1. La Crisis del Antiguo Régimen
1.1 Estamentos y privilegios
La sociedad del Antiguo Régimen se organizaba en estamentos configurados desde la Edad Media: el Clero, la Nobleza y el Tercer Estado. Los dos primeros estamentos eran los privilegiados, pues gozaban de derechos y estaban exentos de impuestos, acumulando así riqueza y poder. Por lo tanto, poseían la mayoría de las tierras, ejercían jurisdicción en ellas y cobraban impuestos a los campesinos. Además, formaban parte de la corte y tenían altos cargos del Gobierno.
Por otra parte, los no privilegiados constituían el Tercer Estado o pueblo llano. Sobre ellos recaían el pago de impuestos y rentas. Representaban el 95% de la población y ocupaban los oficios de campesinado, empleados, artesanos y sirvientes, además de los burgueses.
1.2 Sociedad agraria y economía señorial
En el siglo XVIII, la agricultura era la fuente de riqueza más importante, pero estaba técnicamente muy atrasada. La mayor parte de la tierra estaba vinculada, es decir, ligada a un título nobiliario, a la Iglesia o a la Corona. Los señores vivían de los derechos que pagaban los campesinos, quienes estaban obligados a entregar a la Iglesia la décima parte de sus cosechas (diezmo) y a pagar impuestos al Estado.
Ante esta situación, se trataba de una agricultura de subsistencia dedicada al policultivo y destinada al autoconsumo.
1.3 Una población estancada
Con estas condiciones, la subalimentación, la falta de higiene y los escasos recursos médicos provocaban una mortalidad muy elevada. Además, en una economía agraria de subsistencia, la producción de alimentos no crecía al ritmo de la población. Las enfermedades y epidemias se ensañaban con una población subalimentada, hecho conocido como las crisis de subsistencia.
1.4 El impulso de la burguesía urbana
El impulso de nuevas técnicas y cultivos aumentó la producción agrícola, mejoró las condiciones de explotación y fomentó la expansión de la propiedad privada de la tierra. El aumento de la producción agrícola permitió reducir la mortalidad y estimuló el crecimiento de la población. En Londres y París, se expandía una burguesía emprendedora, interesada en impulsar las manufacturas y el comercio, la cual tenía cada vez más poder económico. Sin embargo, su crecimiento se vio frenado por su condición de no privilegiados.
1.5 El absolutismo y sus límites
El sistema político del Antiguo Régimen era la monarquía absoluta de derecho divino. El rey concentraba todos los poderes: gobernaba el reino, dirigía la política exterior, dictaba las leyes y administraba la justicia. No estaba sometido a ningún control y encarnaba al Estado, que eran sus súbditos. Su autoridad era incontestable porque venía de Dios y la ejercía en su nombre.
La arbitrariedad era la norma y ninguna ley protegía a los súbditos del despotismo. Cualquier desobediencia era sofocada por el ejército.
1.6 La Ilustración, una crítica al absolutismo
John Locke hizo una primera formulación de lo que sería el liberalismo. Defendía que el Estado tenía que garantizar los derechos del individuo y daba entidad a un poder legislativo separado del ejecutivo, con el objetivo de hacer leyes y controlar el Gobierno. Por otra parte, propugnó el empirismo, en el que el conocimiento debía basarse en la experiencia práctica. Estos planteamientos adquirieron un nuevo sentido con la Ilustración, movimiento cultural de la segunda mitad del siglo XVIII, en el que se defendía la libertad e igualdad de todos los hombres ante la ley. Destacaron Montesquieu, Diderot, Voltaire o Rousseau. También sostenían que la razón era el único medio para entender el mundo, rechazaban la religión y defendían la libertad de conciencia y de pensamiento.
1.7 El despotismo ilustrado
El pensamiento ilustrado llegó a influir en algunas monarquías europeas que vieron la necesidad de introducir cambios en el sistema para hacerlo más operativo y garantizar su continuidad: fue el despotismo ilustrado. Así, los déspotas ilustrados propusieron reformas administrativas para conseguir una mayor eficacia y racionalidad en la gestión del Estado y reformas económicas que facilitasen el crecimiento.
2. Los Inicios del Parlamentarismo: Inglaterra y Estados Unidos
2.1 El fin del absolutismo
Desde la Edad Media, el poder real en Inglaterra estaba limitado por las dos cámaras del Parlamento: la de los nobles y los clérigos (Lores) y la de los burgueses, representantes de las ciudades (Comunes). Este planteamiento se vio alterado en el siglo XVII, cuando una nueva dinastía, la de los Estuardo, pretendió gobernar sin el control del Parlamento. Estos hechos provocaron un movimiento revolucionario que precipitó una serie de cambios que pusieron fin al absolutismo.
2.2 La consolidación del parlamentarismo
El Parlamento inglés ofreció la Corona al príncipe holandés Guillermo de Orange, de fe protestante y dispuesto a jurar la Declaración de Derechos. La monarquía parlamentaria británica no representaba a toda la población: tan solo una minoría tenía derecho a voto, los habitantes de las colonias no estaban representados y se aceptaba la esclavitud.
2.3 La guerra de la independencia americana
Las trece colonias inglesas de América del Norte protagonizaron una primera insurrección colonial contra la metrópolis. Los colonos decidieron enfrentarse a la metrópolis ya que se oponían a las tasas e impuestos y al monopolio comercial que Gran Bretaña ejercía sobre su territorio. El 4 de julio de 1776, representantes de las trece colonias reunidos en Filadelfia, redactaron la Declaración de Independencia de Estados Unidos de América.
2.4 La formación de Estados Unidos
El nuevo Estado, que agrupaba a las trece colonias, adoptó el nombre de Estados Unidos de América y George Washington fue proclamado primer presidente. En 1787, el nuevo Estado americano redactó la primera Constitución escrita de la historia. El texto aseguraba la separación de poderes, establecía una república con amplios poderes para el presidente y un Parlamento bicameral. Por encima de los Estados se situaba el Gobierno federal. La Constitución se completaba con una Declaración de Derechos que garantizaba la libertad de religión, de prensa, de expresión, de reunión y el derecho a ser juzgado por un jurado.
3. La Revolución Francesa: La Monarquía Constitucional
3.1 Las causas de la Revolución
Hacia 1788, el descontento de los sectores del Tercer Estado se acentuó por la situación de crisis económica:
- Los campesinos sufrieron un aumento de las rentas señoriales y unas malas cosechas que agravaron su precariedad.
 - En la ciudad, la escasez de productos y la subida de precios desembocaron en motines contra los acaparadores, que especulaban con el precio.
 - Un sector de la burguesía reclamaba un cambio político que contribuyera a la libertad económica, unas instituciones representativas y la igualdad civil.
 - El déficit era desorbitado debido al aumento de gastos y la dificultad para obtener nuevos ingresos.
 
3.2 La toma de la Bastilla
El rey, Luis XVI, aceptó la propuesta de los privilegiados y convocó los Estados Generales para mayo de 1789. El 5 de mayo se reunieron y pretendían discutir solo sobre finanzas y descartaban las propuestas de reformas sociales y políticas del Tercer Estado. Los representantes de este estamento exigieron el voto por cabeza. Ante la negativa del rey, se constituyeron en Asamblea Nacional y juraron no disolverse sin haber dado una Constitución a Francia.
La amenaza de una intervención militar provocó la movilización del pueblo de París, que el 14 de julio tomó la Bastilla, la fortaleza del absolutismo. La noticia se expandió por toda Francia y en el campo se desataron revueltas antiseñoriales que se conocen como el Gran Miedo.
3.3 La monarquía constitucional (1790-1792)
Ante la presión campesina, la Asamblea procedió a abolir el feudalismo, los estamentos y los privilegios. Se suprimieron la servidumbre, los diezmos, los derechos y las rentas y la justicia señorial, pero se obligó a los campesinos a pagar una indemnización a los señores. Después, se aprobaron los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Tras largos debates, en 1791 se aprobó la Constitución, que representaba un pacto entre la nación y el rey y definía una monarquía constitucional asentada en la división de poderes: el ejecutivo en manos del rey, el legislativo para la Asamblea y el judicial con jueces electivos. Los antiguos privilegiados se opusieron a las reformas. Muchos huyeron a Austria para organizar una intervención militar contra la Revolución, como Luis XVI, que fue detenido junto a su familia en Varennes y retornado a la capital.
3.4 La caída de la monarquía
Los campesinos mostraron su insatisfacción por el pago de un rescate por los derechos señoriales y aspiraban al acceso a la propiedad de la tierra. En la ciudad, los problemas derivados de la producción, el alza de precios y la escasez de subsistencias continuaban. Ello estimuló el surgimiento de un movimiento sans-culotte y de sociedades patrióticas.
En la nueva Asamblea Legislativa, los aristócratas estaban casi sin representación. Los diputados electos se fueron organizando en clubs patrióticos. Aquí comenzó a fraguarse la división entre quienes pensaban que no debía irse más allá de la Constitución de 1791 y los llamados jacobinos, que aspiraban a continuar la Revolución.
Ante la situación de obstruccionismo monárquico, los sans-culottes protagonizaron una insurrección que acabó con la monarquía. El 10 de agosto de 1792, asaltaron el palacio de las Tullerías y detuvieron al monarca Luis XVI.
4. La Revolución Francesa: La República
Una nueva asamblea constituyente (Convención Nacional) se reunió el 20 de septiembre y al día siguiente se abole la monarquía y se proclama la República.
La nueva Convención republicana estaba dividida en grupos, que fueron:
- Los girondinos, moderados. Consideraban que la Revolución había acabado con la República.
 - Los jacobinos. Su principal representante fue Robespierre. Su prioridad era atender con medidas extraordinarias a las demandas populares, avanzar en igualdad social y luchar contra los girondinos.
 - En el centro, La Llanura, que oscilaba entre los dos grupos mayoritarios.
 
4.1 La república girondina (1792-1793)
El primer problema fue la respuesta que debía darse a la actuación de Luis XVI. Su opción era castigar al rey, pero temían que su muerte provocase una fuerza de todas las potencias contra Francia. Por el contrario, los jacobinos defendían la necesidad de ajusticiar al rey. La presión popular obligó a la Convención a tomar la última opción: Luis XVI fue guillotinado en enero de 1793, y la reina María Antonieta en octubre del mismo año.
La situación era cada vez más complicada. Las ejecuciones de los reyes impulsaron una coalición europea antirrevolucionaria. En 1793, se produjo una insurrección campesina en la Vendée.
4.2 La república jacobina (1793-1794)
En junio de 1793, los jacobinos, respaldados por los sans-culottes, asaltaron la Convención, detuvieron a los principales diputados girondinos y los ejecutaron. Los jacobinos elaboraron una nueva Constitución en 1793, que reflejaba los principios de la democracia social.
Impulsaron reformas sociales como la Ley de Máximum, la redistribución de la propiedad agraria, el castigo a los especuladores, la enseñanza obligatoria y gratuita, así como el calendario revolucionario.
4.3 El Comité de Salud Pública. El Terror
Para imponer todas estas reformas, se estableció un Gobierno revolucionario que actuó de forma dictatorial, el Comité de Salvación Pública, cuyo líder fue Robespierre.
El nuevo Gobierno suspendió las garantías constitucionales e inició una política conocida como el Terror: concentró en sus manos todos los poderes y tomó medidas contra los sospechosos de acciones contrarrevolucionarias.
Ante las críticas, Robespierre y sus fieles recurrieron a una violencia extrema para eliminar a sus adversarios. En esta situación, todos sus enemigos se unieron contra ellos, acusando a los jacobinos de instaurar una dictadura, y un golpe de Estado detuvo a Robespierre, que fue guillotinado junto a sus seguidores.
4.4 La república conservadora (1794-1799)
Se procedió a instaurar un nuevo orden con una nueva Constitución (1795) que restableció el sufragio censitario, creó un nuevo poder ejecutivo de cinco miembros, el Directorio, y un cuerpo legislativo formado por el Consejo de los Quinientos, que elaboraba las leyes, y el Consejo de los Ancianos, que las aprobaba.
Pero el Directorio no consiguió estabilizar la situación. Las clases acomodadas vieron en Napoleón Bonaparte a un general victorioso que podía garantizar la revolución liberal y evitar los excesos de los sectores populares. Con el apoyo de la burguesía y el ejército, Napoleón protagonizó, el 9 de noviembre de 1799, un golpe de Estado y concentró todo el poder en sus manos.