Contexto Literario: El Teatro Español antes de 1936
El texto que hemos escogido en el bloque de educación literaria forma parte de La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca. Desde el punto de vista del contexto literario, la obra se incardina en las coordenadas del teatro español previo a 1936. Este teatro presenta dos tendencias principales: teatro comercial y teatro innovador.
Tendencias del Teatro Español
Teatro Comercial
En esta tendencia podemos diferenciar varias modalidades:
- Comedia burguesa (Benavente).
- Teatro de humor (Carlos Arniches, hermanos Álvarez Quintero, Muñoz Seca), que experimentará una renovación gracias a Jardiel Poncela.
- Teatro en verso o teatro poético (Villaespesa, Marquina, hermanos Machado), caracterizado por su estilo modernista con algunos tintes postrománticos, ideología tradicionalista y voluntad de imitar el teatro del Siglo de Oro.
Teatro Innovador
Por otro lado, el teatro innovador tiene dos momentos clave, representados por los autores de la Generación del 98 y los poetas de la Generación del 27.
- Los escritores del 98 harán un teatro intelectual y complejo que enlazará con las tendencias filosóficas y teatrales más renovadoras del panorama occidental de la época. Cabría citar las aportaciones de Unamuno con su autodenominado teatro desnudo (El otro, La esfinge), el teatro superrealista de Azorín (Angelita; Doctor Death, de 3 a 5; Brandy, mucho brandy), y, especialmente, el teatro de Valle-Inclán con la creación del esperpento (Luces de bohemia, trilogía Martes de carnaval), que, más que un género literario, supone una particular visión del mundo que deforma y distorsiona la realidad para presentarnos la verdadera imagen que se oculta tras ella.
- Con respecto al teatro del 27, como se observa en Lorca, pueden apreciarse tres características generales: incorporación de elementos vanguardistas, aproximación del teatro a la población, incorporación de la poesía al teatro.
El Teatro de Federico García Lorca
El teatro de Lorca se articula en dos vertientes en permanente interacción: renovadora (Así que pasen cinco años o El público) y tradicional, en la que, junto a obras como Bodas de sangre o Yerma, se encuentra La casa de Bernarda Alba. Lorca introdujo importantes novedades en los moldes tradicionales. Así, si bien en estas obras es evidente la conexión con el drama rural, Lorca lo modificó (personajes simbólicos, juegos expresionistas) provocando que las gentes y ambientes presentados traspasaran el elemento naturalista que parecían exigir sus referentes reales.
Argumento y Estructura de La casa de Bernarda Alba
Argumento
En el plano argumental, La casa de Bernarda Alba tendrá como núcleo la enorme figura de Bernarda, viuda de dos matrimonios, un carácter intransigente que no permite la mínima separación de sus órdenes. La acción de la obra comienza el día de los funerales por el segundo marido de Bernarda. Tras el desfile de las vecinas del pueblo, la madre anuncia a sus hijas que, en ocho años que dure el luto, no entrará en la casa ni el viento de la calle, un exceso, en línea con la hybris trágica griega, que eleva la obra hacia lo simbólico, hacia el mito. En las hijas habrá una inquietud especial que vendrá dada por su estado de solteras. Solo la mayor, Angustias, única hija del primer matrimonio, es rondada por Pepe el Romano, que va tras el dinero dejado por el primer matrimonio de Bernarda. El segundo, padre de las otras cuatro, no dejó nada para sus hijas. Pronto se inicia una lucha sorda entre Angustias, Adela y Martirio por el joven. El deseo del varón late en el luto de todas, en su silencio, en sus querellas. Poncia, la criada, acaba descubriendo el amor de Adela por Pepe el Romano, y así se lo insinúa a Bernarda, una realidad también conocida por Martirio, quien amenaza con delatar a Adela. Tras una discusión entre las dos hermanas, seguida del encuentro de Adela con Pepe, que despertará a Bernarda y las hermanas, Adela se enfrenta a Bernarda (“Yo soy su mujer”). Bernarda pedirá una escopeta y disparará contra Pepe el Romano. Adela, que cree muerto a su amado, se ahorca. Bernarda, impertérrita ante la tragedia, jura culminar su venganza, lanzando un mensaje con el que su estirpe quedará inmarcesible con el luto de por vida.
Estructura
Desde el punto de vista estructural, La casa de Bernarda Alba se organiza en tres actos, de acuerdo con las pautas del teatro clásico, manifestando, a su vez, unidad de tiempo, lugar y acción. En este sentido, se pueden distinguir en la obra tres partes, que evolucionan en una gradación tensional ascendente. El fragmento que comentamos se incardinaría específicamente en:
- La primera parte (planteamiento), donde se expone la situación, localiza el tiempo y espacio, y presenta a los personajes. Así, la obra se inicia con el funeral del marido de Bernarda, quien impone el luto en su casa.
Personajes Principales
En el fragmento propuesto de La casa de Bernarda Alba podemos identificar y analizar los siguientes personajes:
Bernarda Alba
Inspirada en la figura real de Frasquita Alba, una vecina de Lorca, se caracteriza por un conjunto de rasgos negativos: autoritaria, dominante, orgullosa, clasista, agresiva, violenta, intransigente, hipócrita. Constituye la encarnación hiperbólica de las fuerzas represivas, guardiana de los valores conservadores de la sociedad patriarcal del momento. A través de la lectura nos informamos de que pertenece a la burguesía campesina acomodada y el desenlace nos la muestra tan cínica que, ante el trágico final de su hija Adela, no solo no reconoce haber cometido error alguno, sino que se reafirma en su postura y grita contra toda evidencia: “Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen”. En cuanto a su lenguaje, en Bernarda predominan las intervenciones rápidas, secas y cortantes. Sus parlamentos son autoritarios, bruscos y agresivos. Por ello, es normal que haga uso de modalidades oracionales imperativas e interrogativas, de modo que predomina en ella la función apelativa.
Poncia
Comparte con Bernarda la edad, la moral autoritaria, la preocupación por el honor y por el qué dirán. Domina a las hijas de Bernarda, a las que aconseja y amenaza hasta que Adela le pierde el respeto (“Te he tenido miedo. ¡Pero ya soy más fuerte que tú!”). Con Bernarda, Poncia se muestra provocativa, insinuante, ambigua, hasta que es humillada y pasa, entonces, a la defensiva. El lenguaje de la Poncia es extremadamente rico y variado: posee la gracia del lenguaje popular (coloquialismos, expresiones populares y rurales, vulgarismos), es maestra en insinuaciones, provocativa, tiene sentido del humor, y a la vez su lenguaje está dotado de un cierto encanto poético.
Las Hijas
Poseen una nota común: la búsqueda del varón y la necesidad de amar. Sin embargo, las diferencias entre ellas son evidentes. En el texto comentado aparecen:
Angustias
Es hija del primer matrimonio de Bernarda y única heredera de una fortuna considerable que no tarda en atraer, pese a su falta de encantos y edad, a Pepe el Romano. Ha perdido la ilusión y la pasión, pero es la envidia de sus hermanas.
Amelia y Magdalena
Pasan casi desapercibidas. Amelia es la hija mediana. Resignada y tímida, se llega a lamentar por vivir en una sociedad machista. Magdalena es la única que llora a su padre muerto, lo que justifica su nombre, y se ve sumida en la resignación, siendo una de las hermanas más sumisas, aunque puede sorprender con amargas protestas.
Martirio
Pudo haberse casado si su madre no se hubiera interpuesto. Por ello, encarna el resentimiento y la envidia. Enamorada de Pepe el Romano, esta pasión la conduce hasta una irreprimible y nefasta vileza.
Adela
Representa la fuerza de la pasión amorosa, la llamada del instinto y el deseo de libertad. Su vitalismo se manifiesta en el símbolo del traje verde que se pone. Rechaza el código de honor impuesto por su madre y por la sociedad. Se enfrenta al poder con valentía, rompe la vara de mando de su madre, sin embargo, su rebelión fracasa y termina suicidándose. Lingüísticamente, Angustias, Amelia y Magdalena se caracterizan por la monotonía y el tedio de sus palabras. Martirio, por su parte, abusa de las amenazas y de las insinuaciones. Frente a ellas, en Adela destaca la fuerza y la violencia verbal: empleo de imperativos y frases cortantes y enérgicas.
María Josefa
Madre de Bernarda. Se caracteriza por su locura y senilidad. Su locura, no obstante, no le impide ver, observando y comentando la pasión de las mujeres. Su locura es simbólica: en su vejez, encerrada en su habitación, desea casarse a la orilla del mar y huir del mundo cerrado de la casa. Es la primera que se enfrenta con Bernarda rompiendo el silencio y saltándose las normas. El lenguaje de María Josefa es una mezcla de lenguaje infantil y de habla perturbada: junto a disparates y juegos lingüísticos absurdos, utiliza expresiones infantiles (diminutivos como “ovejita”, “hormiguita”), onomatopeyas (“mee”) y sentencias graves.
Pepe el Romano
Aunque no pronuncia una sola palabra en escena (solo oímos su silbido), es un personaje de gran relevancia en el desarrollo de la acción. Su irrupción en este mundo cerrado desencadenará las pasiones de tres de las hermanas, de modo que actúa como catalizador de las fuerzas latentes, representando la fuerza de los instintos. Proyecta casarse con Angustias, es amado secretamente por Martirio y mantiene relaciones amorosas con Adela.
Temas en La casa de Bernarda Alba
Con respecto al plano temático, en el texto seleccionado podemos observar la materialización del tema central o principal de la obra, el enfrentamiento entre una moral autoritaria, representado en Bernarda, y el deseo de libertad, encarnado en Adela y María Josefa. Este tema, codificado con distintos nombres (conflicto entre realidad y deseo, tema de la separación, del amor frustrado, etc.), supone un enfrentamiento entre dos actitudes vitales y dos ideologías: la actitud que defiende una forma de vida dominada por las apariencias, la moral tradicional y las convenciones sociales, frente a la actitud que proclama por encima de todo la libertad del individuo para pensar, opinar y actuar.
Temas Principales y Secundarios
Por otro lado, podemos detectar la presencia de otros temas o motivos secundarios, que completan la visión dramática de Lorca:
Situación de la Mujer: Marginación
En el conjunto de la obra de Lorca, la mujer ocupa un puesto central, encarnando destinos trágicos, pasiones condenadas a la soledad o a la muerte, amores marcados por la esterilidad. Todo ello trasluce la sensibilidad de Lorca ante la condición de la mujer (también de los gitanos o los niños) en la sociedad tradicional, como es patente en La casa de Bernarda Alba. Ha querido Lorca denunciar la marginación de la mujer en la sociedad de su época, para lo cual enfrentará dos modelos de comportamiento femenino:
- El modelo basado en una moral relajada (Paca la Roseta, la prostituta a la que contratan los segadores, y la hija de la Librada), que no es aprobado socialmente.
- El modelo basado en una determinada concepción de la decencia, a la que Bernarda somete a sus hijas, que implica una sumisión a las normas sociales y convencionales, que discriminan a la mujer en beneficio del hombre.
Diferencias Sociales
Lorca pone de manifiesto las tensiones de la sociedad de su época. Denuncia la injusticia social y las diferencias sociales, la conciencia y orgullo de clase y la crueldad que preside las relaciones de la sociedad. Plantea una jerarquía social bien definida. En el estrato más elevado, Bernarda y su familia; a continuación, la Poncia; después, la criada; finalmente, en una posición ínfima, la miseria absoluta, la degradación social y la injusticia humana, representadas por la mendiga. Cada personaje tiende a humillar al que se sitúa en el estrato inferior de la jerarquía establecida. Los personajes de condición social más baja aceptan con resignación, aunque con odio, las relaciones establecidas.
Hipocresía y Honra
El mundo de las falsas apariencias y de la hipocresía como forma social afecta, básicamente, a Bernarda y, en menor medida, a Martirio. La hipocresía es un rasgo característico de Martirio a lo largo de toda la obra. En especial, cuando tiene lugar el episodio del retrato. Su disculpa, además de resultar inverosímil, revela su constante falsedad. Por su parte, Bernarda, extremadamente preocupada por la buena fachada y la armonía familiar de su casa, tras el suicidio de Adela quiere ocultar la realidad y aparentar que nada extraño ha sucedido: “¡Mi hija ha muerto virgen!”. Además, al comienzo de la obra ya aparecen ciertas prácticas religiosas que pueden ser consideradas igualmente hipócritas, pues no responden al verdadero espíritu cristiano, sino que se llevan a cabo por el rito de la costumbre, o bien son utilizadas como instrumento de dominación. Ligado al tema de las apariencias y vinculado al tema del amor, aparece la problemática de la honra. Bernarda se mueve guiada por unos principios convencionales y rígidos -apoyados en la tradición-, que exigen un comportamiento público inmaculado, es decir, una imagen social limpia e intachable. Este sentido de la honra es el mismo que impera en el pueblo y que hace posible el linchamiento de la hija de la Librada.
Odio y Envidia
A lo largo de toda la obra se encuentran muestras de mutuo resentimiento y de complacencia en la desgracia ajena. Todos los personajes se zahieren, a veces sarcásticamente. Las criadas manifiestan su odio de clase, tanto entre ellas como con los amos: “Fastídiate, Antonio María Benavides, tieso con tu traje de paño…”. Bernarda, siempre dispuesta a herir a los demás, es el ejemplo más evidente de aborrecimiento hacia todos: el marido muerto, la madre, los convecinos e incluso sus hijas (es destacable el momento final, cuando es incapaz de sentir el mínimo dolor por la muerte de Adela, su hija menor). Ni siquiera las hermanas, pese a ser objeto de la tiranía materna, reaccionan solidariamente, sino que, por el contrario, aprovechan cualquier ocasión para criticarse con malignidad, vigilarse implacablemente e intentar hacerse daño unas a otras.
Forma, Género y Simbolismo
Género y Estilo
El fragmento de La casa de Bernarda Alba que abordamos pertenece al género teatral, como evidencia su carácter dialógico pleno, la ausencia de marcas autoriales, o sus convenciones espaciotemporales. En particular, se vincularía con el drama rural andaluz, un subgénero teatral que fue muy cultivado en España a finales del siglo XIX y en el primer tercio del siglo XX, destacando autores como Benavente o Marquina, con influjos del naturalismo, el costumbrismo regional e incluso el Siglo de Oro.
Realismo y Lenguaje Coloquial
Este componente realista es patente en el texto y, en suma, en La casa de Bernarda Alba. De hecho, la fuente primera del drama es real. La familia Alba existió, y el autor la conoció de cerca. A lo largo de toda la obra se aprecia la presencia de rasgos tomados de la realidad y entorno social. Otro foco que evidencia el poder realista de la obra es el empleo de lenguaje coloquial:
- Insultos, maldiciones y amenazas.
- Vulgarismos.
- Muestras de andalucismos, habla rural y campesina, refranes, frases hechas.
- Fórmulas de tratamiento.
Poeticidad y Figuras Literarias
Sin embargo, el texto supera ese plano realista, y permite ser adscrito a Lorca, por su poeticidad, como muestran estas técnicas:
- La huella lírica a través de la inserción de canciones o fragmentos en verso. Lorca se servirá del verso en cuatro ocasiones: letanía del primer acto; canción de los segadores, en la que los segadores ponen de relieve las pasiones ocultas de las mujeres; dicho popular al que se da forma estrófica (“Santa Bárbara bendita, / que en el Cielo estás escrita / con papel y agua bendita?”); canción de cuna que canta María Josefa con la oveja en brazos.
- La conformación de un lenguaje poético mediante la utilización de figuras literarias. Uno de los mayores méritos de Lorca reside en haber integrado el lenguaje poético en el habla de los personajes, de manera que parezca natural y espontáneo. Entre las figuras literarias, sobresalen: comparaciones (Poncia: “Tiene unos dedos como cinco ganzúas.”); imágenes y metáforas (la identificación de la casa con un convento, un presidio, el infierno o la guerra); hipérboles (Martirio: “Siegan entre llamaradas”); paralelismos semánticos o reiteración de una misma idea en varios lugares distintos: la maldad de Martirio (Poncia: “Es un pozo de veneno.”; Martirio: “Tengo el corazón de una fuerza tan mala […]”).
Doble Plano y Simbolismo
La estructuración de la obra en un doble plano, real (representado) e imaginado (no visible y simbólico). Esta bidimensionalidad la consigue Lorca valiéndose de símbolos, uno de los pilares de toda su producción dramática y lírica, y que, en el caso de Lorca, podrán aludir a más de un campo nocional.
Principales Símbolos
Los principales símbolos de la obra son:
- Dos de los símbolos más utilizados, desde el principio hasta el final de la obra, son los colores blanco y negro. De forma global, el blanco representa el impulso vital, el amor y la libertad, mientras que el negro, la tristeza, el odio, la represión, la muerte.
- En menor proporción aparecen otros dos colores, el verde y el rojo, con significados de fertilidad, vitalidad (abanico, flores que adornan a María Josefa). Sin embargo, el color verde también anuncia muerte en la obra de Lorca, pudiendo interpretarse como premonición el hecho de que Adela se ponga, contra la voluntad de su madre, el vestido verde.
- El abanico se asocia a lo femenino, y las flores que lo adornan, rojas y verdes, a la esperanza y la pasión; pero de nuevo encontramos la frustración de los sentimientos positivos cuando es arrojado al suelo con ira por la madre.
- El bastón tiene un doble simbolismo: apoyo (indicio de vejez) e instrumento de poder. La destrucción del bastón es el momento máximo de la rebeldía de Adela contra las fuerzas omnímodas y negativas que él representa.
- El calor, imagen de una libido cada vez más agobiante, y el caballo, muy frecuente en la simbología lorquiana. Tradicionalmente, este se asocia a los deseos instintivos exaltados y la potencia sexual masculina (Pepe el Romano). Por otra parte, su color blanco y la imagen lunar le confieren un carácter trágico.
- Los sonidos son otros elementos significativos dentro de la red simbólica del drama: las campanas, tocando a muerto, indicio de las prácticas religiosas de una sociedad rural católica; los golpes de bastón de Bernarda; los panderos y carrañacas que tocan los segadores, símbolo de la alegría del mundo exterior; los fuertes golpes del semental con significado sexual; el golpe final, económico signo para sugerir la muerte violenta de Adela.
- Finalmente, los augurios. Además de algunos ya citados, encontramos otros de clara tradición popular: las perlas con significado de lágrimas, la sal que derrama Magdalena como premonición de mala suerte, y los ladridos de los perros a la puerta de las casas.