Gobierno

FERNANDO VII: El sexenio absolutista: La restauración del absolutismo:Fernando VII desembarcó en Valencia en abril de 1814. Su llegada coincidió con la publicación del Manifiesto de los Persas. La estancia de Fernando VII en Valencia preparó el golpe de Estado: el decreto de Valencia, 4 de mayo de 1814, restauró el poder absoluto del monarca y abolía toda la legislación de las Cortes de Cádiz. La etapa que se inició en mayo de 1814 se produjo en un contexto internacional favorable al absolutismo, pues Napoleón había sido derrotado y la Santa Alianza unía a casi todas las monarquías europeas contra cualquier brote liberal. La política aplicada por Fernando VII y sus ministros consistió en una idea obsesiva, la vuelta al pasado: se restauraron la Inquisición, los antiguos consejos, la Mesta, los gremios, el régimen señorial, las instituciones feudales, y se estableció la devolución de los bienes desamortizados, etc. La represión significó la cárcel, el destierro o la pena de muerte para numerosos intelectuales vinculados a la revolución liberal. Se persiguió con más saña aún a los liberales que habían luchado en la guerra por la vuelta de Fernando VII que a los afrancesados que apoyaron a José I. Resultado de esta situación fue el primer exilio de la España contemporánea, que afectó tanto a afrancesados como a liberales. El desastroso gobierno de Fernando VII: España debía enfrentar en esos decisivos momentos de su historia una guerra abierta por la independencia en las colonias americanas. Los continuos u caprichosos cambios de gobierno provocaron una gran inestabilidad. La política estuvo marcada por la camarilla que rodeaba a Fernando VII. Al mal gobierno se sumó la quiebra de Hacienda. La elevada deuda de la Hacienda pública, que en 1817 era de 1500 millones de reales, se debía especialmente a la guerra en América, que generaba un elevado gasto militar y eliminó los beneficios del antes floreciente comercio colonial. Doble efecto que arruinó al Estado y que el ministro Martín de Garay intentó remediar en 1817 mediante una reforma fiscal basada en un sistema de contribución única y proporcional a los ingresos, reforma a la que se opusieron los privilegiados. Esta oposición hizo fracasar el proyecto de Garay, que fue cesado en septiembre de 1818. La monarquía absoluta se encontraba en un callejón sin salida. La crisis económica provocada por la guerra en América debilitaba a los gobiernos de Fernando VII, pero para solventarla era preciso reformar la Hacienda real, a lo que se negaban los grupos en los que se apoyaba el absolutismo. Pronunciamientos y conspiraciones: La represión iniciada en mayo de 1814 no detuvo la acción de los sectores liberales, muchos de ellos en el exilio. Se inició así una larga serie de pronunciamientos militares que caracterizaron todo el siglo XIX español. Los liberales sabían que su debilidad era la carencia de apoyo popular, por lo que su única salida para llegar al poder era contar con la ayuda de los militares. El 1 de enero de 1820 se sublevó el ejército acantonado en Las Cabezas de San Juan, dirigido por el teniente coronel Rafael del Riego. Al principio Riego no consiguió apoyos y parecía que su intento también iba a fracasar, pero pronto la revolución se extendió por Andalucía  y otras ciudades españolas, por lo que Fernando VII tuvo que jurar el 7 de marzo la Constitución de 1812. Comenzó así el trienio liberal. El trienio liberal: La formación de la cultura política liberal: El primer gobierno liberal estuvo formado por destacados liberales que regresaban del exilio, como eran Agustín Argüelles o José Canga Argüelles. Las medidas adoptadas se dirigieron a construir un sistema de libertades políticas: Libertad de los presos políticos, supresión definitiva de la Inquisición, vuelta a sus cargos de las autoridades constitucionales en ayuntamientos y diputaciones provinciales, convocatoria de elecciones a Cortes, creación de la Milicia Nacional. Fue un período de reformas políticas y económicas que trataron de aplicar las normas emanadas de las Cortes de Cádiz. Ese espíritu encontró dos vehículos de expresión fundamentales: La prensa y las sociedades patrióticas. La ingenua percepción de la situación política de los liberales se topó con dos grandes enemigos: la situación internacional, ya que predominaban en Europa las monarquías absolutas, y la actitud beligerante de Fernando VII, que conspiró cuanto pudo para derribar el sistema constitucional. Las divisiones internas del liberalismo: Paralelamente, surgía el fenómeno juntero. Este hecho dio lugar a la existencia de un doble poder: el del gobierno y el de las juntas. Las diferencias dividieron el movimiento liberal y se formaron dos grandes tendencias: Liberales moderado, que deseaban alcanzar un compromiso con las antiguas clases dominantes y el rey, para que fueran aceptadas las reformas. Eran partidarios de un Senado aristocrático de dar mayor poder al rey y controlar la prensa exaltada. Liberales exaltados, que pretendían la vuelta a la Constitución de 1812 y planteaban reformas radicales en aplicación de los principios de un liberalismo más popular, que en algunos casos llegó a ser republicano. Los problemas entre moderados y exaltados se prolongaron a lo largo del trienio y condicionaron la actuación política. Los moderados mantuvieron el poder durante casi todo este período.