Transformaciones de España en el Siglo XVII y XVIII: De la Hegemonía Perdida a las Reformas Borbónicas

El Siglo XVII: Crisis de la Hegemonía Española y la Guerra de los Treinta Años

El siglo XVII marcó el derrumbe de la hegemonía española en Europa. Las derrotas militares consecutivas provocaron una profunda crisis económica, política y social en España. El reinado de Felipe IV se caracterizó por un retorno a un creciente intervencionismo en los asuntos europeos, motivado por el intento de Olivares de mantener a la Monarquía Hispánica como potencia hegemónica.

La Guerra de los Treinta Años (1618-1648)

La Guerra de los Treinta Años fue un conflicto complejo:

  • Religioso: Enfrentó a protestantes y católicos.
  • Político: Se luchó por el dominio en Europa entre los Habsburgo austriacos y españoles.

El conflicto se inició como un asunto alemán y religioso, cuando los príncipes protestantes de Alemania se rebelaron contra el emperador Fernando II, quien intentaba imponer su autoridad política y religiosa en el Sacro Imperio Romano Germánico. El conflicto se generalizó a medida que las naciones europeas se alinearon en bandos.

Implicación Española y Desarrollo del Conflicto

La Monarquía Hispánica se implicó para defender el catolicismo y mantener el poder de la Casa de los Habsburgo. La guerra comenzó con la rebelión protestante de Bohemia (territorio de los Habsburgo austriacos). España acudió en su ayuda y los protestantes fueron derrotados.

Al año siguiente, en 1621, se reanudó el conflicto con Holanda, esta vez con el objetivo de frenar el crecimiento económico y marítimo holandés. Inicialmente, los Tercios españoles tuvieron éxito, pero la guerra cambió de rumbo con la ofensiva de Francia, que apoyó a los protestantes.

Francia declaró la guerra a España y apoyó a Holanda para contrarrestar la política agresiva española. Los Tercios españoles sufrieron una derrota decisiva en la Batalla Naval de las Dunas contra las naves holandesas, perdiendo su fama de invencibles.

Consecuencias de la Guerra

Debido a la prolongación de la guerra y la devastación en el centro de Europa, se firmaron los Tratados de Westfalia (1648). Estos tratados establecieron que los intereses de los estados y su religión prevalecían sobre la autoridad del antiguo Imperio Germánico.

Además, España tuvo que reconocer la independencia de Holanda (Provincias Unidas), aunque conservó las provincias católicas del sur.

La lucha contra Francia se extendió unos años más, hasta la firma de la Paz de los Pirineos en 1659. Este acuerdo supuso la cesión española del Rosellón, Cerdeña, Artois y otras plazas de Flandes, además de la isla de Jamaica a Inglaterra. En realidad, se perdió mucho más que territorio: fue la pérdida de la hegemonía española y el inicio del predominio de Francia en el continente y de Holanda e Inglaterra en los mares.

En 1668, Carlos II reconoció la independencia de Portugal. Tras varias guerras posteriores con Francia, se entregaron el Franco Condado y diversas plazas flamencas.

La Guerra de Sucesión Española (1701-1714) y el Cambio Dinástico

Tras la muerte sin descendencia de Carlos II en 1700, y el desarrollo de la Guerra de Sucesión, se produjo la llegada al trono de Felipe V, monarca de la dinastía de los Borbones. Los Borbones impusieron la monarquía absoluta y buscaron reformar y modernizar el país.

Causas de la Guerra: La Cuestión Sucesoria

Antes de la muerte de Carlos II, las potencias europeas determinaron a sus posibles sucesores. Había dos candidatos principales:

  1. Felipe de Anjou: Nieto de Luis XIV de Francia.
  2. Archiduque Carlos de Habsburgo: Segundo hijo del emperador Leopoldo de Austria.

Aunque Carlos II dispuso en su testamento que su sucesor fuese Felipe de Anjou, Inglaterra y Holanda temieron la unión de Francia y España bajo su reinado, lo que condujo a un grave enfrentamiento internacional.

Bandos de la Guerra: Contienda Europea y Civil

Felipe de Anjou fue proclamado rey como Felipe V. Ante la amenaza de la unión dinástica, Austria, Holanda y Gran Bretaña formaron la Gran Alianza de La Haya, a la que se unieron Prusia, Saboya y Portugal, apoyando al archiduque Carlos de Austria.

La Guerra de Sucesión Española fue un conflicto internacional, pero también una guerra civil en España:

  • Felipe V: Apoyado por Castilla (mayor apoyo popular por las promesas de cambio, aunque parte de la aristocracia temía el absolutismo).
  • Archiduque Carlos: Apoyado de manera casi generalizada por la Corona de Aragón (Cataluña temía el absolutismo y el centralismo francés; en Valencia, la nobleza apoyaba a Felipe, pero los sectores populares a Carlos).

Desarrollo y Fin del Conflicto

El conflicto bélico experimentó un reequilibrio, con un inicio favorable a la Alianza, pero un cambio de rumbo a partir de 1707.

Primera Etapa y Giro Diplomático

La flota británica tomó Gibraltar como base para apoyar a Carlos, quien llegó a la Península intitulándose Carlos III. Los triunfos borbónicos en Almansa, Birhuega y Villaviciosa resultaron decisivos, iniciando una guerra de desgaste.

La situación cambió drásticamente en 1711, cuando Carlos fue nombrado emperador de Austria. Gran Bretaña y Holanda pasaron a temer el resurgimiento de los Habsburgo y rompieron la alianza con Austria. Simultáneamente, Felipe V renunció al trono francés. Estas circunstancias forzaron el fin de la guerra y las negociaciones que culminaron en los Tratados de Utrecht y Rastadt.

La Paz de Utrecht (1713)

La Paz de Utrecht fue una serie de tratados bilaterales que pusieron fin al conflicto internacional. Sus consecuencias principales fueron:

Reconocimiento y Equilibrio Europeo

  • Reconocimiento internacional de Felipe V como rey de España.
  • Establecimiento de un nuevo equilibrio en Europa occidental y el Mediterráneo, con Gran Bretaña como árbitro principal.

Consecuencias Territoriales y Comerciales para España

España fue la gran perjudicada, cediendo todos sus dominios europeos y derechos comerciales:

  • Gran Bretaña: Anexión de Gibraltar y Menorca. Obtuvo ventajas comerciales como el navío de permiso y el Asiento de Negros (monopolio de venta de esclavos).
  • Austria: Anexión de Luxemburgo, Flandes, el Milanesado, Nápoles y Cerdeña.
  • Saboya: Recibió Sicilia (intercambiada por Cerdeña).
  • Portugal: Recibió la Colonia del Sacramento en América.
  • Holanda: Recibió fortalezas en el norte de los Países Bajos españoles.

España quedó relegada a potencia de segundo rango, subordinada a los intereses de Francia. La pérdida de territorios europeos le permitió centrarse en problemas internos. La política exterior se orientó al revisionismo (recuperar posesiones italianas) y, al fracasar estos intentos, a buscar alianzas con Francia mediante los Pactos de Familia.

El Absolutismo Borbónico y las Reformas Administrativas

Los Decretos de Nueva Planta

Con Felipe V se implantó el absolutismo monárquico, donde el monarca concentraba todos los poderes como depositario de la soberanía de origen divino. Este nuevo modelo implicó una reforma institucional y administrativa basada en la centralización y la uniformidad.

Los Decretos de Nueva Planta (promulgados entre 1706 y 1716) abolieron las leyes e instituciones propias de los reinos de Valencia, Aragón, Mallorca y el Principado de Cataluña, por haber apoyado al Archiduque Carlos en la Guerra de Sucesión. Fueron impuestos como represalia y significaron la adopción de la organización político-administrativa de Castilla en todos los territorios, excepto Navarra y País Vasco.

Reformas Institucionales y Territoriales

Con la intención de lograr uniformidad y eficacia, se abordaron las siguientes reformas:

  1. Administración Central: Se suprimió el sistema polisinodial de los Austrias. Se mantuvo el Consejo Real de Castilla, que se convirtió en el órgano esencial del gobierno (Consejo de Estado). Se eliminaron los consejos específicos.
  2. Cortes: Pasaron a ser únicas, pero apenas se convocaron.
  3. Sucesión: Se instituyó la Ley Sálica, que apartaba a las mujeres de la sucesión al trono, salvo en ausencia total de herederos varones.
  4. Lengua: El castellano se impuso como lengua de la administración.
  5. Organización Territorial: Desaparecieron los virreinatos (excepto los americanos y Navarra). El territorio se dividió en provincias y capitanías generales.
  6. Intendentes: Se estableció este cargo en las provincias para dirigir la administración, recaudar impuestos y gestionar el reclutamiento de tropas.
  7. Capitanías Generales: Creadas en zonas fronterizas o en los antiguos territorios de la Corona de Aragón por razones estratégicas, sus capitanes generales ostentaban poder político, militar y judicial.
  8. Ámbito Municipal: Se extendió el modelo castellano de corregidores nombrados por el rey, reforzando el centralismo.
  9. Ejército: Se organizó en cuatro cuerpos: infantería, caballería, artillería e ingenieros.
  10. Hacienda e Iglesia: Se implantaron reformas para asegurar el mantenimiento del nuevo modelo de monarquía absoluta.

La Ilustración y el Despotismo Ilustrado

Las ideas de la Ilustración se pusieron en práctica en la segunda mitad del siglo XVIII, especialmente durante el reinado de Carlos III.

Principios de la Ilustración

La Ilustración fue un movimiento cultural e ideológico basado en el uso de la razón y la libertad como instrumentos de emancipación. Sus características clave fueron:

  • Predominio de la razón y la crítica como instrumentos de mejora.
  • Tolerancia religiosa.
  • Interés por la economía, el progreso material y las ciencias experimentales.
  • Defensa de la educación y la autonomía del poder político.
  • Oposición a los privilegios de la Iglesia, la rigidez gremial, el inmovilismo social y el absolutismo monárquico.

Pensadores destacados incluyeron a Voltaire (libertad ideológica), Rousseau (soberanía popular) y Montesquieu (división de poderes). Los ilustrados españoles eran una minoría de hidalgos y burgueses que buscaban soluciones al atraso del país.

El Despotismo Ilustrado

El despotismo ilustrado fue la corriente política reformista que buscó aplicar las ideas ilustradas utilizando el poder absoluto de los reyes. El gobernante debía ser un gran benefactor del pueblo e impulsor de reformas necesarias para el progreso, sin cuestionar las bases del Antiguo Régimen (monarquía absoluta y sociedad estamental).

Reformas de Carlos III

Carlos III dotó al país de símbolos de identidad (himno, bandera) y modernizó Madrid. Impulsó transportes y comunicaciones (red de carreteras y correo).

Su reinado se dividió en dos periodos: uno inicial con ministros italianos (Esquilache, Grimaldi) que aplicaron reformas del despotismo ilustrado, y otro con reformas más moderadas enfocadas en fortalecer el poder real.

Comercio con América

Se buscó mejorar el monopolio comercial mediante reformas que liberalizaron el tránsito y los puertos:

  1. Traslado de la Casa de Contratación de Sevilla y supresión del sistema de flotas.
  2. Introducción de nuevos proyectos mercantilistas (ej. Real Compañía Guipuzcoana de Caracas).
  3. Introducción de medidas liberalizadoras a mediados del siglo XVIII.
  4. Ampliación del libre comercio colonial a todos los puertos.

Cataluña fue la gran beneficiada de esta apertura, acumulando capitales que invirtió en la industria textil.

La Constitución de 1812: El Proyecto Liberal de Cádiz

La Constitución de 1812, elaborada para liquidar el Antiguo Régimen, se inspiró en el racionalismo francés, pero fue obra de una minoría liberal con escasa aceptación popular.

Convocatoria y Debate en Cortes

La Junta Central Suprema convocó Cortes Generales y Extraordinarias para reorganizar la vida pública. Los diputados se reunieron en septiembre de 1810. En los debates se enfrentaron:

  • Absolutistas: Partidarios de mantener el orden monárquico tradicional.
  • Liberales: Partidarios de reformas revolucionarias (fueron los que se impusieron).
  • Jovellanistas: Defendían la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, rechazando un proceso revolucionario.

Los liberales radicales lograron imponer la idea de la soberanía nacional.

Características de la Constitución de 1812

Conocida como “La Pepa” por aprobarse el 19 de marzo, fue la primera constitución española. Era un texto extenso y claramente liberal que regulaba detalladamente la vida política y los derechos ciudadanos, oponiéndose al orden del Antiguo Régimen:

Principios Fundamentales

  1. Soberanía Nacional: El poder reside en la nación, estableciéndose la monarquía parlamentaria.
  2. División de Poderes:
    • Legislativo: Recae en las Cortes, con intervención del rey.
    • Ejecutivo: Reside en el rey, pero su poder está limitado para evitar el absolutismo.
    • Judicial: Competencia exclusiva de los tribunales, prohibiendo la intervención de Cortes y rey.
  3. Sufragio Universal Masculino: Derecho a voto para todos los hombres mayores de 25 años, mediante un complejo sistema de elección indirecta por compromisarios.
  4. Declaración de Derechos y Libertades Individuales: Se establecieron derechos civiles (libertad de pensamiento, opinión e imprenta), la igualdad de todos los españoles ante la ley y la libertad económica.

Fracaso de la Experiencia Liberal

La obra de las Cortes de Cádiz tuvo poca incidencia práctica. La situación de guerra impidió su aplicación efectiva. Tras el fin del conflicto, el regreso de Fernando VII en 1814, apoyado por los sectores serviles, frustró la experiencia liberal y supuso el retorno al absolutismo.