1.2. Pueblos prerromanos. Colonizaciones históricas: Fenicios, griegos y cartagineses
Pueblos Prerromanos
En la primera mitad del primer milenio a.C. se desarrolló la cultura de los Tartesos en el suroeste peninsular, uno de cuyos principales vestigios es el Tesoro de El Carambolo (600-550 a.C.). Esta cultura alcanzó un amplio desarrollo impulsado por la artesanía y la minería.
En la costa mediterránea y en el sur puede hablarse de una cultura ibérica, formada por pueblos diversos con una economía agrícola y ganadera. Lo más original de estos pueblos fue la aparición de núcleos urbanos y el desarrollo de relaciones de carácter personal que explica una sociedad jerarquizada.
Más hacia el interior peninsular se produjo la entrada de pueblos procedentes de Europa, como los celtas o los lusones, con una economía basada en la agricultura, ganadería y metalurgia del hierro. Había entre ellos una fuerte cohesión tribal. En el norte peninsular vivían diversos pueblos cuya base económica era la agricultura, y habitaban en castros.
Colonizaciones Históricas
Los colonizadores más antiguos fueron los fenicios, procedentes de Oriente Próximo. Los fenicios no fundaron colonias, sino factorías. Se asentaron en el sureste peninsular, atraídos por las materias primas (plata en Riotinto) y por estar en el paso de rutas comerciales. Los fenicios consolidaron la utilización del hierro en la península.
La presencia griega es más tardía (600 a.C.) y está relacionada con su colonia más importante, Emporion. Fue fundada por los griegos foceos, que en el siglo VII estaban asentados en Massalia (Marsella). Los contactos comerciales ayudaron a crear lazos de amistad con los indígenas, interesados en los productos procedentes del exterior. Desde Marsella también se promovió la creación de la segunda colonia griega en importancia, Rhode (Rosas). En el 218 a.C. los romanos desembarcaron en Emporion.
Los cartagineses llegaron a las costas peninsulares desde Ibiza. Tras la caída de Tiro en manos de Babilonia (573 a.C.), los cartagineses se fueron haciendo cargo de las colonias fenicias en la península, entre las cuales Gades fue la más importante. En un principio la intervención cartaginesa no provocó conflictos con los pueblos indígenas y fue un dominio comercial. A partir de los conflictos con Roma (I Guerra Púnica, 264-241 a.C.) los cartagineses iniciaron una estrategia cuyo objetivo era el control directo de las explotaciones mineras en la península.
1.3. Conquista y romanización. Principales aportaciones romanas en los ámbitos social, económico y cultural.
Romanización es el proceso de asimilación por parte de la población indígena peninsular de los elementos propios de la organización social, política y cultural de Roma. Estos elementos entraron en contacto con las sociedades indígenas, en un proceso en el que finalmente se impusieron los elementos propios de Roma.
Fases de la Conquista Romana
- 1.ª fase (218-206 a.C.): Supuso la conquista del litoral mediterráneo a los cartagineses.
- 2.ª fase (206-133 a.C.): Llevó el dominio romano hasta el Valle del Ebro, Meseta oriental y sureste. Roma se enfrentó a la resistencia de lusitanos y celtíberos.
- 3.ª fase (133-19 a.C.): Los romanos doblegaron a los pueblos del norte (cántabros, astures y galaicos) una vez acabadas las guerras civiles de la República romana que tuvieron Hispania como escenario.
Los principales vehículos de la romanización fueron el latín, la actuación personal de los militares, los funcionarios y los comerciantes romanos que se desplazaron a la península a través de las calzadas.
Intensidad y Legado de la Romanización
La intensidad de la romanización fue diferente entre las zonas del Sur y Este, donde fue temprana e intensa, y las del norte (País Vasco y Navarra), donde fue tardía y débil. El latín se impuso como lengua y con el tiempo dio lugar a las principales lenguas de la España actual (castellano, gallego, catalán). El Derecho Romano es una de las fuentes que han conformado la base de las relaciones personales y contractuales en la historia española.
La plena integración de Hispania en el mundo romano se plasmó en el hecho de que diversos emperadores procedieran de la península (Trajano, Adriano, Marco Aurelio o Teodosio, entre otros). Numerosos hispanos formaron parte del elenco de figuras de la cultura romana:
- El filósofo Séneca.
- Quintiliano, destacado en Retórica.
- Marcial, autor de epigramas.
- El historiador y poeta Lucano.
- El geógrafo Pomponio Mela.
- El agrónomo Columela.
A partir del siglo III d.C. los romanos difundieron el cristianismo en Hispania, reforzado por el Edicto de Tesalónica (380 d.C.) que le reconocía como religión oficial del Imperio. En las artes, el principal legado de Roma está relacionado con las obras públicas: murallas (Lugo), acueductos (Segovia), puentes (Alcántara), arcos conmemorativos (Medinaceli), anfiteatros (Itálica), teatros (Mérida) y templos (Mérida), sin olvidar la escritura y los mosaicos.
1.4. El reino visigodo: Origen y organización política. Los concilios.
El ejército visigodo de Teodorico, federado del Imperio Romano y encargado de combatir a los germanos en Hispania, realizó campañas (416-418) que supusieron la rápida aniquilación de vándalos y alanos. A su vuelta, el emperador Constancio le asignó Aquitania (SO de Francia), donde crearon el reino visigodo de Tolosa (Toulouse) en el 418. Hacia el 454 los visigodos regresaron con la intención de permanecer.
Eurico (466-484) asentó la autoridad visigoda en los territorios entre el Loira y el Ebro. Desde finales del siglo V entraron en conflicto con los francos (pueblo del norte de la Galia). Tras la batalla de Vouillé (507) desapareció el reino de Tolosa, razón por la que los visigodos emigraron a Hispania (siguieron ocupando la provincia gala de la Septimania, en el sur de Francia), dependiente del Reino Visigodo de Toledo.
Organización Política Visigoda
La monarquía visigoda, con capital en Toledo, permaneció desde mediados del siglo VI hasta la invasión árabe del 711. Era una monarquía electiva y no hereditaria, lo que le dio una constante inestabilidad. Los intentos de los monarcas de designar como herederos a sus hijos provocaron la aparición de facciones nobiliarias, lo que aumentó la debilidad del reino y facilitó la llegada de los musulmanes.
Los monarcas se apoyaron en nobles adictos a su causa —fieles o gardingos— que eran una especie de vasallos personales. Estos nobles tenían asimismo sus encomendados (bucelarios) a los que concedían tierras a cambio de recibir apoyo militar. En este sentido, algunos autores hablan de protofeudalización.
Destacaron dos instituciones:
- Aula Regia: Integrada por los principales colaboradores del rey (Officium Palatino), así como por obispos y nobles. Sus funciones eran consultivas en política interior y exterior.
- Concilios: Eran reuniones eclesiásticas, presididas por el rey en las que, además de cuestiones religiosas, se trataban asuntos políticos. Los reyes convocaban los concilios en épocas de debilidad del poder real para fortalecerlo, a través de la autoridad de la Iglesia y del carácter senatorial.
Los visigodos fueron el primer pueblo en crear un Estado unificado desde el punto de vista político-territorial (conquistas del reino suevo y últimas posesiones bizantinas), jurídico (Liber Iudiciorum) y religioso (catolicismo en el III Concilio de Toledo). Los visigodos estaban muy influenciados por la cultura romana, aunque conservaron rasgos propios, como su orientación religiosa al servicio del cristianismo y su monopolización por los eclesiásticos. Destacó San Isidoro de Sevilla quien, en su obra Etimologías (considerada la primera enciclopedia cristiana), plasmó la teoría política que anteponía el poder espiritual al temporal.
2.1. Al-Ándalus: la conquista musulmana de la península. Emirato y califato de Córdoba.
Aprovechando las disputas dinásticas de los visigodos, los musulmanes dirigidos por Tarik llegaron a la península y derrotaron en la Batalla de Guadalete (711) a Don Rodrigo, último rey visigodo. Tras ello, realizaron una rápida conquista de la península excepto por el norte, donde encontraron resistencia (derrota en la Batalla de Covadonga en el 722).
Periodos de Al-Ándalus
Emirato Dependiente del Califato Omeya de Damasco (711-756)
Se inicia la dependencia política de Damasco.
Emirato Independiente (756-929)
Abd-al-Rahmán I, superviviente de la dinastía Omeya tras la revolución abasí, llegó a la península haciéndose con el poder y proclamó el Emirato Independiente. En esta etapa se consolida el poder musulmán, estimulándose el desarrollo económico y urbanístico.
Califato de Córdoba (929-1031)
En el año 929, Abd-al-Rahmán III se autoproclamó califa: jefe político y también religioso. Este período fue la época de máximo esplendor cultural de Al-Ándalus. A finales del siglo X, Almanzor se hizo con el poder y convirtió el califato en una dictadura militar apoyándose en sus victorias contra los núcleos cristianos del norte, dejando al califa, Hisham II, sin poder real.
2.2. Al-Ándalus: reinos de Taifas. Reino Nazarí.
Tras la muerte de Almanzor y el derrocamiento de Hisham II en 1031, el califato se fragmentó en pequeños reinos enfrentados entre sí llamados Taifas. Estos reinos estaban controlados por tres grupos étnicos:
- Taifas Andalusíes: Gobernadas por los árabes.
- Taifas Eslavas: Dirigidas por esclavos cuyos bereberes habían llegado a la península como esclavos de musulmanes.
- Taifas Bereberes: Controladas por individuos de origen norteafricano.
Eran reinos muy militarizados, de tamaño variable y que se apoyaban en la política de parias: un tributo que consistía en el pago a un rey cristiano a cambio de protección militar.
Ante los ataques de los cristianos, los reyes taifas pidieron ayuda a los almorávides, un movimiento integrista del Sáhara, que tomó el poder. Pronto hubo protestas por los impuestos y por la dureza religiosa de los almorávides, por lo que se vuelven a proclamar reinos de taifas independientes hasta que solicitan ayuda de los almohades, otro fuerte movimiento musulmán africano. Ocuparon la península hasta que los gobernantes cristianos se unen y los derrotan en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212), tras lo cual los terceros reinos de taifas se irán desintegrando hasta desaparecer. Solo perduró el Reino Nazarí de Granada hasta 1492, cuando será conquistado por los Reyes Católicos.
2.3. Al-Ándalus: economía, sociedad y cultura.
Economía
Los musulmanes aportaron un gran desarrollo económico a Al-Ándalus. La economía era de gran dinamismo y se basaba en la explotación de latifundios. Los musulmanes intensificaron el regadío (utilizando norias y acequias), introdujeron nuevos cultivos (algodón, arroz, azafrán, cítricos) y desarrollaron el ganado ovino. También revitalizaron la minería, desarrollaron la manufactura textil, de vidrio y de papel y favorecieron el comercio.
Sociedad
La sociedad estaba liderada por la aristocracia árabe, escasa pero muy poderosa. Tras ella, ocupaban cargos los sirios y bereberes por encima de los muladíes (hispanogodos conversos). Los mozárabes y judíos tenían derecho a practicar su religión a cambio del pago de más impuestos y, por último, encontramos a los esclavos.
Cultura
Al-Ándalus vivió un gran desarrollo de las disciplinas científicas (medicina, astronomía, álgebra) y culturales. Se daba una gran importancia a la educación (bibliotecas, universidades), las traducciones y comentarios filosóficos (Averroes) y el arte, especialmente la arquitectura (Mezquita de Córdoba).
2.4. Los primeros núcleos de resistencia cristiana.
Se conoce como Reconquista al proceso político y militar por el que los reinos cristianos de la península se enfrentaron a los musulmanes entre los siglos VIII y XV.
A la llegada de los musulmanes, se inicia la resistencia en el núcleo asturiano (con victorias como la de Covadonga en el 722) y en el pirenaico, aunque en esta primera etapa (siglos VIII-X) eran débiles y serán derrotados frecuentemente.
Cuando el Califato se fragmenta en reinos de Taifas, los cristianos avanzan (siglos XI-XII) y conquistan Toledo y Zaragoza hasta la llegada de los almorávides. Unidos para responder al ataque musulmán, los cristianos vencen en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212) y reconquistan toda la península excepto el Reino Nazarí de Granada, que caerá en 1492 ante los Reyes Católicos.
Junto con el proceso bélico se produjo la repoblación del territorio para defenderlo y afianzarlo. Se realizaba mediante la presura o aprisio en la primera etapa.
2.5. Los reinos cristianos en la Edad Media.
Desde comienzos del siglo XI, los reinos cristianos del norte peninsular se van expandiendo, ocupando el territorio musulmán. Estos reinos presentaban una estructura política parecida: monarquías con unas Cortes donde nobles y clérigos asesoraban al rey y en algunos casos aprobaban leyes o impuestos. Con el crecimiento de las ciudades, los burgueses fueron ganando poder y entrando en las Cortes.
Estructura Social Feudal
La sociedad era feudal, rural y dividida en estamentos, con el rey en la cúspide social:
- Nobleza y Clero: Estamentos privilegiados, exentos de impuestos. La alta nobleza (y el alto clero noble) poseía señoríos territoriales y jurisdiccionales, con total control de sus territorios y la población que vivía en ellos. Además, los primeros establecían relaciones de vasallaje entre sí.
- Estado Llano (Tercer Estado): Conformado sobre todo por campesinos dependientes de los señores feudales, aunque había algunos que eran propietarios. Con el crecimiento de las ciudades fueron cobrando importancia también los artesanos y los burgueses.
2.6. Los reinos cristianos en la Baja Edad Media.
En los siglos XIV y XV las dos grandes coronas peninsulares, la de Aragón y la de Castilla, se enfrentan a una profunda crisis demográfica, social y económica.
La Corona de Castilla
Se organizaba en torno a instituciones como la Audiencia (justicia), la Real Hacienda (impuestos) o el Ejército Real permanente. La asamblea fundamental eran las Cortes, donde participaban la nobleza, el clero y representantes de las ciudades.
La Corona de Aragón
Estaba formada por varios reinos (Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca) con distintas leyes e instituciones pero un rey común. Existían cortes independientes en cada reino pero también Cortes Generales. Surgieron además las Diputaciones, que velaban por el cumplimiento de lo acordado en las Cortes, y el cargo del Justicia de Aragón, para la defensa de los fueros.
El Reino de Navarra
Tenía una organización política semejante al de Aragón. Gobernó con el Consejo Real; las Cortes, en las que el rey juraba los fueros del reino; y la Diputación de los Tres Estados, que gestionaba la recaudación de los subsidios aprobados por las Cortes.
5.1. La Guerra de Independencia: Antecedentes y causas. Bandos en conflicto y fases de la guerra.
Antecedentes y Causas (1788-1808)
Los inicios del reinado de Carlos IV (1788-1808) coincidieron con el estallido de la Revolución Francesa (1789), que cuestionaba los fundamentos políticos (monarquía absoluta) y sociales (sociedad estamental) del Antiguo Régimen. El impacto de la revolución condicionó la política interior y exterior del reinado: se paralizó la política de reformas y España pasó a formar parte de la 1.ª coalición europea contra la Francia revolucionaria.
Godoy, ministro de Carlos IV, firmó con Francia la Paz de Basilea (1795) tras la derrota española en la Guerra de los Pirineos (1793). En los Tratados de San Ildefonso (1796 y 1800) España se alió con Francia contra Inglaterra. Resultado de esa alianza fue la derrota portuguesa (aliada de Inglaterra) en la Guerra de las Naranjas (1801). Mientras las monarquías europeas seguían formando coaliciones contra Francia, Napoleón pidió a Godoy la colaboración de la flota española para luchar contra los ingleses. Este enfrentamiento acabó con la victoria de Inglaterra en Trafalgar (1805). La pérdida de hombres y barcos hizo que la impopularidad de Godoy aumentara, pero también trajo consigo la pérdida del monopolio comercial con América y el hundimiento económico de España.
En 1807 Godoy firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau, que preveía el reparto de Portugal y autorizaba la entrada de los ejércitos napoleónicos en España. Esta política suscitó la oposición de un grupo de aristócratas y miembros del clero liderados por Fernando, hijo de Carlos IV: buscaban la eliminación de Godoy, la abdicación de Carlos IV y la entronización de Fernando. Así, en marzo de 1808, triunfó el Motín de Aranjuez: Godoy fue encarcelado y a Carlos IV se le obligó a abdicar en su hijo Fernando VII.
La Guerra de la Independencia (1808-1814)
El Dos de Mayo y las Abdicaciones de Bayona
Desde marzo, las tropas francesas habían ocupado Madrid. La noticia de la salida de la familia real y el rumor de una posible traición francesa, desembocó en un motín popular el 2 de mayo de 1808. Los soldados de Napoleón llevaron a cabo una represión muy dura. Al conocerse lo sucedido en Madrid en el resto de España, se desencadenó un levantamiento general. Mientras, en Bayona, Napoleón conseguía que Fernando VII y Carlos IV renunciaran a la corona española y nombraba a su hermano José I rey de España (1808-1813).
Instituciones y Actitudes ante la Guerra
José I contó con el apoyo del Ejército y de las viejas instituciones de gobierno (absolutistas) y de los afrancesados (partidarios del reformismo ilustrado pero contrarios a las medidas revolucionarias) que, por razones ideológicas, aceptaban la Constitución de Bayona y el final de la monarquía absoluta. La Constitución era una carta otorgada donde quedaban reflejadas las ideas de nación, libertad, igualdad ante la ley, reformismo social y económico, y separación de poderes. La carta no se puso en práctica por el estallido de la guerra.
Fases del Conflicto
1.ª Fase (1808): Resistencia Inicial
Las ciudades de Zaragoza y Gerona se rebelaron y fueron sitiadas por las tropas francesas. Ese mismo año, los franceses que invadían Andalucía fueron derrotados en Bailén (19 de julio). Ante esta inestabilidad, José Bonaparte abandonó Madrid y el ejército francés empezó a replegarse, lo que obligó a Napoleón a entrar en España al mando de La Grande Armée, restableciendo en Madrid a José I (diciembre de 1808).
2.ª Fase (1809-1811): Apogeo Francés y Guerrilla
Comenzó entonces el apogeo de la dominación francesa: Zaragoza y Gerona cayeron tras una larga resistencia (1809) y más tarde, en 1810, terminaba la campaña de Andalucía con la penetración de los franceses por toda la zona, salvo en Cádiz, convertida en sede de la Junta Central Suprema (elaboración y aprobación en marzo de 1812 de la 1.ª Constitución liberal) y principal foco de resistencia. Durante esta etapa fue cobrando fuerza el fenómeno de la guerrilla.
3.ª Fase (1812-1814): Ofensiva Anglo-Española
En julio de 1812 se inició la contraofensiva anglo-española al mando de Wellington con la victoria en la Batalla de Arapiles (Salamanca). Tras la derrota de Napoleón en Rusia, este requirió la presencia en Europa de parte del ejército francés destinado en la península y a partir de ese momento se invirtió el signo de la guerra: en junio de 1813 las tropas francesas fueron derrotadas en Vitoria y expulsadas de la Península. Finalmente, tras la firma del Tratado de Valençay (diciembre de 1813), Napoleón reconoció a Fernando VII como rey de España.
Consecuencias de la Guerra
La guerra supuso un colapso demográfico, provocando medio millón de muertos (de un total de 11 millones de habitantes en 1807). Los daños económicos fueron soportados sobre todo por los campesinos (alistamientos masivos y campos arrasados), la paralización del comercio con América y el endeudamiento de la Hacienda. Respecto de los daños materiales, ciudades como Zaragoza, Gerona o San Sebastián fueron arrasadas. Además, la guerra activó el proceso de independencia de la América española.
La vuelta de Fernando VII a España en 1814 supuso la derogación de la Constitución de 1812 y la paralización de las reformas socioeconómicas. La restauración del absolutismo fue posible por el contexto internacional de la Restauración (Congreso de Viena, 1815). Comenzó entonces el enfrentamiento entre dos grupos: los absolutistas y los liberales. Estos últimos siguieron luchando por el restablecimiento de la Constitución de 1812 y el final del Antiguo Régimen.