Pedro lezcano la chabola

“La Chabola” es un cuento escrito por Pedro Lezcano, poeta, dramaturgo y escritor Canario. Esta obra pertenece al conjunto de relatos “Cuentos sin geografía”, su obra más destacada dentro de su narrativa. Esta fue publicada en 1968, y, además de La Chabola, contiene otros diez cuentos, como “Taru o la popularidad” y “Las hermanas de Bonet”. Pedro Lezcano, mantuvo relación con otros escritores de la época como Carlos Buosoño y Carmen Laforet. Siempre prestó colaboración y presentó debilidad por la población más humilde, por lo que en sus obras expone, mediante la denuncia, la condición humana y social de estas personas, aparte de la presentación del paisaje canario, debilidad que le surge de sus raíces natales.


Dentro de la obra que tratamos, Pedro Lezcano nos muestra la recogida diaria de una familia chabolista, en contraposición con otro momento, el lanzamiento de un satélite. La conexión entre ambos viene dada por la visita de un norteamericano para informarles de la inmediata desconexión de todos los electrodomésticos, lo que viene unido a la forma irónica que le adjudica Lezcano, ya que el hogar descrito carece de electricidad.

En el cuento se nos presentan dos mundos bien diferenciados, representados por Juan y el señor extranjero. El tema es la pobreza y la ignorancia frente a la riqueza, el desarrollo tecnológico y el conocimiento. Por lo que podemos afirmar que este cuento tiene un marcado compromiso social, propio del autor y carácterístico en toda su obra. 



La historia transcurre durante un día completo hasta la llegada de la noche en una chabola ubicada en una playa del litoral canario. Es una chabola verdaderamente pobre, construida con diversos elementos reciclados. 



Respecto a los personajes, tenemos por un lado a Juan “el chinchorrero”,  que como su nombre indica, se dedica a la pesca. Es humilde y pobre. Junto a él, su esposa, María, de la misma condición que Juan y que se dedica a mandar las tareas de la casa. Los hijos Pepa, Justo, Isabela y el niño, conforman la generación más joven, en contraste con la vieja Juanitita, donde ambos se describen al igual que el resto de personajes, chabolistas. Y por último, aunque este sea un personaje fugaz, el hombre americano, quien es descrito como un hombre rubio y alto. 


Dentro de la simbología que se presenta en el texto podemos encontrar el nombre de “Juanitita”, el cual expresa la vejez de la anciana a causa de su desarrollo de “Juanona” al que posee ahora, lo que muestra su deterioro y su longevidad. Además encontramos el elemento principal, la chabola, con su significado propio de pobreza. Por otro lado, las cajas de las paredes, que correspondían a cajas de tomates de exportación; las mareas del pino, que corresponden específicamente a GC, y el americano, que se vinculaba con la planta espacial que se estaba construyendo en Maspalomas durante los años 60. 


En primer lugar destacamos el narrador objectivo que narra en tercera persona. Por otro lado, podemos destacar la función poética desde el principio del primer párrafo en la que usa diferentes recursos literarios: metáforas (“hermanas celestes”); sinestesias (“rezongo azul”); personificaciónes (“como sus hermanas palidecerán”); hipérboles intensificando el color rojizo de las estrellas (“estrellas marinas color sangre”); epítetos (“altas mareas”, “múltiples idiomas”); el uso de la anáfora junto al parelelismo (“que pepa…Que justo…Que Isabela”); 
onomatopeya
 (“berrea sin cesar el hijo más pequeño”); onomatopeya (“berrea el niño…”); símiles (“dicho y lo cual como un ánima”) y la metonimia  (“virginio”),  haciendo alusión con este término al cigarro. En otras ocasiones, la ironía y el humor también son relevantes (“suele llamar la ONU a su chabola”).


Por otro lado, la función expresiva se manifiesta en el uso del diminutivo (Juanitita) y también es función expresiva la apelativa en el habla de María (“te vas a callar condenado”). El cuento esta escrito en presente indicativo menos cuando se habla del pasado de la abuela, cuyo tiempo verbal es el pretérito perfecto (“la llamaban Juana…”). 


En el registro familiar utilizado por los personajes encontramos la presencia de vulgarismos,  léxico pobre y expresiones típicas del léxico canario como (“¿cualo dijo que hiciéramos?”, “papas”, “virginio”). Además, destacamos el habla del extranjero, que suprime palabras, nexos y verbos, propio de una persona que no controla la lengua (“rogamos desconecten”).


Para finalizar, en el último párrafo encontramos el uso de oraciones coordinadas copulativas (“y esta cena no tiene sobremesa, cañaos al niño…Chinchorrero”) y el empleo de léxico popular de uso frecuente en Canarias como por ejemplo chinchorrero, rezongar, volador…