Introducción a Conceptos Filosóficos Fundamentales
Este documento explora puntos clave de la filosofía, abarcando desde la concepción aristotélica del hombre y la sociedad hasta las formas de gobierno, los enunciados éticos y los paradigmas de la belleza.
1. La Sociabilidad Natural del Hombre en Aristóteles
Aristóteles, respecto al origen y constitución de la sociedad, sostuvo, al igual que Platón, la tesis de la sociabilidad natural del hombre. En efecto, Aristóteles afirmó en su obra titulada Política que el hombre es un animal político (zóon politikon), es decir, un ser que necesita de los otros de su especie para sobrevivir; lo que implica que no es posible considerar que la sociedad sea el resultado de una convención establecida entre individuos.
Para Aristóteles, el núcleo originario de la política es la familia. Las necesidades naturales de los hombres llevaron a la configuración de este pequeño grupo social que fue la base de organizaciones más amplias como la aldea y la ciudad. En efecto, Aristóteles señaló que: “La familia es así la comunidad establecida por la naturaleza para la convivencia de todos los días”. En un segundo nivel, las pequeñas asociaciones de grupos familiares dieron lugar al surgimiento de la aldea; y, finalmente, a un nivel superior, la asociación de aldeas dio lugar a la constitución de la ciudad: “de aquí que toda ciudad exista por naturaleza”.
Aristóteles utilizó también el argumento del lenguaje para reforzar su interpretación de la sociabilidad natural del hombre: a diferencia de otros animales, el hombre dispone del lenguaje, un instrumento de comunicación que requiere necesariamente del otro para poder ejercitarse. La naturaleza no hace nada en vano y el hombre es el único entre los animales que tiene palabra (logos).
Finalmente, tanto Aristóteles como Platón consideraron que el fin de la ciudad (polis) era garantizar el bien común, que incluía la vida moral e intelectual. De ahí que, tanto Platón como Aristóteles, consideraban injusto todo gobierno que se olvidara de este fin y que velara más por su propio interés que por el de la ciudad. Ello hacía necesario que un gobierno fuera capaz de establecer leyes justas atendiendo al bien común de la polis (ciudad-estado).
2. La Ciudad-Estado y las Formas de Gobierno Aristotélicas
En el estudio de las diversas constituciones o legislaciones de las ciudades-estado de su época, Aristóteles propuso una teoría de las formas de gobierno basada en una clasificación que utilizó dos criterios:
- Si el gobierno procura el bien común y la virtud de los ciudadanos o busca su propio interés.
- Si el gobierno, atendiendo a la categoría de la cantidad de los gobernantes, lo ejerce uno, unos pocos o muchos.
La ciudad, pues, podía asumir distintas constituciones. La constitución es: “la estructura que ordena la ciudad, estableciendo el funcionamiento de todos los cargos y, sobre todo, de la autoridad soberana”.
De la combinación de los dos criterios señalados, Aristóteles obtuvo tres formas de gobierno virtuosas y tres formas de gobierno corruptas. En total, seis formas de gobierno. Las tres formas virtuosas o buenas de gobierno son: la monarquía, la aristocracia y la democracia (politeia); y las tres formas corruptas o malas de gobierno son: la tiranía, la oligarquía y la democracia (demagogia).
Tabla de Formas de Gobierno Aristotélicas
Nº Gobernantes | Gobierno Virtuoso | Gobierno Corrupto |
---|---|---|
Un solo hombre | Monarquía | Tiranía |
Unos pocos hombres | Aristocracia | Oligarquía |
Muchos hombres | Democracia (Politeia) | Demagogia |
La monarquía, el gobierno del más noble con la aceptación del pueblo y el respeto de las leyes, se oponía a la tiranía, donde uno se hacía con el poder violentamente y gobernaba sin respetar las leyes y oprimía.
La aristocracia, el gobierno de los mejores y de mejor linaje, se oponía a la oligarquía, que era el gobierno de los más ricos.
La democracia o politeia era el gobierno de todos según las leyes establecidas. Ahora bien, la democracia podía caer en la demagogia, que era el gobierno de todos sin respeto de las leyes. La demagogia, dejando de lado el bien común, se proponía favorecer de manera indebida los intereses de los pobres para enfrentar y dividir a las clases de la ciudad. Con el enfrentamiento, el gobierno buscaba mantenerse en el poder, su propio lucro y defendía que si todos eran iguales en la libertad, todos podían y debían ser iguales asimismo en todo lo demás.
Finalmente, Aristóteles afirmó que en abstracto las dos primeras formas de gobierno eran las mejores (la monarquía y la aristocracia). Pero, con realismo, sostuvo que dado que los hombres eran como eran, la mejor forma era la democracia (politeia), constitución o forma de gobierno que en substancia valoraba la clase media al entender que una distribución más homogénea de la riqueza eliminaba las causas de los conflictos y garantizaba de forma más adecuada la consecución de los objetivos de la ciudad del bien común cuyo fin último era moral.
3. Enunciados Éticos: Perspectivas Formal y Material
El primer aspecto de los enunciados éticos desde el punto de vista formal es que son siempre enunciados o proposiciones normativas, esto es, a diferencia de las proposiciones descriptivas o apofánticas, no dicen nada sobre lo que sucede o es en la realidad (o sobre el mundo), sino que indican lo que debe ser.
Un segundo aspecto formal que caracteriza a las proposiciones normativas de la moral es su carácter categórico. Prescripciones normativas para la acción como “Prohibido fumar” o “Si bebes, no conduzcas”, son proposiciones normativas cuyo carácter es hipotético o condicional, pues afirman algo que debe o no debe hacerse si se dan ciertas condiciones.
Desde el punto de vista material de los enunciados éticos, se encuentra que las normas de acción no se imponen exclusivamente desde el ámbito de la ética y moral, sino que existen además normas jurídicas, sociales, religiosas, etc. Ello hace necesario establecer unas condiciones materiales para denominar “moral” un discurso, a saber:
- Las normas morales se refieren a actos libres y, por tanto, responsables e imputables a la persona.
- Son morales aquellas normas o valoraciones que el individuo acepta en conciencia y con independencia de que sean o no impuestas por una autoridad.
- Los imperativos morales se presentan como extensibles a todo hombre; su pretensión es universal. Por el contrario, las prescripciones jurídicas, sociales y religiosas son aplicables a un grupo humano en particular.
- La universalización de los juicios morales excluye formas de coacción basadas en la fuerza o en la obediencia a ciertas personas con autoridad o carisma.
En resumen, podemos establecer los siguientes aspectos de la norma moral:
4. Paradigmas de la Belleza: Geométrico y Biológico
En general, se entiende por Estética (del griego aisthetiké, ‘lo referido a la sensación’) aquella parte de la filosofía que tiene por objeto el estudio de lo bello, o la belleza en general. Y de un modo específico, el estudio de las condiciones con las que se percibe, se crea lo bello y los criterios con que se valora.
Las reflexiones filosóficas sobre la belleza han sido muy variadas. Sin embargo, es posible reconocer dos grandes paradigmas de la belleza: el paradigma geométrico y el paradigma biológico.
4.1. El Paradigma Geométrico de la Belleza
El paradigma geométrico tiene su origen en el pitagorismo. Para los filósofos presocráticos pitagóricos, los principios de las matemáticas eran los principios de todas las cosas existentes. También fueron los primeros en formular, por primera vez, que todo lo que nos gusta o atrae por su forma debía tener una proporcionalidad, una armonía en sus partes en términos geométricos.
Por su parte, Aristóteles, siguiendo la tradición pitagórica, señaló que hablar de armonía significa reconocer tres condiciones formales de lo bello:
- Orden: Es decir, arreglo espacial de las partes;
- Simetría: Es decir, tamaño proporcional de las partes;
- Coherencia: Es decir, unidad en la variedad.
Para Platón, la cuestión central consistía en saber qué era la belleza. La belleza o lo bello no era simplemente un predicado de que algo ‘es bello’, como por ejemplo, decir, “la muchacha es bella”, sino que en rigor la belleza era una realidad en sí, un ente inteligible, que hacía posible toda predicación. De este modo, la belleza era una idea análoga a las ideas de justicia, verdad y bien, que fundamentaba y daba razón de las cosas que llamaban bellas.
4.2. El Paradigma Biológico de la Belleza
Por su parte, el paradigma biológico de la belleza, en contraposición al paradigma geométrico (clásico), cuya primera expresión fue el romanticismo del siglo XIX, hizo del sentimiento, de lo emocional y de lo natural su piedra angular. En efecto, los románticos en su consideración de la belleza pusieron el énfasis en lo vital, en lo irracional, en lo particular y asimétrico frente a lo universal y proporcional.
Del romanticismo, también surgió una nueva concepción de la naturaleza concebida como un organismo en devenir, un ente vivo, un todo sagrado y misterioso, dando lugar a una concepción panteísta (solo existe una realidad: el ‘Todo’) de la realidad, concepción en la cual Dios se identifica con la naturaleza o el universo, y ambos conforman una unidad, a diferencia de la tradición cristiana donde Dios y la creación o el mundo son dos cosas distintas.