Hobbes vs. Aristóteles: Naturaleza Humana, Zóon Politikón y el Origen del Estado

Primero, analizaremos la polémica que Hobbes entabla con Aristóteles acerca de la famosa tesis del «zóon politikón»1. Frente al hombre naturalmente comunitario de Aristóteles, Hobbes dibuja un hombre individualista y egoísta que solo entra en comunidad por los beneficios que le aporta esta decisión. Pero esta discusión nos lleva inevitablemente a tratar el tema de la finalidad del Estado, ya que, dependiendo del motivo que haya movido a los hombres a fundar un Estado, las funciones de este variarán notablemente. Segundo, mostraremos que, en virtud de una u otra interpretación de la naturaleza humana, nuestros protagonistas conferirán competencias muy diferentes al Estado.

La idea de que el hombre es un animal político por naturaleza es seguramente una de las tesis más famosas de Aristóteles, pero también una de las que más ríos de tinta ha hecho correr. No hay monografía sobre el autor o sobre su teoría política que no le dedique un extenso apartado a este asunto. Pese a tener su origen en el siglo IV a.C., esta doctrina se propagó por toda la Antigüedad, por la Edad Media, y llegó hasta el siglo XVII, siendo tratada también por los autores de la Modernidad. Es aquí donde centraremos nuestra atención.

Thomas Hobbes (1588-1679), por su parte, es probablemente el filósofo político de la Modernidad por antonomasia. Al igual que la Política de Aristóteles o la República de Platón, sus grandes obras políticas, el De Cive (1642) y el Leviatán (1651), se siguen comentando y estudiando hasta nuestros días. Sin embargo, el inaugurador del absolutismo político moderno, Hobbes, sintió la necesidad de arremeter contra la tesis del zóon politikón aristotélico en la primera de sus obras políticas: el De Cive. Este hecho nos da una idea del grado de importancia que seguían teniendo la política y la moral aristotélicas en ese momento.

El Zóon Politikón de Aristóteles: Naturaleza y Comunidad

La idea de que el hombre sea un animal social o político está íntimamente ligada a la tesis de que «la ciudad es una de las cosas naturales» (Aristóteles, Política, I). Dentro de la especie humana se puede observar con facilidad que el macho es superior a la hembra y que, además, hay quienes mandan por naturaleza y quienes obedecen. Si a esta clasificación biológica le sumamos la tendencia natural que tienen los seres humanos a vivir en compañía, tenemos ya el primero de los núcleos sociales de los que habla Aristóteles: la familia. Según nuestro autor, la familia satisface las necesidades de cada día, pero no puede satisfacer otras necesidades no cotidianas. Para lograr esto último, las familias se reúnen en aldeas. Estas son todavía muy pequeñas y, pese a que pueden cubrir más necesidades que el mero núcleo familiar, todavía no son capaces de afrontar retos mayores ni de ofrecer mayores seguridades. Es por ello que la aldea deja rápidamente paso a la fundación de las polis o ciudades. Estas polis, formadas a partir de la unión de diversas aldeas, son capaces de satisfacer las necesidades básicas para la supervivencia, de ofrecer seguridad y protección a quienes la habitan y, sobre todo, de garantizar las condiciones para el buen vivir, la vida buena o la vida feliz.

La Felicidad Humana y las Condiciones de la Polis

El hombre, para desplegar todas sus capacidades y alcanzar su autorrealización, necesita vivir en la polis, ya que solo esta forma de vida le garantiza las condiciones de posibilidad para conseguir su objetivo, que no es otro que aquel del que Aristóteles nos habla en su ética: la felicidad. Esta consiste en la posesión de las virtudes éticas e intelectuales. Sin embargo, eso no puede lograrse sin las comodidades o el entorno necesario para ello: una persona que no tenga sus necesidades básicas cubiertas no puede comportarse éticamente ni dedicarse a la vida contemplativa. Aristóteles enumera varias condiciones que debe cumplir la polis para ser realmente autárquica:

  1. Debe tener alimentos, oficios y armas.
  2. Es necesario también cierta abundancia de recursos para cubrir las necesidades en tiempo de penurias o guerra.
  3. Debe habilitarse un órgano que juzgue lo que más conviene o lo justo entre ciudadanos.

Por tanto, en la polis las relaciones interpersonales cobran una nueva dimensión y lo que antes era un grupo de individuos que perseguía conjuntamente la supervivencia, se transforma ahora en una comunidad o Estado. La naturaleza dota al hombre de la palabra articulada o lenguaje, con el fin de poder comunicar y comunicarse. El ser humano se hace persona en comunidad, pues es su espacio natural, fuera del cual no puede ser más que un dios o una bestia, pero no una persona.

La Crítica de Hobbes al «Zóon Politikón» Aristotélico

Origen y Función del Estado en Hobbes: Del Estado de Naturaleza al Pacto Social

En el contractualismo hobbesiano, se distinguen claramente dos momentos muy diferentes: el estado de naturaleza y la sociedad civil; o lo que es lo mismo, un momento pre-político y otro político, separados por la constitución del pacto social.

Los moradores del estado de naturaleza son seres interesados, que solo persiguen su autoconservación a través de la satisfacción de sus necesidades básicas. Esto implica que el hombre, en estado de naturaleza, es egoísta, amoral, un depredador incluso para sus semejantes. El hombre es un lobo para el hombre. ¿Cómo puede, entonces, surgir la sociedad política a partir de esta anarquía? Para Hobbes, esta surgirá a partir del «pacto social». En esto consiste el pacto civil que da paso al Estado: es un acuerdo suscrito por los pobladores del estado de naturaleza con el objetivo de mantener la paz y el respeto entre los hombres. Todo lo que se acuerda es visto por la razón de esos hombres como beneficioso y aceptable por todos, ya que todos consideran que esa es la única forma en la que pueden beneficiarse de la paz. Solo el pacto libera a los hombres de las inclemencias propias del estado de naturaleza.

El Propósito del Estado Hobbesiano: Seguridad y Bienestar

El objetivo principal del Estado o sociedad civil es el de preservar la seguridad del pueblo, entendiendo aquí por seguridad la mera conservación de la vida, pero también el logro de una vida placentera y cómoda.

Esto nos lleva a distinguir cuatro clases de beneficios para los súbditos:

  • El mantenimiento de la paz dentro de la propia comunidad.
  • La seguridad frente al exterior.
  • El enriquecimiento del pueblo en la medida en que lo permitan los asuntos de seguridad.
  • Que disfruten de una libertad que no sea dañina para la pervivencia del Estado.

Para poder garantizar todo esto, es necesario que el poder soberano, que se encarna en el monarca, monopolice la espada de la justicia y la de la guerra. Por la primera, la justicia, el soberano tiene el poder absoluto para promulgar leyes justas y para sancionarlas cuando sea necesario. De este modo, mantiene el orden interno del Estado, dictaminando lo que a partir de ahora será bueno y justo. Con la espada de la guerra, el monarca o soberano tiene el poder absoluto para defender a los ciudadanos de los ataques de Estados extranjeros gracias a la disposición de todas las fuerzas y los bienes del pueblo. Así, pues, lo que acaban suscribiendo quienes entran en el pacto es el acatamiento de las medidas que el poder soberano y absoluto decide para la conservación de la paz, aunque para ello deban poner a su disposición tanto sus fuerzas como sus bienes privados.

Conclusión: La Naturaleza del Hombre y el Estado en Hobbes

Así, pues, Hobbes entiende que el hombre no es un zóon politikón o ser social por naturaleza. La polis es por convención, es un artificio que utiliza el hombre para corregir la pésima situación en la que le deja la naturaleza. La sociedad civil hobbesiana es tan natural como un lápiz, un barco o el lenguaje: todos se crean con elementos naturales gracias al ingenio humano, pero ninguno de ellos se encuentra totalmente acabado en la naturaleza.

Notas al pie

1La expresión griega significa: «el hombre es un ser social o político por naturaleza».