Historia de España: De la Hispania Romana a los Borbones del Siglo XVIII

La Monarquía Visigoda

El reino visigodo surgió tras la caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V, con las invasiones de los pueblos bárbaros en Hispania. Los visigodos, establecidos como federados en el sur de las Galias, fueron llamados por Roma para expulsar a otros pueblos como los suevos, vándalos y alanos. Tras la derrota en 507 ante los francos, los visigodos se trasladaron a Hispania y establecieron su capital en Toledo.

En el siglo VII, con Leovigildo al frente, los visigodos completaron la unificación territorial con la conquista de los suevos, la pacificación de los vascones y la expulsión de los bizantinos. Además, se promovió la integración social mediante la adopción del catolicismo (Recaredo en el III Concilio de Toledo) y la promulgación del Fuero Juzgo (Recesvinto). Aunque Leovigildo intentó fortalecer la monarquía hereditaria, el sistema electivo provocó luchas internas por el poder.

La monarquía visigoda era electiva y dependía de los nobles, lo que generó inestabilidad. El rey controlaba la diplomacia, el ejército y la justicia, apoyándose en el Officium Palatinum, que incluía el Aula Regia y los Concilios de Toledo, órganos de asesoramiento y de gobierno, formados por las clases altas. Los concilios fueron claves en la administración y organización del reino, fusionando aspectos políticos y eclesiásticos.

La Hispania Romana

La anexión romana de la Península Ibérica comenzó en el 218 a.C. durante la II Guerra Púnica y se extendió durante dos siglos. Esta conquista se dividió en tres fases: la primera consistió en vencer a los cartagineses y conquistar el Levante y el Valle del Guadalquivir; la segunda implicó la ocupación de la Meseta Central y la lucha contra pueblos como los lusitanos y celtíberos; y la tercera, la conquista de la cordillera Cantábrica para controlar la riqueza metalúrgica y pacificar la región.

Tras la conquista, Hispania fue subdividida en varias provincias para una mejor administración. La romanización, el proceso de adopción de la cultura romana, fue más intensa en el sur y en las ciudades. Esto trajo importantes cambios económicos, como el desarrollo del comercio, la minería y la agricultura. Socialmente, se implantó el derecho romano y se extendió la ciudadanía a todos los habitantes del Imperio. Culturalmente, se adoptaron el latín y las religiones romana y, más tarde, el cristianismo.

Entre las grandes aportaciones se incluyen una extensa red de infraestructuras, como calzadas (Vía de la Plata), acueductos (Acueducto de Segovia), teatros como el de Mérida… y figuras destacadas como los emperadores Trajano y Adriano, y el filósofo Séneca. La influencia romana perduró a través de las leyes, la cultura y las instituciones.

Al-Ándalus: Evolución Política

Emirato dependiente (711-756): Aprovechando una guerra civil visigoda, los musulmanes invadieron la Península Ibérica y derrotaron a Don Rodrigo en Guadalete. En pocos años, Al-Ándalus se convirtió en una provincia dependiente del Califato Omeya de Damasco, con capital en Córdoba, aunque fueron detenidos en Covadonga y Poitiers.

Emirato independiente (756-929): Abderramán I, único superviviente omeya tras la revolución abbasí, estableció un emirato independiente en Al-Ándalus, manteniendo solo la autoridad espiritual del califa. Aunque fue una época de esplendor, enfrentaron revueltas internas y el avance de los reinos cristianos.

Califato de Córdoba (929-1031): Abderramán III se proclamó califa, llevando Al-Ándalus a su máximo esplendor político, económico y cultural. Sin embargo, tras la muerte de Almanzor, el califato se debilitó por conflictos internos y económicos, fragmentándose en reinos de taifas.

Primeras taifas (1031-1086): Se dividió en pequeños reinos étnicamente diversos. Pese a su prosperidad cultural y económica, dependían de los cristianos para protección. La conquista de Toledo en 1085 por Alfonso VI llevó a solicitar ayuda a los almorávides.

Imperio almorávide y segundas taifas (1085-1195): Los almorávides unificaron Al-Ándalus, imponiendo un islam más estricto. Con su declive, surgieron las segundas taifas, facilitando los avances cristianos. Los almohades los derrotaron en Alarcos.

Imperio almohade y terceras taifas (1195-1238): Los almohades controlaron Al-Ándalus, pero fueron derrotados en las Navas de Tolosa (1212) por los cristianos, lo que llevó a la fragmentación en nuevas taifas.

Reino nazarí de Granada (1238-1492): Último bastión musulmán, sobrevivió gracias a alianzas, tributos y su geografía. Fue un centro cultural (Alhambra) hasta su conquista.

Al-Ándalus: Economía, Sociedad y Cultura

Economía

Al-Ándalus destacó por una economía próspera y urbana que contrastaba con la economía rural de la Europa feudal. En la agricultura, introdujeron cultivos como arroz, cítricos y algodón, además de técnicas avanzadas de regadío. La propiedad de la tierra era principalmente latifundista. La ganadería se enfocó en la cría de caballos, ovejas y en la apicultura. En la artesanía, se producía cerámica, vidrio, armas y tejidos de seda, siendo la industria textil especialmente destacada.

Sociedad

La sociedad, con Córdoba como gran centro urbano durante el Califato, se estructuraba en diferentes grupos: los musulmanes (árabes como élite terrateniente, bereberes como agricultores, y muladíes, cristianos convertidos al islam), y las”Comunidades del Libr” (mozárabes y judíos). Existían también esclavos, procedentes principalmente del este de Europa y el sur del Sáhara, dedicados a diversos trabajos.

Cultura

Al-Ándalus fue un gran foco cultural y científico que transmitió conocimientos de Oriente a Europa. En el Califato destacaron la filosofía (Averroes), astronomía (Azarquiel), literatura (Ibn Hazm) y matemáticas. El arte, influenciado por la religión, destacó especialmente en la arquitectura, caracterizada por su aniconismo, con ejemplos notables como la Mezquita de Córdoba y la Alhambra de Granada.

Legado Judío

El legado judío destacó en artes, comercio y traducción de textos clásicos. A pesar de ser una minoría, prosperaron tras las persecuciones visigodas, viviendo en juderías y desempeñándose como artesanos y comerciantes. Intelectuales judíos sobresalieron como traductores de lenguas clásicas y hebreo al árabe y a lenguas romances. Una figura clave fue Maimónides, quien buscó conciliar el judaísmo con el aristotelismo musulmán.

Los Reinos Cristianos: Evolución y Organización Política

Entre los siglos VIII y X surgieron los primeros núcleos de resistencia cristiana en el norte de la península ibérica. El reino astur-leonés, iniciado tras la victoria de Don Pelayo en Covadonga (722), se expandió con Alfonso III, convirtiéndose en el reino de León. En los Pirineos surgieron Navarra, con su esplendor bajo Sancho III el Mayor; Aragón, tras la unión de Sobrarbe y Ribagorza con Ramiro I; y los Condados Catalanes, que se independizaron con Wifredo el Velloso.

La Reconquista, destinada a recuperar territorios musulmanes, avanzó lentamente hasta el siglo X. Tras la debilidad de los reinos de taifas, se reactivó con la toma de Toledo y Zaragoza. A inicios del siglo XIII, Castilla, León y Portugal dominaban el Guadiana y Aragón, el Ebro. La conquista culminó en 1492 con la toma de Granada, destacando hitos como la batalla de las Navas de Tolosa (1212) y la expansión de Castilla en Andalucía, Aragón con Jaime I en Levante y Portugal en el Algarve. Políticamente, Castilla centralizó el poder mientras Aragón funcionaba como una confederación pactista.

Los Reinos Cristianos: Repoblación y Sociedad Estamental

Modelos de Repoblación

La repoblación de las tierras reconquistadas se dio en tres modelos:

  • Presura: Iniciativa de campesinos libres, generando propiedades pequeñas y medianas.
  • Concejos: Organización de territorios en concejos, con cartas puebla y fueros que otorgaban privilegios a los vecinos.
  • Repartimientos: La Corona recompensó a nobles y órdenes militares con latifundios, creando grandes propiedades en zonas poco pobladas.

Organización Social Estamental

La sociedad estamental estaba dividida en nobleza, clero y pueblo llano. Los estamentos superiores (nobleza y clero) gozaban de privilegios, como la exención de impuestos y ventajas fiscales y jurídicas. Estos estamentos eran grupos cerrados y determinados por el nacimiento, siendo casi imposible pasar de uno a otro.

El régimen señorial otorgaba grandes latifundios a la alta nobleza y clero a cambio de apoyo militar.

La Baja Edad Media: Castilla, Aragón y Navarra

La Baja Edad Media (s. XIV-XV) estuvo marcada por profundas crisis: la peste negra causó una crisis demográfica, las malas cosechas y la alta presión fiscal provocaron una crisis económica, y los conflictos dinásticos y revueltas nobiliarias derivaron en guerras civiles y entre reinos cristianos.

Corona de Castilla

En Castilla, unificada con León en 1230, destacó la expansión por el Guadalquivir y el Atlántico (conquista de Canarias). Sin embargo, enfrentó conflictos sociales como la Revuelta de los Irmandiños, ataques a juderías y guerras civiles, como la lucha entre Pedro I y Enrique de Trastámara, que estableció esta nueva dinastía. Otros conflictos incluyeron la Farsa de Ávila y revueltas nobiliarias contra Álvaro de Luna.

Corona de Aragón

La Corona de Aragón, compuesta por Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca, tuvo una política pactista. En el s. XIV se expandió por el Mediterráneo (Sicilia, Nápoles, Atenas) y enfrentó conflictos internos como la guerra civil entre Juan II y los nobles o el enfrentamiento entre la Biga y la Busca. Tras la muerte de Martín I sin herederos, el Compromiso de Caspe (1412) llevó a la dinastía Trastámara al trono.

Reino de Navarra

Navarra pasó a la influencia francesa tras el matrimonio de Juana I y Felipe IV, pero recuperó cierta independencia con Blanca de Navarra y Enrique IV de Castilla. Sin embargo, los conflictos dinásticos y sociales, como las guerras entre agramonteses y beamonteses, la debilitaron, culminando en su conquista por Fernando el Católico en 1512.

Los Reyes Católicos: Unión, Gobierno y Granada

La Unión Dinástica de Castilla y Aragón comenzó con el matrimonio secreto de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (1469) y se consolidó en 1479 tras la guerra civil castellana contra Juana la Beltraneja y la muerte de Juan II de Aragón. Este acuerdo no fusionó administraciones: cada reino mantuvo sus leyes, lengua y costumbres, aunque compartieron política exterior e Inquisición, como se estipuló en la Concordia de Segovia (1475).

Instituciones de Gobierno

Castilla asumió un papel hegemónico debido a su mayor tamaño, población y economía, mientras que Aragón conservó su pactismo. Los Reyes Católicos establecieron una monarquía autoritaria: fortalecieron el poder real sometiendo a la nobleza, integrándola en la Corte y nombrando corregidores en los municipios. Crearon un aparato burocrático con Consejos, audiencias y una Hacienda eficiente, además de un ejército permanente.

Unidad Religiosa y Conquista de Granada

En cuanto a la unidad religiosa, implantaron la Inquisición, expulsaron a judíos (1492) y musulmanes de Castilla (1502), justificando su política en la cohesión de los reinos. Finalizaron la Reconquista con la conquista de Granada en 1492, garantizando inicialmente la libertad de los musulmanes que permanecieran, aunque esto se revertiría posteriormente. Este triunfo consolidó la monarquía autoritaria y la unidad territorial y religiosa de la península.

Exploración, Conquista y Colonización de América (Siglo XVI)

Exploración

Tras la conquista de Granada, Isabel de Castilla financió la expedición de Colón para encontrar una ruta a las Indias a través del Atlántico, ya que las rutas tradicionales estaban cerradas o controladas por los portugueses. En las Capitulaciones de Santa Fe se estableció que las tierras descubiertas pertenecerían a Castilla y Colón recibiría títulos y beneficios. El 12 de octubre de 1492, Colón llegó a San Salvador y luego exploró Cuba y La Española. Para evitar conflictos con Portugal, se firmó el Tratado de Tordesillas, dividiendo las tierras descubiertas entre ambas coronas.

Conquista

Castilla promovió expediciones posteriores, como la llegada de Núñez de Balboa al Pacífico (1513) y la vuelta al mundo de Elcano (1522). La conquista de América estuvo en manos de particulares bajo capitulaciones que regulaban las áreas de conquista. Hernán Cortés derrotó al imperio azteca, Francisco Pizarro al inca, y otros conquistadores extendieron el dominio español en Chile, el Amazonas y más.

Colonización

La colonización utilizó sistemas como el repartimiento, la encomienda y la mita para explotar el trabajo indígena, con graves consecuencias demográficas y culturales debido a enfermedades y explotación. A pesar de las Leyes de Indias y los esfuerzos de religiosos como Bartolomé de las Casas, las condiciones para los indígenas fueron duras.

Impacto en Castilla

Para Castilla, la colonización convirtió al reino en una potencia mundial gracias al monopolio comercial y la riqueza en metales preciosos. Sin embargo, la “revolución de los precios” y una mala gestión económica llevaron a que gran parte de estas riquezas se usaran en guerras europeas y acabaran en manos de banqueros extranjeros, afectando a la economía española.

Los Austrias del Siglo XVI: Política Interior y Exterior

Carlos I (1516-1556) fue el primer rey de la dinastía Habsburgo en España, heredando territorios de los Reyes Católicos y su padre, Felipe el Hermoso. Su política interior enfrentó la Revuelta de las Comunidades en Castilla (1520-1522) y las Germanías en Aragón, ambas sofocadas con apoyo de la alta nobleza. En política exterior, luchó contra Francia (Batalla de Pavía), el Papado (Saqueo de Roma), los príncipes protestantes (Batalla de Mühlberg) y el Imperio Otomano, logrando algunas victorias como en Túnez pero fallando en Argel. Abdicó en 1556, dejando el título imperial a su hermano Fernando y el resto de posesiones a su hijo Felipe II.

Felipe II (1556-1598) centralizó el gobierno en Madrid, fundó las Secretarías Reales y expandió su dominio añadiendo Portugal tras la muerte de Sebastián I. Enfrentó conflictos internos como la sublevación de los moriscos en las Alpujarras (1568-1570) y las Alteraciones de Aragón (1590). En política exterior, venció a Francia (Batalla de San Quintín), triunfó sobre los turcos en Lepanto (1571), pero sufrió la derrota de la Armada Invencible frente a Inglaterra (1588). La rebelión en Flandes dividió el territorio entre las Provincias Unidas (protestantes) y los Países Bajos del sur (católicos). La presión fiscal y los elevados gastos marcaron su reinado, que consolidó a España como una potencia hegemónica.

Los Austrias del Siglo XVII: Política Interior y Exterior

En el siglo XVII, España vivió una profunda crisis política, social y económica bajo los Austrias Menores.

Felipe III

Felipe III (1598-1621), influenciado por el duque de Lerma, delegó el poder en el duque, lo que llevó a una política de nepotismo y decisiones controvertidas como la expulsión de los moriscos o el traslado de la capital a Valladolid. En política exterior, mantuvo una actitud pacifista, firmando la Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas y el Tratado de Londres con Inglaterra.

Felipe IV

Felipe IV (1621-1665) fue dirigido por el conde-duque de Olivares, quien buscó fortalecer la monarquía mediante la centralización y la unificación de los reinos. Sin embargo, tras las derrotas en la Guerra de los Treinta Años y la Guerra con Francia, España perdió territorios y aceptó la independencia de las Provincias Unidas. En 1640, estallaron rebeliones como la de Cataluña, que se unió temporalmente a Francia, y Portugal se independizó.

Carlos II

Durante el reinado de Carlos II (1665-1700), la monarquía se debilitó aún más, con una regencia inestable y la pérdida de territorios como el Franco Condado. La muerte sin descendencia de Carlos II en 1700 desencadenó la Guerra de Sucesión Española, ya que las potencias europeas disputaron el trono entre Felipe de Anjou y el archiduque Carlos de Austria. Este conflicto marcó el fin de la dinastía Habsburgo en España.

Sociedad, Economía y Cultura en los Siglos XVI y XVII

Sociedad

Durante los siglos XVI y XVII, la sociedad española continuó dividida en estamentos, pero la crisis demográfica causó una reorganización social. La nobleza y el clero mantuvieron su poder y privilegios, aunque la baja nobleza y el clero vieron empeorar su situación. El estado llano, compuesto por campesinos, burgueses y trabajadores urbanos, sufrió enormemente debido a la crisis de la artesanía, el comercio y el aumento de impuestos. La crisis demográfica del siglo XVII fue causada por guerras, epidemias y la expulsión de los moriscos.

Economía

En economía, la primera mitad del siglo XVI fue próspera gracias a la colonización de América, pero la política imperial de los Austrias en el siglo XVII condujo a una profunda crisis. La devaluación de la moneda, el aumento de impuestos y las malas cosechas afectaron gravemente la economía. Además, la caída de los ingresos americanos por el contrabando y los ataques corsarios empeoró la situación.

Cultura

Culturalmente, el siglo XVI fue testigo del auge del Humanismo y el Renacimiento, con figuras destacadas como Garcilaso de la Vega y El Greco. En el siglo XVII, conocido como el”Siglo de Oro“, surgió el Barroco, con escritores como Cervantes y poetas como Quevedo y Góngora. El arte barroco también floreció, con arquitectos como Juan de Herrera y pintores como Velázquez y Murillo.

Guerra de Sucesión, Paz de Utrecht y Pactos de Familia

Guerra de Sucesión Española

Tras la muerte sin descendencia de Carlos II, estalló la Guerra de Sucesión (1701-1714) entre los Austrias y los Borbones por el trono español. Carlos II había nombrado heredero a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, con la condición de mantener la unidad del Imperio y separar las coronas de Francia y España. Sin embargo, Felipe V no renunció a la unión de ambos tronos. La guerra tuvo dos vertientes: internacional, con la Gran Alianza apoyando al archiduque Carlos de Austria, y nacional, con la Corona de Aragón apoyando al archiduque y el resto de España a Felipe V. Tras varias victorias borbónicas, el Tratado de Utrecht (1713) reconoció a Felipe V como rey de España, pero renunciando a la unión de los tronos.

Paz de Utrecht

En la paz, España perdió Flandes, el Milanesado, Nápoles y Cerdeña (para Austria), así como Gibraltar y Menorca (para Inglaterra), y concedió ventajas comerciales a Inglaterra, sufriendo una disminución de su poderío europeo.

Pactos de Familia

Tras la firma de los Pactos de Familia, Felipe V buscó recuperar territorios perdidos, logrando la recuperación de Nápoles y Sicilia para su hijo Carlos. El tercer pacto, firmado durante el reinado de Carlos III, implicó a España en la Guerra de los Siete Años (1756-1763) contra Gran Bretaña, lo que resultó en la pérdida de Florida a cambio de mantener La Habana y Manila. Sin embargo, España recuperó Florida y Menorca tras la victoria de los colonos norteamericanos en la Guerra de Independencia, aunque no Gibraltar.

La Monarquía Borbónica: Decretos de Nueva Planta y Reformas

Instauración Borbónica y Centralización

Tras la victoria de Felipe V en la Guerra de Sucesión (1700-1714), la dinastía Borbónica reemplazó a los Habsburgo. Con los Borbones, España adoptó un modelo centralista, inspirado en el de Francia, con un sistema absolutista y despotismo ilustrado. La Ley Sálica francesa se introdujo, impidiendo que las mujeres reinaran. Los Decretos de Nueva Planta (1707-1716) suprimieron los fueros y privilegios de los territorios de la Corona de Aragón, estableciendo la uniformidad administrativa y fiscal, y extendiendo el modelo castellano. Solo Navarra y las provincias vascas conservaron sus fueros, por apoyar a los Borbones.

Modelo de Estado y Reformas Administrativas

El nuevo modelo de Estado centralizó el poder, sustituyendo los antiguos Consejos por las Secretarías de Estado, que gestionaban la administración de manera unipersonal. Además, se reforzó la administración territorial mediante la división del territorio en intendencias, órganos de origen francés que gestionaban aspectos fiscales, económicos y militares. A nivel local, se implantó la figura del corregidor en la Corona de Aragón. Durante el reinado de Fernando VI, se intentó implementar una única contribución basada en la riqueza de las personas, pero fracasó debido a la oposición de los grupos privilegiados, que defendían sus ventajas fiscales.

Reformas Borbónicas en América

Las reformas borbónicas en los virreinatos americanos, implementadas para estimular la economía y resistir los intentos británicos, incluyeron importantes cambios administrativos, económicos y militares.

Cambios Administrativos

Se reorganizó el territorio con la creación de los virreinatos de Nueva Granada y Río de la Plata, y se establecieron nuevas Capitanías Generales en regiones estratégicas (como Cuba o Venezuela). También se instauraron las intendencias para mejorar la recaudación de impuestos y gastos. La Secretaría de Indias reemplazó al Consejo de Indias, pero fue disuelta por su ineficiencia.

Cambios Económicos

En lo económico, se liberalizó el comercio con los Decretos de Libre Comercio de 1765, eliminando el monopolio de Sevilla y Cádiz y permitiendo el libre comercio entre puertos españoles y América. Se suprimió el sistema de flotas y se promovieron compañías comerciales como la Real Compañía Guipuzcoana.

Cambios Militares

En el ámbito militar, se reorganizó el reclutamiento y se fortaleció la marina de guerra y las defensas costeras.

Resultados de las Reformas

Estas reformas resultaron en una época de prosperidad para las colonias, con un crecimiento demográfico notable y una mejora en la gestión administrativa y defensa territorial, que protegió América de las amenazas británicas.

Sociedad, Economía y Cultura en el Siglo XVIII

Sociedad

En el siglo XVIII, la sociedad española experimentó una recuperación demográfica, impulsada por la mejora agraria y la ausencia de enfermedades. La población de la periferia superó a la del centro, pero la sociedad siguió siendo estamental, con escasa movilidad. La nobleza y el clero mantuvieron sus privilegios y poder, mientras que el estado llano, mayoritario y diverso, estaba formado principalmente por campesinos y una burguesía en crecimiento gracias al comercio.

Economía

En economía, la agricultura siguió siendo clave, con reformas como la roturación de nuevas tierras, la construcción de canales y la liberalización del mercado del trigo. Aunque la productividad era modesta, la manufactura creció con medidas proteccionistas y se fomentaron nuevas fábricas. El comercio colonial se impulsó con los Decretos de Libre Comercio y la mejora de la marina.

Cultura

Culturalmente, la Ilustración promovió la razón y el progreso, aunque su desarrollo fue más limitado en España por el conservadurismo. Se difundió a través de Sociedades Económicas y tertulias. El neoclasicismo dominó el arte, con Goya como figura destacada. Las reformas culturales de Carlos III, como la creación de academias y expediciones científicas, generaron resistencia, como se vio en el Motín de Esquilache.