Pertenece

Ortega y Gaset con otros autores.

Ortega y Gasset pertenece a una corriente filosófica conocida como vitalismo que lo relaciona directamente con Nietzsche. Puede decirse que ambos comparten la idea de que la razón debe ceder ante la vida como concepto esencial en la filosofía. Ortega y Gasset matiza luego su relación con Nietzsche: el concepto de vida que Nietzsche defiende es demasiado afín al irracionalismo de la vida instintiva. Ortega defiende una síntesis de razón y vida que llama raciovitalismo.

En cuanto a la metafísica Ortega y Gasset afirma que uno de los presupuestos de la filosofía es partir siempre de cero, cuestionarlo todo antes de empezar. En este sentido Ortega cumple con el requisito de la duda sistemática que Descartes, el fundador de la filosofía moderna, pone a la filosofía.

Ortega  observa  en  la  historia  de  la  filosofía  que  tanto  el  realismo  griego  (considerar  que  lo  que  existe realmente es el mundo) como el idealismo cartesiano (considerar que el pensamiento es más real que el mundo) son visiones extremistas del mundo. Para Ortega no se puede separar el pensamiento del mundo, el yo de sus circunstancias. A esta conjunción de yo y circunstancia la llama Ortega vida y la concibe como la realidad radical de la que debe partir la filosofía. En su concepto de vida Ortega toma de Nietzsche el concebirla como espontaneidad frente al dogmatismo de la razón. Para Ortega el tema de nuestro tiempo es la superación del idealismo, del “culturalismo”: El arte, la metafísica, la ética están completamente vacíos si además de obedecer al imperativo racional no obedecen también al imperativo vital.: Belleza y Deleite, Bondad e Impetuosidad, Verdad y Sinceridad.

Las  opiniones  de  Ortega  sobre  teoría  del  conocimiento  lo  colocan  en  la  órbita  de  Nietzsche  o  del relativismo sofista. Frente al dogmatismo y el objetivismo racionalista defendidos por Sócrates, Platón o Descartes, por citar algunos de los autores que conocemos, Ortega afirma la vida, la unión del yo y sus circunstancias.  Nadie  puede  acceder  a  la  verdad  absoluta  pues  todos  habitamos  querámoslo  o  no  una circunstancia  concreta  lo  cual  nos  da  una  perspectiva  subjetiva  de  las  cosas.  Del  mismo  modo  que Nietzsche  había  criticado  el  “error  socrático”  de  renunciar  a  la  vida  a  favor  de  una  verdad  única  e inmutable Ortega afirma que esa verdad de los filósofos no es verdaderamente humana. A los humanos nos corresponde  solamente  la  perspectiva.  Sin  embargo,  no  por ello defiende Ortega posiciones cercanas al escepticismo, el irracionalismo o el relativismo. Según Ortega el hombre necesita de la verdad para dar sentido a su existencia. Las posiciones relativistas extremas le dan demasiada importancia al sujeto.

Ortega propone una síntesis de sujeto y objeto, de vida y razón, que llama raciovitalismo, que lo aleja de la razón pura de la filosofía moderna (Descartes, Kant) y del irracionalismo de autores como Nietzsche. Esta síntesis  es  la doctrina  perspectivista  de  Ortega  en  el  tema  de  la  verdad  que  lo  une  directamente  con Nietzsche: el conocimiento es perspectiva, no se puede separar el objeto conocido del sujeto que conoce, “no hay datos sino interpretaciones”. Esto no significa caer en el escepticismo puesto que para Ortega la realidad  misma  es  perspectivística,  la  suma  de  todas  las  perspectivas  nos  da  un  panorama  total  de  la realidad.

En  el  tema  ético  Ortega  entiende  la  vida  humana  como  “tarea”,  “quehacer”,  “proyecto”. Ortega acusa al ciudadano europeo de su época de vivir instalado en la comodidad de una herencia intelectual y política que no se ha molestado en repensar y ajustar a la nueva época en que vive. Ortega combate la hipocresía cultural, el “creer que se cree”, el racionalismo fingido y advierte de los graves peligros que acechan tras esta actitud ya que semejante herencia cultural no es capaz de hacer frente al “místico”, al “irracionalista”, al “fascista”. La enfermedad que afectaba a Europa según Ortega era, por ejemplo, creer ciegamente que la democracia es el mejor sistema político y no molestarse en reflexionar sobre si era adecuada a los tiempos que corrían. Diez años después la misma “democracia” extendió la plaga del fascismo por Europa.

Para Ortega una vida se cumple, es auténtica, cuando se guía por una moral abierta: cuando se guía por el imperativo: “llega a ser el que eres”. El llamamiento orteguiano a cumplir lo que uno es sitúa la ética de Ortega en la estela de  Aristóteles. Recuérdese que el bien para Aristóteles era cumplir con el fin propio de cada uno. Ortega pide al ciudadano europeo el atreverse a renunciar a los antiguos valores heredados para crear los propios. El llamamiento a que nuestra cultura esté totalmente impregnada por nuestra “sensibilidad vital”, coloca a Ortega próximo a Nietzsche.

La ideas políticas de Ortega se reflejan principalmente en la obra La rebelión de las masas. En ella expone que existe una diferencia entre la élite, las minorías selectas, y el hombre-masa. Según Ortega, las masas, por odio a los mejores, se han rebelado y han tomado las riendas de la política con muy malos resultados como, según él, puede observarse en la historia de España. Esta distinción entre élites y hombre-masa está muy próxima a las distinciones morales de Nietzsche entre moral de señores y esclavos. Así, por ejemplo,la defensa que hace Ortega de Napoleón en El tema de nuestro tiempo. En lo que se refiere a la sociedad ideal Ortega es afín al planteamiento platónico de un gobierno de los mejores.