Que son los cuentos hispanoamericanos

El cuento[editar]

El Modernismo y la generación del 28[editar]  27618624


Busto de Andrés Eloy Blanco, Parque del RetiroMadridEspaña

En los comienzos de la cuentística venezolana, las revistas como El Cojo Ilustrado juegan un papel fundamental para la difusión de las obras de los escritores dedicados a este género. El Modernismo y el Realismo dominan el panorama literario del país. Las mismas corrientes literarias que marcaron las pautas literarias de la novela influyen en las narraciones cortas. Muchos autores se dedican a ambos géneros, tal es el caso de Manuel Díaz Rodríguez, quien escribíó cuentos modernistas; Luis Manuel Urbaneja Achelpohl, quien creó cuentos de corte costumbrista y fundó la corriente denominada «Criollismo».

Cuentos grotescos de José Rafael Pocaterra es una obra capital para comprender la evolución de la narración corta venezolana de esta época. Con la llamada Generación del 18 el Realismo se ve robustecido con el contenido social de las nuevas tendencias, sin desdeñar el criollismo. Aunque la Generación del 18 fue una generación fundamentalmente de poetas, tuvo proyección en el campo de la cuentística. Estuvo influenciada por movimientos europeos, en especial por el cuento ruso.

Fuera de grupos literarios y de movimientos definidos, Julio Garmendia escribíó cuentos con un particular estilo, que le ha consagrado como uno de los principales cuentistas venezolanos. Entre su obra cabe destacar La Tienda de Muñecos y La Tuna de Oro. Obras que se anticipan a la temática fantástica que tendrá lugar después.

El cuento vanguardista[editar]

En 1928 surge la generación de vanguardia caracterizada por su rebeldía y por un extremado gusto por la metáfora y el lenguaje Barroco. En el marco de los postulados de la vanguardia y a partir de la década del cincuenta son significativos los nombres de Guillermo Meneses y Gustavo Díaz Solís.

El premio de cuentos del diario El Nacional se constituye en una institución legitimizante de la labor de los jóvenes cuentistas. Uno de los cuentos más celebrados e influyentes dentro de la narrativa venezolana a partir de su publicación hasta nuestros días es La mano junto al muro (1952) de Meneses. Relato cuya trama está dominada por lo psicológico, la interioridad de los personajes y la ambigüedad de una estructura anecdótica circular.

Meneses es uno de los escritores que más ha influenciado a las nuevas generaciones, junto con Gustavo Díaz Solís, quien se dio a conocer al ganar el premio literario de la revista Fantoches, con su cuento Llueve sobre el mar en 1943. Muy importante para generaciones posteriores es su cuento Arco Secreto, en el que la anécdota está tejida por un discurso de resonancias contemporáneas.

En los años sesenta y setenta las experimentaciones formales que atravesaron la novela también influyeron en los cuentos. La experimentación lúdica exacerbada con el lenguaje es una de las carácterísticas fundamentales de la obra de Oswaldo Trejo. La experimentación formal y genérica se hace presente en la obra de Alfredo Armas Alfonzo, especialmente en El Osario de Dios, libro conformado por cuentos cortos de anécdotas que se conectan, apelando a un género intermedio entre el cuento y la novela.

En realidad, casi toda la obra literaria de Armas Alfonzo conforma un corpus que algunos críticos han planteado como una gran novela fragmentaria, como la realidad. Como William Faulkner, escribíó muy específicamente sobre una regíón geográfica, la Cuenca del Unare, a la que conformó según sus recuerdos, nombrando la fauna y la flora con las palabras regionales. Milagros Mata Gil, quien ha estudiado a fondo su obra, lo considera «un demiurgo» de la Cuenca del Unare, cuyo eje es Clarines.

El cuento contemporáneo[editar]


Francisco Massiani

A partir de los años ochenta, la cuentística nacional retoma la anécdota, que se hallaba diluida en medio de los juegos con el lenguaje y el extremado experimentalismo, para de esta manera recuperar a los lectores comunes que en los años setenta se habían alejado del género. A finales de los ochenta prevalecen los relatos que se centran en temáticas como la música popular, el cine y la cultura de masas.

También se retoman los relatos de aventuras, el policial (de particular relevancia son los cuentos La mujer de espaldas, de José Balza, y Boquerón, de Humberto Mata) y la ciencia-ficción. Algunas veces se nota un descuido discursivo producto del afán de contar, pero en los años noventa, los cuentistas, al igual que los novelistas, han logrado contar una historia interesante sin descuidar los aspectos formales del texto, manteniendo así un alto nivel literario y estético.

Tal es el caso de las generaciones de cuentistas entre los que se destacan: Silda CordolianiRicardo Azuaje, Antonio López Ortega, Ángel Gustavo Infante, Juan Carlos Méndez GuédezRubí GuerraIsrael CentenoJuan Carlos ChirinosLuis Felipe CastilloMilagros SocorroSlavko ZupcicRoberto EchetoRodrigo Blanco CalderónFedosy Santaella, Mario Morenza, Salvador Fleján, Enza García Arreaza, y Jesús Miguel Soto.