Evolución literaria en España y América Latina (1936-Actualidad)

La lírica y el teatro españoles después de 1936

Tras la Guerra Civil, la poesía se divide entre el exilio y el interior. En el exilio destacan Luis Cernuda (La realidad y el deseo), Juan Ramón Jiménez (Dios deseado y deseante, Premio Nobel 1956), Pedro Salinas y León Felipe. En España, los años 40 presentan dos tendencias: la poesía arraigada, tradicional y religiosa (Luis Rosales, La casa encendida), y la desarraigada, existencial y angustiada (Dámaso Alonso, Hijos de la ira, 1944). En los 50, triunfa la poesía social, crítica y comprometida: Blas de Otero (Pido la paz y la palabra), Gabriel Celaya (Cantos Íberos), José Hierro (Cuanto sé de mí). La Generación del 50 introduce intimidad y lenguaje coloquial: Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente. En los 70 surgen los Novísimos, con una lírica culta y experimental: Pere Gimferrer, Arde el mar. Desde los 80 aparece la poesía de la experiencia (Luis García Montero) y la poesía del silencio (Valente, Gamoneda), conviviendo con otras líneas como el neosurrealismo (Blanca Andreu) o el realismo sucio (Roger Wolfe).

En teatro, los años 40-50 están dominados por la comedia burguesa (Pemán, Neville, Mihura) y el teatro de evasión. El drama realista comienza con Buero Vallejo (Historia de una escalera, 1949) y continúa con Sastre (Escuadra hacia la muerte, 1953). En el exilio destacan Alberti, Casona y Max Aub. A partir de los 70, el teatro se vuelve más experimental (Arrabal, Nieva) y surgen grupos independientes como Els Joglars. Ya en democracia, destacan autores como Antonio Gala y Juan Mayorga (El chico de la última fila), que consolidan un teatro comprometido y renovador.

La novela española entre 1939 y 1975

La novela española entre 1939 y 1975 refleja las transformaciones sociales y políticas del país a través de diversas corrientes literarias. En el contexto del realismo social, autores como Camilo José Cela, con su obra La colmena, retratan la miseria de los suburbios y la vida de los humildes, mientras que el estilo narrativo es sencillo y directo, con una fuerte objetividad en la descripción de los personajes y el entorno. Estos escritores presentan una visión pesimista y muchas veces cruda de la realidad, empleando humor negro y explorando la violencia, el sexo y las dificultades sociales.

A finales de los años 50 y durante los 60, surge el neorrealismo, en el que la crítica social es más difusa y se exploran temas como la soledad y la frustración. Autores como Rafael Sánchez Ferlosio, con El Jarama, muestran una visión de la vida cotidiana a través de diálogos banales y una acción limitada, donde el tema central es la trivialidad de la vida de los personajes.

A partir de los años 60, la novela española experimenta un cambio radical, influenciada por la novela hispanoamericana y autores de renombre como Proust, Kafka y Joyce. Esta nueva narrativa se caracteriza por la ruptura de la cronología, el monólogo interior y la multiplicidad de perspectivas narrativas. Los personajes se enfrentan a conflictos existenciales y se profundiza en su mundo interior, mientras que la forma de narrar se vuelve más experimental. Autores como Luis Martín-Santos con Tiempo de silencio, Miguel Delibes con Cinco horas con Mario y Juan Benet con Volverás a Región representan esta modernización de la novela española.

La novela española a partir de 1975

La novela española a partir de 1975 se caracteriza por un giro hacia la narratividad tras el fin del experimentalismo. Este cambio se produce tras la muerte de Franco, que abrió el camino a la transición hacia la democracia, la libertad de expresión y la eliminación de la censura. Con el fin de la novela experimental, autores recuperan el gusto por contar historias y conectar con los lectores. La narrativa se diversifica, con una gran libertad de temas, formas y mensajes.

Entre las tendencias destacadas, se encuentran la vuelta a la narración tradicional, con una creciente importancia de la trama y los personajes, y el auge de subgéneros como la metanovela, la novela policiaca y la novela histórica. El autor más representativo de este cambio es Eduardo Mendoza, con su obra La verdad sobre el caso Savolta (1975), que marca el fin de la novela experimental y el regreso a un estilo más accesible y narrativo.

La generación del 68

Compuesta por autores nacidos en los años 30 y 40, se caracteriza por el retorno a la narratividad, la importancia de la subjetividad y un estilo más cuidado. Subgéneros como la metanovela y la novela policiaca se popularizan, con autores como Carmen Martín Gaite y Eduardo Mendoza.

La narrativa de los 80

Se consolida una nueva narrativa introspectiva y experimental. Se destacan autores como Luis Landero, Enrique Vila-Matas, Javier Marías, Rosa Montero y Arturo Pérez-Reverte. Se caracteriza por el análisis del yo, la incorporación de géneros populares como la novela negra, y un tono irónico y paródico.

La última narrativa (desde los 90 hasta la actualidad)

Las tendencias previas se mantienen, pero se intensifica el realismo sucio, el microrrelato, la novela comprometida y la novela intimista. Autores como Javier Cercas y Almudena Grandes exploran temas como la memoria histórica, la corrupción y la introspección.

La literatura contemporánea en América Latina

La literatura contemporánea en América Latina experimentó varios cambios después de las vanguardias, abriendo paso a nuevas corrientes como la poesía posvanguardista y la novela regionalista. A partir de 1930, la poesía comienza a alejarse de los extremismos de las vanguardias. Poetas como Pablo Neruda y Octavio Paz, influidos por la realidad social y existencial, aportaron un enfoque más reflexivo y metafísico. Neruda, con obras como Canto General y España en el Corazón, se convirtió en el gran “vocero de América”, mientras Paz, con su poesía de indagación filosófica, introdujo el surrealismo en Hispanoamérica.

Por otro lado, la novela regionalista fue un reflejo de las realidades políticas y sociales de la región, con un enfoque en la naturaleza y la vida de las personas frente a las fuerzas sociales y políticas. Obras como Los de abajo de Mariano Azuela o Raza de bronce de Alcides Arguedas representan la lucha y marginación de los pueblos indígenas.

Durante los años 60, surge el Boom latinoamericano, un fenómeno literario que unió a autores como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar y Carlos Fuentes. El Boom se caracterizó por la exploración de la realidad sociopolítica, la experimentación narrativa y la inclusión del realismo mágico, como en Cien años de soledad de García Márquez. Además, los escritores experimentaron con la estructura de la narrativa, utilizando tiempos no lineales y perspectivas múltiples.

Después del Boom, la narrativa latinoamericana continuó evolucionando con nuevas tendencias, como la fusión de géneros, la literatura del yo y la novela intimista. Escritores como Roberto Bolaño, con Los detectives salvajes y 2666, siguen explorando las complejidades sociales, políticas y existenciales de la región, mientras que otros como Sergio Pitol se enfocan en la hibridación entre géneros y formas literarias.

La literatura contemporánea en América Latina sigue siendo diversa y dinámica, con cada generación ofreciendo nuevas formas de interpretar la realidad, la historia y la identidad de la región.