La Teoría del Conocimiento en David Hume
David Hume considera que todas las ciencias tienen una relación más o menos grande con la naturaleza humana: la “ciencia del hombre” es el único fundamento de las otras ciencias. Por ello, es fundamental investigar la naturaleza del entendimiento humano para averiguar sus poderes y límites.
El Origen de las Ideas en Hume
David Hume no estaba de acuerdo con el dogmatismo de Descartes. Su postura fue esencialmente crítica con el racionalismo, si bien aceptó el postulado inmanentista fundamental: el sujeto nunca consigue traspasar el ámbito de las representaciones mentales, ya que la mente humana no persigue otro objetivo que sus propias ideas. Tanto para Hume como para Descartes, las ideas no tienen carácter intencional, es decir, no se refieren directamente a la realidad externa, pues lo único que podemos conocer son ideas.
La diferencia crucial entre el pensamiento de Hume y el de Descartes no se encuentra en lo que ambos entienden por “idea”, sino en el origen de estas. Según el racionalismo, la mente humana es un “baúl” donde se hallan todas las ideas; es decir, existen ideas innatas. Según el empirismo, en cambio, la mente es una “máquina” que fabrica ideas. La idea no está esperando a ser intuida, sino que es el sujeto quien la fabrica. Por esta razón, para los empiristas es muy importante el proceso psicológico de la formación de las ideas. Por tanto, la pregunta esencial del empirismo será: ¿cómo podemos llegar a tener ideas? El racionalismo es, pues, para Hume, dogmático, ya que no se plantea esta cuestión fundamental.
Para responder a la pregunta esencial del empirismo, se debe empezar negando las ideas innatas. Contra el planteamiento cartesiano, el empirismo afirma, como ya lo había hecho Aristóteles, que todo conocimiento procede de la experiencia. Establecido esto, solo resta ver cuál es el proceso que se sigue para la formación de las ideas.
Clasificación de las Percepciones
Hume hace derivar todos los contenidos de la mente de la experiencia. Todo el conocimiento se reduce a percepciones, entendiendo por percepción todo lo que el espíritu contiene. Las percepciones se dividen en dos tipos principales: impresiones e ideas.
- Impresiones: Son las sensaciones externas (como las imágenes de los objetos) y las sensaciones internas (pasiones y emociones). Son vivas y fuertes.
- Ideas: Son imágenes difuminadas o copias de las impresiones en el pensamiento. Son más débiles y menos vivas que las impresiones.
Para entenderlo mejor, veamos un ejemplo: si se mira un objeto y luego se cierran los ojos, intentando imaginar ese objeto, tanto cuando se mira como cuando se imagina se está percibiendo (o conociendo). Sin embargo, entre ambas percepciones existe una notable diferencia, pues la percepción del objeto es más viva cuando lo vemos que cuando lo imaginamos. Lo primero es lo que Hume denomina impresiones (conocimiento por medio de los sentidos), y a lo segundo, ideas (representaciones o copias de las impresiones en el pensamiento). Este ejemplo pone de manifiesto que las ideas proceden de las impresiones, son imágenes o representaciones suyas.
En un primer momento, Hume afirma que ideas e impresiones aparecen siempre correspondiéndose unas a otras. Pero esto deberá matizarse. Establece una distinción adicional entre percepciones simples y complejas.
- Las percepciones simples, tanto si son impresiones como si son ideas, son las que no admiten distinción ni separación. Por ejemplo, la percepción de una mancha roja es una impresión simple, y el pensamiento (o imagen) de ella es una idea simple.
- Las percepciones complejas, tanto las impresiones como las ideas, son aquellas que permiten distinguirse en partes. Por ejemplo, si subo al castillo de Bellver y veo desde allí la ciudad de Palma, recibo una impresión compleja de la ciudad (de los tejados, chimeneas…). Y cuando pienso después en Palma y recuerdo esta impresión compleja, tengo una idea compleja.
Pero también existen casos en que una idea compleja no se corresponde con ninguna impresión compleja, como podría ser la idea que puedo tener de una ciudad cuyo pavimento esté hecho de oro y cuyas paredes estén cubiertas de rubíes. Por consiguiente, no podemos decir en rigor que a cada idea compleja corresponda una impresión compleja. Sin embargo, hay que notar que una idea compleja como la mencionada puede descomponerse en ideas simples. Entonces podemos preguntarnos si a cada idea simple corresponde una impresión simple, a lo que Hume responde afirmativamente.
Por tanto, una vez dicho esto, podemos afirmar que el origen de todas las ideas es empírico, ya que todas las ideas simples provienen de impresiones simples.
Leyes de Asociación de Ideas
Las ideas no se encuentran desconectadas en la mente. La imaginación no es enteramente libre en la tarea de formar ideas, sino que se rige por las leyes de la asociación, que, como una fuerza suave, hacen que las ideas no estén desligadas e inconexas. La imaginación se rige, pues, por tres leyes fundamentales:
- Ley de la Semejanza: Por la cual la mente tiende a unir cosas parecidas y a separar las distintas. Ejemplo: pensar en un retrato nos hace pensar en la persona retratada.
- Ley de la Contigüidad Espacial y Temporal: Por la que tiende a unir cosas que aparecen contiguas en el espacio y en el tiempo. Ejemplo: el Coliseo nos lleva a pensar en Roma.
- Ley de Causa y Efecto: La observación de un fenómeno nos hace pensar en su causa o efecto. Ejemplo: la observación del humo nos hace pensar en el fuego.
Las Ideas Generales y el Nominalismo de Hume
Nos podríamos preguntar entonces qué sucede con las ideas generales. Hume lo tiene muy claro, y su postura al respecto es por lo que se le considera un nominalista. Hume niega la existencia de ideas generales en sí mismas, afirmando que “hablando en propiedad, no existen las ideas generales y abstractas, sino que todas las ideas generales no son, en realidad, más que ideas particulares vinculadas a un término general, que recuerda en determinados momentos otras ideas particulares que se asemejan en ciertos detalles a la idea presente en la mente”. En otras palabras, un término general es solo un mero nombre (de ahí la palabra nominalismo) que engloba un conjunto de experiencias particulares, que solo se refieren a algo particular.