La Oposición a la Dictadura Franquista: Evolución y Grupos Clave
Primeras Formas de Resistencia y Represión (Años 40)
Tras la Guerra Civil, el franquismo instauró una férrea represión que desarticuló a la oposición, forzando al exilio a miles de republicanos. Durante las décadas de dictadura, la oposición evolucionó desde una resistencia inicialmente fragmentada hasta una articulación más organizada. En los años 40, la resistencia se limitó principalmente a guerrillas como el maquis —compuesto por anarquistas y comunistas— que actuaron en zonas montañosas hasta su práctica extinción hacia 1947. En este contexto, en 1945, Don Juan de Borbón, desde el exilio, reclamó democracia con el Manifiesto de Lausana, aunque sin eco inmediato en el interior del país.
Reorganización y Nuevos Actores (Años 50)
En los años 50, la oposición comenzó a reorganizarse. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Comunista de España (PCE) operaban fundamentalmente desde el exterior. Mientras tanto, dentro de España surgían núcleos críticos en las universidades y en el seno de grupos católicos progresistas, como la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y la Juventud Obrera Cristiana (JOC). Estos movimientos marcaron los primeros pasos hacia una oposición interna más estructurada.
Consolidación de la Oposición y Represión Continua (Años 60)
Los años 60 marcaron un punto de inflexión. Emergieron fuerzas clave como Euskadi Ta Askatasuna (ETA), fundada en 1959, que gradualmente ganó apoyo con su estrategia de lucha armada contra la dictadura. Paralelamente, surgieron las Comisiones Obreras (CC.OO.), que se infiltraron en los sindicatos verticales del régimen para movilizar a los trabajadores y liderar huelgas en sectores industriales clave. También se produjo un resurgir del nacionalismo vasco y catalán. Sin embargo, la represión continuó siendo brutal, evidenciada en casos como el fusilamiento del dirigente comunista Julián Grimau en 1963 y la expulsión de catedráticos críticos como Enrique Tierno Galván en 1965 por su disidencia. Un cambio significativo provino del Concilio Vaticano II (1962-1965), que impulsó a sectores de la Iglesia católica hacia una postura más crítica con el régimen, alejándose paulatinamente de su tradicional apoyo.
Hacia la Unidad y Auge de los Nacionalismos (Años 70)
En la década de 1970, la oposición intentó unificarse parcialmente para coordinar sus fuerzas antifranquistas. En 1974, el PCE impulsó la creación de la Junta Democrática. Poco después, en 1975, el PSOE, ya liderado por un renovado Felipe González, promovió la Plataforma de Convergencia Democrática. Los nacionalismos periféricos también ganaron una fuerza considerable: en Cataluña, el Consell de Forces Polítiques de Catalunya (1975) reclamaba autonomía; en Euskadi, ETA, pese a sus divisiones internas entre facciones más políticas y otras puramente militaristas, se consolidó como un símbolo de resistencia, especialmente tras atentados de gran impacto como el asesinato del almirante Luis Carrero Blanco en diciembre de 1973. Carrero Blanco era entonces presidente del Gobierno, considerado el sucesor político de Franco y una figura clave para asegurar la continuidad del régimen.
La Crisis Interna y Final del Franquismo (1973-1975)
Divisiones en el Régimen y la Sucesión
Dentro del propio franquismo, las divisiones internas se agudizaron. Por un lado, los inmovilistas (conocidos como “el búnker”), con figuras como Blas Piñar, defendían un régimen autoritario sin cambios sustanciales. Por otro, los aperturistas, entre los que se encontraban personalidades como Manuel Fraga Iribarne y un joven Adolfo Suárez, buscaban impulsar reformas controladas desde el poder para adaptar el régimen a los nuevos tiempos. La designación de Juan Carlos I como sucesor de Franco a título de Rey en 1969 no calmó estas tensiones. La credibilidad del régimen también se vio afectada por escándalos como el caso Matesa (una trama de corrupción vinculada a la exportación y financiación irregular que implicó a instituciones públicas). Además, la tímida Ley de Asociaciones Políticas de 1974, promovida por el gobierno de Carlos Arias Navarro, resultó insuficiente, ya que solo permitía la creación de grupos afines al Movimiento Nacional, frustrando cualquier expectativa de una verdadera apertura.
El Impacto Internacional y la Descomposición
La crisis internacional de los años 70 aceleró el declive del franquismo. La crisis del petróleo de 1973 tuvo graves consecuencias económicas. En el plano internacional, la descolonización del Sáhara Occidental, forzada por la Marcha Verde organizada por Marruecos en 1975 y que culminó con la retirada española violando los mandatos de la ONU, supuso un duro golpe al prestigio del régimen. La caída de las dictaduras en Portugal (Revolución de los Claveles, 1974) y Grecia (1974) aisló aún más a España en el contexto europeo. La represión interna, con episodios como el Proceso de Burgos (1970) contra miembros de ETA, generó una amplia condena internacional y dañó la imagen exterior del país.
Intensificación de la Violencia y la Represión
El gobierno de Carlos Arias Navarro, tras el asesinato de Carrero Blanco, intentó una tímida apertura con el llamado “espíritu del 12 de febrero” (1974), pero esta pronto se vio abortada, dando paso a una profundización de la represión. En este convulso periodo final, grupos terroristas como el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) y el GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre) intensificaron sus acciones violentas, contribuyendo a un clima de tensión e inestabilidad crecientes.
La Cultura bajo la Dictadura y en el Exilio
Censura y Creación en la España Franquista
En el ámbito cultural, el franquismo impuso una férrea censura que ahogó la libertad creativa durante gran parte de su existencia. La producción cultural estuvo fuertemente controlada, promoviendo valores afines al régimen y silenciando cualquier disidencia. No obstante, especialmente en sus etapas finales, surgieron movimientos culturales clandestinos y la universidad se convirtió en un foco de resistencia intelectual, donde se gestaron ideas y debates que anticipaban el cambio.
El Exilio Cultural y su Legado
El exilio republicano tuvo una dimensión cultural de enorme trascendencia. Numerosos intelectuales, escritores y artistas se vieron forzados a abandonar España, continuando su labor creativa desde el extranjero. Figuras como los escritores Max Aub y Rafael Alberti, entre muchos otros, dieron voz a la España peregrina y mantuvieron viva una tradición cultural al margen del control franquista. Su obra, desarrollada en el exilio, es fundamental para comprender la riqueza y diversidad de la cultura española del siglo XX.
El Ocaso del Régimen y el Camino a la Transición
La muerte del dictador Francisco Franco en noviembre de 1975 abrió una encrucijada para el futuro de España. Mientras los sectores más duros del franquismo intentaban perpetuar el régimen por todos los medios, una oposición cada vez más diversificada y una sociedad mayoritariamente hastiada de la represión y la falta de libertades exigían un cambio hacia la democracia. Así, la agonía final del franquismo sentó las bases para la Transición Española, un proceso complejo y en ocasiones turbulento, pero que se reveló irreversible en su camino hacia la recuperación de las libertades políticas y la construcción de un sistema democrático. El régimen dejó una pesada herencia de división y trauma que marcaría profundamente los primeros años de la nueva etapa democrática.