Etapas Francisco de Goya

GOYA:


PRIMERA FASE: 1762-1775: período de formación y aprendizaje.
Goya adquiere en un primer momento un estilo barroco y posteriormente academicista y neoclásico gracias a la influencia que recibe de Francisco Bayeu en su primera estancia en Madrid. Sin embargo, tras su viaje a Italia, Goya evoluciona hacia un realismo popular y caricaturesco que se aprecia en las pinturas de El Pilar y en el friso mural al óleo de Aula Dei (vida de la Virgen, 1772-74); a partir de este momento, el estilo de Goya es muy personal a pesar de que sufre una fuerte evolución a lo largo de su vida. SEGUNDA FASE: 1775-1790: se trata de un período feliz y optimista en el que Goya va escalando puestos en Madrid hasta convertirse en pintor de la Corte (1785). Es llamado a Madrid y cuenta con la protección de su cuñado Francisco Bayeu. En este período Goya pinta cartones preparatorios para la Real Fábrica de Tapices de San Fernando. Se trata de una pintura decorativa en la que abundan los temas costumbristas y amables: El Quitasol, La Gallina Ciega, El cacharrero… Formalmente se trata de una pintura colorista y luminosa en la que dominan los tonos claros. En 1785 Goya entra al servicio de Carlos III como pintor de la Corte y además se convierte en el retratista de moda de la clase alta española. Entra en el círculo de infante Luis al que retrata en La familia del Infante Luis. Retratará a los más importantes ministros ilustrados Floridablanca, Jovellanos y otros personajes importantes de la corte.
Citamos como ejemplo el retrato de los Duques de Osuna. En este último Goya sitúa a los personajes sobre un fondo neutro sobre el que destacan. Es una obra en la que domina el color, la luz y la pincelada suelta. Además el retrato va más allá del simple parecido, pues en él se percibe la felicidad y sosiego de la vida de familia que Goya ha reflejado admirablemente. Para ellos pintará la serie Primavera o las floreras, El verano o la era, La vendimia y el Invierno. TERCERA FASE: 1790-1808: En 1790 Goya sufre una enfermedad que le deja sordo. Esta circunstancia influirá con el tiempo en la personalidad del pintor, cada vez más pesimista y encerrado en sí mismo, y por supuesto en su obra. También es la época en que Goya desarrolla sus ideales ilustrados, sobre todo por influencia de la Revolución Francesa. Así, en su obra protesta contra el atraso y la ignorancia españoles personalizados en la brujería y la Inquisición. De esta época es la primera serie de grabados que realiza, Los Caprichos (1799), en los que precisamente trata estos temas de crítica. En 1797 pinta los frescos de la ermita de San Antonio donde una galería de personajes populares está presente en el milagro como si se tratase de un espectáculo. Sigue realizando retratos entre los que destacan los de La Condesa de Chinchón (1800), La Familia de Carlos IV (1800), las Majas (Vestida y Desnuda), de 1801, Manuel Godoy como general. La Familia de Carlos IV tiene ciertos rasgos de caricatura. Aparentemente, Goya se inspira en Las Meninas de Velázquez. Sin embargo se trata de un cuadro muy distinto, pues apenas tiene profundidad y los personajes se agolpan en el primer plano. Además muchos de los retratados han sido representados por Goya de una manera caricaturesca (Goya realizó retratos individuales preparatorios). Sin embargo, la propia composición tiene algo de burla o caricatura, pues en lugar del rey Carlos IV, es la reina María Luisa de Parma la que aparece en el centro de la escena mostrando su verdadera importancia en la Corte. CUARTA FASE: 1808-1824. En esta etapa España sufre un período convulso de conflictos (Guerra de la Independencia, Fracaso de la Revolución Liberal y Absolutismo de Fernando VII, Trienio Liberal, etc.). Este período violento incide en el desencanto de Goya primero denunciando la guerra (serie de grabados Los Desastres de la Guerra, La Carga de los Mamelucos y los Fusilamientos del 3 de Mayo). En esta última obra, Goya denuncia la brutalidad de cualquier guerra y no sólo de la guerra de España. El drama del fusilamiento de los sublevados en Madrid en 1808 se acentúa con la propia conformación de la escena que realiza Goya. El pelotón de fusilamiento se encuentra de espaldas al espectador de modo que los soldados “no tienen cara”, están deshumanizados, mientras que los condenados muestran en su desesperación el terror ante la muerte. Se trata de un auténtico precedente del expresionismo, una obra que influirá en pintores posteriores como Manet o Picasso. Tras la Guerra de Independencia, las esperanzas de Goya de reformas en la sociedad española se ven frustradas por la restauración del Absolutismo por parte de Fernando VII. Apartado de la sociedad, Goya se encierra en 1820 en la “Quinta del Sordo” y realiza los espeluznantes frescos de las Pinturas Negras (La Romería de San Isidro, Lucha a Garrotazos, Saturno comiéndose a sus hijos, Viejos comiendo sopa, Akelarre). Se trata de obras sombrías propias de un hombre desencantado y sumido en un mundo de pesadilla. La temática es similar a la de Los Caprichos (brujería, superstición, ignorancia, brutalidad). Muchas imágenes son surrealistas, parecen extraídas de un sueño. En estas obras el color ya no es importante, todo está inmerso en la oscuridad, en colores terrosos de apariencia desagradable. La pincelada completamente suelta y sin dibujo es muy similar a la que más adelante utilizarán los pintores expresionistas. A partir de 1815 realiza la serie de grabados llamados los Disparates o Proverbios llenos de máquinas y seres imposibles en un ambiente de niebla y oscuridad. QUINTA FASE: 1824-1828. En 1824, Goya pide permiso a Fernando VII para salir de España y pasa los últimos años de su vida en Burdeos. Allí realiza La Lechera de Burdeos (1827). En esta luminosa obra, Goya utiliza una técnica pictórica consistente en aplicar manchas de color puras sin matizar. Se trata de un precedente de las técnicas que utilizarán los impresionistas.