Claves del Pensamiento de Nietzsche: Voluntad de Poder, Muerte de Dios y el Superhombre

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Análisis de Textos de “El Crepúsculo de los Ídolos”

Texto 1: La crítica al estatismo filosófico

En este texto del capítulo “La razón en la filosofía” de la obra Crepúsculo de los ídolos, Nietzsche se pregunta qué caracteres poseen aquellos a los que llamamos filósofos y qué ha dado lugar a una concepción metafísica del mundo. En primer lugar, critica su incapacidad de aceptar el devenir natural de la vida. Todo esto supone para los filósofos una objeción contra su necesidad de fijar la realidad mediante conceptos, ya que creen que lo que es no deviene y lo que deviene no es. En segundo lugar, Nietzsche critica a los filósofos por despreciar la sensibilidad, los sentidos y el cuerpo, ya que para ellos el conocimiento que aportan es engañoso. Esta valoración negativa sobre la sensibilidad y el cuerpo supone para el autor una clara condena de la vida.

Texto 4: La inversión de los conceptos

En este texto del capítulo “La razón en la filosofía” de la obra Crepúsculo de los ídolos, Nietzsche hace una crítica a la metafísica en su aspecto epistemológico. Con su estilo, critica a los filósofos por tomar como lo primero —en el doble sentido de lo más importante y lo más originario— a lo más abstracto en general, es decir, a los conceptos más vacíos como, por ejemplo, el del ser supremo. La causa de esto es que los filósofos consideraban que los conceptos supremos, que culminan a su vez en el concepto de Dios para los cristianos, no podían proceder de nada distinto a ellos mismos, puesto que no devienen, por lo que tienen que ser causa de sí mismos (causa sui). Sin embargo, para el autor esto es un síntoma de auténtica locura, ya que supone tomar por real aquello que más carece de realidad.

Texto 6: Las cuatro grandes tesis

En este fragmento, Nietzsche expone lo dicho anteriormente en cuatro tesis para facilitar su comprensión:

  • Primera: Según Parménides y Platón, este mundo es solo una apariencia, pero según nuestro autor, esto es una prueba en contra y, en realidad, un argumento a favor, ya que el único mundo que conocemos es el que cambia.
  • Segunda: Los signos del “mundo verdadero” son signos de la nada, ya que se le han otorgado por negación de lo que podemos ver en este mundo. El mundo verdadero es una ilusión porque no existe o es fruto de nuestro lenguaje, porque su origen está en la condena de la vida.
  • Tercera: Creer en el mundo verdadero es síntoma de venganza contra esta vida. Nietzsche se refiere a lo que hemos denominado el origen psicológico de la metafísica.
  • Cuarta: Creer en el mundo verdadero, ya sea de modo cristiano o kantiano, es síntoma de vida descendente, de una vida incapaz de soportar lo terrible de este mundo. El arte es el más alto poder de lo falso; el artista es el que intenta abrir nuevas posibilidades en el mundo, intenta hacer de la vida una obra de arte.

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Conceptos Fundamentales en la Filosofía de Nietzsche

Los sentidos y el cuerpo: La reivindicación de lo terrenal

Nietzsche reivindica la importancia de los sentidos para el ser humano, en contra de las ideas del pensamiento occidental que cargaban las tintas sobre la razón y afirmaban que estos sentidos nos engañan acerca del “mundo verdadero”. Pensadores como Platón o Descartes habían hecho poco aprecio a la información de los sentidos; sin embargo, es sobre ellos que se fundamenta el único conocimiento válido para el autor. Solo lo que procede de los sentidos puede ser considerado ciencia, pues nos presentan la realidad con fidelidad. La teología o la metafísica se basan en la racionalidad y desprecian los sentidos, por lo que no son ciencia.

Nietzsche piensa que, al devaluar las propiedades cognoscitivas de los sentidos, se deslegitima también el cuerpo como elemento fundamental del ser humano. El autor considera que el cuerpo es el centro de gravedad de la existencia, compuesto tanto por elementos fisiológicos como teóricos y morales. En su enfrentamiento con el pensamiento tradicional, pone especial interés en criticar la pretensión cristiana de separar lo espiritual de lo corpóreo. Hay presencia de lo sagrado en el ser humano, pero el autor lo ve tanto en la profundidad como en la superficie. Sospecha que la filosofía hasta ahora no ha sido más que una mala comprensión del cuerpo. Esa mala comprensión ha llevado al hombre a rechazarse a sí mismo, y su vida queda marcada por la decadencia (nihilismo). El desplazamiento que propone el autor del centro de gravedad desde el alma hasta el cuerpo obliga a los seres humanos a enfrentarse consigo mismos.

La razón es la causa de que nosotros falseemos el testimonio de los sentidos, forzándonos a asignar unidad, identidad, duración, sustancia, causa y ser a lo que nos muestran. Las categorías de la razón no podían provenir de la experiencia, como pretendía el empirismo. Así, se valora el mundo del espíritu y se rechaza el cuerpo. No existe un sujeto pensante situado más allá del cuerpo; no existe el alma o el espíritu. El cuerpo nos integra en la realidad y posibilita el conocimiento del mundo y de nosotros mismos, es manifestación de la voluntad de poder y unifica la pluralidad de fuerzas en nosotros.

Los conceptos supremos y Dios: El último humo de la realidad

La primera característica de los filósofos, según Nietzsche, es su egipticismo: su falta de sentido histórico. La segunda consiste en que confunden lo último con lo primero. Lo último son los conceptos metafísicos, que necesariamente son posteriores a nuestra experiencia sensible. La idea de belleza es una generalización posterior a nuestra visión de los cuerpos bellos. Sin embargo, el filósofo coloca la idea de Belleza como lo primero, como causa de los cuerpos y las acciones bellas. La metafísica es el mundo al revés o mundo invertido.

Como los conceptos no tienen su origen en el mundo sensible, se les considera eternos. Los conceptos supremos designan las características del “mundo verdadero”. Para el autor, estos conceptos no designan nada real; son “el último humo de la realidad”. Son elaborados por nuestra razón para referirse a un mundo inventado por nuestro miedo ante la vida. Dios es el concepto supremo, el más real. Este concepto es una ficción vacía; Dios representa la negación de la inocencia del hombre.

Nietzsche exalta el poder de la imaginación metafórica. La metáfora integra una diversidad sin caer en el dogmatismo porque se mantiene siempre abierta y no es simplificadora como ocurre con los conceptos. La metáfora es una máscara que nos permite ver el mundo de un modo determinado; suprime unos hechos y se aferra al concepto que simplifica la visión del devenir de la realidad.

El arte trágico y lo dionisíaco

En El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música se esbozan temas fundamentales de la filosofía de Nietzsche. Se describe la vida como el fondo originario y profundo del que surge todo lo concreto, incluido el arte. Según el autor, esta realidad vital supo ser captada por la tragedia griega. Considera que las fuerzas originarias de la cultura griega habían sido dos fuerzas estéticas que se combaten mutuamente pero que no pueden existir la una sin la otra: lo apolíneo, que representa el orden, la luz y el principio de individuación; y su contrario, lo dionisíaco, que representa el flujo profundo de la vida misma, que rompe todas las barreras e ignora todas las limitaciones, reflejando la unidad primordial de todo por encima del principio de individuación.

Con el racionalismo socrático llega, según Nietzsche, la decadencia de la cultura griega y de la auténtica filosofía, y comienza la época de la razón y del hombre teórico. El socratismo es el fenómeno contrapuesto a lo dionisíaco por lo que significa de predominio de la racionalidad intelectual, incapaz de captar la vida que fluye detrás de todas las figuras. Nietzsche afirma que es necesario recuperar la visión trágica. Esta nos la presenta como una realidad en la que la vida y la muerte, el nacimiento y la decadencia de lo infinito se entrelazan, pero nacimiento y decadencia son solo aspectos de una y la misma ola de la vida. A este vaivén de la vida misma le da el nombre de Dioniso, considerándolo como el fondo originante del mundo. La filosofía es para Nietzsche arte, una sabiduría trágica, una mirada que penetra en la lucha originaria de los principios antagónicos Dioniso y Apolo: una visión de la lucha eterna entre unidad e individualidad.

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Temas Centrales del Pensamiento Nietzscheano

El vitalismo y la voluntad de poder

El vitalismo engloba teorías filosóficas muy distintas, cuyo único elemento común es reivindicar la vida como una realidad que no puede ser entendida en términos mecanicistas o racionalistas. La vida tiene valor en sí misma. El autor midió el valor de la filosofía, la ciencia o el arte a partir de su oposición o afirmación de la vida. El mundo, el ser humano y la vida son voluntad de poder. El autor no define claramente esta expresión en ningún sitio. En primer lugar, no es la voluntad psicológica ni tampoco coincide con la voluntad de Schopenhauer. No es voluntad de vivir; al contrario, la vida es voluntad de poder, y esta última es la voluntad de ser más, vivir más, superarse y demostrar una fuerza creciente. No es correcta una definición estrictamente biologista de esta voluntad, y menos todavía una interpretación política o racista.

El problema de la verdad adquiere ahora un sentido distinto. No es importante saber si un juicio es falso, sino si sirve para fomentar y mantener la vida. Colocarse más allá del bien y del mal es el camino hacia la voluntad de poder, o la expresión de la voluntad de poder. En el mundo existen fuerzas activas y reactivas. Hay dos tipos principales de hombres: los dominados y los dominadores, a los que les corresponde la moral de esclavos y la moral de señores respectivamente. Voluntad de poder no significa dominación o sometimiento del prójimo. No es prioridad del hombre poderoso el detenerse a someter esclavos, sino la afirmación de la vida.

En la moral del resentimiento, la de los esclavos, existe una atrofia de la voluntad de poder; es una vida descendente. Todos los valores de la cultura occidental son falsos valores, son la negación misma de la vida. La cultura europea ha llegado a la decadencia total, al nihilismo. El nihilismo significa que los valores supremos han perdido validez. Este es el nihilismo pasivo; el activo es una fuerza violenta de destrucción. Los valores no se derrumbarán solos, sino que serán destruidos directamente por la voluntad de poder. El eterno retorno es la fórmula suprema de fidelidad a la tierra. Simboliza que este mundo es el único mundo. Además, afirma que todo es bueno y justificable, puesto que todo debe repetirse del mismo modo. Toda huida a otro mundo es una pérdida de realidad.

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La crítica a la tradición filosófica occidental

El autor introduce en la historia de la filosofía una horrible sospecha: la de que hemos equivocado el camino. Desde Parménides hasta Hegel, el pensar filosófico ha seguido un camino de decadencia. Quienes no pudieron imponer su voluntad culparon al mundo y a la vida en nombre de un más allá inexistente. El autor afirma: “en la cercanía de Heráclito siento más calor y me encuentro de mejor humor que en ningún otro lugar”. Heráclito entiende el ser como devenir: no hay cosas estables y permanentes, sino procesos en continua transformación. Considera que el ser uno, eterno e inmutable de Parménides no existe, es una ficción vacía. El autor recrimina a Heráclito que rechace el testimonio de los sentidos porque nos muestran una aparente unidad y quietud; con la razón descubrimos la dialéctica interior de las cosas, que es la lucha de contrarios.

En la tragedia griega se logra la síntesis perfecta entre lo apolíneo y lo dionisíaco. El primer paso hacia la decadencia lo dieron Sócrates y Platón. Sócrates hizo triunfar a la razón contra la vida, a Apolo sobre Dioniso. Platón creó otro mundo, desvalorizando este; inventó el espíritu puro, el alma y la idea del bien. El hombre es quien da sentido a las cosas; sin embargo, no reconoce esa verdad básica y pretende que el mundo tiene un sentido objetivo y trascendente. El mundo de las ideas permite juzgar al mundo sensible. La tradición occidental ha supuesto que el concepto no recorta la realidad, sino que por el contrario la afirma: la realidad es tal como la pensamos. El autor niega que con los conceptos captemos la verdadera realidad, que es devenir y cambio.

Más tarde, se inicia el proceso que lleva a la muerte de Dios. Sin embargo, esta situación no fue aprovechada para crear una nueva tabla de valores; se siguieron controlando los instintos desde el poder de la razón. Así, cambiamos a Dios por el Estado y la ciencia. Nietzsche anuncia por primera vez en La gaya ciencia que “Dios ha muerto”. La gran mentira de la metafísica ha caído empujada por un precepto del propio cristianismo: la búsqueda de la verdad. El Dios cristiano carece de realidad, al igual que el ser de Parménides, el bien de Platón o el uno de Plotino. Con Dios se derrumba la trascendencia. El autor ve la muerte de Dios como la gran posibilidad: ahora el hombre puede crear libremente sus valores y dotar de sentido al mundo sin necesidad de pretender que esos valores tienen un respaldo divino o trascendente.

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Contextualización de la Obra y el Autor

“El Crepúsculo de los Ídolos”: Filosofar a martillazos

Crepúsculo de los ídolos o cómo se filosofa con el martillo es la obra en la que se encuentra el fragmento del comentario de texto. Se trata de una de sus últimas obras, que escribe antes de perder su lucidez. En ella, ruge contra la filosofía kantiana y contra el cristianismo, que corrompen al individuo, pero también contra la ideología alemana nacionalista. El autor pretende derribar a martillazos las estructuras en las que los falsos ídolos se levantan para eliminar el envenenamiento al que la moral ha sometido al ser humano y ha debilitado sus instintos.

La obra está dividida en nueve apartados. De todos ellos, el más importante es el apartado tercero, “La razón en la filosofía”, central en esta obra y del que está sacado el texto a comentar. La idiosincrasia del filósofo tradicional se resume en su odio a la noción misma de devenir y, en consecuencia, su odio a la vida. La filosofía anterior ha sido obra del resentimiento. La razón en la filosofía es la causa de que nosotros falsifiquemos el testimonio de los sentidos. El autor acaba este apartado con cuatro tesis en las que se resume toda su metafísica. El apartado final es un fragmento de autobiografía que preludia el Ecce Homo. Nietzsche hace la historia de sus estudios, ofrece una enumeración de sus modelos, ataca a Platón y pone en la picota a filósofos clásicos.

Su filosofía se divide en cuatro etapas que siguen una continuidad en el desarrollo de sus ideas:

  1. Periodo romántico (la filosofía de la noche): Publica El nacimiento de la tragedia, que supone el punto de partida de su crítica, y Consideraciones intempestivas.
  2. Periodo ilustrado (la filosofía de la mañana): Toma como referencia a Voltaire y en ella escribe Humano, demasiado humano, Aurora y La gaya ciencia.
  3. Zaratustra como el nuevo profeta (filosofía del mediodía): En este periodo, la filosofía del autor alcanza su madurez y esplendor con la obra Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie. Zaratustra representa a Dioniso y será el encargado de anunciar la muerte de Dios.
  4. Periodo crítico (filosofía del atardecer): En este periodo, el autor denuncia agresivamente el nihilismo y la decadencia occidentales y se centra en la crítica a la religión. Escribe Más allá del bien y del mal, La genealogía de la moral, El Anticristo y El crepúsculo de los ídolos.

Por otro lado, el género literario que emplea es el aforístico, con sentencias breves y doctrinales para dirigir la crítica.

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Contexto histórico, cultural y filosófico

La vida y el pensamiento de Nietzsche se desarrollan en la segunda mitad del siglo XIX, época marcada por la decadencia de una sociedad cristianoburguesa con una moral puritana y llena de prejuicios. El autor será el fundador del vitalismo, corriente filosófica caracterizada por la exaltación de la vida, del instinto y de la fuerza creadora del hombre. En su filosofía influye la antigua filosofía griega; tomará como referentes a Heráclito y a Protágoras, pero criticará la filosofía de Parménides, Sócrates y Platón por el desprecio al mundo sensible y la condena moral de la existencia, que son síntomas de decadencia, y se situará más próximo a la moral sofista de Calicles y Trasímaco.

También influye la Ilustración, con filósofos como Voltaire, que criticaba el dogmatismo, aunque rechaza la Ilustración al modo de Kant. En el panorama filosófico, Nietzsche, Freud y Marx son los tres “filósofos de la sospecha”. Se les relaciona con la crítica al racionalismo dominante en el pensamiento y en toda la civilización occidental. Consideraron que la conciencia en su conjunto es una conciencia falsa: según Marx, la conciencia se falsea por intereses económicos; en Freud, por la represión del inconsciente; y en Nietzsche, por el resentimiento del débil.

La filosofía del autor influye en Ortega y Gasset, que procurará una síntesis entre la tradición racionalista y el vitalismo. También en ideologías y movimientos del siglo XX. El autor, en definitiva, es un filósofo dispuesto a revisar todos los pilares de la cultura occidental, rompiendo con la moral tradicional y proponiendo una nueva manera de vivir, tomando como fundamento de todo valor la vida misma.

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