Renovación Literaria a Principios del Siglo XX: Modernismo y Generación del 98
A comienzos del siglo XX, la literatura española buscó nuevas formas expresivas, alejándose del realismo y el naturalismo. Los dos grandes movimientos de este periodo, el Modernismo y la Generación del 98, aunque diferentes, comparten el deseo de renovación, la insatisfacción ante la sociedad y una actitud crítica e intelectual.
El Modernismo: Estética y Evasión
El Modernismo, nacido en Hispanoamérica con Rubén Darío como figura principal, es una corriente literaria que busca la belleza formal. Se caracteriza por ser una literatura refinada, musical y sensorial, influida por el Romanticismo, el Parnasianismo y el Simbolismo. Los autores modernistas se evaden hacia mundos exóticos, mitológicos o pasados, mostrando a menudo melancolía y hastío vital. Su estilo es cuidado y sonoro, con un léxico culto y una métrica renovada (uso de versos decasílabos, alejandrinos, etc.).
La Generación del 98: Reflexión sobre España
La Generación del 98 surge tras el “desastre del 98”, con la pérdida de las últimas colonias españolas. Este hecho histórico sumió al país en una profunda crisis de identidad, lo que llevó a los escritores de esta generación a reflexionar sobre la decadencia y el futuro de España. Buscan la esencia del país recorriendo sus tierras y describiendo el paisaje castellano como símbolo de su estado de ánimo. Valoran la literatura clásica, escriben con un estilo sobrio y antirretórico, y destacan en la novela y el ensayo, géneros donde priman las ideas sobre la acción.
Autores Destacados de la Época
- Rubén Darío: Inicia el Modernismo con Azul… (1888), influido por el Parnasianismo. En Prosas profanas incorpora el Simbolismo y en Cantos de vida y esperanza expresa su desengaño vital.
- Manuel Machado: Considerado el modernista español más puro, mezcla sensualidad y melancolía en obras como Alma y Ars moriendi.
- Juan Ramón Jiménez: Su obra evoluciona desde un modernismo sensorial (Arias tristes, Jardines lejanos) hasta una poesía pura y mística (La soledad sonora, Sonetos espirituales, Platero y yo).
- Antonio Machado: Transita desde la intimidad modernista de Soledades al espíritu del 98 en Campos de Castilla, donde reflexiona sobre España con un estilo sencillo y simbólico.
La Evolución de los Géneros Literarios hasta 1936
La Novela: Ruptura con el Realismo
En la novela anterior a 1936, se rompe con las convenciones del realismo decimonónico.
- Pío Baroja: Principal novelista del 98, concibe la novela como un género abierto, sin estructura fija ni final cerrado, reflejando su visión pesimista del ser humano en obras como Zalacaín el aventurero o El árbol de la ciencia.
- Azorín (José Martínez Ruiz): Escribe antinovelas líricas e impresionistas con escasa acción, centradas en el paso del tiempo, la muerte y el paisaje castellano (La voluntad, Doña Inés).
- Miguel de Unamuno: Crea la “nivola”, una novela de conflictos existenciales expresados en monólogos y diálogos. En Niebla, su personaje Augusto Pérez se enfrenta a su creador. En Abel Sánchez, La tía Tula y San Manuel Bueno, Mártir trata temas como la envidia, la maternidad y la fe. En sus ensayos (Vida de don Quijote y Sancho, Del sentimiento trágico de la vida) analiza el alma española y la lucha entre razón y fe.
El Teatro: Entre la Tradición y la Innovación
El teatro anterior a 1936 vivió un atraso general y se dividió en dos tendencias principales:
- Teatro comercial: Destinado al público burgués, con escasa innovación. Sobresale Jacinto Benavente, con obras de crítica social moderada como Los intereses creados, La malquerida y Rosas de otoño. Le siguen Gregorio Martínez Sierra (Canción de cuna), el teatro poético de Eduardo Marquina (Las hijas del Cid) y los hermanos Machado (La Lola se va a los puertos). En el teatro humorístico destaca Carlos Arniches (La señorita de Trevélez).
- Teatro innovador: Más experimental pero con escaso éxito de público. Sus figuras principales son Federico García Lorca, que combina poesía y denuncia social en sus tragedias rurales (Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba), y Ramón María del Valle-Inclán, que crea el esperpento, un género basado en la deformación y la ironía para mostrar una realidad grotesca.
El Novecentismo y las Vanguardias: Hacia un Arte Puro
A comienzos del siglo XX, la crisis de valores y la Primera Guerra Mundial originaron el Novecentismo o Generación del 14, junto a las Vanguardias. Este movimiento estaba formado por intelectuales cultos que buscaban regenerar España mediante la razón, la educación y un arte puro. Rechazaron lo sentimental y defendieron un estilo clásico, equilibrado y perfecto. Los géneros principales fueron el ensayo y la novela.
El Ensayo como Herramienta Intelectual
En el ensayo, destacó José Ortega y Gasset, fundador de la Revista de Occidente (1923), quien difundió las ideas europeas modernas. Junto a él, sobresalieron otras figuras clave:
- José Ortega y Gasset: Trató temas filosóficos (El tema de nuestro tiempo), sociológicos (La rebelión de las masas), artísticos (La deshumanización del arte) y sobre España (España invertebrada).
- Eugenio d’Ors: Autor de Tres horas en el Museo del Prado e Itinerario estético.
- Manuel Azaña: Ensayista político y figura de la Segunda República, autor de El idearium de Ganivet.
- Gregorio Marañón: Autor de estudios históricos y literarios como Don Juan y Doña Inés.
La Novela Novecentista: Lirismo e Intelecto
La novela novecentista renovó el realismo con un estilo más intelectual, simbólico y lírico.
- Gabriel Miró: Destacó por su prosa poética en Las cerezas del cementerio, Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso.
- Ramón Pérez de Ayala: Unió narración y pensamiento en novelas como Tinieblas en las cumbres, Troteras y danzaderas y Belarmino y Apolonio.
La Poesía: La Búsqueda de lo Esencial en Juan Ramón Jiménez
En la poesía novecentista, sobresale Juan Ramón Jiménez, que busca la belleza y lo esencial. Su evolución se divide en tres etapas:
- Etapa sensitiva: De corte modernista, con un tono melancólico e influido por Bécquer. A esta etapa pertenecen obras como Arias tristes, Melancolía y Ninfeas, con temas como la eternidad, la tristeza y la muerte.
- Etapa intelectual: Su poesía se vuelve más depurada y simbólica. Obras como Diario de un poeta recién casado, Eternidades y Piedra y cielo introducen el verso libre y la prosa poética, influyendo decisivamente en la Generación del 27.
- Etapa suficiente o verdadera: Escrita en el exilio, se caracteriza por el misticismo y una extrema depuración verbal. Destacan Espacio, La estación total y Dios deseado y deseante, donde se percibe la influencia del panteísmo, el hinduismo y la poesía mística.
Estudio en Profundidad: Luces de bohemia y el Esperpento de Valle-Inclán
Contexto y Recepción de la Obra
Ramón María del Valle-Inclán publicó Luces de bohemia inicialmente por entregas en el semanario España en 1920, y su versión definitiva apareció en 1924. Debido a su carácter innovador, no fue bien recibida por el público de su tiempo, acostumbrado a las comedias ligeras, los sainetes o las obras modernistas. Por ello, no se estrenó en España hasta 1970 (incluso se representó antes en francés). Hoy se considera una obra fundamental del teatro español contemporáneo y, desde 1998, se celebra cada año una ruta nocturna por Madrid siguiendo el itinerario de su protagonista, Max Estrella.
Argumento: Un Descenso a los Infiernos del Madrid Bohemio
La obra relata el descenso a los infiernos de Max Estrella, un poeta ciego y pobre, acompañado por su falso amigo don Latino de Hispalis, a través de una noche en el Madrid marginal. A lo largo del recorrido aparecen diversos ambientes y personajes —bares, cafés, calles, policías, ministros, presos, poetas— que reflejan la corrupción, la miseria y el absurdo de la sociedad española de principios del siglo XX.
El Esperpento: Una Nueva Estética para una Realidad Deformada
Luces de bohemia inaugura el género del esperpento, creado por Valle-Inclán y explicado en la escena XII. El esperpento consiste en una deformación voluntaria de la realidad para mostrarla con mayor claridad. Según Valle, una sociedad como la española, deformada respecto a la cultura europea, solo puede entenderse a través de una estética deformante. Así, el esperpento mezcla lo trágico y lo cómico, mostrando al mismo tiempo lo sublime y lo grotesco. Valle distingue tres perspectivas teatrales: cuando el espectador mira al personaje desde abajo surge la tragedia; desde el mismo nivel, el drama; y desde arriba, la comedia. Al combinarse las tres, aparece el esperpento.
Max Estrella: El Héroe Trágico y Grotesco
El protagonista, Max Estrella, es una figura contradictoria: admirable y ridícula a la vez. Representa al intelectual marginado en una sociedad injusta. Es digno de admiración por su idealismo, su indignación ante la miseria y su desprecio hacia los poderosos; pero también resulta ridículo porque su orgullo y su ceguera lo condenan al fracaso. En él se unen la poesía y la miseria, lo sublime y lo grotesco, lo que provoca en el lector una mezcla de risa y compasión.
Valle-Inclán ve en Max Estrella una especie de Don Quijote de la bohemia, un hombre que convierte su vida en literatura, pero fracasa al enfrentarse a una sociedad donde el talento no se valora. Su caída simboliza la decadencia moral y cultural de España, pero su figura da origen al triunfo del esperpento, un nuevo modo de entender la realidad inspirado, según el autor, en la visión deformante de Goya.
Conclusión: Crítica Social y Legado Teatral
En definitiva, Luces de bohemia es una obra clave que denuncia la hipocresía, la miseria y la corrupción de la sociedad española de su tiempo y, al mismo tiempo, crea un lenguaje teatral moderno y lúcido, lleno de ironía, crítica y expresiones memorables como “Cráneo privilegiado” o “Max, no te pongas estupendo”.