Técnicas y Recursos Dramáticos en *La Fundación*
En la tercera etapa en que se enmarca la obra, hay mayor audacia en las innovaciones escénicas iniciadas en la etapa anterior. De estas, destacan los efectos de inmersión, es decir, los recursos de sonido, de luz o de tramoya que nos hacen oír o ver las cosas tal como las percibe o las imagina, en este caso, Tomás.
El Simbolismo del Decorado y los Objetos
Los cambios de decorado nos llevan desde lo que cree ver el trastornado Tomás (lo confortable de una residencia de investigación) a la realidad que irá admitiendo poco a poco (la celda de una prisión). Estas técnicas permiten, a la vez que expresar la subjetividad (el trastorno psíquico de Tomás), favorecer la participación más intensa del espectador.
En las extensas acotaciones y al comienzo de cada una de las dos divisiones de las partes es donde quedan recogidas las alusiones al empleo de los recursos de luz, sonido y sustituciones y desplazamiento de objetos. Con respecto a este último, son tantos los ejemplos que se puede decir que los objetos son signos con pleno derecho en el escenario, tanto como las palabras del diálogo de los personajes. Cubiertos, camas, sillas, el paisaje del fondo, la propia vestimenta de los personajes, etc., se transforman o desaparecen, a veces ante la mirada del espectador, que contempla el desplazamiento gracias a los efectos de tramoya.
La cortina del chaflán, que oculta el retrete, es quizás el caso más evidente y también el más simbólico, pues una vez que esta cortina desaparece ya no hay resquicio para la duda ni en Tomás ni en el espectador, como si se tratase de la cortina de la realidad por antonomasia. Véase la acotación:
“La cortina se eleva y desaparece en la altura. Al tiempo, la luz del rincón se iguala con la de la celda. En el ángulo, sucio y cotroso de humedad, no hay más que un retrete sin tapadera (…). Nada más levantarse la cortina, mira a sus compañeros y se lanza al suelo, avergonzado, tirando el papel a la taza y subiéndose el pantalón.”
Cambios Explícitos en el Escenario
Ya en la introducción de la parte II de la parte primera de la fábula se explicitan cambios importantes:
“La misma claridad irisada en el aposento; al fondo, inmutable y radiante, el paisaje. Aunque nada parece haber variado, pueden observarse tres cambios si se pone atención.”
- De los cinco elegantes silloncitos, los dos situados hacia la izquierda de la mesa han desaparecido y los reemplazan dos de los tres bultos que antes se guardaban bajo la cama.
- Más visibles ahora, se aprecia que cada uno de ellos consiste en una vieja colchoneta, delgada y estrecha, enrollada, y cuyos pliegues en espiral asoman por los bordes de la arpillera que la envuelve.
- El tercer cambio afecta a las ropas de la cama; ya no hay en ella sábana ni colcha sino una manta parduzca, y el cabezal gris carece de funda.
Efectos de Luminotecnia
Es revelador en la introducción de la primera parte el dato de que “la risueña luz de la primavera inunda el paisaje; cernida e irisada claridad, un tanto irreal, en el aposento”, que se repite en la parte II de la parte primera que hemos citado antes: “La misma claridad irisada en el aposento; al fondo, inmutable y radiante, el paisaje. La puerta sigue abierta.”
Sin embargo, la luz se transforma en momentos de tensión, cuando la realidad más dramática se muestra en toda su crudeza, como cuando el encargado y su ayudante descubren la muerte del Hombre: “La luz del interior cambia instantáneamente. A las feéricas tonalidades irisadas que lo iluminaban las sustituye una claridad gris y tristona.”
Ahora bien, no hay que olvidar que, además de destacar los grandes cambios en la acción, también se utiliza para señalar hechos parciales. Así, poco después de la acotación anterior tenemos:
ENCARGADO: -¿Cuántos días lleva muerto este hombre? (La iluminación cambia de golpe: gana claridad y crudeza. Solo en los rincones –el chaflán, la lámpara– se mantiene una borrosa penumbra grisácea.)
Efectos Sonoros
La primera de las acotaciones de la obra nos dice “suave música en el ambiente: La Pastoral de la Obertura de Guillermo Tell, de Rossini, fragmento que, no obstante su brevedad, recomienza sin interrupción hasta que la acción lo corta.”
La música está fundamentalmente al servicio del refuerzo de la idealización de la realidad vislumbrada por Tomás, así que marca con claridad, como sucede con los objetos en el escenario, la circularidad del mensaje de la obra:
- De la prisión a otra prisión.
- De la mentira a otra mentira necesaria.
- De la felicidad inicial de Tomás a la búsqueda de la felicidad al final de la obra.
Por eso la música “gana fuerza” (según la última acotación de la obra) cuando el paisaje vuelve a ser el del comienzo.
Estudio de Personajes
El elenco de personajes es:
- Tomás, Hombre, Berta, Tulio, Max, Asel, Lino, Encargado, Ayudante, Primer Camarero, Segundo Camarero, Voces.
De los siete primeros podemos decir que tienen un papel importante que contribuye a que la acción progrese o se transforme.
Los Personajes Clave y su Sacrificio Simbólico
Hay tres personajes que intuimos desde el primer momento como reveladores de lo que sucede en escena y del sentido de la realidad:
- Tomás: Centra el interés, por cuanto, por lo menos hasta bien avanzada la obra, y debido a los efectos de inmersión, accedemos a la realidad a través de su visión distorsionada. A la vez que se le desvela la realidad en su crudeza, se nos desvela también a nosotros (ningún personaje sufre un cambio tan drástico como él, debido a su paso de la locura a la cordura).
- Asel: Que intuimos la voz de Buero Vallejo.
- Berta: Ese personaje presente-ausente, inquietante por eso y por lo que simbólicamente le revela a Tomás y a los espectadores.
Los tres, a través de sus palabras y actos, dan tanta información sobre la prisión, el pasado de los personajes y el sentido de la existencia humana con tan pocas palabras pero tan certeras, que es lógico que sean los que de algún modo resulten “sacrificados”:
- Tomás con su locura.
- Asel con su suicidio.
- Berta con la muerte de todos sus sueños y perviviendo solo en la enajenación de Tomás, como si perdiese parte de su realidad.
Antagonistas y Supervivientes
Tulio, prototipo del antagonista de Tomás al comienzo, se aproxima afectivamente a este último a lo largo de la obra y acaba descubriendo una intimidad en el fondo esperanzada con el futuro (por mucho que pesimista en el último momento), a sabiendas de que eso es lo mejor que puede hacer por Tomás.
Lino adquiere al final de la obra la condición de superviviente nato, por eso acaba sin pensárselo con la vida de Max, que los ha traicionado para tener una estancia más cómoda. Pero Max no por eso se convierte en el arquetipo del traidor, del que se vende por egoísmo, y Lino en el arquetipo del héroe irreflexivo o del instinto de supervivencia que llevamos dentro. Son más que eso, lo desvelan muchas veces sus palabras; ellos mismos se observan sujetos al cambio o transformación, como todo ser humano, y de ahí que el propio Lino al final de la obra le diga a Tomás: “Sí, todo lo he podido echar a perder. Aún tengo que aprender a pensar…”.
Con respecto al Hombre, siempre acostado, de espaldas a Tomás hablándole solo al subconsciente de este último, es también todos nosotros cuando fuerzas superiores nos aplastan, cuando morimos derrotados. Claro que otros perseveran.
Argumento y Temas Fundamentales
El espectador ingresa en el argumento in medias res, porque en esta “fábula en dos partes”, como se subtitula la obra, los hechos que explican la locura de Tomás se han producido ya:
- La detención seguida de la tortura.
- La delación de sus compañeros.
- Su intento de suicidio por no poder soportar la traición.
- La convivencia hasta el momento en que comienza la acción, que incluye la convivencia con ese compañero de celda innominado que acaba falleciendo de inanición, el Hombre.
Asel será quien exponga a Tomás todo ese pasado (que debe formar parte de nuestro argumento de la obra) en la segunda parte:
“No te desmorones, muchacho. Te sorprendieron repartiendo octavillas, delataste a quien te las dio, él delató a su vez y nos atraparon a todos. (…) Por eso te quisiste matar. Y por eso, cuando yo lo evité, tu mente creó la inmensa fantasía de la Fundación: desde el bello paisaje que veías en el muro hasta el rutilante cuarto de baño.”
La Clave Temática: La Imperfección Humana
Las palabras de Asel nos permiten aventurar los temas fundamentales de la obra, pues es él ante todo (y en menor medida Tulio, Tomás y Berta) quien con sus reflexiones ahonda en el sentido de lo que viven en la celda. “Eres un ser humano. Fuerte unas veces, débil otras. Como casi todos”, le dice Asel a Tomás.
Es precisamente en esa evidencia donde está indirectamente la clave temática que aborda la obra: el reconocimiento de la existencia humana como una realidad imperfecta, que pone necesariamente frenos a la felicidad y realización del hombre y contra la que hay que combatir, porque en esa lucha radica el sentido y la dignidad de la vida del ser humano.
Temas Secundarios
Al amparo de la anterior están otros temas cruciales:
- La dificultad de vivir la realidad cuando intuimos que es ficción.
- La libertad como objetivo necesario para alcanzar la plenitud.
- La dignidad de quien lucha por la igualdad y la justicia.
- El amor como necesidad liberadora que ayuda a cuestionar qué somos.
Configuración Espacial y Temporal
“Derecha e izquierda, las del espectador.” La anterior es la primera alusión de la obra, después del elenco de personajes y actores, a la configuración básica del escenario. Ya en ella se deja ver quizás la pretensión del autor de hacer universal el mensaje de la acción que se va a desarrollar ante los ojos del espectador-lector: por eso el país es desconocido (dato espacial o de lugar) y no se nos da ninguna información del tiempo histórico o cronológico.
Pero no por ello los datos espaciales, en cuanto a ubicación de objetos y características, dejan de informarnos de la acción, pues la habitación-celda de la Fundación, tal como se describe con pormenores a lo largo de la obra, en las introducciones de las partes y en las acotaciones, es y cambia como es y cambia o progresa la acción. (Aquí sirve hablar de todo lo relativo a los efectos de inmersión que expusimos más arriba).
Al comienzo de la obra, en la Parte primera, I, después de describir la impresión general que puede producir la habitación, se nos dice que “el relativo apiñamiento de pormenores que lo acreditan aumenta curiosamente la sensación de angostura que suscita el aposento.” Cito esto último para destacar que el autor conduce nuestra mirada en todo momento, es decir, que nos prepara para ese desvelamiento de que la Fundación es en realidad una cárcel. Todo dato espacial y los escasos y poco precisos datos temporales que nos da tienen relación indudable con el desarrollo de la acción, desde el primer momento de la obra.
El Contraste entre Espacio y Tiempo
De ahí que, con respecto al tiempo, apenas haya datos, frente a lo que sucede con el espacio, porque en la celda que está ante nuestros ojos lo que nos hace vivir la opresión que sufren los personajes es la angostura y pobreza del espacio, no tanto la vivencia trágica del paso del tiempo, por mucho que los personajes estén pendientes de las visitas repetidas del personal de la cárcel.
Y es que en lo temporal el dato más importante, que precisamente supone el cambio de una parte a otra, es el tiempo que los presos han estado ocultando la muerte de su compañero, porque este sí supone algo clave en la acción, en tanto que les va permitiendo servirse de su comida y transformar levemente su vida en la celda.
Así que el tiempo es un valor apenas mencionado, elástico, porque lo es en la mente de Tomás y en la vivencia de la tragedia diaria de los personajes, que no han visto cambiar su situación. No sabemos cuándo fueron encarcelados porque no es decisivo saberlo, al fin y al cabo la tragedia de ellos es la tragedia perenne del ser humano, pero sí sabemos los días que lleva el hombre muerto porque eso sí nos permite conocerlos mejor, o sabemos de Asel que ya vivió antes la experiencia del encarcelamiento, porque eso construye su personalidad y su mensaje va a ser clave en la obra.
En definitiva, espacio y acción, más que tiempo y acción, están indisolublemente unidos en la obra, son como en la palabra el sonido y el significado del sonido (el espacio es el sonido y el significado es la acción; esta se plasma o comunica a través del espacio).