De la Guerra de Independencia a la Constitución de Cádiz: El Nacimiento de la España Contemporánea

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), mientras gran parte de España estaba devastada por el conflicto, la ciudad de Cádiz se convirtió en el epicentro político de la resistencia. Protegida por su aislamiento geográfico y el apoyo de la armada británica, resistió el asedio francés y se erigió como el único territorio libre del dominio napoleónico. En este bastión, en 1810, la Junta Suprema Central convocó las Cortes Generales en nombre de Fernando VII, prisionero de Napoleón.

Estas Cortes representaron una auténtica revolución política. Por primera vez, tuvieron un carácter unicameral y proclamaron que la soberanía residía en la nación y no en el rey, rompiendo con la tradición estamental del Antiguo Régimen. Su composición reflejaba las profundas tensiones ideológicas del momento, con tres grandes corrientes de pensamiento: liberales, partidarios de reformas profundas; absolutistas, defensores del poder monárquico tradicional; y reformistas moderados, que buscaban un punto intermedio.

El resultado de sus deliberaciones fue la Constitución de 1812, promulgada el 19 de marzo y conocida popularmente como “la Pepa”. Este texto, de inspiración liberal, sentó las bases del constitucionalismo español. Sus principios fundamentales fueron:

  • Soberanía nacional: El poder político reside en la nación, representada por las Cortes.
  • División de poderes: El poder legislativo correspondía a las Cortes con el rey, el ejecutivo al rey y sus ministros, y el judicial a los tribunales de justicia.
  • Monarquía moderada hereditaria: Se limitaba el poder del rey, que quedaba sometido a la Constitución.
  • Derechos y libertades individuales: Se reconocía la igualdad ante la ley, la libertad de imprenta (excepto en materia religiosa), la inviolabilidad del domicilio y otras garantías procesales.
  • Representación política: Se estableció un sistema de sufragio universal masculino indirecto y censitario para la elección de diputados.
  • Unidad territorial y centralismo: Se abolieron los fueros y privilegios territoriales, y se estableció el catolicismo como única religión oficial del Estado.

Además de la Constitución, las Cortes de Cádiz impulsaron un ambicioso programa de reformas, como la abolición de los señoríos jurisdiccionales, la supresión de la Inquisición y la modernización de la fiscalidad y la administración. Su repercusión internacional fue enorme, inspirando movimientos liberales en Europa y los procesos de independencia en América.

No obstante, su aplicación fue muy limitada debido a la ocupación francesa. Con el regreso de Fernando VII en 1814, la Constitución fue derogada de inmediato, restaurándose el absolutismo. A pesar de su breve vigencia, “la Pepa” dejó una huella imborrable, convirtiéndose en el punto de partida del liberalismo español y en un símbolo de la lucha por las libertades.

Consecuencias políticas y sociales de la Guerra de la Independencia

La Guerra de la Independencia no solo significó la derrota de Napoleón en la península, sino que transformó radicalmente la sociedad y la política españolas, dejando un legado de profundas divisiones y cambios duraderos.

El regreso de Fernando VII y la restauración absolutista

Tras la derrota francesa, Fernando VII regresó a España en 1814, aclamado por el pueblo como “el Deseado” y símbolo de la esperanza nacional. Sin embargo, su primera medida fue traicionar las expectativas de los liberales. Apoyado por los sectores más conservadores, firmó el Manifiesto de los Persas, un documento que justificaba la vuelta al poder absoluto. Acto seguido, derogó la Constitución de 1812 y todas las reformas de Cádiz, restaurando el absolutismo y persiguiendo ferozmente a liberales y afrancesados.

La fractura ideológica

La guerra consolidó dos grandes corrientes políticas irreconciliables que marcarían la historia de España durante todo el siglo XIX:

  • Los absolutistas, defensores de la tradición, la monarquía absoluta, los privilegios estamentales y la influencia de la Iglesia.
  • Los liberales, inspirados en los principios de Cádiz, que luchaban por un Estado constitucional basado en la soberanía nacional, la división de poderes y los derechos ciudadanos.

Esta polarización generó una inestabilidad crónica, manifestada en pronunciamientos militares, exilios, revueltas y sangrientas guerras civiles.

Transformaciones sociales y trauma colectivo

Socialmente, las consecuencias fueron devastadoras. El campesinado fue el grupo más afectado por los saqueos, la destrucción de cosechas, el hambre y las enfermedades. La nobleza y el clero, aunque sufrieron pérdidas, reforzaron su prestigio entre los absolutistas. Por su parte, la burguesía urbana se dividió entre liberales, afrancesados o exiliados.

Las mujeres tuvieron una participación activa en la resistencia, tanto en la logística como en la lucha (con figuras como Agustina de Aragón), pero este papel no se tradujo en un reconocimiento de sus derechos políticos tras el conflicto. La violencia extrema de los combates, asedios y represalias dejó un profundo trauma colectivo, inmortalizado por Francisco de Goya en su serie de grabados Los desastres de la guerra, una denuncia universal de la barbarie y el sufrimiento humano.

Impacto en las colonias americanas

El vacío de poder en la metrópoli durante la guerra aceleró la formación de juntas autónomas en las colonias americanas. Aunque inicialmente declararon su lealtad a Fernando VII, la experiencia de autogobierno y la influencia de las ideas liberales de Cádiz fomentaron los movimientos de independencia, marcando el principio del fin del Imperio español en América.

Consecuencias económicas e impacto internacional de la Guerra de la Independencia

La guerra dejó a España en una situación de ruina económica, social y política sin precedentes, al tiempo que su resistencia tuvo un impacto decisivo en el escenario internacional.

Devastación económica y demográfica

El conflicto de seis años destruyó infraestructuras, arrasó campos y paralizó la agricultura, la ganadería y el comercio. La Hacienda pública colapsó ante los enormes gastos bélicos, la caída de la recaudación y la emisión de moneda sin respaldo, llevando al Estado a la bancarrota. La destrucción de la incipiente industria y la interrupción del comercio con América agravaron la crisis. Demográficamente, se estima que el conflicto causó alrededor de medio millón de muertes, una catástrofe para un país que contaba con unos once millones de habitantes.

Impacto internacional y cultural

En el ámbito internacional, la resistencia española fue un factor clave en la derrota de Napoleón. La necesidad de mantener un enorme ejército en la península (la “úlcera española”) debilitó la capacidad militar de Francia en otros frentes, como la desastrosa campaña de Rusia en 1812. La “guerra peninsular”, como fue conocida en Europa, se convirtió en un ejemplo de lucha nacional contra el imperialismo francés y minó la imagen de invencibilidad del emperador.

Culturalmente, el conflicto dejó una profunda huella. La obra de Goya, con Los desastres de la guerra, no solo documentó la crueldad del conflicto, sino que proyectó la resistencia española como un símbolo universal de la lucha por la libertad frente a la tiranía.

En conclusión, la Guerra de la Independencia fue un conflicto de doble dimensión: una catástrofe nacional que dejó a España arruinada, dividida y al borde de perder su imperio colonial; y, al mismo tiempo, un acontecimiento de enorme trascendencia internacional que contribuyó decisivamente a la caída de Napoleón y al despertar del liberalismo en Europa y América.