Grandes Pensadores del Derecho y la Política: De Aristóteles a Radbruch

Aristóteles: Realismo Metafísico y Justicia Política

Aristóteles vivió entre los años 384 a.C. y 322 a.C., en el periodo conocido como la Grecia Clásica, una etapa de gran esplendor cultural, filosófico, artístico y político. Pero también fue una época de cambios profundos y conflictos constantes, que influyeron mucho en su pensamiento. Estudió en la Academia de Platón y más tarde fundó su propia institución docente y científica: el Liceo.

Corriente Filosófica: Realismo Metafísico

La metafísica es la rama de la filosofía que estudia lo más profundo de la realidad: ¿Qué es lo que existe? ¿Cómo está constituido el ser? ¿Cuál es la causa última de las cosas?

  • Platón defendía el idealismo. Decía que existen dos mundos separados:
    • El mundo sensible (lo que vemos, que cambia).
    • El mundo inteligible (las Ideas eternas, perfectas, invisibles).
    La verdadera realidad estaba en ese mundo de las Ideas.
  • Aristóteles rompe con eso y propone el realismo metafísico. Dice que no existen dos mundos, sino uno solo: el mundo real, donde las cosas concretas tienen sentido por sí mismas y no hay que buscar verdades en otro mundo ideal, sino en la realidad misma en la que cada cosa concreta está compuesta por:
    • La Materia (lo que es potencial).
    • La Forma (lo que le hace ser lo que es).

Mientras Platón cree que la verdad está en un mundo ideal, Aristóteles considera que la razón y la verdad están en las cosas reales, en lo que existe aquí y ahora. Por eso, cuando Aristóteles habla de derecho natural, no se refiere a una idea abstracta, sino a algo que solo tiene sentido dentro de la vida en sociedad, dentro de la polis (la ciudad-estado griega). Para él, el ser humano solo puede desarrollarse plenamente dentro de la comunidad política. Por eso afirma: quien no vive en sociedad, o es una bestia (irracional) o un dios (perfecto, que no necesita de otros).

En esta línea, la justicia no es una idea alejada del mundo real, sino una cualidad propia del Estado, algo que se construye y practica en la convivencia entre ciudadanos.

Tipos de Justicia Política según Aristóteles

Aristóteles distingue dos tipos de justicia política:

  1. Justicia natural (physikón): válida en todos lados, por naturaleza, sin importar si se reconoce o no.
  2. Justicia legal (nomikón): creada por las leyes de cada sociedad, y aunque en principio podría haber sido de otra forma, una vez establecida, debe respetarse.

Pero ambas no están en conflicto, sino que forman parte del mismo concepto de justicia: una orientada a lo universal y otra a lo concreto. Además, introduce un concepto muy importante: la equidad (epikeia), que significa ajustar la ley al caso particular cuando su aplicación literal sería injusta. Como las leyes son generales, a veces no se adaptan bien a situaciones específicas. Por eso, el juez debe aplicar la ley con sabiduría y flexibilidad, para que se haga justicia real en cada caso.

Formas de Gobierno y la Mesocracia en Aristóteles

Aristóteles analiza las distintas formas en que se puede organizar el poder político y distingue entre formas de gobierno justas e injustas, según a quién benefician y si respetan las leyes.

Clasificación de Gobiernos

  • Formas de Gobierno justas (respetan el bien común y la ley):
    • Monarquía: gobierno de una sola persona, pero que gobierna para el bien de todos.
    • Aristocracia: gobierno de los mejores (los más sabios y virtuosos), también orientado al bien común.
    • República o politeia: gobierno de los ciudadanos, es decir, de una mayoría que actúa conforme a la ley y en beneficio de todos.
  • Formas de Gobierno injustas (buscan el interés propio de quienes gobiernan):
    • Tiranía: corrupción de la monarquía; el rey gobierna solo para su propio beneficio.
    • Oligarquía: corrupción de la aristocracia; gobiernan los ricos para su propio interés.
    • Democracia (en sentido negativo): corrupción de la república; el pueblo gobierna sin ley ni justicia, siguiendo intereses de la mayoría sin respetar a las minorías (lo que hoy llamaríamos demagogia).

Para Aristóteles, la peor forma de todas es la tiranía, porque es la distorsión más profunda del modelo ideal (la monarquía virtuosa), siendo la perversión del régimen mejor y más divino. Propone que lo mejor es una forma mixta de gobierno, que combine elementos de las justas, para evitar sus corrupciones. Y sobre todo, valora mucho a la clase media (mesocracia): considera que el gobierno será más estable y justo si está en manos de ciudadanos con recursos moderados, porque ni tienen ambición desmedida como los ricos ni resentimiento como los muy pobres. La clase media, por ser más equilibrada, es la que mejor puede obedecer a la razón y buscar el bien común.

La obra más destacada de Aristóteles es la Ética a Nicómaco, aunque también son fundamentales otras como Política y Metafísica.

Santo Tomás de Aquino: La Ley y la Razón en la Escolástica

Santo Tomás de Aquino (1225–1274) fue uno de los pensadores más influyentes de la Edad Media. Desde muy joven fue enviado a estudiar con los dominicos. El pensamiento aristotélico desafiaba la tradición platónica dominante en la Iglesia, lo que obligó a los teólogos cristianos a posicionarse. Tomás fue uno de los que aceptaron el reto: no rechazó a Aristóteles, sino que lo reinterpretó a la luz de la fe cristiana, dando lugar a una síntesis teológica y filosófica que marcaría todo el pensamiento medieval posterior. Su obra más conocida y relevante es la Suma Teológica, donde expone de manera ordenada y sistemática su visión sobre Dios, el hombre, la ley, la política y la moral.

Corriente Filosófica: Escolástica e Intelectualismo Teológico

Tomás de Aquino es el máximo representante de la escolástica, una corriente que se desarrolla en las universidades medievales y que busca explicar racionalmente las verdades de la fe mediante la filosofía, especialmente la lógica y la metafísica. Frente al pensamiento más místico o voluntarista de San Agustín, Tomás defiende el intelectualismo teológico, una postura que afirma que el bien y la ley se fundan en la razón, no únicamente en la voluntad divina. Para él, Dios es razón antes que voluntad, y por eso el ser humano puede acceder al conocimiento del bien y del orden moral usando su propia razón. Tomás considera que la fe y la razón no se oponen: ambas proceden de Dios, y por tanto no pueden entrar en contradicción. La razón permite al ser humano descubrir muchas verdades naturales, mientras que la fe completa ese conocimiento con las verdades reveladas.

Teoría de la Ley: Estructura Jerárquica del Derecho

Uno de los aportes fundamentales de Santo Tomás es su teoría de la ley, que se organiza en una estructura jerárquica y racional. Esta teoría aparece en la Suma Teológica (I-II, q. 90 y ss.), donde responde a preguntas clave como: ¿qué es la ley?, ¿cuál es su origen?, ¿qué tipos de leyes existen? Para él, la ley es: “Una ordenación de la razón dirigida al bien común, promulgada por quien tiene a su cargo el cuidado de la comunidad.” A partir de ahí, distingue cuatro tipos de leyes:

  1. Ley eterna: es la razón divina que gobierna toda la creación. Solo Dios la conoce completamente. Es el fundamento de todo el orden moral y jurídico.
  2. Ley natural: es la participación de la criatura racional (el ser humano) en la ley eterna. A través de la razón, podemos conocer lo que está bien y lo que está mal. Es universal y no cambia.
  3. Ley humana (positiva): son las leyes concretas que hacen los legisladores. Estas deben derivarse racionalmente de la ley natural para ser válidas. Si contradicen la ley natural, no obligan en conciencia.
  4. Ley divina revelada: es la ley contenida en la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento). Es necesaria para alcanzar la salvación y para conocer ciertas verdades que la razón no puede descubrir por sí sola (como el perdón de los pecados o la gracia).

Esta estructura refleja el orden del universo según Tomás: todo lo creado debe orientarse al bien común bajo una guía racional. Por eso, una ley humana solo será justa si respeta ese orden superior.

Principio del Derecho Natural y Función de la Razón

La ley natural es clave en su pensamiento. Tomás dice que todos los seres tienden naturalmente al bien, pero que los seres humanos, además, pueden reconocer ese bien usando su razón. El primer principio de la ley natural es: “Hay que hacer el bien y evitar el mal.” Este principio es evidente por sí mismo y a partir de él se derivan otros preceptos más concretos, como:

  • Conservar la vida.
  • Reproducirse y educar a los hijos.
  • Buscar la verdad.
  • Vivir en sociedad.
  • Respetar a los demás.

La razón práctica (la que usamos para decidir cómo actuar) permite aplicar estos principios en la vida real. Por eso, Tomás distingue entre:

  • Razón especulativa: busca conocer lo verdadero (ej. matemáticas, filosofía).
  • Razón práctica: busca orientar la acción hacia el bien (ej. derecho, ética).

Así, el derecho es un producto racional que nace de la razón práctica y que debe orientar la vida humana hacia el bien común.

Legislador, Juez y Primacía de la Ley Escrita

Para Santo Tomás, el legislador tiene un papel más importante que el juez. ¿Por qué? Porque el legislador tiene tiempo para reflexionar, deliberar con calma y dictar normas generales con racionalidad, mientras que el juez actúa sobre casos concretos, muchas veces urgentes y condicionados por sus emociones o por la presión social. Por eso, Tomás considera que la función del legislador es más perfecta y más racional. La justicia no puede depender solo de la subjetividad del juez, sino que debe estar contenida en normas estables, claras y universales. Es lo que llama la iustitia animata (la justicia encarnada en el juez), que, según él, no se encuentra fácilmente en muchas personas y es demasiado variable. Conclusión: cuanto más se pueda regular mediante leyes generales, menos se dejará al juicio personal del juez. Esto refuerza la idea de que el derecho debe tener forma escrita y racional, no depender solo de decisiones puntuales.

Técnica Legislativa: Cómo se Deriva la Ley Humana

  • Modo de conclusión: se deduce una norma concreta a partir de un principio general, como en un razonamiento lógico. Ejemplo: si la ley natural dice “no hagas daño a otros”, de ahí se puede concluir que “no se debe matar” o “no se debe robar”. Es una derivación estricta.
  • Modo de determinación: se toma un principio general y se concreta en función de las circunstancias.

Condiciones que Debe Cumplir una Ley Humana para Ser Válida

Tomás no solo explica cómo deben hacerse las leyes, sino qué condiciones deben cumplir para que sean auténticas leyes y no simples órdenes injustas. Una ley humana debe ser:

  • Honesta: que busque el bien y no el interés personal.
  • Justa: que respete la igualdad y la dignidad de todos.
  • Posible: que se pueda cumplir de verdad.
  • Conforme a la naturaleza humana: que respete la moral y la razón.
  • Adecuada a las costumbres del país: que tenga en cuenta la cultura del pueblo.
  • Clara: que se entienda bien.
  • Estable: que no cambie constantemente.
  • Dirigida al bien común: que beneficie a la comunidad, no a unos pocos.

Thomas Hobbes: El Contrato Social y el Leviatán

Contexto Histórico: Hobbes y la Obsesión por el Orden

Thomas Hobbes (1588–1679) nació en 1588 y vivió en una de las etapas más inestables de la historia de Inglaterra. Su vida estuvo marcada por un clima de guerra, violencia y descomposición política. Durante su juventud y madurez, fue testigo de las profundas tensiones entre la monarquía y el Parlamento, que desembocarían en la Guerra Civil inglesa, la decapitación del rey Carlos I y la instauración de la dictadura de Oliver Cromwell. Posteriormente, presenció también la restauración de la monarquía con Carlos II.

En medio de este caos, Hobbes llegó a la convicción de que el principal peligro que enfrentan las sociedades humanas no es la pobreza, ni siquiera la injusticia, sino el desorden, la anarquía y la violencia desatada. El propio Hobbes relató en tono irónico que su madre dio a luz prematuramente al enterarse de que la Armada Invencible española se acercaba a Inglaterra. Dijo que ese día nacieron dos gemelos: él y el miedo. Esta anécdota, más allá de su sentido humorístico, refleja una verdad profunda: Hobbes construyó toda su teoría política sobre la base de ese miedo originario al conflicto permanente entre los hombres. En su pensamiento, la política no nace del deseo de justicia, sino de la necesidad de evitar la muerte violenta. Por eso, su pregunta filosófica fundamental no es qué es la justicia, sino cómo se puede garantizar la paz y la seguridad en una sociedad de individuos potencialmente peligrosos entre sí.

El Estado de Naturaleza: Guerra de Todos Contra Todos

Para explicar cómo surge el poder político, Hobbes parte de un experimento mental: imagina cómo sería la vida de los seres humanos antes de existir cualquier forma de autoridad común, es decir, antes del Estado, del derecho y de las instituciones. A este escenario lo llama estado de naturaleza. No se refiere a una etapa histórica real, sino a una situación hipotética que sirve para comprender por qué necesitamos un gobierno.

En ese estado de naturaleza, todos los hombres son libres e iguales en cuanto a su derecho a hacer lo que crean necesario para sobrevivir. Pero como todos tienen el mismo derecho, nadie puede estar seguro. No hay leyes que protejan la propiedad ni jueces que resuelvan disputas. Si alguien desea algo, puede tomarlo. Si alguien se siente amenazado, puede atacar primero. La consecuencia es una situación permanente de desconfianza, competencia y miedo. Es lo que Hobbes describe como una guerra de todos contra todos (bellum omnium contra omnes). Esta guerra no es una batalla concreta, sino una condición generalizada de inseguridad, donde no hay confianza posible.

Hobbes resume esta realidad de forma brutal: en el estado de naturaleza, “la vida del hombre es solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta”. No hay lugar para la agricultura, la industria, el arte ni la cultura. Todo progreso humano se ve bloqueado por la inseguridad. Es una existencia animal, reducida a la supervivencia.

La Naturaleza Humana: Egoísmo, Pasiones y Cálculo Racional

Hobbes tiene una visión realista y pesimista de la naturaleza humana. No cree que los hombres sean malvados por esencia, pero tampoco piensa que sean naturalmente sociables o morales. Según él, los seres humanos están impulsados por pasiones básicas: el deseo de poder, el temor a la muerte, la búsqueda de placer, la competencia y el orgullo. La naturaleza humana no se rige por el altruismo, sino por la autoconservación. Cada uno actúa para proteger su vida y alcanzar sus propios fines.

Ahora bien, los hombres no son únicamente pasionales. También tienen razón, y es ahí donde Hobbes introduce un matiz importante. La razón, en su filosofía, no es una razón moral como la de los escolásticos, que distingue el bien del mal. Para él, la razón es una herramienta práctica, un instrumento de cálculo. Es la capacidad de evaluar los riesgos y las ventajas, de prever consecuencias y de elegir el camino más conveniente. Esa “razón instrumental” permite a los individuos entender que la paz es preferible a la guerra y que vivir bajo una autoridad común puede garantizar su seguridad mejor que la anarquía del estado de naturaleza. Por tanto, aunque la naturaleza humana tiende al conflicto, también posee en su interior la capacidad racional para escapar de él. Esa es la base sobre la que Hobbes va a construir su teoría del contrato social y la necesidad del Estado.

El Contrato Social: Renunciar para Sobrevivir

Una vez descrito el estado de naturaleza como un lugar de constante peligro y desconfianza, Hobbes plantea la solución: los hombres, guiados por la razón, deciden salir de ese caos mediante un acuerdo común. Este paso, conocido como contrato social, es el acto fundacional de la vida en sociedad. Lo interesante en Hobbes es que el pacto no se realiza entre cada persona y un gobernante, sino entre los propios individuos entre sí, quienes deciden renunciar al derecho absoluto que tenían en el estado de naturaleza para someterse a una autoridad que garantice el orden. Esa renuncia no significa perder todos los derechos, sino aceptar unas normas que todos respeten a cambio de protección. La condición fundamental de ese acuerdo es que todos renuncien de forma igualitaria a su libertad natural, y que el poder resultante de esa cesión recaiga en una sola figura o institución que represente a la comunidad.

Esa figura es lo que Hobbes llamará el soberano. En este nuevo escenario, la ley no surge de la moral ni de la religión, sino del pacto. El contrato social establece un poder legítimo que tiene la función de proteger la vida y garantizar la seguridad. Es decir, el Estado no nace porque sea bueno moralmente, sino porque es útil para evitar la destrucción mutua. Para Hobbes, este pacto representa el triunfo de la razón sobre la violencia.

El Leviatán: El Estado Soberano Absoluto

La figura que Hobbes utiliza para representar ese nuevo poder político es el Leviatán, un monstruo bíblico que simboliza una fuerza imparable. En su obra del mismo nombre, Leviatán (1651), el Estado aparece como una persona artificial compuesta por todos los ciudadanos, unidos por el pacto y representados por el soberano, que puede ser un individuo (como un monarca) o una asamblea. Lo importante no es la forma, sino la función: el soberano debe tener un poder absoluto e indivisible para garantizar la paz. Para Hobbes, este poder no puede estar limitado ni dividido, porque cualquier división del poder llevaría a la inestabilidad y al regreso al estado de guerra. El soberano debe tener control total sobre las leyes, la justicia, la economía e incluso la religión, si es necesario. Además, no puede ser juzgado ni castigado por sus súbditos, ya que su legitimidad no depende de su comportamiento moral, sino de haber sido instaurado por el contrato. En esta visión, las leyes no son anteriores al Estado, sino que emanan de él. No existe un derecho natural que limite al soberano, salvo un único derecho inalienable: el derecho a la vida. Nadie puede ser obligado a matarse ni a permitir que lo maten, ni siquiera por mandato del Estado. Fuera de esa excepción, el soberano tiene una autoridad plena. Esto puede parecer autoritario —y en cierto sentido lo es—, pero para Hobbes es el único modo de evitar el peor escenario imaginable: la disolución del orden civil.

Derecho, Poder y la Función del Estado en Hobbes

A diferencia de los pensadores medievales, que veían el derecho como expresión de una ley moral o divina, Hobbes sostiene que el derecho nace del poder político. No hay justicia fuera del Estado, porque no hay normas comunes, ni tribunales, ni fuerza que las haga cumplir. Por eso afirma que el soberano no puede cometer injusticia, ya que él define qué es justo. Lo justo no es aquello que se ajusta a una norma universal, sino aquello que se establece por la autoridad legítima para mantener el orden. Esto no significa que Hobbes desprecie el derecho, sino que lo concibe como una herramienta del Estado, subordinada a la paz y la seguridad colectiva. Las leyes tienen sentido no por ser moralmente buenas, sino por ser necesarias para la convivencia. Y para que las leyes funcionen, deben ir acompañadas de una fuerza coercitiva: las leyes sin espada, dice Hobbes, son como palabras sin fuerza. Desde esta perspectiva, Hobbes ofrece una visión laica, racional y funcional del Estado. Su pensamiento sienta las bases del positivismo jurídico moderno, donde el derecho se identifica con la norma dictada por una autoridad válida, independientemente de su contenido moral. En definitiva, el derecho no es una manifestación de la justicia, sino una condición necesaria para evitar el desastre.

Immanuel Kant: Razón, Moral y Derecho en la Ilustración

Kant (1724-1804) fue un filósofo alemán que vivió en Prusia Oriental (actual Kaliningrado, Rusia). Vivió en el siglo XVIII, durante un periodo histórico llamado la Ilustración, época en la que las personas empezaron a confiar mucho en el uso de la razón, es decir, en pensar por uno mismo. Se creía que la razón podía liberar a las personas de la ignorancia, las supersticiones (como las creencias sin pruebas) y los abusos de poder. Esta época marca el final de la Edad Moderna y el comienzo de la Edad Contemporánea.

Aunque nunca salió de su ciudad, Kant cambió la forma en que la gente pensaba sobre:

  • El conocimiento: cómo conocemos el mundo.
  • La moral: cómo sabemos lo que está bien o mal.
  • El derecho: cómo debe organizarse la justicia y las leyes.

Su pensamiento fue muy innovador y marcó un antes y un después en la historia de la filosofía. Por eso se dice que Kant es el culmen (lo más alto) de la filosofía idealista moderna (que da importancia a la razón y a cómo construimos la realidad) y el inicio de la filosofía jurídica contemporánea (la que trata sobre las leyes y el derecho en tiempos modernos).

Corriente Filosófica: Idealismo Trascendental

Su objetivo era superar dos corrientes filosóficas anteriores que estaban en conflicto:

  • Racionalismo (como Descartes): Decía que todo conocimiento verdadero viene de la razón, es decir, de pensar lógicamente sin necesidad de experiencia.
  • Empirismo (como Locke o Hume): Decía que todo lo que sabemos viene de la experiencia, es decir, de lo que percibimos con los sentidos.

Kant no rechazó del todo ninguna, sino que hizo una síntesis (una combinación equilibrada) de las dos: “Todo conocimiento comienza con la experiencia, pero no todo viene de ella.” Esto quiere decir:

  • Necesitamos ver, oír, tocar, experimentar para empezar a conocer algo.
  • Pero también necesitamos estructuras mentales que ya están dentro de nosotros para poder entender lo que percibimos.

Según Kant, nuestra mente tiene formas propias para organizar la experiencia. Algunas de estas estructuras son:

  • El espacio y el tiempo: No los aprendemos, ya vienen en nuestra mente, y con ellos organizamos lo que vemos.
  • Las categorías del entendimiento: Son conceptos básicos como causa-efecto, unidad, cantidad, posibilidad, etc., que usamos para dar sentido a lo que experimentamos.

Por ejemplo: Cuando ves una pelota caer, tú no solo ves el movimiento. Tu mente ya interpreta que hay una causa (la gravedad), una dirección, un objeto…

Kant comparó su idea con lo que hizo Copérnico. Copérnico dijo que no era el Sol el que giraba alrededor de la Tierra, sino la Tierra la que giraba alrededor del Sol. Eso fue un cambio radical de perspectiva. Del mismo modo, Kant propuso un gran cambio: “No es nuestra mente la que se adapta al mundo, sino que el mundo que conocemos se adapta a cómo funciona nuestra mente.” Esto quiere decir que:

  • Lo que percibimos como “realidad” ya está organizado por nuestra forma de conocer.
  • No vemos las cosas “tal como son en sí mismas”, sino como nuestra mente las puede entender.

Sus obras de filosofía general más importantes son las tres críticas:

  • Crítica de la razón pura (1781): teoría del conocimiento.
  • Crítica de la razón práctica (1788): ética y libertad.
  • Crítica del juicio (1790): estética y finalidad.

La obra de Kant más importante para la filosofía del derecho es Metafísica de las costumbres, que se divide en dos partes: la primera dedicada al derecho y la segunda a la moral.

Uso Teórico y Práctico de la Razón

Kant dice que la razón humana, es decir, nuestra capacidad de pensar, tiene dos formas de funcionar o “usos”:

  • El uso teórico de la razón: es cuando usamos la razón para conocer el mundo. Es la parte que nos permite aprender, estudiar, entender cómo funcionan las cosas a nuestro alrededor, como en la ciencia o las matemáticas.
  • El uso práctico de la razón: es cuando usamos la razón para tomar decisiones morales, es decir, para saber cómo debemos actuar. Este uso de la razón no busca saber cosas, sino decidir lo que está bien o mal. Aquí entra en juego nuestra voluntad, y Kant dice que esta voluntad debe guiarse por principios objetivos, no por sentimientos o intereses personales.

Para Kant, el ser humano es especial porque tiene dos partes:

  • Una parte es naturaleza, como todo lo que existe en el mundo físico. Esto quiere decir que, igual que una piedra cae por la gravedad, nuestras acciones a veces también parecen seguir una cadena de causas y efectos. En la naturaleza, todo lo que pasa tiene una causa anterior.
  • La otra parte es libertad, y eso es lo que nos hace humanos en el sentido más profundo. Ser libres significa que podemos decidir qué hacer, no estamos obligados a actuar solo por lo que sentimos o lo que nos pasa alrededor. Gracias a esa libertad, somos responsables de nuestras decisiones.

Kant también dice que la razón práctica (es decir, la que usamos para decidir cómo actuar moralmente) tiene una ley principal, que él llama imperativo categórico. Esa ley dice así: “Actúa de tal manera que la norma o regla de tu acción pueda valer para todos, en todo momento.” Esto significa que, antes de hacer algo, debes preguntarte: ¿Estaría bien que todos los seres humanos hicieran lo mismo en cualquier situación? Si la respuesta es sí, entonces esa acción es moralmente correcta. Kant le dio diferentes formas a esta idea, pero el sentido principal es ese: que nuestras acciones deben poder convertirse en una regla válida para toda la humanidad.

Deberes Jurídicos y Derechos

Kant habla de dos cosas muy importantes en su doctrina: los deberes jurídicos (lo que debes hacer según el derecho o la ley) y los derechos (lo que puedes exigir o lo que nadie te puede quitar).

Deberes Jurídicos

Kant toma una antigua idea del jurista romano Ulpiano, que decía tres cosas básicas que uno debe cumplir para vivir con justicia:

  • Vive honestamente.
  • No hagas daño a nadie.
  • Da a cada uno lo que le corresponde.

Kant está de acuerdo con esta idea, pero le añade algunas explicaciones importantes.

  • a) “Vive honestamente” → Ley del justo (lex iusti)
    Para Kant, vivir honestamente significa que debes respetarte a ti mismo como un fin, es decir, no te uses a ti mismo como un simple instrumento o herramienta para conseguir cosas. Tienes que reconocer el valor de tu humanidad y tratarte con dignidad.
  • b) “No hagas daño a nadie” → Ley jurídica (lex iuridica)
    Aquí Kant dice que nunca debes hacer algo ilegal o injusto, bajo ninguna circunstancia. Incluso si eso significa quedarte solo, fuera de cualquier grupo o sociedad, no está justificado hacer el mal.
  • c) “Da a cada uno lo suyo” → Ley de la justicia (lex iustitiae)
    Si tienes que vivir con otras personas (en sociedad), entonces esa sociedad debe garantizar que cada persona pueda tener lo que le pertenece y protegerlo de que otros se lo quiten. Una sociedad justa es la que respeta y asegura los derechos de todos.

Derechos

Kant explica los derechos en dos niveles distintos:

  • a) Nivel de las teorías del derecho
    Aquí Kant distingue dos tipos de derecho:
    • Derecho natural (Naturrecht): son principios que se conocen con la razón, sin necesidad de que alguien los haya escrito en una ley. Son válidos en cualquier lugar y momento.
    • Derecho positivo o estatutario (positives Recht): son las leyes que hace una autoridad (como un gobierno o parlamento). Se llaman “positivos” porque han sido escritos y establecidos por personas.
  • b) Nivel de los derechos como poder (Vermögen)
    Aquí Kant habla del derecho como una capacidad que tiene una persona para exigir algo, o para impedir que otro le quite algo. Estos derechos se dividen en dos tipos:
    • Derechos innatos: son los que tienes desde que naces, sin que nadie te los tenga que conceder. El único derecho innato para Kant es la libertad, que significa que ningún otro tiene derecho a obligarte o a dominarte por la fuerza. Esta libertad se basa en el hecho de que eres humano. De esta libertad innata se derivan otras ideas importantes:
      • Todos los seres humanos son iguales por naturaleza.
      • Cada persona es dueña de sí misma (Kant usa el término sui iuris).

Gustav Radbruch: De Positivista a la Fórmula de la Injusticia Extrema

Gustav Radbruch fue un filósofo y jurista alemán que vivió entre los siglos XIX y XX, una época marcada por guerras, dictaduras y profundas injusticias. Un mundo donde el Imperio Alemán dominaba Europa con fuerza y autoridad.

Como jurista, se formó en el pensamiento dominante de su tiempo: el positivismo jurídico. Fue ministro de justicia en la República de Weimar y más adelante profesor de derecho. Comenzó siendo positivista. Este pensamiento decía que el derecho era simplemente lo que estaba escrito en las leyes. No importaba si esas leyes eran buenas o malas, justas o injustas: si estaban aprobadas por el Estado, debían cumplirse. Esa era la visión de Radbruch durante muchos años.

Llegó el nazismo. Adolf Hitler tomó el poder en Alemania, y con él, un régimen brutal empezó a usar las leyes como herramientas para perseguir, discriminar y asesinar. Se aprobaron leyes para quitar derechos a los judíos, para encarcelar a opositores, para eliminar libertades básicas. Todo eso era “legal”, pero profundamente inhumano. Radbruch, como muchos otros alemanes, quedó conmocionado. Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se descubrieron los horrores de los campos de concentración y el uso perverso del sistema jurídico nazi, ya no pudo seguir pensando igual. Algo dentro de él cambió para siempre.

En ese contexto, en plena posguerra, Radbruch escribió dos textos breves pero fundamentales: Cinco minutos de filosofía del derecho e Ilícito legal y derecho supralegal. Allí expuso una idea revolucionaria para su época: no toda ley debe ser obedecida. Así nació la famosa “fórmula de Radbruch”, que decía lo siguiente: “Cuando una ley es extremadamente injusta, deja de ser verdadera ley. Y por tanto, no solo no hay que obedecerla… incluso hay que desobedecerla.”

Radbruch dejó atrás su antiguo positivismo y abrazó una visión más humana del derecho. Ya no bastaba con que algo estuviera en una ley para considerarlo justo. Había que pensar si esa ley respetaba valores fundamentales como la dignidad humana, la igualdad y la justicia. Para él, debía existir un “derecho supralegal”, es decir, un conjunto de principios morales que están por encima de las leyes escritas. Si una norma violaba esos principios esenciales, no podía considerarse derecho legítimo. Radbruch no llegó a estas conclusiones solo por reflexión teórica. Fue la realidad histórica, el haber vivido el régimen nazi y ver cómo se cometieron crímenes “legales”, lo que lo llevó a cambiar. Descubrió que la obediencia ciega a la ley puede ser peligrosa cuando el Estado pierde el rumbo moral. Con su nueva forma de pensar, trató de poner límites al poder del Estado y de advertir a futuros juristas: “No basta con cumplir la ley. Hay que preguntarse si esa ley es justa.”

Después de la guerra, la fórmula de Radbruch influyó en muchos jueces y sistemas legales, especialmente en Alemania. Gracias a su pensamiento, se empezó a rechazar la idea de que el derecho es solo obedecer normas, y se abrió camino a una visión más ética del derecho, que une justicia y legalidad.

Gustav Radbruch es conocido por haber pasado de ser un positivista jurídico a acercarse al iusnaturalismo tras la Segunda Guerra Mundial. Al principio era un defensor del positivismo jurídico donde el derecho es solo lo que está en las leyes escritas y no importa si la ley es justa o injusta y donde el juez debe aplicar la ley, no juzgarla moralmente. Cuando el nazismo llegó al poder, muchas leyes aprobadas eran profundamente injustas: discriminaban, oprimían y legalizaban la violencia. Después de ver cómo se usaban las leyes para justificar crímenes, cambió de postura radicalmente: “Hay leyes tan injustas, que no deben ser obedecidas, ni siquiera consideradas verdaderas leyes.”

Ahí es cuando empieza a acercarse al iusnaturalismo, que es otra corriente que dice:

  • Para que algo sea “derecho”, debe ser justo.
  • Hay valores superiores (como la dignidad humana, la libertad, la justicia) que están por encima de la ley escrita.
  • Si una ley viola esos valores fundamentales, no debe cumplirse.

Radbruch no se convirtió en un iusnaturalista tradicional, pero sí adoptó una visión más ética y crítica del derecho. La fórmula de Radbruch es una propuesta que pone límites al cumplimiento de la ley, especialmente cuando esta es muy injusta. Radbruch escribió esta fórmula después de la Segunda Guerra Mundial, al ver cómo se habían cometido crímenes terribles con leyes “legales” durante el nazismo. Es su forma de decir: “No todo lo que está en una ley debe cumplirse. Si una ley es demasiado injusta, deja de ser Derecho.”

La fórmula decía lo siguiente: “El conflicto entre la justicia y la ley debe resolverse normalmente a favor de la ley, por respeto a la seguridad jurídica. Pero si una ley es tan injusta que contradice la justicia de manera intolerable, entonces no debe ser obedecida, porque no es un verdadero Derecho.” Lo que propone con esta fórmula es que el Derecho necesita un contenido mínimo de justicia para ser legítimo. Una ley que niegue de forma radical la justicia (como las del nazismo), pierde su validez como norma jurídica. En esos casos, los jueces no solo pueden, sino deben desobedecer esa ley. Propone que el Derecho debe estar guiado por valores superiores, como los derechos humanos o la dignidad.

Falacias Comunes sobre Radbruch

Radbruch también dice que las decisiones jurídicas deben respetar la esencia o naturaleza de las cosas, y sugiere que el derecho no puede alejarse de la realidad y de la lógica del sentido común. Es importante aclarar que Radbruch no estaba en contra de todo el positivismo, solo del legalismo ciego (la idea de que toda ley debe cumplirse, aunque sea inhumana). No hay que pensar que solo los iusnaturalistas creen en la justicia. Uno puede ser positivista en lo científico (estudiar el derecho tal como es) y defensor de la justicia en lo político.