Ejército Romano y Emilio en Germania

Ejército Romano

33 Todo el ejército romano consta (está formado) de veintiocho legiones que se dividen en diez cohores (diez cada una). En cada legión (en todas y cada una de las legiones) hay seis, cinco o cuatro millares de soldados (en cada una) que son todos ciudadanos romanos. Además se añaden grandes tropas auxiliares del ejército. Las tropas auxiliares son infantes y jinetes de las provincias que llevan armas más ligeras como arcos y flechas. Los legionarios son infantes armados con escudos, espadas y jabalinas.

Emilio en Germania

El signo (emblema, estandarte…) de la legión es un águila plateada (de plata) que se lleva en el camino (viaje, marcha) delante de la columna (columna del ejército, el ejército en columna). Tal orden de los soldados avanzando se llama columna. Cuando la columna llega a (junto a, hasta) los enemigos, si el tiempo y el lugar es idóneo (adecuado) para luchar, los cohortes se colocan en tres órdenes (filas). El ejército así colocado se llama linea de batalla (frente). Antes del combate el general del ejército exhorta (anima) a sus soldados a que (para que) luchen valientemente. Entonces los infantes corren (avanzan corriendo) y primero envían (lanzan) las jabalinas hacia (contra) los enemigos, luego los golpean con las espadas. Vencidos los enemigos en el combate, el general es saludado por los soldados como emperador (general victorioso). Por la tarde el ejército en un lugar idóneo para defender(lo) pone el campamento que se rodea con una vallo y un foso. Así se fortifica (protege) un campamento romano.

Emilio, el hermano menor de Emilia, al que hemos recordado arriba (antes), desde la primera edad (infancia) fue aficionado de (a) la cosa militar (milicia, ejército). Ya niño (de niño) nacido hace siete años (con siete años de edad) se hacía espadas de madera, arcos y flechas para jugar a combates con otros niños de la misma edad. El hijo con diecisiete años, preguntado por su padre qué quería aprender entonces, respondió inmediatamente que él no quería aprender nada sino (excepto) la cosa militar (el arte de la guerra). La voluntad del hijo no agradaba al padre al estudiar (interesarse) él mismo en las letras (literatura) y pensar que ningún otro estudio (afición, interés…) era digno para (de) su hijo. Pero al no poder ser obligado el hijo al estudio de las letras de ningún modo en contra de (su) voluntad, el padre lo envió junto con Publio Valerio, un joven de la misma edad, al ejército romano a Germania para que mereciera las pagas (ganara las pagas, prestara servicio militar) junto a algún distinguido general. Allí Emilio luchando por la patria ya ha buscado (adquirido) gran gloria militar para sí (mismo). Su valor distinguido es alabado por todos.

El padre y la hermana de Emilio envían frecuentes cartas a su hijo y hermano. El padre escribe sobre todo de (sobre) los asuntos públicos (política) pero Emilia suele escribir sobre los asuntos privados, como los hijos y los banquetes. Las cartas que Emilio da (envía) al padre principalmente son sobre la gloria y el valor militar pero de (por) esas letras privadas (esa carta privada) que Emilia ha recibido recientemente de su hermano claramente aparece (se muestra) que él ya está cansado de la vida militar. He aquí la última carta que Emilia recibió de su hermano la víspera de las kalendas de junio (víspera del 1 de junio, el 31 de mayo) y leyó en alto al día siguiente en el banquete:

Emilio a su queridísima hermana “salutem dicit” (dice salud, saluda)
Hoy finalmente me ha sido llevada (traída) tu carta que fue escrita “ante diem” 7 días antes de las kalendas de mayo (25 de abril), esto es, hace veinte días. ¡Qué lento es ese cartero! Ciertamente altos y elevados montes separan Germania de Italia y muy difíciles son las vías que llevan al otro lado de los Alpes pero sin embargo un cartero veloz puede hacer el mismo camino casi en quince días, como los carteros públicos que usa nuestro general. Pero yo enseñaré a ese cartero a apresurarse al llevar mis cartas a ti.

Pero aunque llegó tarde tu carta me fue muy grata (agradable) y con gran alegría conocí de (por) ella que disfrutáis de buena salud tú, Julio y vuestros hijos a los que quiero mucho. Cuando leo tus cartas me parece estar (que estoy) junto a vosotros en Albano y no en esta fría tierra entre hombres bárbaros. Entonces, no sé cómo, soy conmovido (emocionado) así (de tal manera) que a penas contengo las lágrimas, así deseo (echo de menos) a la patria y a mis amigos.

¡Oh, qué lejos estoy de Italia y de todos esos a los que amo especialmente! ¡Ojalá yo estuviera en Roma o tú estuvieras junto a mí! Cuando miro el río Danubio que fluye junto a nuestro campamento pienso en el Tíber y en Roma (de, sobre el T…). ¿Cuándo te veré, ciudad hermosísima? ¡Ójala este río fuera el Tíber y este campamento fuera Roma!

Pero en vano deseo esto (estas cosa) al no poder nadie sino un dios ser llevado tan rápidamente a otro lugar. Si fuera Mercurio y tuviera alas volaría más rápidamente que el viento al otro lado de los montes y los ríos hacia Italia donde Venus, mi hermosísima hermana, riendo recibiría a (su) hermano.

Ciertamente te reirás, hermana mía, y no sin razón pues es ridículo desear tales cosas y no conviene a un soldado, cuyo deber es derramar sangre por la patria, derramar lágrimas. Pero yo aunque estoy deseoso de ver la patria cumpliré con mi deber como los otros soldados romanos de los que hay un gran número en Germania. Si no estuviéramos aquí y no defendiéramos las fronteras del imperio, los enemigos rápidamente atravesarían el Danubio y los Alpes y llegarían hasta Italia y vosotros no estarías seguros en el Lacio. Para que no suceda esto, las legiones romanas están aquí y permanecerán mientras (tamdiu…quamdiu = mientras)un enemigo armado queda al lado de acá o al lado de allá del río Danubio. Así pues puesto que (yo) mismo no puedo apresurarme hacia ti, me apresuro a escribirte cartas a ti. Me preguntas por qué solo te he escrito unas letras (carta) puesto que entre tanto he recibido de ti tres o cuatro letras (cartas) (literalmente: de tres en tres, de cuatro en cuatro). No es difícil excusarme, porque fui negligente (descuidado) en la escritura. Si yo tuviera tanto ocio como tú no sería menos diligente (cuidadoso) que tú en escribir cartas. Pero puesto que durante muchos meses a penas he tenido tiempo para dormir comprenderás fácilmente que no he tenido descanso para escribir una carta.
Pero hoy no vemos a ningún enemigo armado a este lado del río. Un gran número de ellos ha sido matado o capturado por los nuestros, los restantes se ocultan al otro lado del río en los grandes bosques. En efecto ayer vencimos al ejército de los germanos en combate.