Conceptos Fundamentales en la Filosofía de Santo Tomás de Aquino y San Agustín

Santo Tomás de Aquino

1. Realidad

Santo Tomás de Aquino concibe la realidad como un sistema jerárquico donde todos los seres participan del ser. La existencia está compuesta de acto (lo que ya es) y potencia (lo que puede llegar a ser). Todo ser está estructurado por materia (lo individual) y forma (su esencia). Dios es el Acto Puro, el ser perfecto, inmutable, y la causa primera de toda la creación. Los seres materiales ocupan el nivel más bajo de la jerarquía, seguidos por los seres vivos, los humanos (cuerpo y alma racional), los ángeles, y finalmente Dios, quien es la fuente de todo ser.

2. Conocimiento

El conocimiento comienza en los sentidos, que captan lo particular, pero el intelecto humano abstrae los universales. Este proceso combina experiencia sensible y reflexión racional. La razón puede acceder al conocimiento de Dios a través de sus efectos en el mundo (teología natural), pero no puede alcanzar por completo su esencia. Para esto, es necesaria la fe, que complementa a la razón y revela verdades superiores como la Trinidad o la Encarnación. La fe y la razón no están en conflicto, sino que se complementan y trabajan juntas en la búsqueda de la verdad.

3. El Ser Humano

El ser humano es una unidad de cuerpo y alma racional. El cuerpo es material, mortal, mientras que el alma es inmaterial, inmortal y constituye la forma del cuerpo, dándole vida y racionalidad. El ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, lo que se refleja en su capacidad de razonar, amar y elegir libremente. Su voluntad está naturalmente orientada hacia el bien supremo, que es Dios, aunque debido al pecado original, la voluntad humana está debilitada y necesita la gracia divina para volver a su recto camino. El ser humano es libre, pero su felicidad solo puede alcanzarse en la visión beatífica, es decir, la unión eterna con Dios.

4. Ética

La ética de Santo Tomás se fundamenta en el orden de la ley moral, que incluye:

  • Ley Eterna: El plan divino que rige toda la creación.
  • Ley Natural: La participación de la razón humana en la ley eterna; permite discernir entre el bien y el mal.
  • Ley Humana: Normas creadas por las sociedades para regular la convivencia; deben basarse en la ley natural.
  • Ley Divina: Revelación dada por Dios en las Escrituras, que guía al ser humano hacia su fin sobrenatural.

El ser humano debe actuar conforme a la ley natural, que incluye principios evidentes como la conservación de la vida, la procreación y la búsqueda del bien. Las virtudes son esenciales en la vida moral:

  • Virtudes Cardinales: Prudencia (discernir el bien), justicia (dar a cada uno lo suyo), fortaleza (superar dificultades) y templanza (moderar los deseos).
  • Virtudes Teologales: Fe (creer en Dios), esperanza (confiar en la salvación) y caridad (amar a Dios y al prójimo).

El fin último del ser humano es la felicidad, que solo puede lograrse plenamente en la unión con Dios.

5. Política

Para Santo Tomás, el ser humano es un animal social por naturaleza, por lo que necesita vivir en sociedad para alcanzar su plenitud. La política tiene como objetivo el bien común, que implica el bienestar material, la justicia, la paz y las condiciones para que las personas vivan virtuosamente. El Estado debe regular la convivencia, pero su autoridad debe estar subordinada a la ley natural y divina, ya que el destino último del ser humano es sobrenatural. La Iglesia y el Estado tienen roles distintos pero complementarios: el Estado cuida el bienestar temporal, mientras que la Iglesia guía hacia la salvación eterna.

En resumen, Santo Tomás integra razón, fe y virtud en una visión ética que busca ordenar al ser humano y la sociedad hacia Dios como el bien supremo.

San Agustín de Hipona

Ética de San Agustín

La ética de San Agustín se basa en el amor como principio fundamental que guía toda acción. Distingue entre el amor ordenado (caritas), que dirige el alma hacia Dios, y el amor desordenado (cupiditas), que prioriza los bienes materiales y aleja al ser humano del bien supremo. El fin último del ser humano es la felicidad plena, que solo se encuentra en la unión con Dios, ya que ningún bien terrenal puede satisfacer completamente el deseo humano de eternidad y perfección.

El ser humano posee libertad y libre albedrío, pero su voluntad está debilitada por el pecado original, lo que lo inclina al mal. Por ello, necesita la gracia divina para ordenar su vida, amar correctamente y alcanzar la virtud. Las virtudes cristianas —fe, esperanza y caridad— son esenciales, pues orientan la vida hacia Dios, quien es el único capaz de otorgar la salvación y la verdadera paz, entendida como la tranquilidad del orden tanto interior como social.

San Agustín sostiene que la ley moral se fundamenta en la ley eterna, que es el plan divino, y se manifiesta en la ley natural, que permite al ser humano discernir entre el bien y el mal mediante la razón, y en la ley divina revelada, que guía hacia la salvación. El pecado es un alejamiento del orden divino, pero a través de la conversión, el ser humano puede retornar a Dios, quien, mediante su gracia, fortalece la voluntad y la redime del pecado.

La vida virtuosa consiste en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, subordinando todos los bienes temporales al bien eterno. La caridad es la virtud suprema, ya que ordena todos los demás actos y une al ser humano con Dios, garantizando la paz interior y la felicidad eterna en la visión de Dios.