Esquema Alfonso XIII (la crisis del sistema de la restauración y la caída de la monarquía (1902-1931).

 9.2. La intervención en Marruecos. Repercusiones de la Primera Guerra Mundial en España. La crisis de 1917 y el trienio bolchevique.
Cuando en Julio de 1914 se declaró la I Guerra Mundial, el Rey Alfonso optó por la neutralidad de España en el conflicto.  la sociedad se dividíó entre los partidarios de los aliados y los de Alemania. Además, la guerra contribuyó a aumentar las desigualdades, pues promovíó el rápido enriquecimiento de unas minorías mientras la mayor parte de la población seguía expuesta a las penurias económicas agravadas por la situación de Guerra Mundial.

En consecuencia, en 1917 afloraron todas las dificultades de España en lo que se conoce como la crisis de 1917, que marca el derrumbe definitivo del régimen de la Restauración y deja gravemente tocada a la monarquía alfonsina. La crisis fue la suma de tres crisis:


La crisis militar

Los militares descontentos con los bajos sueldos y con la reintroducción de los ascensos por méritos de guerra. Ante el grave problema que supónía perder el apoyo del ejército, en 1918 el gobierno de Dato legalizó las juntas y promulgó la Ley de Ejército que regulaba los ascensos y mejoraba los salarios. El papel del ejército se hizo más fuerte en política.


La crisis política

Las Cortes permanecían cerradas a pesar de los problemas del país. Francesc Cambó, el líder de la Lliga, solicitó al gobierno que las convocara. La reuníón se produjo, con la asistencia de políticos catalanes así como de socialistas y republicanos. Los miembros de la Lliga,  pretendían poner fin al turnismo y renovar el Estado con un régimen autonómico que se ajustara a la realidad del país, mientras los de izquierdas aspiraban a terminar con el peso de las oligarquías en la política. Finalmente los promotores de la Asamblea sintieron que el problema se les iba de las manos y el movimiento se fue diluyendo


La crisis social

La aparente falta de interés de los gobiernos por atender a los problemas reales de España provocó que los movimientos obreros, representados por UGT y CNT unieran sus esfuerzos para lograr sus objetivos. Así, aprovecharon que el gobierno de Dato, para generalizar una huelga iniciada por los ferroviarios en Valencia. Pero no logró el esperado apoyo de la Asamblea de Parlamentarios ni del Ejército, que se declaró leal al gobierno y a la monarquía. Privada de apoyos y sin una estrategia clara, pues los anarquistas preferían la acción revolucionaria inmediata y violenta, la huelga se encontró con la durísima represión del gobierno a través del ejército. Líderes socialistas como Largo Caballero fueron condenados a cadena perpetua, aunque saldrían amnistiados en 1918. Como resultado de la crisis de 1917 el sistema se derrumba y se pierden los dos pilares: el turno de partidos y la capacidad de manipular las elecciones. A partir de ahora se sucederán gobiernos de concentración. El objetivo es salvar la situación y evitar que los partidos no monárquicos adquieran más poder.  Otra de las consecuencias que tuvo la crisis fue la profundización de las diferencias entre la oligarquía y las clases trabajadoras. Las huelgas y la conflictividad social aumentaron en este periodo, conocido como Trienio Bolchevique (1918-1921).
En Andalucía y Extremadura las huelgas prácticamente paralizaron el campo. Las afiliaciones a la CNT y a la UGT crecieron masivamente, y aunque se tuvo éxito con algunas reivindicaciones a partir de 1919 las huelgas y manifestaciones fueron reprimidas con mayor dureza llegándose a declarar el estado de guerra. En Barcelona y Madrid la espiral de represión violenta con la que la patronal respondía a las reivindicaciones obreras no logró frenar la fuerza del movimiento obrero. El PSOE pasó por una grave crisis cuando Fernando de los Ríos desaconsejó sumarse a la III Internacional, como consecuencia una parte del PSOE, en desacuerdo, se escindíó para formar el PCE  adscrito a la Komintern. Aunque el PCE tardó en consolidarse y el PSOE sufríó por la escisión, este último logró un importante éxito electoral en 1923 con siete diputados.  A todo ello se suma el problema de la guerra de Marruecos; la presencia española en Marruecos viene determinada por: -necesidad de afirmar el prestigio exterior, -defensa de Ceuta y Melilla, -intereses económicos de la burguésía española relacionados con la explotación de minas de hierro y la construcción del ferrocarril.

Desde principios de siglo la penetración española había sido pacífica, pero los pactos con los líderes indígenas fracasaron y se entró en una espiral de violencia. En 1904 se establece un pacto hispano-francés sobre la zona y en 1906 en la Conferencia de Algeciras se establece que Marruecos sea protectorado español.  En 1921 de declaró la guerra en Marruecos. El caudillo rifeño Abd-El Krim lanzó una ofensiva que llegó hasta Annual. Allí el general español Fernández Silvestre ordenó una retirada que se convirtió en una matanza en la que murieron unos 14.000 soldados, incluido el propio general. Como consecuencia, se desató una ofensiva política contra quienes dirigían la guerra de Marruecos, ya de por sí impopular, y en último término contra el Rey, cuyo apoyo personal era prácticamente el único que habían recibido tales generales. Finalmente se encargó una investigación al general Picasso y se acentuó la desuníón entre la sociedad y el ejército, plasmada en la disolución de las juntas de defensa que habían perdido todo apoyo incluso entre los propios soldados.


9.1. Alfonso XIII y la crisis del sistema político de la Restauración: los partidos dinásticos. Las fuerzas políticas de oposición: republicanos, nacionalistas, socialistas y anarcosindicalistas.
En Mayo de 1902 Alfonso XIII sube al trono con dieciséis años; su monarquía gira en torno a la crisis del sistema de la Restauración, debido a diferentes causas como la crisis del 98, la desaparición de los políticos que lo crearon, el empuje de nuevas fuerzas (regionalismos, republicanismo, socialismo). Otro de los grandes problemas será la intervención personal del rey en política, provocando crisis y desgastando tanto su persona cuanto la propia institución monárquica. Por ello se hacía necesario adoptar medidas como: –
implicar a las clases medias en el sistema, –

Atender las reivindicaciones de las clases populares

En este sentido se toman medidas como la creación del Instituto de Reformas Sociales (1903), el Instituto Nacional de Previsión o la ley de huelga de 1909, –

Integrar a las nuevas fuerzas políticas

PSOE, regionalismos (especialmente el catalán con Lliga Regionalista y Solidaritat Catalana) y republicanos (como el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux).

Los dos principales partidos del turnismo estaban pasando por crisis de liderazgo que enfrentaban a políticos con distintas visiones sobre el problema español. En el partido conservador, el enfrentamiento se produjo entre Silvela, sucesor de Cánovas, con una visión regeneracionista, y Fernández Villaverde, más preocupado por el déficit económico. Pero quien finalmente se hizo con el liderazgo fue Antonio Maura, contrario al caciquismo y partidario de una “revolución desde arriba” que terminase con la corrupción electoral y los vicios del sistema. Gobernó en 1903-1904 y 1907-1909. En el partido liberal, muerto Sagasta, se enfrentaron Montero Ríos y Segismundo Moret, pero de nuevo se impuso un tercer político, Canalejas, que gobernó entre 1910 y 1912.

Precisamente durante un turno liberal (1905-1907) se produjo uno de los problemas relacionados con el auge del catalanismo. Dos publicaciones catalanas critican al Rey y al Ejército, por lo que los militares las asaltan.
Montero Ríos da la razón a los militares y en 1906 se promulga la Ley de Jurisdicciones, por la que los delitos de calumnia contra el ejército pasan a ser juzgados por tribunales militares. Como resultado el catalanismo se agrupa en torno a Solidaritat y logra un triunfo electoral en 1907.

Estos problemas propiciaron la vuelta al poder de los conservadores; Maura trató de llevar a cabo un programa revisionista, con intervencionismo y medidas sociales. Sin embargo, no fue capaz de integrar al proletariado, y las tensiones estallaron en la Semana Trágica de 1909.
La crisis se inicia cuando Maura decide llamar a soldados reservistas de Madrid y Barcelona para responder a una agresión de indígenas marroquíes contra obreros españoles que construían una línea de ferrocarril. Las protestas en Barcelona desembocan en una huelga general organizada por socialistas y anarquistas. El gobierno de Maura declara el estado de guerra. Maura dimite y llega al poder Canalejas.

Como medidas más importantes destacan la supresión del servicio militar en tiempos de paz; la legislación social, promoviendo el diálogo con el movimiento obrero; y la Ley del Candado (1910) que establece la necesidad de un permiso del gobierno para la instalación de órdenes religiosas en España, lo que provocó la ruptura de relaciones con El Vaticano.

Canalejas es asesinado en 1912 y tras él se inicia la crisis del regeneracionismo, con una etapa caracterizada por la división interna de los partidos. El conservador más importante será Eduardo Dato (1913-1915) en cuyo gobierno se aprueba la Ley de Mancomunidades (1913) que da cierta autonomía a las regiones, por lo que es bien acogida por los regionalistas. Entre los liberales destaca Álvaro de Figueroa, Conde de Romanones (1915-1917) que trata de llevar a cabo una política práctica con reformas fiscales e inversión en infraestructuras.