El Golpe de Estado de Primo de Rivera y el Inicio de la Dictadura
El 13 de diciembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de Estado, declarando el estado de guerra y publicó un manifiesto exponiendo sus motivos para rebelarse y sus objetivos. Alfonso XIII le apoyó, transformando el régimen en una dictadura con rey. Primo de Rivera presentó su gobierno como un régimen transitorio destinado a solucionar los problemas de España, lo que supuso el fin del sistema constitucional y parlamentario, alegando su desprestigio y un grave peligro de revolución social.
Antecedentes del Golpe
El Desastre del 98 provocó una serie de descontentos en la sociedad española que se vio reflejada en la acción política. Se incrementaron los movimientos obreros, los nacionalistas, y el sistema caciquista iba cada vez peor. Por otro lado, el dominio del protectorado de Marruecos era apoyado por los militares africanistas y por el rey, pero no por la opinión pública. En 1921, España intentó consolidar su presencia en algunos territorios, pero sus tropas, al mando del general Silvestre, fueron derrotadas por los rifeños en el Desastre de Annual, liderados por Abd el-Krim, donde casi se pierde Melilla. El general Picasso abrió una comisión para buscar al culpable de semejante desastre y se llegó a nombrar al rey, pero el golpe de Estado de Primo de Rivera impidió conocer las conclusiones del Expediente Picasso.
La Quiebra del Régimen Constitucional y el Manifiesto Regeneracionista
Antes del golpe, el gobierno de García Prieto trató de reformar la Constitución y las leyes, democratizando el sistema, pero tenía mucha oposición de la Iglesia, el rey y el Ejército. Esto, sumado al descontento por el Expediente Picasso, impulsó el golpe de Primo de Rivera. Como ya se ha mencionado, Primo de Rivera publicó un manifiesto en el que declaraba su intención de regenerar la nación, acabar con la corrupción y el caciquismo, así como recuperar el orden público, poner fin a la conflictividad obrera y garantizar la unidad nacional. La mayoría de la población mostró indiferencia o apoyo al golpe, pues lo veían como una situación temporal para arreglar España.
Etapas de la Dictadura
El Directorio Militar (1923-1925)
Alfonso XIII nombró a Primo de Rivera presidente del Directorio Militar, un gobierno integrado exclusivamente por militares. Estos declararon el estado de guerra, suspendieron la Constitución, disolvieron el Parlamento e ilegalizaron los partidos políticos y organizaciones obreras.
Para acabar con el caciquismo, el régimen sustituyó los ayuntamientos por juntas de vocales asociados (los mayores contribuyentes de las localidades), lo que solo sustituyó unos caciques por otros, tras elaborar un estatuto provincial y otro municipal. Se llevó a cabo una política de orden público muy represiva: se persiguió a la CNT, se prohibieron las huelgas y las manifestaciones, y se encarceló a sus dirigentes. Todo esto redujo los conflictos sociales. También se resolvió el problema con Marruecos tras colaborar con Francia en 1925 y ganar al líder rifeño Abd el-Krim en el Desembarco de Alhucemas. El nuevo régimen reguló el trabajo de la mujer, promovió la construcción de viviendas e impulsó inversiones en obras públicas para combatir el desempleo.
El Directorio Civil (1925-1930)
A finales de 1925, se estableció un Directorio Civil, institucionalizando el nuevo régimen y dando entrada a los civiles frente a los militares, aprovechando la buena coyuntura económica internacional de los «Felices Años Veinte». España trató de recuperarse económicamente basándose en el dirigismo estatal (fuerte influencia del gobierno en la economía), con la voluntad de construir un régimen inspirado en las dictaduras autoritarias y de corte corporativo, siguiendo así el modelo de Mussolini en Italia. Se creó la Unión Patriótica, partido gubernamental sin ideología definida que solo debía apoyar al gobierno, compuesto por funcionarios, militares, organizaciones religiosas y propietarios latifundistas. Además, se recurrió al Somatén, una fuerza armada de voluntarios civiles para ayudar al Ejército y a la policía en los conflictos. Se convocó una Asamblea Nacional Consultiva, compuesta por representantes de las corporaciones elegidos desde el poder, para diseñar una nueva Constitución. Querían establecer un gobierno autoritario, pero el proyecto fue mal acogido por la opinión pública y no se aprobó. Para frenar la conflictividad social y obrera, se creó un sindicato controlado por el gobierno que reunía a obreros y empresarios en comités paritarios: la Organización Corporativa Nacional (OCN). La UGT colaboró al principio, pero la CNT se negó y sus miembros fueron perseguidos. Durante estos años, destaca la política económica del ministro Calvo Sotelo, quien consolidó el capitalismo en España. Hubo una fuerte intervención estatal, subvencionando empresas con dinero público e invirtiendo en infraestructuras. Aparecieron las confederaciones hidrográficas y los monopolios. El Estado se endeudó en exceso y, aunque mejoró el nivel de vida de los obreros, estos seguían teniendo salarios bajos. Además, la falta de recursos económicos incapacitó al gobierno para reformar los impuestos, estableciendo un impuesto único proporcional a lo que cobra cada individuo, enfrentándose a las clases acomodadas. La Exposición Universal de Sevilla de 1929 aumentó el prestigio de España, pero la endeudó aún más, coincidiendo con el inicio de la crisis de 1929. El régimen no enfrentó la reforma agraria o la estructura de la propiedad rural que tanto necesitaba España.
Oposición a la Dictadura
Los primeros intentos de acabar con la dictadura provinieron de antiguos partidos del turno y de republicanos, quienes apoyaron conspiraciones como la «Sanjuanada» de 1926, en la que participaron algunos militares descontentos. Se organizó la Alianza Republicana, que desprestigió el régimen, con figuras como Alejandro Lerroux, Manuel Azaña y Niceto Alcalá-Zamora, junto a intelectuales, estudiantes y periodistas. La burguesía catalana también era opositora a esta dictadura. La oposición obrera estuvo representada por la CNT y el PCE. Dentro de la CNT se creó la Federación Anarquista Ibérica (FAI). El PSOE se opuso un poco más tarde y buscaba sustituir la monarquía por un régimen republicano.
La Caída de la Dictadura y la Proclamación de la Segunda República (1930-1931)
Primo de Rivera, enfermo, dimitió. Entonces, el rey Alfonso XIII nombró jefe de gobierno al general Dámaso Berenguer para reponer la Constitución de 1876 y salvar la figura real. Este mantuvo un régimen dictatorial suavizado, conocido como la «Dictablanda». Diversos partidos republicanos, junto a nacionalistas catalanes y gallegos, acordaron el Pacto de San Sebastián para acabar con la monarquía, al que se unieron diversos intelectuales. Se formó un comité revolucionario presidido por Niceto Alcalá-Zamora, quien preparó una huelga general y un pronunciamiento para proclamar la República, que fracasó. Berenguer presentó su dimisión y le sustituyó el almirante Juan Bautista Aznar, quien convocó elecciones municipales en 1931. Estas se convirtieron en una consulta sobre la monarquía. Los candidatos del Pacto de San Sebastián triunfaron, y Alfonso XIII se exilió, proclamándose así la Segunda República Española el **14 de abril de 1931**.