Prehistoria Ibérica: Cambios Clave en Economía, Sociedad y Arte Rupestre

La Prehistoria en la Península Ibérica: Transformaciones Socioeconómicas y Artísticas

La Península Ibérica fue asiento de comunidades humanas desde fechas muy lejanas. La prehistoria se divide tradicionalmente en tres etapas principales: el Paleolítico, el Epipaleolítico y el Neolítico. A continuación, exploraremos las profundas diferencias en la economía y la organización social entre el Paleolítico y el Neolítico, así como las causas de estos cambios, y finalmente, distinguiremos entre las manifestaciones artísticas del Paleolítico Superior y el arte levantino.

1. El Paleolítico: Economía Depredadora y Sociedad Igualitaria

El Paleolítico, la etapa más extensa de la prehistoria, estuvo marcada por la sucesión de glaciaciones. El período más trascendental es el Paleolítico Superior (desde hace unos 40.000-30.000 años hasta hace 9.000 años). Las glaciaciones se caracterizaban por un clima más frío que el actual, con un medioambiente y unos ecosistemas adaptados a esas circunstancias. Durante este tiempo, las condiciones climáticas de la Península Ibérica eran distintas a las actuales: hacía más frío y las lluvias eran abundantes. Asimismo, grandes herbívoros de clima frío habitaban la zona, como bisontes, uros, caballos, ciervos, renos, entre otros.

1.1. Economía y Modo de Vida Paleolítico

La economía paleolítica era fundamentalmente depredadora, basada en la caza, la pesca y la recolección como base de la subsistencia. En consecuencia, la forma de vida era nómada, ya que era necesario seguir a la caza y a los recursos estacionales. Los asentamientos eran temporales, ubicándose junto a ríos y en cuevas.

1.2. Organización Social Paleolítica

Es presumible que no existieran, en los propios grupos, diferencias sociales de importancia. Su reducido tamaño y la necesidad de cooperación en la caza y la recolección reforzarían la cohesión interna y la igualdad entre sus miembros. Las únicas divisiones sociales debían estar causadas por las diferencias de género: los hombres se dedicaban principalmente a la caza, mientras que las mujeres se ocupaban de la recolección y el cuidado de ancianos y niños.

Los yacimientos más importantes del Paleolítico Superior aparecieron en la cornisa cantábrica (Morín, Altamira, Tito Bustillo, etcétera) y en el área mediterránea (Parpalló, Mallaetes, L’Arbreda, etcétera).

2. El Mesolítico y la Revolución Neolítica: Hacia la Producción y la Complejidad Social

Hacia el año 9000 a.C., finalizó la última glaciación y se inició la fase climática actual. Los hielos permanentes se retiraron hacia el norte y, en la Península Ibérica, al igual que en todo el Mediterráneo, el clima se volvió más cálido y seco. Este cambio climático dio comienzo al Mesolítico (9000-5000 a.C.), que se caracterizó por la pervivencia de la economía depredadora del Paleolítico, pero en un escenario de creciente presión demográfica. Al desaparecer los grandes herbívoros de clima frío, la forma de vida cazadora resultaba cada vez más difícil para una población en aumento. En el caso de los grupos cazadores, la presión demográfica se da cuando el crecimiento de la población obliga a cazar a un ritmo superior al de la capacidad de reproducción de las especies cazadas, lo que lleva a su extinción o escasez.

2.1. La Revolución Neolítica: Agricultura, Ganadería y Sedentarismo

El crecimiento de la población y la disminución de la caza obligaron a pasar de una economía depredadora a otra de producción, basada en la agricultura y la domesticación de animales. Este proceso, que se inició en el Neolítico (5000-2500 a.C.), se conoce como “Revolución Neolítica”.

La gran ventaja de la agricultura, respecto a la caza, es que permite producir más cantidad de alimentos por unidad de superficie y, por lo tanto, posibilita mantener a poblaciones más densas y en crecimiento. Sin embargo, también tiene sus inconvenientes: requiere invertir más esfuerzo y tiempo de trabajo. En consecuencia, el ser humano dejó de ser nómada para convertirse en sedentario, agrupándose en comunidades y formando poblados.

2.2. Transformaciones en la Organización Social Neolítica

Con la sedentarización, los grupos fueron adquiriendo una complejidad creciente. La división social del trabajo (con la aparición de jefes, sacerdotes, guerreros, agricultores, pastores) originó diferencias de riqueza y de poder entre sus miembros. La generación de excedentes de producción, favorecida por la agricultura, propició la aparición de la propiedad privada y, con ella, una marcada diferenciación social.

3. Manifestaciones Artísticas Rupestres: Pintura Cantábrica vs. Pintura Levantina

Las primeras manifestaciones artísticas aparecieron durante el Paleolítico Superior (40.000-30.000 a.C.). Estas muestras de pintura rupestre son obra del Homo sapiens y se concentran principalmente en el suroeste de Francia y en la región cantábrica. Las cuevas de Altamira (Cantabria) constituyen uno de sus máximos exponentes. Ciertas zonas de las cuevas presentan pinturas poco visibles, lo que sugiere que podrían haber sido santuarios.

3.1. La Pintura Cantábrica (Paleolítico Superior)

Los motivos predominantes en la pintura cantábrica son los animales, entre los que sobresalen los grandes herbívoros como bisontes, ciervos, etcétera. También se encuentran figuras humanas, a menudo con marcados atributos sexuales o con rasgos de animales, y signos abstractos de difícil interpretación.

Las principales características técnicas y formales de estas pinturas son:

  • La representación naturalista de los animales, cuya perfección es sorprendente.
  • El empleo abundante del color, con preferencia del rojo y el negro (policromía).
  • El aprovechamiento de los entrantes y salientes de la pared para dotar de volumen a las figuras representadas.
  • La ausencia de composición: no se representan escenas, sino figuras aisladas o independientes entre sí, a menudo superpuestas y siempre desordenadas.

El significado de estas obras es controvertido. La teoría más clásica y tradicional las considera parte de un ritual mágico, cuyo objetivo sería propiciar la fertilidad y la caza de los animales representados.

3.2. La Pintura Levantina (Epipaleolítico y Neolítico)

La pintura levantina se desarrolló durante el periodo del Epipaleolítico y el Neolítico (entre 10.000 y 3000 a.C.). Durante esta etapa, se desarrolló en la Península Ibérica el arte rupestre levantino, con claras diferencias respecto al anterior. Este arte postpaleolítico se localiza en cuevas y abrigos de la región levantino-mediterránea (Albarracín en Teruel, Cogull en Lérida, Alpera en Albacete, Valltorta en Castellón, entre otros). Muchas de estas pinturas no se encuentran en cuevas profundas, sino al aire libre, en abrigos u oquedades de acantilados, lo que demuestra unas condiciones climáticas más favorables.

Los temas predominantes difieren de los de la pintura cantábrica del Paleolítico:

  • Escenas narrativas: caza, luchas de guerreros, danzas rituales de mujeres en torno a un jefe, recolección de la miel, etcétera.

Más distintas aún son las características técnicas y formales:

  • Figuras esquemáticas y estilizadas.
  • Utilización muy escasa de los colores (monocromía o bicromía limitada).
  • Composiciones narrativas que describen una actividad o evento.

Todo ello contrasta con el naturalismo, la policromía y la ausencia de composición de la pintura cantábrica, marcando una clara evolución en la expresión artística prehistórica.