La Construcción de la Monarquía Hispánica: De la Unificación de los Reyes Católicos a los Austrias Mayores

El Contexto de la Baja Edad Media

En la Baja Edad Media había cinco Estados en la Península Ibérica: Castilla, Aragón, Navarra, Granada y Portugal. De ellos, las Coronas de Castilla y Aragón son los núcleos fundamentales del reinado de los Reyes Católicos.

Castilla, sin embargo, se encontraba en el siglo XV convertida en un verdadero caos debido a las revueltas protagonizadas por una nobleza rebelde que se enfrentaba a los reyes.

La Corona de Aragón estaba compuesta por el Reino de Aragón, el Principado de Cataluña, el Reino de Mallorca y el Reino de Valencia. A su vez, estos núcleos tenían dependencias en el Mediterráneo. Aquí se creó un sistema político propio definido por el pactismo, que conjugaba el orden y la libertad.

La Unificación Dinástica y la Creación del Estado Moderno

La unión de la Corona de Aragón y la de Castilla se produjo unos años después del matrimonio entre el heredero de Aragón, Fernando, e Isabel de Castilla, presunta heredera de su hermano Enrique IV.

Las Crisis Previas a la Unificación

  • En Cataluña: Se superpuso una crisis económica, una grave crisis social y, además, una crisis política que llevó a una guerra civil que se prolongó diez años.
  • En Castilla: Tuvo problemas sucesorios en 1474, cuando murió Enrique IV. Su hermana Isabel de Castilla se autoproclamó reina con la oposición de parte de la nobleza que apoyaba la candidatura de una presunta hija de Enrique IV, Juana «la Beltraneja».

En 1479 se produjo una guerra civil en la que lucharon Isabel y Juana, apoyada esta última por Portugal y una parte de la nobleza más importante. En este contexto de doble guerra civil, el enlace de Fernando con Isabel permitió el fortalecimiento de ambos.

La Monarquía Autoritaria de los Reyes Católicos

Los Reyes Católicos pretendieron la creación de una monarquía autoritaria que se impusiese sobre las fuerzas que en la Edad Media habían competido con la monarquía por el poder. La nueva monarquía reafirmó su carácter católico ante las otras religiones que convivían en sus territorios.

La Política Religiosa: Judíos y Moriscos

Respecto a los judíos: El problema era el odio popular al que era sometida esta minoría, a pesar de su importante papel en la economía y en la vida cultural y científica. Las matanzas de judíos forzaron a muchos de ellos a convertirse al cristianismo, pero dentro de este grupo había quienes volvían a practicar sus ritos en secreto y que se conocen como judaizantes. Precisamente para evitar que creciera este grupo, los reyes crearon la Inquisición española.

Pero con esta medida no se solucionó el problema, y se pensó que la única forma de acabar con él era evitar el contacto de conversos con judíos. Así se llegó a la decisión de expulsar a los judíos de España (1492). El problema, lejos de resolverse, empeoró, ya que aumentaron los judaizantes. El vacío dejado por los judíos que se marcharon no fue llenado por ningún grupo de castellanos ni de aragoneses, y sus actividades económicas fueron cubiertas por extranjeros que tomaron la parte más dinámica del mundo de los negocios.

También supuso que en la España de los Austrias apareciera la obsesión por la «limpieza de sangre», que era exigida para acceder a determinados cargos e instituciones, y se sentaran las bases de la intolerancia y fanatismo que caracterizó a la monarquía hispánica en los dos siglos siguientes.

Respecto a los musulmanes: Con la conquista de Granada en 1492, los reyes se comprometieron a garantizar a sus nuevos vasallos mudéjares sus propiedades, religión, lengua y costumbres. No hubo problemas hasta que intervino el Cardenal Cisneros. En 1499 se empezaron a hacer bautismos forzosos, en masa, lo que produjo un levantamiento en armas que fue sofocado por el rey Fernando. La consecuencia más importante fue la Pragmática de 1502, donde se ordenaba la expulsión de todos los musulmanes de Granada y Castilla que no se convirtieran al cristianismo. A los mudéjares convertidos se les conocerá con el nombre de moriscos. El islamismo se siguió practicando de forma secreta.

Fortalecimiento del Poder Territorial

La nueva monarquía llevó a cabo una agresiva política expansionista orientada al control de toda la Península Ibérica. Emprendió la conquista del Reino de Granada, haciendo un esfuerzo económico y militar sin precedentes, y utilizando los enfrentamientos internos de los soberanos musulmanes hasta derrotar al último, Boabdil, en 1492.

Legado de los Reyes Católicos

La monarquía se consolidó como un Estado Moderno, caracterizado por una monarquía autoritaria que había neutralizado a los grupos o instituciones que años atrás le disputaban el poder. Sin embargo, permanecerá la presencia en esta monarquía de dos modelos políticos diferentes (Castilla y Aragón), y esto se mantendrá hasta el siglo XVIII. Por tanto, la unidad de las Coronas de Aragón y Castilla no fue tan profunda como pudo aparentar.

La política matrimonial de los Reyes Católicos respecto a sus hijos trajo como consecuencia poner la herencia española en manos de una dinastía extranjera. Este rey es Carlos I, que toma posesión de las Coronas castellana y aragonesa, dando comienzo a la dinastía de los Austrias.

El Inicio de la Dinastía de los Austrias

Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, da inicio a la dinastía de los Austrias, y los reyes del siglo XVI serán conocidos como los Austrias Mayores. Tanto Carlos I como su hijo Felipe II serán herederos de un conjunto de territorios con intereses muy distintos que harán muy difíciles sus reinados.

La Herencia de Carlos I

Carlos I recibió un vasto conjunto de territorios:

  • La herencia de Isabel la Católica (Castilla, Granada, Navarra, territorios americanos).
  • La herencia de Fernando el Católico (Aragón, Nápoles, Sicilia, Cerdeña).
  • La herencia de Maximiliano I, emperador de Alemania (territorios austriacos).
  • La herencia de María de Borgoña (Países Bajos, Franco Condado).

Política Interior de Carlos I

La llegada de un rey extranjero despertó quejas enfocadas al círculo que rodeaba al monarca. La muerte de su abuelo, el emperador alemán, despertó más recelos, dado que se temía un evidente absentismo real y un aumento de la contribución económica para pagar los gastos del rey en su elección como emperador.

En 1519, Carlos I fue elegido emperador de Alemania, y este hecho obligó al rey a solicitar a Castilla más dinero. En 1520, partió hacia el Imperio, dejando una situación que derivó en una importante crisis en la que las ciudades de Castilla se rebelaron constituyendo Comunidades que darán nombre al levantamiento.

Política Exterior de Carlos I

El Conflicto con Francia y el Peligro Turco

Tras las guerras en Italia, se firmó la Paz de Cambrai, en la que el rey francés renunció a sus pretensiones en Italia y Borgoña.

El peligro turco se hizo presente con el avance del Imperio turco por el continente europeo y por el Mediterráneo. Para amenazar el litoral español, entablaron alianzas con Francisco I y con los piratas berberiscos. El Emperador no pudo terminar con el problema durante su reinado, ya que para ello necesitaba un programa de construcciones navales importante y las necesidades de las Indias eran prioritarias.

El Problema Religioso en el Imperio Alemán

El problema con el Imperio alemán tuvo un carácter político y religioso. El Imperio no era un Estado unificado, sino un conjunto de unidades independientes con intereses distintos. A esto se sumó una realidad religiosa nueva, a partir de la Reforma protestante que allí realizó Martín Lutero.

Carlos I negociaría con los príncipes alemanes protestantes hasta que estos se unieron en la Liga de Smalkalda, lo que supuso el inicio de la guerra. Tras derrotarlos en la Batalla de Mühlberg, Carlos I encargó a su hermano Fernando que negociara con los protestantes, y así se firmó la Paz religiosa de Augsburgo, por la que se reconoció la libertad religiosa en el Imperio alemán.

La Abdicación

La frustración y el desgaste personal del rey le indujeron a tomar una decisión insólita: renunciar a sus Estados en vida.

Felipe II: Conflictos Internos y Centralización

La Sublevación de los Moriscos de las Alpujarras

Los moriscos eran musulmanes bautizados que en la práctica continuaban sin integrarse en la sociedad cristiana en la que vivían. También se les consideraba peligrosos por la posibilidad de que se asociaran al peor enemigo de la España de la época: los turcos.

Felipe II promulgó un edicto en 1567 según el cual a los moriscos se les prohibía el uso de la lengua árabe, sus vestidos y costumbres. El decreto hizo que protagonizaran un levantamiento en las Alpujarras. Este levantamiento fue sofocado militarmente por D. Juan de Austria, y la población morisca granadina fue dispersada por otras regiones españolas.

La Crisis Foral Aragonesa (El Caso Antonio Pérez)

El secretario personal de Felipe II, Antonio Pérez, fomentó los recelos del rey hacia su hermanastro Juan de Austria, al tiempo que mantenía una estrecha relación con este. Indujo al rey a colocar un secretario de confianza a su hermanastro para poder vigilarlo, pero ante el temor de que se descubriera su doble juego, asesinó a este secretario e intentó involucrar al rey en ello.

Pérez fue detenido, pero consiguió huir a Aragón y se acogió al derecho foral en calidad de hijo de aragonés. Allí supo unir su causa con las libertades de Aragón y fue defendido por el Justicia Mayor del reino, que se negó a entregarlo y le ayudó a huir a Francia. Felipe II, violando los Fueros de Aragón, envió un ejército que puso fin al problema y ejecutó al Justicia Mayor, poniendo de manifiesto el conflicto entre la legalidad foral y la voluntad de centralización del rey.

El Siglo de Oro y los Orígenes de la Decadencia

Es cierto que la monarquía hispánica se convirtió en el siglo XVI en la gran potencia de Europa, pero bajo su aparente grandeza política iba creciendo el origen de su decadencia futura. Los constantes problemas políticos que arrastraba la monarquía dependían constantemente del crédito, y se sacrificó toda clase de recursos a una política exterior costosísima.