Panorama de la Literatura Hispanoamericana y Española Contemporánea

Literatura Hispanoamericana Contemporánea

En Hispanoamérica, en torno a 1930, los “extremismos” de las vanguardias habían declinado. Al igual que en España, la poesía se va “rehumanizando”, haciéndose eco de las circunstancias sociales y políticas de la época. Además, se da una americanización de las vanguardias con la poesía negra o afroantillana, como la de Nicolás Guillén con Motivos del son.

Poesía posterior a las vanguardias

La poesía posterior a las vanguardias viene marcada por tres aspectos:

  • La influencia modernista.
  • La continuación del surrealismo.
  • El compromiso.

Las tres tendencias estructuran la lírica del peruano César Vallejo. Así, Los heraldos negros, Trilce y España, aparta de mí este cáliz, ejemplifican, respectivamente, cada una de ellas.

La nobel chilena Gabriela Mistral, modernista en sus inicios, cultiva temas como el amor, el sufrimiento y las inquietudes sociales. En Lagar, el amor estiliza a la tierra y a los hombres.

Asimismo, la trayectoria de Pablo Neruda, premio Nobel de Literatura en 1971, representa la evolución de la literatura hispanoamericana a partir de los años 20. Veinte poemas de amor y una canción desesperada muestra el influjo del modernismo con una subjetividad neorromántica. Residencia en la tierra profundiza en el surrealismo.

Por otro lado, las obras de Octavio Paz se han considerado un resumen de la poesía del siglo XX, ya que pasa de un tono posmodernista a ser influido por los poetas mexicanos y la generación del 27, a comprometerse políticamente.

Además, es figura clave para la introducción del surrealismo en Hispanoamérica. Libertad bajo palabra es su libro más representativo.

Género narrativo: Novela regionalista

Respecto al género narrativo, en el primer tercio del siglo XX, se desarrolla la llamada novela regionalista que se muestra cercana al costumbrismo realista, pero aborda también el conflicto entre civilización y barbarie. Exalta las culturas americanas, la naturaleza y los conflictos sociales. Dentro de la novela regionalista, destacan cuatro vertientes:

  • Novela de la revolución mexicana: Liderada por figuras como Pancho Villa o Emiliano Zapata, estalla en 1910 para derrocar el régimen de Porfirio Díaz y pretende promover una profunda reestructuración social, como se aprecia en Los de abajo, de Mariano Azuela.
  • Novela indigenista: Denuncia la marginación del indio en la sociedad de su tiempo, representada por el boliviano Alcides Arguedas con Raza de bronce.
  • Novela gauchesca: Con Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes, en la que se cuenta cómo el último gaucho forma a un joven bastardo en un mundo campesino que va desapareciendo empujado por la modernidad.
  • Novela de la tierra: En la que la naturaleza (ante la que el ser humano queda empequeñecido) cobra aún más importancia. Destaca Doña Bárbara de Rómulo Gallegos.

El Boom Latinoamericano

A finales de los años cincuenta y durante la década de los sesenta, se produce una eclosión de la narrativa hispanoamericana conocida como el boom, que supuso la difusión internacional de un importante grupo de escritores.

Pese a que cada autor desarrolla un estilo propio, existen características comunes como:

  • La problemática existencial (la incomunicación, el desarraigo o la desazón).
  • El predominio de la ambientación urbana frente a la omnipresencia de la naturaleza.
  • La figura del dictador.
  • El realismo mágico (inserción de elementos fantásticos, legendarios o míticos en la vida cotidiana de los personajes).
  • Uso de técnicas narrativas propias de la novela experimental como el desorden cronológico, los múltiples puntos de vista o el recurso del monólogo interior.

El boom se relaciona en particular con los autores: Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes, aunque se consideran precursores: Miguel Ángel Asturias, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges y Juan Carlos Onetti, entre otros.

Autores clave del Boom y precursores

El nobel colombiano Gabriel García Márquez es el autor de Cien años de soledad, paradigma de la narrativa del boom y máximo representante del realismo mágico. Crea un mundo imaginario desde su origen, Macondo, donde transcurre su obra maestra, metáfora de la historia de Colombia, de América Latina y de la humanidad.

El argentino Julio Cortázar escribió colecciones de cuentos, así como su novela más conocida, Rayuela. El título de la obra hace referencia a la consideración de esta como un juego en el que el lector debe participar activamente.

Entre la extensa obra del peruano Mario Vargas Llosa, destacan los títulos: La ciudad y los perros (crítica feroz de la sociedad peruana de su tiempo) y Conversación en la catedral (en la que un periodista que rompe con su mundo burgués dialoga con la catedral sobre la realidad política y social del país).

El mexicano Juan Rulfo cultiva nuevas técnicas narrativas vanguardistas en Pedro Páramo, novela breve que representa un mundo donde conviven vivos y muertos para ahondar en temas obsesivos como la violencia, las tensiones familiares, la miseria del campesinado, la guerra civil y el caciquismo.

En Argentina, Jorge Luis Borges, una de las máximas figuras de la literatura mundial, presenta al mundo como laberinto entre lo real y lo irreal en breves relatos fundidos con el ensayo (El Aleph).

El uruguayo Juan Carlos Onetti creó un espacio mítico, Santa María, ciudad donde habitan personajes solitarios y desesperanzados en la que se ambientan sus obras principales como El astillero.

Narrativa posterior al Boom

Respecto a la narrativa posterior al boom, esta presenta una gran diversidad de tendencias y estilos. Así, destacan:

  • La novela intimista (regreso a lo sentimental y cotidiano como reacción a la narrativa del boom), como Un mundo para Julius de Alfredo Bryce Echenique.
  • La novela policiaca, en forma de parodia, como Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, y las obras que indagan en entidades marginales, reprimidas o silenciadas, como El beso de la mujer araña de Manuel Puig.
  • Las novelas de contenido político-social que se basan en las cruentas dictaduras de los países del Cono Sur (Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay), como Primavera con una esquina rota de Mario Benedetti.

En conclusión, las peculiaridades geográficas, históricas y sociales propias, junto a las influencias españolas, europeas y norteamericanas, dieron como resultado un discurso literario de singular valor que hoy conocemos como literatura hispanoamericana.

Literatura Española: Lírica y Narrativa del 36 al 75

Al terminar la Guerra Civil, el panorama es desolador y el género narrativo no es una excepción.

Algunos autores parten al exilio. Unamuno y Valle-Inclán han fallecido. Baroja y Azorín publican obras de menor calidad, y los autores que se quedan en el país se ven sometidos a una férrea censura que impide, asimismo, la llegada de diferentes innovaciones literarias desde Europa.

Narrativa en el exilio

En el exilio, se editan obras de mayor calidad como El laberinto mágico de Max Aub; Réquiem por un campesino español de Ramón J. Sender o Muertes de perro de Ramón Pérez de Ayala.

A pesar de sus diversas orientaciones, les une la oposición a la dictadura y temas recurrentes tales como el recuerdo de la España anterior a la guerra, la añoranza de amigos o el imposible regreso.

Narrativa en el ámbito nacional (1936-1975)

En el ámbito nacional, la producción narrativa más significativa hasta 1975 se puede estudiar en tres etapas:

  • Década de los cuarenta, con novelas de corte tradicional y la llamada novela existencial y tremendista.
  • Década de los cincuenta, con la novela social y neorrealista.
  • Décadas de los sesenta y setenta, con la novela experimental.

Los autores deben partir de la nada y explorar nuevas formas narrativas, inspirándose en la novela realista y naturalista del siglo XIX y, entre los contemporáneos, principalmente en Baroja.

Tendencias en la década de los cuarenta

Así, las tendencias novelísticas en la década de los años cuarenta:

  • La novela nacionalista: Se acerca a la guerra desde la perspectiva de los vencedores. Destacó en esta corriente Rafael García Serrano con La fiel infantería.
  • La novela fantástica: Por su parte, se crean mundos imaginarios para rechazar la cruda realidad, como El bosque animado de Wenceslao Fernández Florez.
  • La novela existencial: Se instala en la conciencia del “yo”. De ahí que los temas sean la sociedad, inadaptación, frustración… La abundancia de personajes marginados y angustiados reflejan el malestar del momento. Como ejemplos sobresalen Nada de Carmen Laforet y La sombra del ciprés es alargada de Miguel Delibes.

El Tremendismo

Dentro de esta década aparece también el tremendismo, que se define como una variante del realismo insistiendo en lo más sórdido y desagradable de la realidad. Se inicia con La familia de Pascual Duarte, primera novela de Camilo José Cela.

Tendencias en la década de los cincuenta

En los años cincuenta, se produce cierta flexibilidad de la censura y la novela evoluciona a concepciones sociales, por lo que nace una novela comprometida que pretende reflejar fielmente las condiciones a las que está sometida la sociedad española. Entre los novelistas cabe diferenciar dos líneas: una social y otra neorrealista.

  • Realismo Social: La novela pionera es La colmena de Camilo José Cela. Se caracteriza por su protagonista colectivo, la condensación temporal y visión pesimista ambientada en el Madrid de posguerra. Otra obra dentro de esta corriente sería La resaca de Juan Goytisolo.
  • Neorrealismo: Es la corriente elegida por autores que no compartieron de manera tan inmediata las inquietudes sociales. En estas, la crítica es más difusa y se observa una preocupación por los valores éticos. En esta corriente se sitúa Rafael Sánchez Ferlosio con El Jarama.

Tendencias en las décadas de los sesenta y setenta

En los años sesenta, junto al agotamiento de la fórmula realista, hay que destacar dos factores de carácter literario que favorecen la decisiva modernización de la novela española: el descubrimiento de la novela hispanoamericana “boom” (Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar) y la lectura de grandes renovadores de la literatura universal (Kafka, Joyce…). Estos factores propician la aparición de novelas experimentales con mayores preocupaciones formales, pero sin renunciar a la crítica social.

Entre los rasgos de la narrativa en la década de los sesenta-setenta destaca:

  • El narrador como elemento cambiante.
  • Diferentes perspectivas narrativas.
  • Importancia del monólogo interior.
  • Ruptura de la secuencia cronológica.
  • Personajes como seres en conflicto con su entorno y personalidad.

Los autores de esta corriente fueron Luis Martin-Santos con Tiempo de silencio; Miguel Delibes con Cinco horas con Mario, Juan Goytisolo con Señas de identidad o Gonzalo Torrente Ballester con La saga-fuga de J.B.