Introducción a la Revolución Liberal
Durante el reinado de Isabel II se llevó a cabo la transición al liberalismo, centrándose en tres aspectos fundamentales:
- Estructura del Estado: Se pasó de una monarquía absoluta a una constitucional.
- Economía: Se suprimieron los gremios y se favoreció el sistema de libre mercado.
- Sociedad: Se transitó de la desigualdad ante la ley a la igualdad legal y al reconocimiento de derechos constitucionales.
En política, los militares adquirieron gran importancia, siendo cruciales para defender el trono de Isabel II frente a los carlistas.
Desarrollo del Reinado y la Primera Guerra Carlista
El reinado de Isabel II comenzó con la publicación de la Pragmática Sanción, la cual la reconocía como heredera legítima. Sin embargo, Carlos María Isidro se negó a reconocer la legitimidad de Isabel, lo que desencadenó la Primera Guerra Carlista (1833-1840).
El Carlismo: Ideología y Apoyos
El carlismo fue una ideología opuesta al liberalismo, cuyo origen se encuentra en la Regencia de Urgel y en la revuelta de los Malcontents de 1827. Su lema, Dios, Patria y Fueros, reflejaba sus principios:
- Dios: Defensa de la religión y oposición a la desamortización.
- Patria: Apoyo a la tradición y al medio rural frente a la sociedad industrial.
- Fueros: Defensa de los fueros regionales frente a la centralización liberal.
Los carlistas contaron con el apoyo del clero (regular y secular), del campesinado (amenazado por las reformas liberales) y de las monarquías absolutas europeas.
Frentes de Guerra y División Ideológica
La guerra se desarrolló en tres frentes principales, donde las guerrillas carlistas se enfrentaron al ejército liberal (fiel a las ciudades):
- País Vasco y Navarra.
- El Maestrazgo (Aragón y Valencia).
- Cataluña, donde el General Cabrera organizó el ejército carlista.
En 1833, la guerra comenzó en el norte con Zumalacárregui al mando de las tropas carlistas, extendiéndose posteriormente al resto del país. En su transcurso, se produjo una división ideológica entre los carlistas: los moderados, partidarios de pactar con los liberales, y los intransigentes, partidarios de mantener la guerra.
Fin de la Guerra y Consecuencias
La firma del Convenio de Vergara (1839), entre Maroto (carlista) y Espartero (liberal), admitió a los oficiales carlistas en el ejército y pactó el mantenimiento de los fueros vascos y navarros. Aunque esto no fue aceptado por Don Carlos ni por parte del campesinado, los carlistas terminaron derrotados en 1840.
Entre las principales consecuencias de la guerra, destacan:
- La inclinación de la monarquía hacia el liberalismo moderado.
- El protagonismo político de los militares (militarismo y pronunciamientos).
- Los enormes gastos de la guerra, que impulsaron la Desamortización de Mendizábal.
El Sistema de Partidos Políticos
Durante el reinado de Isabel II, se consolidó la división de partidos políticos:
Carlistas
Buscaban el retorno del Antiguo Régimen.
Liberales
Defendían una monarquía constitucional, el sufragio censitario y el uso de pronunciamientos para alcanzar el poder. Se dividían en dos tendencias:
- Liberales Moderados: Defendían la propiedad y el orden, la soberanía compartida (Rey-Cortes), suprimieron la Milicia Nacional y limitaron derechos. Líder destacado: Narváez.
- Liberales Progresistas: Defensores de la soberanía nacional, menor intervención real, liberalismo económico y menor poder de la Iglesia. Líder destacado: Espartero.
Unión Liberal y Partido Demócrata
- Unión Liberal: Apareció en la última etapa del reinado, formada por los liberales moderados y los más conservadores de los progresistas. Líder: O’Donnell.
- Partido Demócrata: Defendía el sufragio universal. Líder: Rivero.
Etapas del Reinado de Isabel II
1. La Minoría de Edad (Regencias: 1833-1843)
Esta etapa se divide en las regencias de María Cristina y Espartero.
Regencia de María Cristina (1833-1840)
Se inició con un gobierno de liberales moderados (1833-1835). Se elaboró el Estatuto Real de 1834, una carta otorgada que estableció unas Cortes bicamerales (Estamento de Próceres y Estamento de Procuradores). Javier de Burgos realizó una organización territorial en provincias.
Los progresistas llegaron al poder tras el Motín de la Granja. Proclamaron la Constitución de Cádiz y convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, elaborando la Constitución de 1837, más progresista que el Estatuto, pero con aspectos moderados (establecía una monarquía constitucional, soberanía nacional, división de poderes y sufragio censitario).
Se tomaron medidas clave como la Desamortización eclesiástica de Mendizábal y la Ley de Ayuntamientos, lo que supuso el exilio de María Cristina ante una serie de revueltas que llevaron a los progresistas al poder.
Regencia de Espartero (1840-1843)
Espartero se convirtió en regente, pero dejó el poder debido a su política autoritaria y la falta de apoyos. Las Cortes declararon mayor de edad a la reina (con 13 años), iniciando la segunda etapa de su reinado.
2. La Mayoría de Edad (1843-1868)
Un reinado caracterizado por las agitaciones sociales, la inestabilidad política y los escándalos en la Corte.
La Década Moderada (1844-1854)
Se inició con el gobierno de Narváez. Se elaboró la Constitución de 1845, que estableció la soberanía Rey-Cortes, reconoció más poder al monarca y estableció el catolicismo como religión oficial. Se realizaron importantes reformas:
- Creación de la Guardia Civil.
- Reforma fiscal y de Hacienda.
- Ley de Administración local.
- Ley de Instrucción Pública (Ley Moyano).
- Código Penal de 1851.
Se firmó el Concordato con la Santa Sede (1851), que supuso la paralización de la desamortización y el establecimiento de un presupuesto para el clero.
El Bienio Progresista (1854-1856)
El Partido Progresista llegó al poder tras el pronunciamiento de la Vicalvarada, dirigido por O’Donnell. Se elaboró una constitución non nata (no nacida) en 1856, se llevó a cabo la Desamortización General de Madoz de 1855 y se aprobó la Ley de Ferrocarriles. Fue una etapa de gran conflictividad en la que aparecieron nuevos partidos: demócratas y republicanos.
Gobiernos de la Unión Liberal y Moderados (1856-1868)
En 1856, tras un nuevo pronunciamiento, O’Donnell llegó al poder, liderando la Unión Liberal, que gobernó hasta 1863. Mantuvo el orden ante el desarrollo del movimiento obrero. Implementó una política exterior para devolver el prestigio internacional y distraer de los problemas internos, aunque esta dio pobres resultados y ocasionó grandes pérdidas.
El Partido Moderado volvió al poder (1863-1868), formando un gobierno autoritario que no hizo frente a la crisis. El desprestigio de la reina aumentó, facilitando la firma del Pacto de Ostende (1866) entre Progresistas y Demócratas, buscando poner fin a la monarquía de Isabel II y convocar elecciones a Cortes Constituyentes, lo que culminó en la Revolución de 1868 (*La Gloriosa*).
Conclusión
En definitiva, la etapa isabelina se caracterizó por una gran inestabilidad, con continuos cambios de gobierno debido a la profunda división del liberalismo español. A esto se unió el favoritismo de la reina hacia los moderados y la persistencia de las guerras carlistas.
El balance del reinado de Isabel II ofrece aspectos negativos (como el atraso de España al no lograr una modernización real) y positivos (como la creación de instituciones clave para la centralización y uniformización del Estado). Este reinado constituye la base del Estado español contemporáneo.