Explorando el Modernismo y la Poesía Hispanoamericana: Delmira Agustini, Blas de Otero y Gabriel García Márquez

Modernismo y Parnasianismo

Modernismo Parnasianismo proclama el ideal de “el arte por el arte”, que es la búsqueda de la perfección formal. Para que el poema resulte elaborado, lo someten al rigor métrico y léxico selecto y depurado. Por eso ambientan sus obras en civilizaciones lejanas y exóticas como la antigua Grecia y Oriente. Simbolismo aboga por el subjetivismo. Proclama que bajo el mundo sensible hay una realidad a la que no se puede acceder con los sentidos, sino con los sentimientos, que son imprecisos; por lo que solo se sugiere con símbolos. Justamente en el arte de la sugerencia está la clave de su lenguaje.

Delmira Agustini

Delmira Agustini después de publicar en varias revistas (como Alborada o Apolo), Agustini saca a la luz su primer poemario titulado El libro blanco (1907), que provoca sorpresa por su originalidad y profundidad. En este primer poemario se ciñe a los preceptos modernistas. En Cantos de la mañana (1910), prologado por el mismo Rubén Darío, se inicia en la senda de la poesía erótica, pero esta temática se consolidará en su último poemario Los cálices vacíos (1913), que levantará murmuraciones entre los miembros de la sociedad burguesa montevideana y críticas literarias de corte machista. En la vertiente erótica, el reconocimiento del propio cuerpo y la reivindicación del deseo serán elementos fundamentales.

Imágenes y Dicotomías en la Obra de Agustini

En la obra de Agustini se puede observar cómo se contraponen imágenes propias de la clásica dicotomía tan recurrente en el ideario modernista entre la mujer decente y angelical y la mujer que encarna la crueldad, la sensualidad perversa y la posesión del espíritu por el cuerpo. Asimismo, su obra está plagada de dicotomías: placer/dolor, luz/oscuridad, vida/muerte, candidez/perversión. La poesía de Agustini rezuma belleza, sensorialidad, colorismo y musicalidad, todos rasgos propios del Modernismo. Las notas predominantes de su poesía son el onirismo, junto al amor y el erotismo. Este erotismo evoluciona desde el anhelo de entrega y el vitalismo alegre y positivo de su primera obra hasta la oscuridad y la violencia entretejidas con la mística del erotismo de los últimos poemas. Este erotismo en boca de mujer escandaliza al público burgués, que no entiende esta sexualidad transgresora.

Poesía Desarraigada

Poesía desarraigada para los poetas desarraigados, el mundo es un lugar inhóspito, y la poesía, el medio para buscar la salvación. Entre ellos está Blas de Otero. Su poesía refleja la soledad del hombre en un mundo caótico, sin sentido. Los temas serán el vacío personal, la soledad del hombre y el desarraigo. Lo religioso aparece con frecuencia, pero será una religiosidad conflictiva, con dudas y hasta desesperación. Es una poesía de estilo bronco y apasionado, directo y desgarrado, con uso frecuente del verso libre y del versículo.

Blas de Otero

Blas de Otero tras una etapa de poesía existencial (Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia), en los años 50 inicia un nuevo ciclo siguiendo las pautas de la poesía social con Pido la paz y la palabra, le siguen En castellano y Que trata de España. El poeta arrincona sus angustias, y el camino que no encontró en la religión lo busca ahora en la solidaridad con los que sufren; es una temática social que se halla presidida por la esperanza y por los deseos de paz y convivencia fraterna. La voluntad de llegar “a la inmensa mayoría” le lleva a adoptar un lenguaje claro y hasta un tono coloquial. A la última etapa de su poesía, con mayor presencia de la intimidad, preferencia por formas métricas más libres y liberación del lenguaje, pertenecen Historias fingidas y verdaderas, Mientras y Hojas de Madrid.

La Guerra Civil y la Poesía Comprometida

Al estallar la Guerra Civil, los poetas participan activamente en defensa de sus ideales. Entre 1936 y 1939 se desarrolló una literatura de propaganda ideológica, que no se caracterizó, en general, por su calidad; sin embargo, debe destacarse la figura de Miguel Hernández: Antes de la guerra escribe su primera obra, Perito en lunas, poesía de tono barroco, de influencia gongorina y vanguardista. En 1936 publica El rayo que no cesa, libro fundamental que contiene poemas que expresan el sufrimiento del amor no correspondido a través de imágenes surrealistas y de símbolos como el rayo o elementos minerales y puntiagudos, como el cuchillo. Durante la guerra pone su poesía al servicio de la causa republicana; así nace una poesía comprometida: Viento del pueblo (aparece el pueblo oprimido y el poeta como viento de salvación) y El hombre acecha (refleja el pesimismo por la muerte y los horrores de la guerra). Después de la guerra, en la cárcel escribirá Cancionero y romancero de ausencias; el poeta se duele de la ausencia de los suyos y escribe intensos poemas de amor a su mujer; también recuerda una guerra que solo ha provocado odio y destrucción, pero aun así no renuncia a la esperanza. Predominan canciones y romances; las metáforas se reducen en busca de una expresión directa y esencial.

Generación del 50

Generación del 50 Jaime Gil de Biedma se propone la renovación del lenguaje poético, con mayor atención a los valores estéticos y formales del poema; defiende una concepción de la poesía como acto de conocimiento propio y del mundo que los rodea. En los temas se vuelve a lo íntimo: el paso del tiempo, la infancia y la juventud, lo familiar, la amistad… Hay una atención a lo cotidiano, en sus poemas aparecen anécdotas de la vida real. Y el amor es un tema esencial; sin embargo, describen los sentimientos amorosos de forma poco frecuente; a veces, aparece de modo explícito el erotismo y la sexualidad e incluso el amor homosexual. Cuando en sus versos aparece la crítica social, los autores utilizan la ironía y el humor como recursos desdramatizadores.

Jaime Gil de Biedma

Jaime Gil de Biedma en su poesía domina el tono confesional (en primera persona) e irónico, con el que se recogen sus recuerdos de infancia y juventud, la visión descarnada de la alta burguesía a la que él mismo pertenecía y el relato de sus experiencias amorosas de carácter homosexual. Todo ello se expresa con un lenguaje aparentemente sencillo, narrativo y coloquial. La voz poética de Gil de Biedma se dirige con frecuencia a un tú o a un vosotros, lo que construye un diálogo que permite una visión irónica y distanciada. Obras: Compañeros de viaje, Moralidades y Poemas póstumos.

Gloria Fuertes

Gloria Fuertes autora cuyo nombre está ligado a dos movimientos literarios: la mencionada generación del 50 y el Postismo, grupo literario de posguerra al que se unió a finales de los 40. En los años 50 inició una fulgurante carrera literaria con obras como Isla Ignorada, Aconsejo beber hilo y Todo asusta. En la siguiente década, los elementos intimistas pasaron a primer plano en Ni tiro, ni veneno, ni navaja, Poeta de guardia,…

Crónica de una muerte anunciada

Crónica de una muerte anunciada (1981) es una novela breve del escritor colombiano Gabriel García Márquez, uno de los máximos representantes del “boom” de la narrativa hispanoamericana y Premio Nobel de Literatura en 1982. Inspirada en un hecho real ocurrido en 1951 en Sucre, Colombia, la obra combina elementos de la crónica periodística y la novela policíaca, y refleja algunas de las técnicas más innovadoras de la narrativa latinoamericana del siglo XX, como el realismo mágico, el perspectivismo narrativo y una fuerte carga simbólica. A través de una estructura fragmentada y coral, García Márquez reconstruye un crimen anunciado por todo un pueblo, denunciando la rigidez de los códigos de honor, el peso del destino y la indiferencia colectiva.

La técnica del realismo mágico

En Crónica de una muerte anunciada, Gabriel emplea elementos del realismo mágico al presentar hechos extraordinarios dentro de un entorno cotidiano, donde lo insólito se percibe como algo natural. La exageración o hipérbole está presente en diversas escenas, como el asesinato brutal de Santiago Nasar (“los intestinos completos afloraron con una explosión”) o en la figura trágica y obsesiva de Ángela Vicario. También destacan situaciones como la carta que nadie ve a tiempo o el persistente olor del cadáver. Lo fantástico no interrumpe la realidad, sino que convive con ella: los personajes no se sorprenden ante lo extraordinario. Esta fusión refleja la coexistencia en la sociedad latinoamericana de la superstición y la modernidad, haciendo que el lector se mueva entre la realidad y lo mágico, siempre en busca de una verdad que nunca se revela del todo.

Temas: el honor, el amor y el fatum

El honor es el núcleo temático del relato. Los hermanos Vicario asesinan a Santiago Nasar por una supuesta afrenta al honor familiar, sin que existan pruebas reales. Aunque no desean realmente cometer el crimen, sienten que están obligados por el código de honor impuesto por su entorno social. Este código, fuertemente arraigado, justifica incluso la pasividad del pueblo, que no actúa para evitar el crimen. La crítica de Márquez a este sistema de valores se refleja en frases como la del juez: “Dadme un prejuicio y moveré el mundo”.

El amor se manifiesta de forma paradójica. Ángela, obligada a casarse con Bayardo sin amor, acaba desarrollando una profunda y duradera pasión por él. Tras años de enviarle cartas, él regresa, cerrando el círculo con la frase “Aquí estoy”, lo que añade un matiz romántico al final trágico del relato.

El fatum o destino trágico impregna toda la novela. Desde el principio sabemos que Santiago Nasar va a morir, pero ni él ni nadie puede evitarlo, a pesar de todas las señales. Esta inevitabilidad recuerda a las tragedias clásicas: los personajes están atrapados en un destino que no pueden cambiar, convertidos en víctimas de las normas sociales y sus propias pasiones.

El perspectivismo como técnica narrativa

La obra utiliza una estructura polifónica y fragmentaria que se construye a partir de múltiples testimonios. El narrador, que participa en los hechos como testigo y cronista, reconstruye los acontecimientos muchos años después mediante entrevistas, cartas y documentos oficiales. Esta multiplicidad de puntos de vista (testigos, narrador, informes, recuerdos) genera contradicciones: por ejemplo, unos dicen que el día del crimen fue soleado, otros aseguran que llovía. Esta ambigüedad narrativa hace que el lector deba desempeñar un papel activo para intentar recomponer la verdad. La estructura recuerda al cubismo pictórico, donde una misma realidad se muestra desde diferentes ángulos. La polifonía y la yuxtaposición de voces convierten la novela en una crónica abierta, más que en un relato cerrado.

Análisis de personajes

Santiago Nasar, supuestamente culpable de deshonrar a Ángela, es asesinado sin pruebas concluyentes. Su conducta ambigua, su tranquilidad antes del crimen y su sorpresa al saber que lo buscan refuerzan su posible inocencia. Pertenece a una familia árabe adinerada y muestra comportamientos machistas, como su trato con Divina Flor.

Ángela Vicario pasa de ser una joven sumisa a una mujer determinada y apasionada. No ama a Bayardo al casarse, pero tras ser repudiada por él, desarrolla una profunda obsesión amorosa que mantiene durante años. Su acusación es el detonante de la tragedia, aunque su motivación real nunca queda del todo clara.

Bayardo San Román, símbolo del poder y el lujo, al principio se muestra arrogante y superficial, pero tras descubrir la falta de virginidad de Ángela, se derrumba emocionalmente. Su regreso final, con todas las cartas sin abrir, revela una transformación profunda marcada por el amor y la melancolía.

Pedro y Pablo Vicario, ejecutores del crimen, representan la presión social del honor. Aunque dan señales de querer evitar el asesinato, finalmente lo cometen. Son figuras trágicas, arrastradas por una lógica social que los convierte en instrumentos del destino.

El pueblo actúa como un personaje colectivo. Su pasividad, indiferencia o complicidad encubierta permiten que el crimen se lleve a cabo. Representa una sociedad estructurada en torno a valores conservadores e inamovibles, incapaz de romper con el peso del honor.