Claves del Teatro y la Narrativa Hispanoamericana del Siglo XX

El Teatro: Texto Literario y Representación Dramática

La obra teatral se puede estudiar desde dos dimensiones: como texto literario, desarrollando, en prosa o en verso, una historia contada en el breve tiempo de una representación, directamente a través de las palabras y acciones de los personajes (ya que no existe la figura del narrador); y como representación dramática, puesto que se trata de un texto literario concebido para ser representado ante un público, que participa en el desarrollo de la obra con sus reacciones (risa, silencio, sorpresa, etc., muy especialmente en el teatro experimental del siglo XX), en un escenario.

Por tanto, aunque puede ser leído, su emisión y recepción es colectiva (una compañía teatral y un público), lo que lo diferencia de otros géneros.

Géneros Teatrales

Existen varios géneros teatrales, que se pueden clasificar en:

  • Mayores: tragedia, comedia, tragicomedia y auto sacramental.
  • Menores: entremés, pasos, monólogos y farsas.
  • Musicales: ópera, zarzuela, sainete.

Componentes del Texto Dramático

Dentro del texto dramático o teatral se distingue el texto principal y el secundario.

Texto Principal

El texto principal adopta diversas formas:

  1. Diálogo: Es el verdadero soporte de la acción. Corresponde a las conversaciones que mantienen entre sí los personajes, que actúan alternativamente como emisores o receptores. La disposición tipográfica es característica y evita cualquier ambigüedad, ya que cada intervención aparece precedida por el nombre del personaje correspondiente. Aunque suele ser directo y vivo, a veces adopta formas de “diálogo narrativo” cuando un personaje relata a otro hechos que han sucedido fuera de escena, antecedentes de una situación, etc. Pero el más propiamente considerado “diálogo teatral” es el que se produce entre los personajes que con sus réplicas y contrarréplicas hacen que el conflicto dramático alcance momentos sucesivos de tensión y distensión. Además, a través del diálogo los personajes se describen a sí mismos al manifestar sus sentimientos, estados anímicos, etc.
  2. Monólogo: Un personaje expresa en voz alta sus pensamientos y sentimientos. Si el discurso se dirige a sí mismo, acercándose al estilo del monólogo interior narrativo, se conoce como soliloquio. Si, por el contrario, la intervención se dirige directamente a los espectadores, se llamaría monólogo apelativo.
  3. Apartes: Son intervenciones breves, muchas veces cómicas, que un personaje formula de manera que parezca que los otros personajes no lo oyen, aunque sí el público.

Texto Secundario: Las Acotaciones

El texto secundario está formado por las acotaciones, que son indicaciones sobre aspectos de la representación dramática, ya sean visuales (movimientos, maquillaje, peinado, vestuario, escenografía, iluminación) o auditivos (tono, sonidos, música, ruidos). Este texto no es pronunciado por ningún personaje y suele aparecer en letra cursiva y entre paréntesis. Podemos encontrarlo al principio del drama (acotación inicial), al comienzo de los actos (indicando los cambios de decorado, por ejemplo) e intercalado entre las palabras de los personajes (señalando sus movimientos y forma de actuación).

Elementos Clave del Género Teatral

Además de los indicados, los elementos que otorgan personalidad propia a este género son los siguientes:

  1. Acción: Son todos los acontecimientos que suceden en escena durante la representación. Suele estar dividida en actos. Lope de Vega redujo la acción a tres actos, división que se mantiene actualmente. Si dentro de un acto se produce un cambio de espacio, se ha producido un cambio de cuadro. Por otro lado, cada vez que un personaje sale de la escena o se incorpora uno nuevo, se produce una nueva escena.
  2. Personajes: Son tipos teatrales que reflejan caracteres humanos generales, con rasgos permanentes y funciones fijas dentro de la obra. El teatro del siglo XX dotará a los personajes de mayor diversidad y profundidad.
  3. Espacio y Tiempo: El tiempo teatral se desdobla en real –el que dura la representación– y ficticio –dentro de la obra–. El espacio configura el mundo ficticio y es reducido aunque diverso.

El Teatro Español del Siglo XX hasta 1939: Tradición y Renovación

En la España del primer tercio del siglo XX había mucho teatro, y de éxito, pero de escasa calidad y nada original. Se conocían los movimientos de renovación teatral europeos, pero era imposible adoptarlos, ya que nadie apostaba por las novedades. El auge de la narrativa (Generación del 98) o la lírica (Generación del 27) no encuentra correlato hasta los años 20-30 con los teatros renovadores de Valle-Inclán y Lorca.

El Teatro Tradicional

El teatro tradicional se difunde a través de tres corrientes:

  • El drama romántico: Aborda temas históricos desde un Romanticismo decadente con colorismo y sonoridad modernista. Destaca en esta tendencia Marquina.
  • La comedia burguesa: No ahonda en las preocupaciones o prejuicios burgueses.
  • El teatro cómico: Representado por Arniches, que cultiva el sainete de costumbres populares madrileñas y la tragedia grotesca; Pedro Muñoz Seca, creador del astracán o disparate cómico (La venganza de don Mendo); y los hermanos Álvarez Quintero, que ofrecen una imagen estereotipada de Andalucía.

El Teatro Renovador

El teatro renovador, en cambio, es minoritario. Autores del 98 como Unamuno, que crea un teatro desnudo de toda retórica, y Azorín, que luchó por un teatro antirrealista que incluyera lo subconsciente, lo onírico y lo fantástico, fueron pioneros. Pero la renovación realmente significativa estará representada por Valle-Inclán y Federico García Lorca.

Ramón María del Valle-Inclán

Arranca su producción teatral en dramas decadentes próximos al Modernismo, para continuar con su teatro en libertad (puestas en escena imposibles y acotaciones literarias). Empieza con los dramas del ciclo mítico y sigue con las farsas, donde el ambiente es sórdido y cruel. En las farsas, Valle-Inclán rompe con la realidad incluyendo personajes disfrazados, de la farándula. Introduce técnicas cinematográficas y hace parodias o sátiras.

El Esperpento

El siguiente paso es el esperpento, que comprende cuatro obras, entre las que destaca Luces de bohemia (1920). El esperpento es una deformación sistemática de la realidad a través de caricaturas cómicas y macabras, producto de una visión ácida y disconforme de la realidad. En Luces de bohemia se cuenta el dantesco viaje de Max Estrella, poeta ciego guiado por Latino de Híspalis, a través de la noche madrileña hasta su muerte en el portal. Esta anécdota se convierte en parábola trágica y grotesca de la imposibilidad de vivir en una España deforme, injusta, opresiva y absurda. La degradación de los personajes está en las animalizaciones, cosificaciones o muñequizaciones de los mismos. El entronque con el expresionismo europeo es claro.

Federico García Lorca

Impulsa el teatro total, en el que importa tanto la poetización del lenguaje como los recursos escénicos visuales, acústicos y escenográficos. Lorca pretendía popularizar el espectáculo teatral; de hecho, creó una compañía de teatro universitario, La Barraca, con la que viajó por España. Su teatro está presidido por la constante lucha entre el principio de autoridad y el principio de libertad, de la que resulta un sentimiento de frustración que casi siempre encarna en mujeres cuyos deseos son irrealizables. Su obra se clasifica en tres bloques:

  • Farsas: Aparecen problemas derivados de los matrimonios de conveniencia entre un viejo y una chica joven.
  • Teatro surrealista: Irrepresentable en su época, anticipa la ruptura de la lógica espacio-temporal, el desdoblamiento de la personalidad y la posibilidad de varias interpretaciones.
  • Tragedias de ambiente rural: Tienen como protagonistas a mujeres que deben reprimir su amor y sexualidad por imposición de la sociedad.

El Teatro durante la Guerra Civil

Durante la Guerra Civil continúan los sainetes, la comedia burguesa de Benavente, la comedia poética heredada de Lorca, y el drama testimonial de la época, con representantes en ambos bandos —el republicano y el nacional— y el teatro de circunstancias o de urgencia. Lo que es incuestionable es que, tras la Guerra Civil, los autores innovadores han muerto, unos huyen al exilio y los que se quedan sufren la censura.

La Narrativa Hispanoamericana en la Segunda Mitad del Siglo XX

Nuevos Rumbos en la Narrativa (Años 40-50)

En los años 40 y 50, la literatura hispanoamericana da las primeras muestras de superación de los modelos narrativos que habían dominado en las décadas anteriores: el Regionalismo de los años 20 y 30 (“novelas de la tierra” y “novelas sociales”) comenzaba a agotarse. A partir de 1940, se aprecian novedades como:

  • La aparición de temas urbanos junto a los rurales dominantes.
  • Se tratan problemas humanos universales, no solo sociales.
  • Hay una mayor preocupación por las estructuras narrativas y el estilo.
  • Aparece la fantasía junto a la realidad, en lo que se llamó “realismo mágico”.

Temáticas y Compromisos

La temática de estas novelas es muy variada, pero destacan en ellas dos compromisos: en primer lugar, con el ser humano y sus problemas, derivando de aquí la novela existencial de Sábato y Onetti; en segundo lugar, las novelas sociales que reflexionan sobre la historia del continente americano, con El siglo de las luces de Carpentier y La guerra del fin del mundo de Vargas Llosa como ejemplos representativos. Otros temas relevantes serían la metaficción –reflexión sobre el proceso creativo dentro de la obra–, como en Rayuela de Cortázar, el erotismo y el humor.

Precursores de la Nueva Narrativa

Suele señalarse a varios autores como aquellos que abrirán el camino de esta nueva narrativa. Miguel Ángel Asturias, en su obra El señor presidente, trata la dictadura con técnica expresionista y alucinante. Antes del boom de los 60, Juan Rulfo publicó su magistral novela Pedro Páramo, que nos habla de la realidad mexicana del caciquismo, la miseria y la desorientación espiritual del hombre moderno. La obra de estos primeros autores revelaba tempranamente la existencia de dos tendencias principales en la nueva novela: el realismo mágico de Asturias, Carpentier y Rulfo, y el realismo fantástico de Borges.

El “Boom” de la Novela Hispanoamericana (Años 60)

En los años 60 se produce el fenómeno conocido como el boom de la novela hispanoamericana. Se trata del periodo de máximo esplendor de esta narrativa y supone la integración definitiva de lo fantástico y lo real. Algunos autores han señalado, como factor determinante del boom, la coincidencia en pocos años de muchas novelas magistrales que despertarán la atención de Europa y del mundo: La ciudad y los perros (Vargas Llosa), El siglo de las luces (Carpentier), Rayuela (Cortázar), Cien años de soledad (García Márquez), etc. De todas ellas, quizás sea esta última la que ha alcanzado mayor visibilidad internacional, constituyendo el mejor ejemplo de realismo mágico por sus temas (el tiempo y la soledad), sus personajes y la forma en que se cuenta.

El “Postboom” y la Novísima Narrativa (Años 70-80)

A mediados de la década de los 70 se observa en la literatura hispanoamericana un cambio de rumbo que predominará durante los 80, tendencia conocida como postboom o “novísima narrativa”. En líneas generales, se observa:

  • Más confianza en la capacidad del ser humano para percibir la realidad y en el lenguaje para contarla.
  • La recuperación del realismo.
  • El auge de la literatura testimonial y de la narrativa femenina, con autoras como Isabel Allende (La casa de los espíritus o Los cuentos de Eva Luna).

Temas y Autores Destacados

En cuanto a la temática, destaca la denuncia social, ideológica o política. El exilio fue también motivo de inspiración para muchos autores (Mario Benedetti, Primavera con una esquina rota). Destacan también las novelas de tema histórico o la incorporación a la novela de la temática popular (el cine, la música, los deportes, la televisión), las drogas y el sexo (Manuel Puig, El beso de la mujer araña), el amor, el erotismo (Zoe Valdés) y el humor.

Panorama Actual

El panorama actual es muy difícil de sintetizar, dada la cantidad de países, autores y tendencias, todo ello unido a la falta de perspectiva histórica. Muchos de los autores del boom y del postboom siguen escribiendo; además, comienzan a asomarse al panorama narrativo nuevas voces, entre las que podemos destacar al argentino Andrés Neuman.