La Imaginación Sociológica: Un Enfoque Interrelacional
La sociología estudia los fenómenos sociales desde arriba, reuniendo y analizando datos sociales de diferente índole. Para ello, el observador-sociólogo hace uso de un método de enfoque interrelacional denominado imaginación sociológica. Este enfoque consiste en interrelacionar fenómenos que pertenecen a varios niveles de la vida social. Así, la sociología intenta establecer las conexiones pertinentes entre los fenómenos políticos y los religiosos, los económicos y los bélicos, los artísticos y los éticos. Por ejemplo, cuando el sociólogo estudia el proceso de envejecimiento, podrá analizar sus causas (demográficas, económicas, históricas, etc.) o sus consecuencias. Si se centra en estas últimas, podrá observar que pueden ser económicas, como el sostenimiento del sistema público de seguridad social; sanitarias, como el aumento de la esperanza y de la calidad de vida; o históricas, como la evolución de las estructuras familiares y el cambio de valores, y así sucesivamente.
Esta perspectiva de análisis consiste en una actitud que nos permite subrayar la unidad y la diversidad que existe en la vida social. De esta forma, el observador debe analizar todos los factores actuantes en la realidad social y sumergirse en la diversidad. De esta diversidad, el sociólogo busca extraer la unidad, es decir, la relación entre los diferentes aspectos analizados. Se trata de establecer qué factores son los predominantes en cada situación, teniendo en cuenta tanto la autonomía de las distintas causas como su interrelación con el resto.
La imaginación sociológica permite a su poseedor comprender el escenario histórico más amplio en cuanto a su significado para la vida interior del individuo y para la trayectoria exterior del grupo o de la sociedad.
El primer fruto de esta imaginación es la idea de que el individuo solo puede comprender su propia experiencia y evaluar su propio destino localizándose a sí mismo en su época. La imaginación sociológica nos permite captar la historia y la biografía, y la relación entre ambas dentro de la sociedad.
La imaginación sociológica es una perspectiva de análisis de los fenómenos sociales que va más allá de la realidad inmediata del individuo y de sus prejuicios sociales y morales. Esta forma de ver la realidad implica actuar como un extraño en tu propia cultura.
La distinción esencial con que opera la imaginación sociológica es quizás la que hace entre “las inquietudes personales del medio” y “los problemas públicos de la estructura social”. Se presentan inquietudes en el carácter de un individuo y en el ámbito de sus relaciones inmediatas con otros; tienen relación con su yo y con las áreas limitadas de vida social que conoce directa y personalmente. Los problemas públicos se relacionan con materias que trascienden el ambiente local del individuo y el ámbito de su vida interior.
La imaginación sociológica implica observar la vida social guardando una distancia respecto a la propia situación individual, como si cada fenómeno social ocurriera por primera vez en un contexto de interpretación más amplio.
El Paradigma Positivo-Funcionalista de Durkheim
Émile Durkheim (1858-1917) se sitúa en la línea del positivismo francés, bajo la influencia de Comte. Durkheim pensaba que los métodos científicos debían aplicarse al estudio de la sociedad, y creía que los grupos sociales presentaban características que iban más allá o eran diferentes a la suma de las características o conductas de los individuos. El postulado fundamental de su obra Las reglas del método sociológico (1895) es que “los hechos sociales deben ser tratados como cosas”. Hechos sociales son, según Durkheim, “maneras de obrar, pensar y sentir que presentan la importante propiedad de existir con independencia de las conciencias individuales”, es decir, que son exteriores al individuo, además de estar dotadas “de una fuerza imperativa y coercitiva, por la cual se imponen” (Durkheim, 1895). Por tanto, su realidad es totalmente objetiva, ya que proviene siempre del grupo y se explica por él. Así, analizó el fenómeno del suicidio como resultado de una falta de integración del individuo en la sociedad.
Durkheim intentó replantear la cuestión de la evolución social por el aumento del grado de división del trabajo, es decir, por la especialización de las tareas en su obra La división del trabajo social (1893). Para Durkheim, esta especialización se basa en un sistema de valores morales o normativos que constituyen la base de la estabilidad social. En su opinión, estos valores son los vínculos de cohesión que mantienen el orden y la integración sociales. La desaparición de estos valores conduce a una pérdida de estabilidad social o anomia y a sentimientos de ansiedad e insatisfacción en los individuos.
La anomia es una propiedad de la estructura social: se trata del vacío normativo particularmente agudo en épocas de crisis y cambio social rápido, o la falta de normas que mina la cohesión social del grupo.
Tal y como Durkheim veía el problema, las sociedades debían moverse desde la solidaridad mecánica hasta la solidaridad orgánica, que implica una mayor interdependencia social, una mayor complejidad y heterogeneidad en la división de funciones sociales y una menor importancia de la conciencia colectiva. Las formas de división social del trabajo determinan el tipo de solidaridad de una sociedad dada. Durkheim concebía la sociedad como un todo. Una clave para comprender su obra es la analogía orgánica. Desde esta perspectiva, la sociedad se asemeja a un organismo biológico. Esta visión induce al teórico social a centrarse en el sistema social en su conjunto y en la interrelación de sus partes. Su perspectiva funcionalista deriva en una valoración beneficiosa de las normas y valores dominantes de una sociedad. Para él, el conflicto de clases no era natural, ya que derivaba de los intereses egoístas de los individuos.
El Paradigma de la Sociología Comprensiva de Max Weber
A fines del siglo XIX en Alemania, se discutía la legitimidad de construir una ciencia de lo social. La orientación dominante rechazaba la posibilidad de aplicar métodos analíticos al mundo del hombre, lo que dio origen a la distinción entre ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu. Se sostenía que solo lo material podía ser conocido, y que los hechos históricos eran únicos e irrepetibles.
En ese clima cultural, marcado por el historicismo y por el rechazo al cientificismo positivista y al marxismo, Ferdinand Tönnies (1855-1936) desarrolló sus teorías, cuya importancia radica en haber abierto el camino para una obra como la de Max Weber.
El libro fundamental de Tönnies es Comunidad y Sociedad. En él, la sociología aparece como el conocimiento de las relaciones sociales, las cuales solo pueden ser concebidas como producto de la voluntad de los hombres. Para Tönnies, los dos tipos básicos de relación entre los hombres son los de “comunidad” y “sociedad”. La comunidad se caracteriza por estar fundada sobre lazos naturales, asimilados al modelo de un organismo.
Esta tipología reaparecerá en Max Weber (1864-1920), quien utiliza las definiciones de Tönnies sobre comunidad y sociedad como “tipos ideales”: es decir, como modelos que nunca se encuentran en la realidad en estado perfecto, pero que sirven para comprender la sociedad y para el análisis de las formas sociales concretas. Son instrumentos metodológicos para la ciencia social. Así, el capitalismo o la competencia perfecta son tipos ideales para los economistas.
Weber comprende que los fenómenos sociales no pueden ser objeto de una explicación idéntica a la que requieren los fenómenos naturales. Los hombres poseen conciencia y actúan de acuerdo con una intencionalidad subjetiva que no puede ignorarse al explicar un fenómeno social. Estima que la explicación de la conciencia por la realidad material es conveniente. Los fenómenos sociales deben ser explicados por una combinación de factores, incluyendo también otros elementos como los valores.
Su perspectiva de la sociología parte de su definición de la sociología como “una ciencia que pretende comprender interpretativamente el actuar social, y de esta manera explicarlo por sus causas en su transcurrir y en sus efectos”. El objeto es la acción social, que se caracteriza por estar orientada por el comportamiento de otros. Comprender significa entender el sentido de la acción para el actor, mediante la interpretación, poniéndonos en el lugar de sus actores y protagonistas para poderla entender y explicar.
La realidad social se interpreta a través de la comprensión del sentido que los agentes o actores sociales dan a sus acciones. Para Weber, la acción social tiene el sentido que le da el agente, siempre en relación con los otros. No solo es expresión de la propia voluntad del individuo, sino que también se relaciona con creencias, valoraciones, perspectivas y sentimientos. Para llegar a comprender la acción social, Weber la divide según cuatro tipos:
- Acción racional con arreglo a fines (o acción instrumental): cuyo modelo es la acción económica y en la que el actor social busca la eficacia de los medios respecto de los fines.
- Acción racional con arreglo a valores: en la que la decisión sobre los fines se somete a una valoración moral.
- Acción afectiva: en la que la acción queda dominada por las emociones.
- Acción tradicional: en la que la acción se orienta por las costumbres tradicionales.
Weber defendió la sociología como una ciencia libre de valores. Comprender el sentido de la acción social y ponerse en el lugar del otro no significa que el sociólogo no pueda guardar una distancia de su objeto de estudio. Su método queda ilustrado en su libro La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1903), en el que relaciona las mutuas conexiones causales entre el tipo ideal de capitalismo moderno y la ética protestante.
El Paradigma de la Sociología Marxista
Marx creía que, “para comprender las sociedades humanas, el teórico debía empezar por estudiar las condiciones materiales de la subsistencia humana, o economía de las necesidades primarias”. La clave es “el desarrollo o progreso histórico de estas condiciones materiales de producción”. Tenemos así el concepto de materialismo histórico.
La base material y económica de la que depende la naturaleza de la sociedad humana es denominada por Marx infraestructura. Los diferentes modos de producción tienden a influir en los demás aspectos de la vida de estas sociedades. Así, la infraestructura moldea la superestructura.
En el modo de producción, Marx distinguió entre los medios de producción y las relaciones de producción.
- Los medios de producción: tipo de tecnología utilizada para producir bienes.
- Las relaciones de producción: relaciones humanas que se dan bajo determinados medios de producción. En el capitalismo, estas relaciones incluyen:
- Las relaciones entre los trabajadores.
- Las relaciones de dominación-sumisión entre los trabajadores y los capitalistas.
- La propiedad y distribución de los bienes valorados por la sociedad.
Las relaciones de producción son así una parte de la infraestructura que puede influir en la superestructura. Para la teoría marxista, es más importante el modo en que las pautas de propiedad pueden moldear la superestructura. Cuando un grupo puede poseer y/o controlar los medios de producción más importantes, el poder que da a esa clase le permite moldear aspectos de la superestructura: “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época”. Marx quería decir que este grupo poderoso moldea y mantiene el sistema normativo o ideología dominante de una sociedad porque favorece sus intereses.
La superestructura no está totalmente determinada, sino solo influida o moldeada por la infraestructura. Pero Marx consideraba primordial la influencia a largo plazo de la infraestructura en la superestructura.
El Cambio Social en la Teoría Marxista
Según Marx, las sociedades humanas evolucionan por una serie de etapas hasta llegar a la etapa comunista. Describió varios tipos de sociedad (comunismo primitivo, capitalismo, comunismo, etc.), cada una de las cuales posee una infraestructura o modo de producción peculiar. Desde la perspectiva de la teoría marxista, el cambio en la infraestructura conduce a un cambio social revolucionario.
Por ejemplo, la caída de la sociedad feudal se puede atribuir básicamente a la aparición de nuevos medios de producción y de unas relaciones de producción basadas en las nuevas fuerzas de mercado, así como a que la fuerza del trabajo se convierte en mercancía. El resultado fue, en el caso inglés, una adaptación de la superestructura a la nueva infraestructura; y en el caso francés, un cambio violento con la Revolución de 1789.
Marx creía que el triunfo del capitalismo no resolvería los conflictos entre la superestructura y la infraestructura. Pensaba que, a largo plazo, se producirían otros cambios en el modo de producción que conducirían finalmente al surgimiento del comunismo. En esta nueva transición, los cambios en las relaciones de producción serían los protagonistas.
Marx creía que, con el tiempo, los trabajadores, cada vez más numerosos y poderosos, reconocerían que sus intereses se oponen a los de la propiedad privada de los medios de producción y a la distribución desigual de las recompensas. La revolución es inevitable y resolverá la contradicción entre la propiedad privada de los medios de producción y la producción colectiva, dando paso a la propiedad colectiva.
Muchas de las predicciones de Marx sobre el futuro del capitalismo han sido incorrectas, como se refleja en los gobiernos que llegaron al poder en nombre de sus ideas y se convirtieron en sociedades muy diferentes de lo que él mismo había previsto. No obstante, Marx anticipó la expansión del capitalismo monopolista y ofreció una imagen de la sociedad (el paradigma crítico del conflicto) de gran importancia para el desarrollo de la teoría sociológica.
La Pobreza: Conceptos y Enfoques de Medición
La pobreza se aplica a individuos, grupos o familias que no pueden satisfacer las necesidades básicas que todo ser humano merece y necesita. En sentido general, la pobreza es la carencia de recursos necesarios para satisfacer las necesidades de una población o grupo de personas específicas, que tampoco disponen de la capacidad y oportunidad de producir esos recursos necesarios.
Las necesidades básicas incluyen: acceso a servicios de salud, una vivienda digna, empleo de calidad, acceso a la educación, nutrición, tecnologías y acceso a los servicios básicos. En esencia, la pobreza es la carencia de recursos para poder vivir.
Los investigadores han abordado el asunto mediante dos enfoques diferentes:
Pobreza Absoluta
Se basa en la idea de la subsistencia, que alude a las condiciones básicas con las que hay que contar para poder llevar una existencia sana desde el punto de vista físico. Se dice que quienes carecen de estos requisitos fundamentales para la existencia humana viven en la pobreza.
El concepto de pobreza absoluta es de aplicación universal. Se sostiene que los criterios de subsistencia para el ser humano son más o menos los mismos para todas las personas de edad y condiciones físicas similares, independientemente de dónde vivan. Se puede decir que cualquier individuo, en cualquier parte del mundo, estará en la pobreza si se encuentra por debajo de este nivel universal.
Para la pobreza absoluta, se estipula que se debe diferenciar a los pobres de los no pobres, estableciendo una canasta mínima de consumo representativa de las necesidades de la sociedad que se pretende analizar. Esta metodología permite detectar la pobreza crítica y, dentro de ella, la pobreza extrema.
Pobreza Relativa
Quienes discrepan señalan que es más apropiado utilizar el concepto de la pobreza relativa, que relaciona esta situación con el nivel de vida general predominante en una determinada sociedad. Los partidarios de este concepto sostienen que la pobreza se define culturalmente y que no puede evaluarse según un nivel de privación universal. La pobreza relativa depende de la perspectiva de las condiciones de un lugar.
Las necesidades humanas no son iguales en todas partes; de hecho, no son las mismas ni dentro de una misma sociedad ni al comparar sociedades distintas. Cosas que parecen esenciales en una sociedad pueden parecer lujos en otra. Por ejemplo, el uso de electrodomésticos, el consumo de agua o la electricidad son lujos en sociedades en vías de desarrollo.
Desafíos en la Medición de la Pobreza
La formulación de los conceptos de pobreza absoluta y de pobreza relativa plantea problemas, como la medición de la pobreza. Una de las técnicas más habituales para evaluar la pobreza absoluta consiste en determinar la línea de pobreza, que se basa en el precio de los productos básicos que necesita el ser humano para sobrevivir en una determinada sociedad. Los individuos o familias que están por debajo de ese nivel viven en la pobreza.
Sin embargo, no se puede utilizar un único criterio, ya que estas definiciones no incorporan todas las posibles variaciones. Existen variaciones elevadas de precios entre unas regiones y otras; hay individuos que tienen más necesidades nutricionales que otros, etc.
El concepto de pobreza relativa también tiene una aplicación compleja. A medida que las sociedades se hacen más prósperas, los niveles de pobreza relativa van aumentando. Hoy en día, incluso los miembros menos acomodados de la sociedad viven en una situación mejor que en épocas anteriores. El conjunto de la sociedad se hace más próspero, pero crece la fractura entre los miembros más pobres y los miembros más ricos.
Mercado Laboral: ¿Por Qué la Desregulación Total es Inviable?
Las políticas de empleo deben proteger legalmente a las personas que, como consecuencia de una excesiva liberalización del mercado de trabajo, se ven excluidas del mismo. Algunos economistas defienden una perspectiva macroeconómica de ‘flexibilización’ radical en el mercado de trabajo; sin embargo, esta desregulación no sería viable por características tales como:
Características Especiales del Mercado de Trabajo
El Salario como Variable Social
En el mercado de trabajo, el salario no es únicamente una variable económica; además, es una variable con una dimensión social. Para el trabajador, su salario constituye el punto de referencia de su estatus y sus aspiraciones sociales.
Normas Éticas en las Relaciones Laborales
Los trabajadores y los empresarios no son seres independientes que se presentan en el mercado a ofrecer y demandar servicios laborales sin tener en cuenta lo que hagan los demás. Los desempleados no acuden a los empresarios a ofrecer sus servicios a un precio más bajo que el que este paga a sus trabajadores. En el mercado de trabajo existen normas éticas que condicionan el comportamiento de los agentes.
Importancia de la Relación Laboral Duradera
Conviene que la relación laboral sea una relación duradera. Una empresa con un alto índice de rotación en su plantilla puede tener situaciones problemáticas e insostenibles. La estabilidad desempeña un papel en el funcionamiento del mercado de trabajo mucho más importante que el que se reconoce en el esquema básico atemporal de oferta y demanda.
La Compensación como Disponibilidad para Trabajar
La compensación en el trabajo no es el precio del ‘trabajo’ que se va a utilizar en el proceso productivo, sino más bien la ‘disponibilidad para trabajar’. La conversión de dicha capacidad en trabajo realmente realizado es un problema al que tiene que enfrentarse el empresario a diario, como lo demuestran los habituales sistemas de incentivos y primas utilizados por las empresas, así como la necesidad de supervisar el trabajo realizado.
Desigualdad en la Relación Laboral
En las economías capitalistas, donde el dueño de los medios de producción (el factor capital) es el propietario de la empresa y tiene el derecho, directo o delegado, a gestionarla (y, por tanto, a decidir su futuro), la relación laboral es una relación desigual en el sentido de que para la inmensa mayoría de los asalariados, su trabajo es el único medio de supervivencia, situación que no se da en el caso del empresario.
Necesidad de Regulación Social en el Mercado Laboral
Por estas razones, el mercado de trabajo no puede ser un mercado perfectamente competitivo, sino que tiene de forma inherente una serie de deficiencias que requieren de una regulación social para intentar subsanarlas. Dicha regulación es probable que surja de la negociación entre los agentes implicados.
Al exponer cuáles son las regulaciones necesarias, es imprescindible conocer cuáles van a ser los objetivos de dicha regulación. En términos generales, cabe afirmar que el mercado de trabajo debería ofrecer la mayor cantidad posible de empleos estables, con unas condiciones de trabajo dignas. En la actualidad, se cuestiona que el pleno empleo sea un objetivo alcanzable.
Las condiciones de empleo van a ser necesariamente objeto de negociación entre trabajadores y empresarios y, por tanto, hay dos formas en las que el Estado, mediante regulaciones legales, puede influir en los resultados de dicha negociación y, por consiguiente, en el funcionamiento del mercado de trabajo:
- Estableciendo las ‘reglas del juego’: esto es, disposiciones legales que regulen cómo ha de realizarse dicha negociación y qué actuaciones son lícitas en dicho proceso (por ejemplo, una posible Ley de Huelga).
- Imponiendo unas condiciones de empleo mínimas que los resultados de la negociación deberían satisfacer.
Otra gran dimensión del cambio fue la flexibilización del mercado de trabajo, que se ha ido intensificando hasta la actualidad.