Filósofos presocraticos dualistas

Tema 1 : “Los primeros filósofos”
INTRODUCCIÓN
Llamamos presocráticos a los filósofos griegos anteriores a Sócrates, que anuncian y preparan la madurez del clasicismo griego.

 Los primeros viven en el siglo VI a.C. Y los últimos son contemporáneos de Sócrates, en la segunda mitad del siglo V a.C. Toda su especulación gira entorno a la naturaleza (physis) y por eso Aristóteles les llama fisiólogos, físico. 
La pregunta de los filósofos presocráticos es, desde Tales de Mileto, una pregunta por la physis, por la naturaleza de las cosas, por un principio último de la realidad que sea, al mismo tiempo, origen, causa y sustrato de todo lo real. Lo importante no será tanto su respuesta como la genialidad de formular tal pregunta en toda la civilización antes que los griegos, pero sólo las categorías mentales de los filósofos presocráticos han hecho posible la ciencia y, en cierto sentido, la han engendrado. Admitir esto significa reconocer a los helenos una aportación excepcional a la historia de la cultura humana.
DEL MITO AL LOGOS
El paso del mito al logos, como tradicionalmente ha sido denominado el tránsito de la mitología a la racionalidad, es un mérito de los filósofos presocráticos. Ellos son los primeros en sustituir el azar por la necesidad, intuyendo que las cosas suceden cuando y como tienen que suceder: una sencilla intuición que está en los cimientos de toda la cultura occidental
Esta idea de necesidad tiene su origen en la misma permanencia y constancia que se observa en los fenómenos naturales. Ese ser que permanece constante a través de los diversos cambios mencionados fue denominado por los griegos esencia (eidos). Por esencia entendieron el fundamentos de la unidad de las cosas frente a la multiplicidad de individuos, de estados y de apariencias.
El descubrimiento de lo permanente y común nos permite clasificar los seres del  universo en varios grupos (minerales, vegetales, animales y hombres). En ese proceso de profundización y simplificación, los filósofos presocráticos llegan a la osadía de suponer que toda la realidad se reduce, el último término, a uno o muy pocos elementos. En efecto, la enorme variedad del mundo real queda explicada en buena parte, cuando se determina la existencia de unos mismos componentes básicos que dan razón de  la multiplicidad de los fenómenos
Piensan los presocráticos que el principio radical (arjen) que permanece inmutable a través de todos los cambios .
Mito
Logos
            Ambas explicaciones de la realidad pretenden ser totales
Exigen la creencia.
Es producto de la imaginación
Lo que sucede depende de la voluntad arbitraria de los dioses o de la necesidad de un destino inescrutable.
Propone causas ocultas de un destino inescrutable.
Ofrece muchas explicaciones contradictorias entre sí.
Aporta  razones.
Es producto de la razón.
Lo que sucede se explica por leyes necesarias y universales.
Propone causas demostrables.
Ofrece pocas explicaciones coherentes entre sí
Estas explicaciones pueden parecer demasiado simplistas, pero fueron un paso importante hacia el reconocimiento de una unidad básica de composición en todas las cosas. Junto una idea de la unidad encontramos la de estructura. Anaximandro es el primero en hablar de un cosmos ordenado ordenado legalmente, el primero en vislumbrar la gran interdependencia de todo el mundo visible, desde las profundidades de tierra hasta las estrellas. Él aplica por primera vez la palabra cosmos a todo el universo, y lo reconoce como un enorme sistema regido por una ley poderosa.
3. LA PREGUNTA POR NATURALEZA
La interpretación de la realidad en su conjunto como naturaleza es un hallazgo trascendental de la filosofía presocrática. La voz latina natura deriva de natus participio del verbo nascor:nacer. A su vez, natura traduce el término griego physis, que deriva del verbo fhyo: producir, crecer. Por tanto, physis y natura son términos equivalente, y ambos se traducen correctamente por naturaleza, expresión de lo que surge crece y se desarrolla ordenadamente.
Los presocráticos fueron los primeros en afirmar el dinamismo esencial de la materia. Hasta el punto de que, en un ingenuo antropomorfismo, les parecía que la materia era viviente. Quizá la única sentencia de Tales que ha llegado literal hasta nosotros sea «todo está lleno de dioses». Platón la cita como si fuera la quintaesencia misma de la filosofía. Parece significar que todo está lleno de misteriosas fuerzas vivas. La misma idea se atribuye a Heráclito: su mensaje central, junto con la afirmación del Logos universal, es que la realidad entera está sujeta a cambio. 
Asimismo, los presocráticos afirman la direccionalidad de la naturaleza, y la atribuyen a causas divinas. Anaximandro, al referirse al ápeiron como al principio radical de todo lo que existe, de carácter divino e inmortal, está escribiendo la primera teodicea filosófica. AnaxíMenes, al mencionar la suprema Ley que gobierna el universo, la llama pneuma (espíritu) y Nous (mente suprema).
Así pues, para los primeros filósofos griegos, el concepto de «naturaleza» está estrechamente ligado al de necesidad: no se trata de un caos al azar sino de un cosmos ordenado por leyes ineludibles. Y todo el incesante movimiento de la naturaleza es intrínseco: no recibe su impulso desde fuera, como un disco o una jabalina en manos de un atleta. Por eso, aunque hablamos de materia inerte para designar el ámbito de los no vivientes, sabemos que lo inerte no es un sustrato pasivo: está, como ya vieron los filósofos jonios, pletórico de actividad.
4. IMPORTANCIA E INFLUENCIA DE LA FILOSOFÍA 
En Mileto, la más importante de las ciudades helénicas de Asía Menor, nacíó la filosofía. Un grupo de sabios, pertenecientes a tres generaciones sucesivas del siglo VI a. C., intentan averiguar qué es la naturaleza. Forman la escuela jónica o Escuela de Mileto, y sus tres figuras principales son Tales, Anaximandro y AnaxíMenes. Su principal aportación a la historia del pensamiento universal es el alumbramiento de la filosofía, al afirmar por vez primera que existe un único principio originario, causa radical de todo el mundo físico y sustrato permanente a través de todos los cambios.
Los presocráticos
Escuela de Mileto
Arjén
Materialistas monista (siglo VI a.C.)
Tales de Mileto
Anaximandro
Anaxímedez
Agua
Ápeiron
Aire
Escuela de Efeso y Elea
Doctrina
Metafísicos 
(siglo V a.C)
Parménides de Elea 
Zenón de Elea
Heráclito de Éfeso
-El ser único e inmutable
-Aporías contra el movimientos
– Devenir, logos y fuego
Pitágoras de Samos
Números, logos y almas
Metafísica formalista
Los éticos
Arjén
Materialismo pluralista (siglo V-IV a.C.)
Empédocles
Anaxágoras 
Leucipo y Demócrito
Los cuatros elementos
Las semillas y el Nous
Los átomos
En la oposición entre el mundo múltiple y cambiante, que captan los sentidos, y la realidad reducida por la mente a un principio inmutable bajo todos los cambios, Heráclito y Parménides representan las posturas extremas: el devenir universal frente a la unidad inmutable del ser. Ambos inauguran la metafísica, pues sus respuestas, más allá del arjé material de los jonios y del carácter cuantitativo de los números, hablan del mismo ser de las cosas. 
Heráclito anticipó dos conceptos de enorme trascendencia. La noción de dialéctica explica la realidad como oposición y síntesis de contrarios, y ejercerá una gran influencia en Hegel y Marx (siglos XVIII y XIX). El Logos o Razón Universal que gobierna el universo anuncia la Providencia divina de los estoicos y del cristianismo.
Parménides y su escuela inventan la lógica y la metafísica. Con la lógica se impone la exigencia de razonar las teorías filosóficas. La metafísica pretende la respuesta racional a las preguntas últimas, más allá de toda experiencia, y pone de manifiesto que la verdad se oculta en muchos casos a los sentidos y puede descubrirse con la razón. 
Los pitagóricos llevan a cabo un descubrimiento trascendental: que los números forman parte de la esencia de las cosas. Se dan cuenta de ello cuando descubren que los sonidos y la música pueden traducirse en magnitudes numéricas, igual que el año, las estaciones, los meses y los días, los ciclos del desarrollo biológico y los distintos fenómenos de la vida. Ahora el arjé ya no será el agua, el aire u otro elemento material. El descubrimiento de que todas las cosas reflejan un orden y unas magnitudes que se pueden expresar numéricamente, produjo una impresión extraordinaria y constituyó un paso de gigante en el desarrollo intelectual de Occidente. El mundo deja de estar dominado por potencias oscuras e indescifrables, pues el número expresa orden, racionalidad y verdad. Dos mil años más tarde, Galileo repetía y confirmaba la genial intuición pitagórica: que el universo es un gran libro abierto, escrito en el lenguaje de la matemática y de la geometría.
Pitágoras introduce en Occidente la idea de una realidad espiritual e inmortal que coexiste con el cuerpo humano: el alma. Parece haber sido el primer filósofo que ha sostenido la metempsicosis, doctrina según la cual el alma expía una culpa originaria reencarnándose en sucesivas existencias corpóreas, tanto de hombres como de animales. Al afirmar que el fin último del hombre consiste en volver a vivir entre los dioses, los pitagóricos proponen el ideal de dedicar la vida a la búsqueda de la verdad y del bien a través del conocimiento, que constituye la más elevada comunión con lo divino. Con sus respectivos matices, Platón, Aristóteles y la Europa medieval defendieron este mismo sentido de la vida, así como el dualismo alma-cuerpo.
Los pluralistas proponen un arjé plural -átomos, semillas, cuatro elementos- y una causa eficiente, o principio ordenador, que explica la aparición del cosmos a partir del arjé. Estas intuiciones cosmológicas, parecidas a las propuestas de la Escuela de Mileto, coinciden con las afirmaciones básicas de la física actual, que concibe la materia como un dinamismo espacialmente concentrado y estructurado. Hoy sabemos que átomos, moléculas, cristales, células y organismos pluricelulares son modos y formas de un dinamismo material universal, estructurado en niveles cada vez más complejos. Un dinamismo sometido a leyes universales como la gravitación, la constante de Planck, el número de Avogadro o la velocidad de la luz.