La Guerra Civil Española: Estallido, Bandos y Desarrollo del Conflicto

La Guerra Civil Española

1. El estallido del conflicto

La oposición de buena parte de los sectores conservadores españoles a la democratización política y al reformismo social de la Segunda República se tradujo en una acción golpista que se inició el 17 de julio de 1936. El clima de confrontación del Frente Popular le sirvió de coartada para justificar su decisión.

El 17 de julio de 1936, en Melilla, el coronel Yagüe, jefe militar de la Legión, se alzó en armas contra la República. La sublevación (alzamiento) se extendió rápidamente. Entre el 18 y 19 de julio, la mayoría de las guarniciones militares del resto de España se unieron al golpe de Estado. El gobierno de la República tardó en reaccionar y en dos días los sublevados ya se habían hecho fuertes. Ante el clamor popular contra los rebeldes, Casares Quiroga fue sustituido como jefe de gobierno por José Giral, que decidió entregar armas a las milicias de los sindicatos y de los partidos del Frente Popular. Parte del ejército y fuerzas de seguridad fueron fieles al gobierno, y fue posible sofocar el levantamiento en buena parte de España, aunque la sublevación triunfó prácticamente en toda España excepto en Sevilla y Zaragoza, donde el peso de las fuerzas obreras y de izquierda era mayor.

El bando de los sublevados estaba constituido por militares conservadores, monárquicos de derechas, grupos católicos, falangistas, tradicionalistas y por aquellos que se habían opuesto a las reformas de la República. Estaban apoyados e inspirados por el fascismo y se definían como nacionales y católicos.

Los leales a la República estaban constituidos por las clases más populares, afiliados o influidos por las organizaciones socialistas, comunistas y anarcosindicalistas, y eran definidos por la derecha como “rojos”. Junto a ellos, clases medias y sectores de la burguesía ilustrada, además de un grupo de intelectuales y artistas. Todos ellos defendían la legitimidad republicana.

Desde el primer momento, la Guerra Civil española tuvo una gran repercusión internacional. El estallido de la guerra en España fue visto como una confrontación entre las fuerzas democráticas, y en parte revolucionarias, y los regímenes fascistas en ascenso. Esta visión debe ser matizada. La Guerra Civil fue más bien el enfrentamiento armado entre los viejos grupos dominantes de la España de la Restauración, cuyo instrumento fue el ejército, y los grupos emergentes obreros y burgueses que querían establecer un sistema político democrático y un orden social progresista. Las reformas eran imprescindibles para la sociedad, pero atentaban contra los seculares privilegios de los grupos dominantes, por lo que creyeron que se avecinaba una revolución y optaron por el golpe de Estado.

La Guerra de España, nombre con el que se la conoció internacionalmente, fue un acontecimiento que apasionó y dividió a gobernantes, medios de comunicación, opinión pública e intelectuales del mundo entero.

Los sublevados y el gobierno legítimo de la República recurrieron al exterior para buscar apoyos. Los sublevados enviaron agentes a países fascistas con el fin de pedir ayuda militar. El gobierno de la República pidió colaboración militar a Francia, que tenía un gobierno del Frente Popular. Pero los gobernantes de las democracias (Francia, Gran Bretaña, EE.UU.) fueron prudentes por temor a que el conflicto pudiera extenderse por Europa.

Gran Bretaña defendía una política de apaciguamiento y comunicó a Francia que si intervenía en España ayudando a la República, no apoyaría la política internacional francesa ante la amenaza de Hitler. Francia se plegó a estas exigencias e impulsó la creación de un Comité de No Intervención al que se unieron 27 países. La política de no intervención constituyó un grave perjuicio para la República.

La existencia del Comité de No Intervención no impidió que los dos bandos recibieran ayuda exterior. El gobierno de la República compró armas y productos energéticos. El gobierno de Largo Caballero decidió enviar a la Unión Soviética reservas de oro del Banco de España para hacer frente al pago de las armas compradas por la República a aquel país. Consejeros militares y políticos soviéticos ejercieron su influjo a través del Partido Comunista.

En el bando republicano, las Brigadas Internacionales prestaron gran ayuda en tropas a la República.

Sin embargo, los sublevados fueron los más favorecidos por el apoyo extranjero. La ayuda en armas fue la más importante, tanto numéricamente como tácticamente. Alemania envió a su aviación, la Legión Cóndor, y se sirvió de la Guerra de España para probar sus armas nuevas. Cobró su ayuda con la entrega de minerales y otros productos. El apoyo italiano consistió en el envío de una gran unidad, el Corpo Truppe Volontarie, siendo también importante la ayuda armamentística. Con los sublevados combatieron también voluntarios, en muchos casos afines al fascismo o de ideología católico-conservadora.

2. La zona republicana: la revolución contenida

El poder del Estado sufrió un desplome casi total y fue sustituido por organismos dispuestos a un nuevo orden. De ese modo surgieron consejos, comités y juntas. En Cataluña se inició el Comité Central de Milicias Antifascistas.

El alzamiento militar provocó la extensión de un clima revolucionario; el elemento más significativo fue la colectivización. A partir de ese momento, muchas empresas y tierras explotarían en régimen de autogestión.

Entre finales de julio y primeros de octubre, una serie de decretos dieron cobertura legal a las incautaciones de industria y tierras efectuadas por organismos populares. La Iglesia, la burguesía, los propietarios y las clases acomodadas fueron objeto de una persecución, con saqueos e incendios de iglesias y conventos y requisas de bienes.

Francisco Largo Caballero, secretario de la UGT, constituyó un nuevo gobierno formado por republicanos, socialistas y comunistas. Este proyecto buscaba crear una gran alianza antifascista, dirigir la guerra y crear un ejército popular.

Una serie de fracasos volvieron a abrir el enfrentamiento entre las fuerzas republicanas.

Otro sector estaba compuesto por anarquistas y los comunistas del POUM. Los enfrentamientos con el gobierno de Largo Caballero estallaron en Barcelona a principios de mayo de 1937 (los llamados Hechos de Mayo).

Manuel Azaña encargó la formación de un nuevo gobierno al socialista Juan Negrín.

El POUM fue declarado ilegal. Andreu Nin, su máximo dirigente, fue sacado de la cárcel y asesinado por la policía soviética.

El gobierno intentó buscar una salida negociada a la guerra. Negrín insistía en la necesidad de la resistencia militar.

3. La zona sublevada: la creación de un estado totalitario

El 24 de julio se creó en Burgos la Junta de Defensa Nacional, integrada por militares.

Para dirigir la guerra fue ganando peso Francisco Franco. En octubre lo nombraron jefe del gobierno del Estado y Generalísimo de los ejércitos españoles.

Franco dio a conocer el Decreto de Unificación por el que se creaba un partido único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS.

Francisco sería jefe nacional de este partido único. El proceso de institucionalización del nuevo Estado franquista culminó en enero de 1938, cuando pasó a ser llamado Caudillo de España.

La construcción del Estado franquista fue acompañada de una violencia extrema.

La represión tuvo carácter sistemático y fue ejercida por el ejército. Su intención era imponer un clima de terror.

4. Las operaciones militares

Desde el momento en que la sublevación se convirtió en Guerra Civil hasta su conclusión, 33 meses después, el conflicto atravesó por una serie de etapas. En sus inicios, las grandes batallas tuvieron lugar por el control de Madrid, después se centraron en el norte y finalmente en la zona mediterránea.

Las tropas de África (legionarios y regulares) al mando del coronel Yagüe tenían como objetivo el avance hacia Madrid para tomar la capital. Las tropas sublevadas avanzaron desde el sur, tomaron Badajoz. Franco, que se convirtió en jefe del ejército, decidió desviarse para ocupar Toledo, poniendo fin al cerco del Alcázar donde residían cientos de militares sublevados con sus familias. A finales de octubre estaba ya a las puertas de Madrid.

La conquista de la capital parecía inminente y se decretó la movilización general para salvar Madrid.

El gobierno republicano se trasladó a Valencia y Madrid resistió el ataque frontal, lo que concluyó la fase denominada “guerra de columnas”, en la que las tropas republicanas estaban compuestas por columnas de milicias formadas por voluntarios de partidos y sindicatos.

Fracasado el intento de entrar en la capital, los sublevados emprendieron dos maniobras envolventes para aislar Madrid. Una primera produjo la Batalla del Jarama, en la que no consiguieron aislar la ciudad. En la Batalla de Guadalajara, las tropas fascistas italianas aliadas de Franco sufrieron una derrota a manos del Ejército Popular de la República.

Ante las dificultades para tomar Madrid, Franco decidió abandonar el ataque a la capital y concentrar los esfuerzos en la zona norte. Los sublevados controlaban Navarra, ya que habían tomado San Sebastián. Los sublevados, al mando del General Mola, desencadenaron un ataque hacia Vizcaya y el resto del frente norte. La ciudad vasca de Gernika fue arrasada por la aviación nazi por orden de Franco; se produjo así el primer bombardeo aéreo de la historia sobre la población civil. Bilbao fue ocupada gracias a la superioridad en medios, armamento y aviación de los sublevados.

La República, para aliviar la presión militar en el norte, desencadenó el ataque a Brunete y más tarde a Belchite, pero no consiguió evitar que las tropas de Franco entrasen en Santander y después en Asturias.

Los mandos republicanos confiaban en la posibilidad de ganar la guerra, por lo que hicieron una serie de reformas en el ejército, y se colocó frente a las Brigadas Internacionales a un destacado general, Vicente Rojo, el defensor de Madrid. El nuevo ejército republicano desencadenó diversas ofensivas, la más importante de las cuales tuvo lugar en Teruel, pero el ejército de Franco volvió a ocupar Teruel y desencadenó la campaña de Aragón. El territorio republicano quedó dividido en dos zonas, una de las cuales era Cataluña, aislada del resto. Franco prefirió continuar la ofensiva hacia el sur en vez de concentrar sus fuerzas en Cataluña y quizá haber acabado con la guerra.

El avance de las tropas sublevadas quedó detenido cuando el ejército republicano organizó desde Cataluña sus unidades y desencadenó un poderoso ataque sobre el río Ebro. La Batalla del Ebro fue uno de los mayores episodios militares de la guerra. Franco consiguió detener el ataque y decidió emprender definitivamente la ofensiva sobre Cataluña.

A la República no le quedaba más territorio que la llamada zona de Centro.

Sin embargo, en Madrid se produjo una sublevación contra el gobierno republicano dirigida por el coronel Segismundo Casado, responsable de la defensa de la capital. Casado controló Madrid tras una fuerte lucha con las unidades comunistas y entró en contacto con el servicio de espionaje franquista para entregar la ciudad y terminar la guerra mediante negociación con Franco, pero este solo aceptó una rendición sin condiciones y obligó a la entrega de las armas. El día 28 de marzo, las tropas de Franco entraron en Madrid sin la menor resistencia. En los días posteriores a esto se ocupó toda la zona mediterránea y el 1 de abril Franco firmó en Burgos el último parte de guerra: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. Españoles, la guerra ha terminado”.

Aunque la guerra terminó, trastornó la vida cotidiana de la población, tanto por las dificultades de supervivencia que conllevó, así como por los efectos de los bombardeos, las persecuciones y la violencia política.

La guerra comportó miseria y muerte para miles de personas de uno y otro bando. La desnutrición, unida a enfermedades y la falta de atención médica, provocó numerosas muertes. Los bombardeos sobre pueblos y ciudades afectaron duramente a la población civil.

Con el avance de las tropas franquistas, los grandes movimientos de refugiados se dieron sobre todo en la zona republicana. Los refugiados republicanos se concentraron especialmente en la zona de Levante y Cataluña. Hacia el final de la guerra, la población de toda España y miles de soldados en retirada se concentraron en Cataluña para cruzar la frontera francesa; el resto inició un largo y penoso exilio.