Características de los fascismos: Principios ideológicos y bases sociales

I. Características generales de los fascismos

1. Los principios ideológicos del fascismo y sus bases sociales.

El fascismo nace en Italia y su denominación procede de la palabra fascio. Poco después de terminada la guerra, tomarán este nombre grupos compuestos por excombatientes, para, a continuación, pasar a denominar todo un régimen y su ideología. Así, se llama fascismo al régimen que, en Italia, dura desde octubre de 1922, en que el rey Víctor Manuel III confía a Mussolini la formación de un gobierno, hasta la caída de Mussolini, ya durante la II Guerra Mundial. El término fascismo se ha extendido también a otros países donde acabaron instalándose regímenes de corte similar al de Mussolini. Ocupado el poder, la doctrina fascista fue definiéndose progresivamente, en cambio, el nacionalsocialismo fue una excepción porque las ideas ya estaban definidas mucho antes de alcanzarse el poder. En Mein Kampf (“Mi Lucha”) Hitler expone toda su ideología.


a) Los principios ideológicos comunes a todos los movimientos fascistas

1. Un nacionalismo extremo.

En Alemania este principio es alimentado como protesta contra el “dictado” de Versalles, impuesto por los vencedores. En Italia, a pesar de estar entre los vencedores, se desarrolla un nacionalismo desenfrenado al comprobarse que no recibía los territorios esperados. En Alemania el tratado de Versalles es una humillación, en Italia se tiene la sensación de haber sido tratada con ligereza por los demás aliados.

2. La exaltación del Estado, totalitario y absoluto.

El Estado se exalta por encima de los derechos y libertades de los individuos, que están subordinados a los intereses del Estado. El fascismo italiano, el nacionalsocialismo y el Estado soviético constituyen regímenes totalitarios al dar más importancia al Estado que a la nación. El Estado debe ser todo poderoso y controlar todos los aspectos de la vida, y el individuo debe estar sometido y subordinado a las directrices del Estado. Se da, por tanto, más importancia a la colectividad, encarnada por el Estado, que a los derechos del individuo que dejan de tener importancia frente a los del colectivo.

3. Rechazo de la democracia.

La democracia afirma la libertad del individuo y garantiza sus derechos. El fascismo considera que el individuo no tiene derechos propios; tiene los que la comunidad quiera otorgarle: el individuo encuentra su razón de ser en la subordinación al grupo y su realización en la integración dentro de una comunidad. El fascismo exalta los valores de grupo, de la colectividad, de la comunidad nacional. Rechaza todo aquello que pueda contribuir a la diversidad, al pluralismo: así se anulan los partidos políticos y los sindicatos.

4. El culto al líder.

Al frente del Estado se encuentra un líder carismático (el Duce en Italia, el Führer en Alemania) que concentra todos los poderes y es el jefe del partido único. Al líder se le rinde un culto casi religioso y la propaganda se encarga de que su fotografía esté por todos los rincones del país y presida los actos más importantes, tanto públicos como privados. A veces se le representa como el salvador de la patria humillada y otras como el padre de la nación. Ese culto a la personalidad del líder va a ser obsesivo, incluso a la hora de saludar se saluda con el nombre del líder.

5. La desconfianza en la razón.

La democracia es un régimen racionalista: trata de convencer y se dirige a la mente de los ciudadanos. En el fascismo, frente al racionalismo, se impone el instinto, el culto a la fuerza física, incluso a la violencia.

b) Variedades nacionales

Las variantes nacionales vienen motivadas por las singularidades debidas al pasado o bien debidas a la doctrina.

En cuanto al pasado, Italia es el ejemplo perfecto. En efecto, el fascismo exaltó la grandeza de Roma. El fascismo enlaza con la gloria del Imperio romano (restauración de monumentos, excavaciones del Foro…).

Sobre la doctrina, Alemania es el mejor ejemplo a la hora de buscar diferenciación es dentro de los movimientos fascistas. El nacionalsocialismo recoge también varias tradiciones: la nacionalista, la pangermanista, la antisemita. Pero a estos elementos, Hitler les añade uno nuevo, el racismo, una teoría pretendidamente científica que establece el postulado de la desigualdad de razas y afirma que las razas superiores tienen el deber de preservar su pureza biológica. Dentro de la jerarquía de razas, la prioridad pertenece a la raza aria y la nación germánica, que desciende de ella. Hitler transforma la teoría en una fe, un dogma que inspira una actuación política concreta, que dicta una legislación (las famosas Leyes de Nuremberg destinadas a evitar la mezcla de sangre) y que lleva a los campos de concentración, a la llamada “solución final”, al exterminio de los judíos, al genocidio.

c) Las bases sociales

Los grupos sociales que apoyan estos movimientos son muy heterogéneos y varían según la etapa. En general podemos ver a:

  1. Excombatientes. Se trata de gentes desclasadas que una vez que ha terminado la guerra no se adaptan a la vida civil y van a ingresar en las organizaciones paramilitares fascistas (los Fasci di Combattimento, las Squadre d ́Azione, las SA, las SS).
  2. Jóvenes nacionalistas. Dentro de la juventud encontrarán a muchos descontentos frustrados por los resultados de la Guerra y decepcionados con las democracias. Su carácter violento y belicoso será encauzado por estas organizaciones para actuar de forma violenta contra manifestaciones obreras y contra el gobierno.
  3. Clases medias. Se sienten amenazadas por la crisis económica y el trauma de la proletarización y ven en las promesas de estos movimientos un futuro prometedor.
  4. Parados. Serán atraídos por los movimientos fascistas ante la promesa de puestos de trabajo, promesa que van a cumplir en gran medida.
  5. El apoyo del gran capital. Va a ser muy importante para financiar estos movimientos; muchos patronos ven en ellos un gran apoyo contra el peligro de revolución comunista y no tendrán reparos en subvencionar todo tipo de actividades fascistas. Junto a éstos se encuentran también los grandes terratenientes que sufren la misma amenaza por parte de los campesinos entre los que se extiende la propaganda anarquista.

Un grupo de las Squadre d’Azione, dedicado a reventar huelgas obreras.

El papel de la burocracia y el ejército. Es importante en el triunfo de estos movimientos, su tolerancia primero y su colaboración después les darán un gran apoyo.