La casa de los espíritus 2

2. EL Realismo MÁGICO EN LA CASA DE LOS ESPÍRITUS

El Realismo mágico supuso un intento de renovación literaria surgido en Hispanoamérica durante los años 40 y 50, aunque difundido y popularizado por los autores del Boom a partir de los años sesenta (Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes…). Su origen puede rastrearse en los movimientos vanguardistas europeos, especialmente el Surrealismo y el expresionismo, y sus iniciadores fueron Miguel Ángel Asturias y Alejo Carpentier, quien acuño el concepto de “lo real maravilloso” en su novela El reino de este mundo (1949). Esta corriente pretende mostrar una realidad cotidiana en la que se filtra lo maravilloso, inexplicable o fantástico como experiencia individual o colectiva que cuestiona la realidad, dejando un margen a otras posibles explicaciones, de base irracional o poética, del mundo.

Grandes autores como Juan Rulfo, con Pedro Páramo, o García Márquez, con Cien años de soledad, consolidaron esta técnica narrativa, que marcó la literatura hispanoamericana hasta llegar a lo que se ha dado en conocer como el post-boom (años 70-80), denominación bajo la que se agrupa a una serie de autores, muchos de ellos mujeres, como Isabel Allende, que sucedieron generacional y estéticamente a los autores del boom.

Dicho esto, explicaremos qué rasgos propios del Realismo mágico están presentes en La casa de los espíritus.

Evidentemente, la mezcla de lo natural y lo sobrenatural forma parte del argumento y de la caracterización de los personajes en la novela, y puede ser organizado en cuatro niveles: lo mágico (las continuas predicciones o premoniciones de Clara), lo fantástico (las enfermedades extrañas, como el mutismo de Clara o el “encogimiento” de Esteban Trueba;  las apariciones de difuntos: Férula, Clara…), lo milagroso (levitaciones, telequinesia, curaciones milagrosas, como la de los huesos de Trueba por parte de Pedro García), y lo mítico legendario (el anciano acaba con una plaga de hormigas, como un héroe bíblico; Barrabás se convierte en mito, al ser descrito como un monstruo medio perro medio caballo…).

También, a pesar de dominar la linealidad del relato, hay cierto grado de experimentación narrativa:
Multiplicidad de narradores (1ª y 3ª personas); perspectivismo (gracias a las diferentes fuentes del relato: cuadernos, cartas, testimonios en 1ª persona); uso del estilo directo, indirecto e indirecto libre en el discurso de los personajes; estructura aparentemente circular (la novela empieza y finaliza con la misma alusión a Barrabás); abundantes retrospecciones (analepsis, flashbacks) y anticipaciones o prolepsis, que aparecen en forma de predicciones de Clara, por ejemplo, o como obra de un narrador retrospectivo; espacios imaginarios (en la configuración de la parte de atrás de la casa); etc.

Por el contrario, frente al intelectualismo de los narradores del Realismo mágico del boom, en La casa de los espíritus se apela a las emociones del lector. O bien la fuerza del amor en determinados personajes (Blanca y Pedro Tercero, Alba y Miguel) y como mensaje final; o bien la apelación al compromiso social (Pedro Tercero, Jaime, Miguel…).

De la misma manera, la obra de Allende, aun habiendo reconstruido las crueldades y errores de Trueba o el horror del Golpe de Estado y de la represión, no resulta tan pesimista como algunas novelas del boom, que tratan la soledad o la incomunicación del individuo. En La casa de los espíritus, el final alberga cierta esperanza.

Aunque de forma diferente a las obras del boom, la violencia y las pasiones humanas también se  desatan con gran intensidad. En el primer caso, la violencia forma parte de la vida, por eso los desórdenes morales, la injusticia social, la intolerancia, el asesinato… no se esconden.Se presentan como son, forman parte del testimonio de la autora (Esteban Trueba o Esteban García, las cárceles, las torturas, la vida de los campesinos o de los desheredados, el papel de la mujer…)En cuanto a las pasiones,se presentan de forma sensual o de forma primitiva, casi bárbara (Relación Blanca-Pedro Tercero, violaciones de Esteban Trueba, sadismo del conde de Satigny, deseo de Esteban García…)

Por último, podríamos apuntar que los elementos mágicos o fantásticos de la obra, más allá de construir la identidad de algún personaje, como Clara, o dar cabida a lo irracional o poético, sirven a veces de giro humorístico en la narración. Como, por ejemplo, durante el viaje de tren en el que Esteban Trueba lleva a Clara de vuelta a la ciudad para dar a luz a los mellizos, cuando su mujer le dice que cree que se va a elevar y él exclama “¡Aquí no!”. En otros momentos, estos sucesos “mágicos” o “maravillosos” actúan de contrapunto humorístico a situaciones dramáticas (el episodio de la cabeza de Nívea). Y, en muchas ocasiones, como recurso estructural. Es el caso de las predicciones o anuncios de Clara, que funcionan como motores de la intriga narrativa, crean expectativas en el lector sobre lo que sucederá más adelante.