Introducción
Felipe II, hijo de Carlos V e Isabel de Portugal, se casó cuatro veces en busca de herederos y alianzas estratégicas:
- María Manuela de Portugal: Murió al dar a luz a Carlos.
- Su tía María Tudor: Con el objetivo de contar con una nación cercana a Flandes y atraer a Inglaterra al catolicismo.
- Isabel de Valois: Con ella tuvo a Isabel, Clara Eugenia y Catalina.
- Tras la muerte de su hijo Carlos, se casó con su prometida Ana de Austria, madre de Felipe III.
Comenzó su reinado en 1556. No salió de la Península Ibérica hasta su muerte, que ocurrió en El Escorial, donde acabó enfermo. Felipe II dominaba la Corona de España, los Países Bajos, el Franco Condado, el Milanesado, Nápoles y vastos territorios del Nuevo Continente. De su padre, recibió Castilla, Aragón y Flandes, excepto la Corona Imperial y Austria. La anexión de Portugal, tras quedar vacante el trono y ser nombrado Felipe heredero en las Cortes de Tomar, supuso controlar el Atlántico. Se convirtió así en el monarca más poderoso de su tiempo, ya que su imperio se extendía por Europa y América.
Política Interior
El reinado de Felipe II presenta elementos de continuidad, ya que mantuvo la paz con los reinos cristianos, prosiguió la lucha contra los infieles y conservó la hegemonía de la Casa de Austria en Europa. Sin embargo, también hubo elementos de cambio, pues su reinado tuvo un marcado carácter hispánico. La corte real se estabilizó en el centro de la Península, y el núcleo del imperio se consolidó en Aragón, Castilla y Portugal. La defensa del catolicismo, surgido del Concilio de Trento, fue determinante en su política, y el espíritu de la Contrarreforma, de carácter intolerante, se vio reflejado en la Leyenda Negra.
La política interior se caracterizó por el aumento del autoritarismo político y religioso de Felipe. Estableció en España la capital en Madrid, que se convirtió en el centro de la política mundial. Sus vestiduras negras, su carácter austero y sobrio, su sentido del deber y su gran capacidad de trabajo lo convirtieron en un monarca burócrata.
El incremento de los gastos de la política exterior y las guerras originaron la bancarrota en 1557. Felipe defendió el catolicismo y empleó la Inquisición como instrumento de represión, adoptando medidas para preservar España de los protestantes. Felipe continuó la política iniciada por los Reyes Católicos de intolerancia religiosa, reforzada por la Contrarreforma.
El Conflicto Morisco
Este conflicto se inició en las Alpujarras (Granada), donde la mitad de la población era morisca, y se extendió por Almería, Granada y Málaga. El incumplimiento de acuerdos previos llevó a la proclamación de la Pragmática Sanción, que prohibía a los moriscos mantener su lengua, costumbres y cultura. Los moriscos granadinos se sublevaron contra Felipe II, desencadenando una enorme guerra civil.
La solución se produjo con la intervención militar de Juan de Austria, lo que dejó Granada semidespoblada y acarreó graves problemas económicos.
La Sublevación de Aragón
La crisis económica se manifestaba en el bandolerismo de Aragón y Valencia. Por otro lado, la nobleza aragonesa se oponía al creciente intervencionismo regio. Los habitantes veían en la institución del Justicia Mayor un instrumento de defensa de sus libertades.
Además, el tribunal de la Inquisición tuvo dificultades para implantarse en el Reino de Aragón. También se produjo el caso de Antonio Pérez (aragonés y secretario de Felipe II), quien fue condenado por asesinar a Escobedo y por abusar de la confianza real. Tras cumplir su condena (11 años), huyó a Aragón y se acogió al «Privilegio de Manifestación», que supuso la protección de Lanuza.
El monarca recurrió a la Inquisición, que encarceló a Pérez, pero este huyó a Francia, donde recibió apoyo de Enrique IV, y posteriormente a Inglaterra. Mientras, Felipe II ocupó militarmente Zaragoza.
El aumento de la autoridad regia en Aragón se observó en que el virrey podía no ser aragonés y el nombramiento del Justicia Mayor lo realizaba el rey. Esto afectó poco a los fueros aragoneses, pero la población comprendió el peligro de contradecir al monarca.
Política Exterior
Sus objetivos principales fueron la defensa de los intereses dinásticos de la Casa de Austria y la protección del catolicismo. Por ello:
- El enfrentamiento con Francia fue sustituido por el de Inglaterra.
- La lucha contra los príncipes alemanes fue reemplazada por la guerra en Flandes.
- Se mantuvo la lucha contra los turcos.
Rivalidad con Francia
La rivalidad con Francia quedó terminada con la victoria en la Batalla de San Quintín y la Paz de Cateau-Cambrésis, en la que Francia reconocía la supremacía hispánica y los intereses en Italia. Las guerras de religión en Francia, que enfrentaron a calvinistas y católicos, lo que aparcó las tensiones con España.
Rivalidad con los Turcos Otomanos
Esta rivalidad se debía a:
- Los ataques de los piratas berberiscos en el Mediterráneo.
- El apoyo turco a los moriscos de las Alpujarras.
- El control turco del Mediterráneo Oriental, con puntos clave estratégicos.
Se creó la Liga Santa, con la participación de Venecia, España, entre otros. Este conflicto se terminó con la Batalla de Lepanto, que resultó en una victoria católica, aunque no tuvo consecuencias espectaculares inmediatas, ya que los vencidos se recuperaban rápidamente y los piratas siguieron atacando el Mediterráneo.
Unión con Portugal
La Unión Ibérica se consiguió en 1580, lo que supuso un incremento significativo de los territorios de la Monarquía Hispánica, al sumar las posesiones portuguesas en América.
Guerras en Flandes
El objetivo principal era mantener la herencia de su abuela paterna, aunque este conflicto provocó graves problemas para la monarquía y una considerable pérdida de recursos militares y financieros. En el conflicto se mezclaban factores:
- Política: Existía un gobierno a distancia y suponía el mantenimiento de un costoso ejército.
- Religión: El calvinismo frente al catolicismo.
- Economía: Era una zona rica que sufría una fuerte presión fiscal.
En 1556 se produjo la sublevación encabezada por Guillermo de Orange; el Duque de Alba condenó a muerte a los líderes de la sublevación. Después se impuso una política de mayor tolerancia, que provocó la división en las provincias del Sur y del Norte, que vivirían independientes desde la Declaración de Independencia de las Provincias Unidas. En 1598, Felipe II cedió la soberanía de los Países Bajos a su hija Isabel Clara Eugenia y a su esposo, el archiduque Alberto, mientras que el trono de España pasó a su hijo Felipe III.
Guerras con Inglaterra
Inglaterra, tradicionalmente una nación agrícola y ganadera, había mantenido una alianza con España. Sin embargo, su transición hacia una economía comercial chocó con los intereses españoles en los mares.
Las relaciones con Inglaterra pasaron por varias fases: inicialmente, relaciones cordiales con Isabel I. Posteriormente, el enfrentamiento se intensificó debido al entorpecimiento del comercio español, el saqueo de Vigo y los ataques de corsarios como Hawkins y Drake.
La ejecución de María Estuardo, reina católica de Escocia, impulsó a Felipe II a intentar el desembarco y la ocupación de Inglaterra. Esta empresa culminó con la derrota de la Armada Invencible en 1588. La imposibilidad de embarcar las tropas flamencas fue un factor clave en este fracaso. Como consecuencia, España perdió progresivamente el dominio del Atlántico en favor de las potencias inglesa y holandesa. Además, se produjeron ataques a puertos españoles por parte de la flota inglesa.