Literatura del Siglo XVIII: Del Rococó al Neoclasicismo en España

El Estilo Rococó

El estilo Rococó busca expresar una nueva sensibilidad y un nuevo concepto de vida, más libre y despreocupado. Los poetas de esta corriente reflejan este espíritu en sus obras, como es el caso de la primera etapa de Meléndez Valdés.

La Poesía Neoclásica

En el Neoclasicismo encontramos un nuevo tipo de poesía que trataba asuntos considerados más serios y reflexivos, y pretendía contribuir a la difusión de las nuevas ideas de la Ilustración. La poesía, como toda obra literaria, debía servir para la reflexión y la educación, por eso los autores procuraban usar un lenguaje sencillo y un tono contenido y natural.

Destacaron dos formas principales:

  • Los poemas en metros largos, dirigidos a un público culto e ilustrado.
  • Las fábulas de animales, que buscaban llegar a todo tipo de lectores.

La poesía en metros largos

Esta poesía criticaba la ociosidad de la nobleza, sus gastos excesivos y el atraso de un pueblo anclado en el pasado. Su máximo exponente fue Juan Meléndez Valdés.

La Prosa Neoclásica

El siglo XVIII es considerado un siglo sin novela en el sentido tradicional, porque las narraciones que se le aproximaron priorizaban la finalidad didáctica y moralizante sobre la fantasía y el entretenimiento, elementos fundamentales del género. La narrativa de la primera mitad del siglo XVIII siguió bajo la influencia barroca. No fue hasta 1758 cuando apareció la primera novela considerada neoclásica: Fray Gerundio de Campazas, una sátira burlesca contra los malos predicadores incultos.

El Neoclasicismo: Principios Generales

El Neoclasicismo triunfó a mediados del siglo XVIII y se inspiraba en el modelo clásico grecolatino. Sus principios fundamentales eran:

  • Tanto en las obras de arte como en la literatura se eliminan los adornos superfluos y la acumulación de elementos que tanto gustaban a los artistas barrocos.
  • Se vuelve a los ideales clásicos de sencillez, claridad, armonía y utilidad.

Características de la Literatura Neoclásica

Los autores neoclásicos trasladaron su concepción estética a la obra literaria, siguiendo estos principios:

  • No se admite el “arte por el arte”. Si una obra literaria quiere ser considerada como tal, deberá poseer y transmitir valores que ayuden a las personas a superar sus limitaciones. El objetivo de la literatura es enseñar deleitando (del latín prodesse et delectare).
  • Se potencian géneros como el ensayo y el teatro, mientras se limitaban otros como la novela.
  • Las obras deben seguir los preceptos clásicos. No se mezclarán géneros literarios en la misma obra, y el teatro respetará la regla de las tres unidades (acción, tiempo y lugar).
  • La lengua literaria será sencilla, clara, hermosa y ordenada, alejada de los excesos del Barroco, para poder transmitir de forma amena y agradable el pensamiento filosófico y moral de la Ilustración.

La Prensa Periódica en el Siglo XVIII

Las gacetas de finales del siglo XVII dieron paso a los periódicos que, aunque caros y escasos, tuvieron en la burguesía ilustrada a sus principales lectores: nobles, burgueses, funcionarios, médicos, políticos, abogados y clérigos, que eran los protagonistas de la vida social y política del país.

Uno de los primeros periódicos fue El Diario de los Literatos (1737), que apoyaba decididamente la estética neoclásica. Sin embargo, dos años después del estallido de la Revolución francesa, se prohibieron los periódicos más populares y críticos ante el temor de que se extendieran las ideas y los sucesos revolucionarios de Francia.

El Teatro Neoclásico

Al iniciarse el siglo XVIII, tanto el público popular como el culto exigían una buena dosis de espectacularidad en las representaciones teatrales. El primero estaba acostumbrado al teatro barroco, mientras que el segundo gustaba de las fastuosas puestas en escena de la ópera. Los nuevos dramaturgos ilustrados buscaron en el exterior innovaciones que permitieran renovar la escena española, cuyo estado era deplorable.

Corrientes Teatrales del Siglo XVIII

El Barroquismo

El barroquismo continuó la tradición del teatro barroco hasta 1780. Las obras de más éxito fueron las comedias de magia, que ponían en escena encantos, duendes, diablos, enanos que se hacían gigantes, peleas, etc., y que, por supuesto, no gozaban del aprecio de los escritores neoclásicos.

La Comedia Sentimental

La comedia sentimental se desarrolló en el último tercio del siglo y fue el género puente que preparó el gusto del público para la aceptación del teatro neoclásico. Sus características eran:

  • Presentaba los conflictos y la vida cotidiana de la burguesía ascendente.
  • Sus argumentos eran sencillos y buscaban conmover al espectador.
  • Sus temas preferidos fueron la crítica de la nobleza, de las leyes injustas y de las malas costumbres.
  • Sus protagonistas se caracterizaron por defender un código moral fundamentado en la tolerancia, la fraternidad y la caridad.

La Comedia Neoclásica

Este género se consolidó en el último tercio del siglo, superando a la comedia sentimental. Sus características son las siguientes:

  • Fidelidad a la regla de las tres unidades del teatro clásico: unidad de acción, de tiempo y de lugar.
  • Protagonistas de clase media que se expresan conforme a su condición social.
  • Situaciones de la vida cotidiana que se plantean con realismo, con las que el público burgués podía identificarse fácilmente. Los temas preferidos son los matrimonios concertados, siempre con un enfoque en la verosimilitud y un claro afán didáctico.

Leandro Fernández de Moratín

Leandro Fernández de Moratín es el dramaturgo más relevante del siglo XVIII. Gran admirador de la cultura francesa, viajó por toda Europa, donde conoció las tendencias teatrales de Inglaterra, Francia e Italia. Esta experiencia fue fundamental para su formación como autor de teatro. En 1806 estrenó con gran éxito El sí de las niñas.