión, desde mi punto de vista sobran en este país susceptibilidades infundadas y faltan más
mentes abiertas a un pensamiento cultural abarcador.

Nos encontramos ante un artículo de opinión de Juan Manuel de Prada en el que se burla con cierta ironía de los lectores que se ofenden (o se hacen los ofendidos) cada vez que los periodistas utilizan un término en sentido figurando. El modo de elocución empleado en el texto es la argumentación, como es habitual en el género de opinión. Vamos a analizar los mecanismos que garantizan la cohesión del texto, clasificándolos en función del nivel de la lengua al que afectan.

En el nivel léxico-semántico, podemos empezar hablando de la recurrencia léxica, pues hay varias palabras que se repiten varias veces a lo largo del texto, como “uso figurado”, “recurso”, “risa”, “expresión”, “comportamiento”, “literario”, etc. En ocasiones, se repiten lexemas a través de la aparición de palabras de la misma familia, como “articulista” y “artículo”, “argumentación y “argumentativo”, o “expresión” y “expresivo”.

Otra veces, para evitar la repetición léxica, el autor recurre al empleo de sinónimos:
palabra” y “término”, “empleo” y “uso”, “escarnecer”, “vejar” y “denigrar”, “reprochar” y “afear”, “cabal” y “lógico”, etc. Como ejemplos de sinonimia referencial podríamos citar la expresión “esta enfermedad”, que el autor utiliza para referirse a la epilepsia, antes mencionada. Por el contrario, en otras ocasiones, utiliza términos o expresiones de sentido contrario. Así, funcionan como antónimos dentro de este texto las palabras “expresión literaria” y “expresión coloquial”, “niños” y “adultos”, “figurado” y “puramente enunciativo”, “Roma” y “brillante”… Se oponen también “amenidad” y “monotonía” (aunque lo que encontramos en el texto es el adjetivo “monótonas”). Entre otros términos del texto, se dan relaciones de hiponimia:
por ejemplo, tanto “símil” como “imagen” son hipónimos de “recurso retórico”, mientras que “enfermedad” podría considerarse hiperónimo de “epiléptico”.

El campo semántico que predomina en el texto es el del lenguaje. Pertenecen a él tanto sustantivos (“lenguaje”, “registro”, “palabra”, “texto”, “expresión”, “recurso”, “símil”, “imagen”…), como adjetivos (“lingüístico”, “expresivos”, “literario”, “coloquial”, “retórico”, “figurado”…) y verbos (“escribir”, “describir”, “decir”…). Dentro de este campo, podría incluirse otro más concreto, relacionado con el periodismo: “artículo”, “articulista”, “publicar”, “revista”, “lectores”…

Junto al campo semántico del lenguaje, encontramos otro que tiene que ver con esas personas que se sienten agredidas por el uso que algunos periodistas hacen del mismo (los llamados “tiquismiquis” por el autor). Por una parte, hay una serie de palabras que describen la actitud de esas personas, como “cartas iracundas”, “reprochar”, “afear” o “interpretaciones torticeras”, mientras que otras tienen que ver con lo ofensivos que encuentran esos usos del lenguaje: “ofendido”, “imperdonable agresión”, “hiriente”, “propósito denigratorio”, “menospreciar”, “escarnecer”, “vejar”…

En definitiva, los dos campos que estructuran el texto están íntimamente relacionados con el tema del mismo: la susceptibilidad de quienes se sienten heridos por ciertos usos figurados del lenguaje.