El Realismo en la Teoría Marxista de la Literatura
La Concepción de Engels sobre el Realismo
Friedrich Engels afirmaba que el realismo es el modo de representación más fiel a la concreta dinámica de la vida. La realidad ha de mostrarse al lector y espectador a través de la acción del drama y la novela, y no ser inducida tendenciosamente. Sin embargo, en manos de Engels, la cualidad del realismo literario no es identificable con la teoría del simple reflejo. Engels entendía el realismo como la “representación fiel de caracteres típicos en circunstancias típicas”.
La Tensión entre la Novela del Siglo XIX y XX
La gran tensión en la evolución literaria se manifestó con el nacimiento de la novela del siglo XX frente a la del siglo XIX:
- La novela del siglo XIX era realista, costumbrista, determinista, social y buscaba la causalidad.
- La del siglo XX, en contraste, es individualista (como en James Joyce), fragmentaria (como en William Faulkner), ilógica, casi incoherente. Carece de una cronología lineal o una estructura normativa, experimenta con el monólogo interior y presenta cuadros de corriente de conciencia (como en Virginia Woolf).
La novela del siglo XX, al centrarse en el individuo y la vanguardia, a menudo da la espalda a lo social y no busca reflejar la realidad de manera directa.
La Crítica Marxista y la Vanguardia Literaria
Ante este panorama, la crítica marxista se planteó qué hacer con la literatura de vanguardia, que ya no reflejaba la sociedad de la misma manera. Los teóricos marxistas se opusieron radicalmente a esta concepción no normativa, ejemplificada por autores como James Joyce, rechazando sus postulados.
En un congreso celebrado en los años 30, Karl Radek confrontó la obra de James Joyce con los principios del socialismo, acusándolo de desviarse de la representación social. Este debate, que también se extendió en la URSS, giró en torno a cómo debía ser representada la realidad en la literatura.
Georg Lukács y la Teoría del Reflejo
Más allá del modo en que Lenin y Stalin consagraron políticamente la eficacia de esta estética, la cuestión del realismo y de la teoría marxista de la literatura encontró a su gran teórico en Georg Lukács. Lukács escribió la Teoría del Reflejo, una obra fundamental sobre el realismo crítico, donde sostenía que los escritores deben plasmar la realidad. Para él, esto solo era posible siguiendo el modelo del realismo del siglo XIX, rechazando, por ejemplo, a autores como Franz Kafka o James Joyce.
Lukács argumentaba que no se trataba de una representación especular, puramente automática, sino de la “particularización”: investir un sentido concreto a una idea universal. El arte más perfecto, según su visión, es aquel que se erige como un instrumento de conocimiento objetivo de la realidad, ya que logra penetrar y representar la dialéctica social. La auténtica representación artística, por tanto, debe reproducir la totalidad del proceso histórico, explicitando las fuerzas reales y esenciales que lo mueven.
Debates y Nuevas Perspectivas en el Marxismo Literario
La crisis de algunos de los conceptos clave del marxismo clásico se manifestó a partir de las polémicas abiertas por escritores y filósofos estrechamente relacionados con las vanguardias artísticas del primer tercio del siglo XX. Entre ellos, destacan figuras como Bertolt Brecht, Theodor Adorno y Walter Benjamin. Lo que estos pensadores tienen en común es la comprensión de que, aun conservando la forma realista como estética adecuada a la lucha de clases, esta no puede ser la visión artística de un mundo homogéneo, sino de un mundo fragmentado, contradictorio y roto:
Theodor Adorno y la Escuela de Fráncfort
Theodor Adorno, miembro de la Escuela de Fráncfort, mantuvo un significativo debate con Lukács sobre la naturaleza de la obra literaria. Adorno defendía que la literatura debía distanciarse de la realidad, buscando un conocimiento negativo de esta. Autores como Marcel Proust, Samuel Beckett o William Faulkner ejemplificaban esta aproximación, que para Adorno era la verdaderamente relevante.
Walter Benjamin y la Reproducción Técnica del Arte
Walter Benjamin argumentaba que, antes de la aparición de la fotografía o el cine en el siglo XX, la obra artística poseía una unidad o “aura”. En el siglo XX, esta unidad se pierde, en parte porque el arte ya no busca representar la realidad de la misma manera. Tanto Adorno como Benjamin veían en la técnica y sus formas la capacidad “productora de la realidad”, que eleva el arte y lo equipara a las ciencias. Adorno y Benjamin son considerados pioneros de una sociología entendida como teoría crítica de la sociedad. Además, señalaron cómo el arte se ve inmerso en los valores de la sociedad capitalista, donde los valores de uso son sustituidos por los de cambio. El arte no escapa a ser una “parodia del resplandor estético”. Todos los productos del espíritu sufren un idéntico proceso de “cosificación”, que precisamente los vanguardistas intentan subvertir.
Bertolt Brecht y el Distanciamiento
Bertolt Brecht también abordó el concepto de distanciamiento. Discutió con Lukács su concepción del realismo, proponiendo que, por medio del distanciamiento, el artista desenmascara la inercia opresiva de la sociedad capitalista. En esta praxis liberadora es donde el arte alcanza su dimensión auténticamente revolucionaria. El distanciamiento se consigue, según Brecht, revelando los propios recursos de la representación artística, diagramando la figuración del mundo cuya unidad salta hecha añicos. Para ello, se utilizan técnicas como cuadros o escenas fragmentadas, propias de la estética del siglo XX.
Lucien Goldmann y el Marxismo Estructuralista
Lucien Goldmann propuso el concepto de Marxismo Estructuralista, que aúna las dos vertientes de la discusión previa. Esta fue una aportación fundamental de la teoría francesa a la sociología literaria. Para Goldmann, la obra literaria es el resultado de la interacción entre su estructura interna y los elementos sociales, lo que le confiere una incidencia directa en la realidad.
Su método se basa en las homologías estructurales, es decir, las semejanzas entre el interior de la obra y elementos presentes en distintos niveles: social, político, filosófico, etc. Se caracteriza por buscar las relaciones entre arte y realidad no en las formas ni en los contenidos explícitos, sino en las “estructuras”. Esto le permitió propugnar que las relaciones estructurales son de homología y no de determinación. El texto literario, según Goldmann, no solo refleja la realidad social, sino que la contiene; las estructuras y formas sociales son significantes porque están presentes en la cultura, y a través de ella pueden ser estudiadas.
La relación entre el pensamiento colectivo y las grandes creaciones individuales (literarias, filosóficas, etc.) reside no en una unidad de contenido, sino en una coherencia más desarrollada y en una homología de estructuras que puede expresarse por contenidos imaginarios extremadamente diferentes del contenido real de la conciencia colectiva.
La Sociocrítica y la Ideología en el Lenguaje
La corriente que se ha denominado Sociocrítica tiene una gran deuda con el concepto de ideología, entendida no como el significado o contenido de un objeto, sino como una mirada o perspectiva hacia este. La sociocrítica lleva el estudio de las relaciones entre literatura y sociedad al estudio de las grandes mediaciones, tanto de naturaleza institucional como, sobre todo, de naturaleza lingüística.
Para la sociocrítica, el lenguaje es el lugar de los conflictos y la inscripción principal de la ideología. Por tanto, esta corriente conecta directamente con las tesis de pensadores como Valentín Volóshinov, Mijaíl Bajtín y Yuri Lotman, entre otros.