El Sexenio Democrático en España: Constitución de 1869 y Conflictos Políticos (1868-1874)

La Constitución Democrática de 1869: Pilares del Liberalismo Español

La Constitución de 1869, elaborada y aprobada tras la Revolución Gloriosa, fue la más liberal de todas las promulgadas hasta entonces en España. En su ideario, recogió principios básicos del liberalismo democrático y algunos del liberalismo progresista, en un intento de superar las propuestas ideológicas del liberalismo doctrinario impuesto por los moderados durante el reinado de Isabel II. Por ello, se considera una constitución de carácter profundamente democrático.

Principios Fundamentales y Estructura de Poderes

  • Forma de Estado: Estableció la monarquía parlamentaria, apoyada por una amplísima mayoría de diputados. Esto implicó la necesidad de buscar un nuevo monarca, ya que los Borbones habían sido depuestos.
  • Soberanía: Afirmó el principio básico de la soberanía nacional, residiendo el poder en la nación y no en el monarca.
  • División de Poderes: Estableció una clara división de poderes:
    • Poder Legislativo: Recayó exclusivamente en las Cortes bicamerales (Congreso y Senado). A diferencia de constituciones anteriores, se excluyó toda capacidad legislativa del monarca, al que solo se le otorgó la capacidad de disolución de las Cortes. El poder legislativo era el predominante, y el ejecutivo debía rendir cuentas ante él.
    • Poder Ejecutivo: En la Corona, pero con funciones limitadas y bajo control parlamentario.
    • Poder Judicial: En los tribunales de justicia, introduciendo la figura del jurado popular.
  • Sufragio: La elección de diputados y senadores se realizaría por sufragio universal masculino. Era directo para el Congreso e indirecto para el Senado (a través de compromisarios). Si bien el sufragio activo era universal, el sufragio pasivo (la capacidad de ser candidato) en el caso del Senado era restringido a ciertos miembros de la sociedad, según su capacidad económica, cargos religiosos o militares o instituciones culturales.

Derechos y Libertades

El apartado de los derechos fue el más amplio de todas las constituciones aprobadas hasta la fecha. Incluyó los derechos naturales individuales reconocidos hasta entonces y todos los derechos colectivos, incluyendo también derechos sociales. Estos derechos se consideraban inalienables, aunque podían ser dejados en suspenso si la seguridad del Estado lo exigiese.

Confesionalidad del Estado

En cuanto a la confesionalidad del Estado, se reconoció un Estado aconfesional, aunque se respetó la libertad de cultos y se comprometió la financiación del clero y el culto católicos.

Legado y Vigencia

La Constitución de 1869 respondió al intento de los liberales progresistas, demócratas y republicanos de establecer un Estado democrático, yendo más allá que otros países europeos de ese momento. Sin embargo, la inestabilidad política del Sexenio Democrático impidió que su vigencia fuese larga, aunque influiría en constituciones posteriores, como las de 1876 y 1931.

Grandes Conflictos y Consecuencias Políticas del Sexenio Democrático (1868-1874)

El Sexenio Democrático fue un periodo de profunda inestabilidad política y social en España, marcado por la búsqueda de un nuevo modelo de Estado tras la caída de Isabel II.

La Revolución Gloriosa y el Inicio del Sexenio

En septiembre de 1868, dos años después del Pacto de Ostende, la armada española atracada en Cádiz y dirigida por el almirante Topete se sublevó contra la monarquía de Isabel II. Muy pronto, la insurrección se extendió por Cataluña, Valencia y Andalucía. Se crearon Juntas Revolucionarias en las principales ciudades, y lo que inicialmente era un pronunciamiento militar más, se convirtió en un movimiento revolucionario en el que los sectores populares ocuparon las plazas de sus localidades al grito de “¡Mueran los Borbones!”.

En pocos días triunfó la revolución, que sus protagonistas calificaron con el nombre de “la Gloriosa”, poniendo fin al régimen liberal moderado que había gobernado España durante veinticinco años. Isabel II y su familia, que estaban veraneando en San Sebastián, abandonaron España y se exiliaron en Francia. La primera medida que adoptaron los revolucionarios, encabezados por los generales Francisco Serrano y Juan Prim, fue convocar elecciones a Cortes Constituyentes, que elaborarían y aprobarían la Constitución de 1869, de clara inspiración demócrata.

El Reinado de Amadeo I (1871-1873)

La Constitución de 1869 establecía como forma de Estado la monarquía, pero en España no había monarca. Por ello, se buscó un candidato en las cortes europeas. El General Prim, jefe del Gobierno, ofreció el trono al príncipe Amadeo de Saboya, hombre culto, refinado y de inclinación liberal.

Amadeo I reinó en España poco más de dos años (1871-1873) y asumió el papel de monarca constitucional que reina, pero no gobierna. Se encontró un país con numerosos problemas políticos que dificultaron enormemente su reinado:

  • Fragmentación Política: La mayoría de los partidos le ignoraron y se disputaban sin piedad el poder en el Congreso, impidiendo así la estabilidad de cualquier gobierno.
  • Oposición Carlista: Los carlistas iniciaron insurrecciones en zonas de Cataluña, Valencia, Navarra y el País Vasco, dando inicio a la Tercera Guerra Carlista.
  • Revueltas Populares: Se produjeron numerosas revueltas urbanas, protagonizadas por sectores populares que se sentían traicionados en sus expectativas por el Gobierno.
  • Guerra de Cuba: En Cuba, entre 1868 y 1870, se sucedieron insurrecciones contra el Gobierno, en gran parte debidas a que los propietarios de las plantaciones de caña se negaban a aplicar los decretos de abolición parcial de la esclavitud (planteado en las Cortes en 1870).

Ante esta difícil situación, en 1873 Amadeo I abdicó y volvió a su Italia natal.

La Primera República Española (1873-1874)

Tras la abdicación del monarca, los sectores republicanos, surgidos de los demócratas, convencieron a los diputados de que la alternativa era la república. Así fue como, el 11 de febrero de 1873, las Cortes, en sesión conjunta del Congreso y el Senado, votaron la constitución de una república, cuyo primer presidente fue Estanislao Figueras.

La joven República tropezó con principales problemas que impidieron su consolidación:

  • Falta de Apoyo Político y Social: La escasez de políticos convencidos del republicanismo y la desconfianza que suscitaba entre los sectores populares (obreros y campesinos).
  • Oposición Hostil: Grupos claramente hostiles, como los políticos autoritarios y conservadores de la década anterior, buena parte de la jerarquía eclesiástica y los carlistas.
  • Resurgimiento de Juntas Revolucionarias: Las Juntas Revolucionarias resurgieron y quisieron poner fin, por la vía insurreccional, a los ayuntamientos gobernados por políticos declaradamente monárquicos.
  • Demandas Sociales: Los campesinos pidieron el reparto de las tierras de los numerosos latifundios, y en las zonas industriales los obreros ocupaban a menudo las calles.
  • Conflictos Territoriales: En Cataluña se intentó crear un Estado catalán dentro de la República Federal Española, a lo que se opusieron los republicanos centralistas o unitarios que gobernaban la República.
  • Movimiento Cantonalista: Para agravar la situación, las dos facciones de los republicanos, los unitarios y los federalistas, se enfrentaron militarmente a raíz de la proclamación de los cantones autónomos del Estado (el movimiento cantonalista).
  • Tercera Guerra Carlista: La persistencia de la Tercera Guerra Carlista añadió una capa más de inestabilidad.

A pesar de que los dirigentes republicanos intentaron mantener el orden, el país se sumió en un caos en el que todos los grupos sociales y políticos actuaban de manera espontánea. Durante el año que duró la República, se sucedieron cuatro presidentes: Estanislao Figueras, Francisco Pi i Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar. Las continuas luchas entre los partidos y la falta de suficiente apoyo al gobierno provocaron una constante inestabilidad, por lo que ninguno de los presidentes consiguió hacerse con las riendas del poder.

El Fin del Sexenio y la Restauración Borbónica

Finalmente, un nuevo pronunciamiento puso fin a esta situación. El 3 de enero de 1874, el General Pavía, Capitán General de Madrid, entró con las tropas en el Congreso, lo disolvió y entregó el poder al General Serrano, quien decidió autoproclamarse presidente vitalicio de la República y gobernó dictatorialmente durante doce meses.

El final del Sexenio se produjo con un nuevo golpe de Estado, en este caso de un general monárquico, Martínez Campos, en diciembre de 1874, proclamando rey a Alfonso XII. Se restauraba así la monarquía en la dinastía histórica de los Borbones, inaugurándose un largo periodo de estabilidad bajo el llamado Sistema Canovista.

Consecuencias del Sexenio Democrático

El Sexenio Democrático, a pesar de su corta duración, dejó importantes consecuencias:

  • Restauración Monárquica: El fracaso de las experiencias democráticas y republicanas llevó a la restauración de la monarquía borbónica, buscando la estabilidad a toda costa.
  • Pérdida de Colonias: España perdió las últimas colonias, lo que llevó a la crisis de 1898.
  • Abolición de Fueros: Se abolieron los fueros vascos y navarros tras la Tercera Guerra Carlista.
  • Consolidación del Sistema Canovista: El Sistema Canovista, mucho más conservador que la etapa anterior, buscó la estabilidad política a costa de un país marcado por la corrupción política, la alteración del sistema constitucional mediante el caciquismo, y la consagración de un sistema de enormes desigualdades sociales y económicas. Estas consecuencias tendrían un impacto vital en España, manifestándose durante el primer tercio del siglo XX.