El Quijote y el Teatro en el Renacimiento: Contexto Socio-Histórico y Literatura Barroca

El Quijote

Como de todos es sabido, Cervantes en El Quijote, pretendió ridiculizar las novelas de caballería que tan de moda estaban en aquella época. Sin embargo, la empresa se le fue de las manos y lo que en principio pretendía ser una novela ejemplar, se convirtió en la novela más importante de todos los tiempos, traducida a todos los idiomas y considerada por todos los expertos como la mejor novela jamás escrita. Nunca sospechó Cervantes que su novela llegaría tan lejos.

El teatro en el Renacimiento

El teatro evoluciona notablemente durante el S. XVI. El teatro religioso continúa con la tradición litúrgica ligada a las fiestas religiosas.

En la dramaturgia profana se distinguen tres bloques:

  • Teatro cortesano: destaca Torres Naharro
  • Teatro humanista: destaca Juan de la Cueva
  • Teatro popular: desarrolla las tendencias festiva y costumbristas presentes en los espectáculos juglarescos y en las obras de Juan de la Encina. Su gran impulsor fue Lope de Rueda. Su manifestación más significativa es el paso. Se trata de obras cómicas, protagonizadas por un bobo o simple que será objeto de engaño por parte de otros personajes. El tono era amable, desenfadado, coloquial. En el XVII, el paso dará lugar al entremés.

Contexto socio-histórico

A principios del S.XVII, comienza a acelerarse la decadencia del Imperio español de tal forma que en pocas décadas se perderán gran parte de las posesiones europeas. Felipe III y Felipe IV dejan en manos de sus validos el gobierno del Reino y la corrupción campa a sus anchas. En contraste con la grave crisis económica que vive el pueblo, el lujo y la ostentación abundan en la corte. La nobleza, por su parte, ve con recelo el ascenso de la burguesía que, ya desde el siglo anterior, se está haciendo un hueco. La tensión es creciente.

El resultado es una visión del mundo llena de contrastes: el pasado glorioso convive con un presente en franca decadencia. El pesimismo y el desengaño todo lo inundan; nacer es ir muriendo.

La literatura barroca

En realidad, la literatura barroca es una evolución de la renacentista pero marcada fuertemente por el pesimismo y la idea de la muerte. La conciencia de la fugacidad de la vida se convierte en obsesión. El hombre barroco intenta encontrar respuestas a través de la religiosidad.

Por otra parte, el realismo, la pobreza, la fealdad y la deformidad son retratadas con maestría tanto por pintores como por escritores. Las corrientes y estilos métricos del Renacimiento se retuercen y complican, exprimiendo todas las posibilidades del lenguaje. La literatura barroca se encauza en dos tendencias principales: culteranismo y conceptismo, que no son dos escuelas opuestas, sino dos formas de buscar lo mismo por dos caminos diferentes.

Prosa barroca

La prosa barroca no supone una gran ruptura con la prosa renacentista. De hecho, los límites entre el renacimiento y el barroco, están bastante difusos.

En general, se centra más en la realidad social y es más realista, con mayor crítica y contenido social.

Podemos dividir entre ficción y ensayo aunque la división no es tan clara como en el Renacimiento y, a veces, llegan a mezclarse.

Se recupera la novela corta con mayor acción y diálogo (Tirso, Lope, Castillo Solórzano, Quevedo)

Se siguen escribiendo con éxito novelas picarescas (La pícara Justina, El Buscón).

La novela corta al estilo de las Novelas ejemplares de Cervantes es llamada novela cortesana, su más notable cultivadora fue María de Zayas con sus Novelas amorosas y ejemplares. Lope de Vega destaca en la novela dialogada con La Dorotea.

En novela filosófica hay que señalar a Baltasar Gracián con El Criticón. Se trata de una alegoría sobre la vida del hombre sobre la tierra.

El Buscón de Quevedo

La vida del buscon llamado Pablos cuenta el proceso de conversión de un pícaro en criminal. Pablos pertenece a una familia de delincuentes y este origen condiciona toda su vida.

Entra al servicio de Diego Coronel. El padre de Diego, Alonso Coronel, les deja como pupilos a cargo del Doñine Cabra, un viejo clérigo tacaño con quien pasarãn hambre infinita. Al enterarse el padre de Diego de la situación en la que se encuentran, mandará a buscarles y volverán a casa. Don Diego es enviado a Alcalá a estudiar y Pablos va con él, allí es objeto de burlas y novatadas y termina convirtiéndose en pícaro. Al enterarse de ello Don Alonso, manda volver a su hijo Diego sin Pablos.

Entre tanto, su padre es ajusticiado y su madre encarcelada, Pablos vuelve a Segovia a cobrar su herencia. Cobrada esta, marcha a Madrid donde se relaciona con pícaros y ladrones. Consigue salir de la cárcel sobornando a todos y se hace pasar por rico. Intenta casarse con una dama rica, pero su antiguo amo, Diego Coronel lo descubre. De allí marcha a Toledo y Sevilla, se ve involucrado en diversos crímenes y termina asesinando a un hombre. Escapando de la justicia decide marchar a las Indias, donde no correrá mejor suerte pues “nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y costumbres.”