Marxismo: Contexto Histórico, Filosófico y Relación con Otros Autores

Contexto Histórico

La consolidación política y económica como consecuencia de la revolución industrial y del surgimiento del capitalismo monopolista de la burguesía, va acompañada de la miseria y del empobrecimiento de los asalariados, del proletariado. Jornada laboral de 14 horas, mujeres trabajando en condiciones deplorables, niños en las minas, salarios de mera subsistencia. Hay que reconocer, sin embargo, que al menos formalmente, se consiguió la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y el surgimiento del Estado liberal. El progreso es innegable.

La primera parte de su vida tiene como ámbito histórico la Restauración. En Prusia, donde nace en 1818, la reacción fue especialmente dura. Además, el sistema feudal no se había superado del todo, la burguesía carecía de poder y la industria estaba poco desarrollada. Marx lucha frente a la Restauración a través del periodismo. Fue nombrado redactor jefe de la Gaceta Renana, periódico que fue prohibido en 1843. Como consecuencia, tuvo que irse a París. Francia, después de las revoluciones de 1789 y 1830, se había convertido en el centro del movimiento obrero. Los obreros, anteriormente manipulados por la burguesía para luchar contra el Antiguo Régimen, descubrieron la necesidad de organizarse y del pensamiento socialista. En 1844, Marx se incorpora al movimiento obrero, se puso en contacto con los grupos revolucionarios socialistas y se adhirió a la causa del proletariado. Conoció a un grupo de obreros inmigrantes alemanes y comprendió el papel que tenía el proletariado en la historia de la humanidad; su destino iba a ser resolver los problemas que la revolución francesa había dejado pendientes. Para ello, la libertad y la igualdad habían de entenderse desde el punto de vista económico y social.

En 1846 llega a Bruselas, tras haber sido expulsado de Francia. Bruselas revolucionaria de 1848. Marx, juntamente con el proletariado, se dispuso a realizar la única crítica efectiva del capitalismo: la revolución proletaria. Tomó parte activa en ella y cuando se extendió a Alemania se establece en Colonia con el fin de dirigirla. La revolución fracasa, Marx es expulsado y regresa a París, donde se esperaba con optimismo un nuevo movimiento revolucionario. Sin embargo, el Gobierno francés no le concedió el permiso de residencia y comenzó su exilio en Londres, donde pasó el resto de su vida. Durante años confía todavía en que se desencadene un estallido revolucionario.

Inglaterra, único país relativamente liberal, se convirtió en el último refugio para los perseguidos políticos de la época. Allí, los obreros habían creado los sindicatos para luchar por las mejoras de las condiciones en las fábricas, la reducción del horario de trabajo y el aumento de salarios. Era el país industrializado más avanzado del mundo y con mayor experiencia en la economía del capitalismo. Durante los años 50, Marx releyó a los economistas ingleses llegando a la conclusión de que una nueva revolución solo era posible como resultado de una crisis económica y se dedicó a buscar los signos de una crisis comercial y financiera.

En 1864 los obreros crearon la Primera Internacional, siendo Marx uno de sus fundadores. Por otra parte, al acabar la guerra Franco-prusiana, en 1871, se produce uno de los acontecimientos más mitificados por parte del movimiento socialista: el alzamiento de la Comuna de París, que terminó en un baño de sangre. La repercusión de la comuna fue enorme. Los internacionalistas, considerados como enemigos de la paz pública, son perseguidos en todos los países. Este acontecimiento, que nuestro autor apoyó, y la ruptura de los partidos de Marx y los seguidores de Bakunin, ocasionaron el final de la Primera Internacional. De todas formas, hacia el final del siglo XIX, el movimiento obrero es ya una realidad indiscutible y en toda Europa proliferan partidos socialistas y asociaciones de trabajadores para defender sus derechos y transformar la economía y la política de los estados.

Contexto Filosófico

El pensamiento de Marx surge como una crítica y reinterpretación de Hegel y los hegelianos, el socialismo francés y la economía clásica inglesa. En concreto, nuestro texto es una crítica a la filosofía de Hegel y los hegelianos, a la que descalifica por ser ideología.

El idealismo absoluto

Hegel es el principal representante del idealismo absoluto alemán. La razón recibe en Hegel diferentes denominaciones: lo Absoluto, la Idea, el Espíritu o lo Infinito, que la conciencia religiosa llama Dios. Al identificar pensamiento y realidad, Hegel considera que todo es espíritu, aunque en grados diversos. Esta identificación implica que:

  • a) la realidad originaria es el espíritu,
  • b) la naturaleza y la materia también son espíritu,
  • c) el hombre es la forma en que el espíritu es consciente de sí mismo,
  • d) el sujeto de la historia es el Espíritu universal que, encarnado en la humanidad, avanza hacia su propia autorrealización.

La dialéctica hegeliana

Hegel considera que la realidad (espiritual) está dotada de movimiento dialéctico y así se va concretando, diferenciando y perfeccionando progresivamente. La dialéctica hace posible la maduración y la realización de la realidad.

Relación Marx-Hegel

Marx es materialista y rechaza el idealismo de Hegel, sin embargo, cree que la dialéctica hegeliana es un gran acierto. Es un descubrimiento que hay que saber aprovechar. Para ello hay que transformarla, “volverla al revés”, materializar su carácter idealista. Por una parte, Marx critica a Hegel ya que:

  • a) En el estado democrático no se ha llegado a la autorrealización de la realidad,
  • b) la filosofía de Hegel es ideología porque comprende el mundo en lugar de cambiarlo,
  • c) no es el espíritu lo que se desarrolla en la historia, sino las condiciones materiales de vida de los individuos.

Los hegelianos

Los discípulos de Hegel pronto se dividieron en dos grupos: la derecha y la izquierda hegelianas. Los de derecha desarrollaron el aspecto conservador de la filosofía hegeliana, justificando la representación tradicional de la religión y del Estado burgués industrial. Los de izquierda son críticos, quieren cambiar la sociedad, en eso coinciden con Marx, pero al considerar que la forma de pensar es la causa de la injusticia y de la alienación y no al revés, Marx afirma que son ideólogos, y por lo tanto, en el fondo, conservadores.

Relación Marx-Feuerbach

Feuerbach opta por un punto de vista materialista para criticar la teología. Frente a Hegel afirma que el originario no es el espíritu sino la naturaleza, el cuerpo, el hombre sensible. Sin embargo, Marx rechaza esta forma de entender el materialismo porque interpreta al hombre como objeto sensible, no como un ser activo-práctico, sino meramente teórico y contemplativo. Además, según nuestro autor, no concibe el mundo como un proceso histórico-dialéctico, por lo que su materialismo es metafísico.

Marx, Nietzsche y Freud, a pesar de sus notables diferencias, han sido considerados como los fundadores de una concepción crítica de la cultura que Paul Ricoeur llamó “escuela de la sospecha”. Los tres tienen en común el haber destacado una dimensión de la conciencia humana que no había sido tratada en la filosofía precedente: su capacidad de fabulación y de autoengaño inconsciente, “la falsa conciencia”. Así, la conciencia enmascara los intereses de clase en Marx, disimula los motivos de la conducta moral en Nietzsche y las fuerzas instintivas irracionales, en la actividad del psiquismo, en Freud.

Relación con Otros Autores

Podemos relacionar las ideas de Marx con gran parte de la filosofía previa, fundamentalmente todo lo que tiene que ver con su crítica al idealismo y su concepción materialista de la historia y del ser humano. En el texto de “La ideología alemana” que comentamos, Marx acusa a la derecha y a la izquierda hegelianas de ser idealistas porque se alejan del mundo real existente quedando prisioneras de un mundo de ideas o de productos de la conciencia. Un idealismo aún más radical y alejado del mundo real lo encontramos en la filosofía de Platón. Para Platón el verdadero mundo es el mundo de las ideas o esencias separadas. De este mundo forma parte el alma humana, que en la actualidad se encuentra prisionera en un cuerpo material perteneciente al mundo de las cosas. El mundo de las cosas es solo una imitación o participación del mundo de las ideas, que es la verdadera realidad.

El mundo platónico de las ideas es para Marx alienación del pensamiento y del ser, ya que, en tal hipótesis, el verdadero ser estaría en el mundo del más allá, todo lo cual es un idealismo contra el que Marx reacciona de manera virulenta. Platón arranca su filosofía de arriba, del análisis de las ideas, mientras que la filosofía de Marx es totalmente inversa, arranca de abajo, del ser humano concreto y real.

A pesar de estas diferencias, también podemos encontrar algún punto de confluencia, dado que la propuesta política de Platón supone un programa de comunidad política cercano al comunismo.

Por otro lado, la filosofía de Marx supone una crítica al sistema capitalista y a la supuesta organización democrática resultado, en gran medida, de las ideas filosóficas y del liberalismo político defendido por Locke. Para Locke el ser humano está dotado de derechos naturales e inalienables como la libertad, la vida o la propiedad, cuya defensa en el estado de naturaleza le resulta problemática. Para resolver estas dificultades se origina, fruto de un contrato o compromiso, la sociedad política o civil. A esta sociedad los seres humanos ceden libremente sus poderes para así poder defender mejor sus derechos naturales. Estos poderes, propios del ser humano en estado natural, que procuran la defensa de los derechos, se instalan en las instituciones político-jurídicas características de la sociedad civil. Surgen así los distintos poderes (legislativo, ejecutivo, federativo) encargados de crear las leyes que defiendan los derechos naturales y, en especial, la propiedad privada.

Toda esta organización, pretendidamente democrática, no es para Marx más que una apariencia engañosa que esconde la explotación y la alienación de los trabajadores, mayoría sin derechos reales cuya única propiedad es su capacidad de trabajar y cuya única posibilidad real es venderla bajo el poder y el dominio del capitalista. La libertad y la propiedad como derechos fundamentales defendidos por Locke, y las instituciones político-jurídicas que surgen del contrato, no son más que una apariencia engañosa o ideología que defiende los intereses de la clase burguesa dominante, y cuya finalidad es conservar y perpetuar la explotación que ejerce sobre el proletariado.