El Franquismo: Régimen y Evolución (1939-1975)
Tras la victoria franquista en la Guerra Civil, Franco instauró un régimen autoritario y personalista que perduró hasta su muerte en 1975. El nuevo Estado franquista se construyó sobre bases ideológicas heterogéneas, tomadas de las diferentes familias políticas que apoyaron a Franco durante la Guerra Civil. La dictadura se sustentó en tres pilares fundamentales: el Ejército, la Iglesia católica y la Falange Española. Franco, al igual que otros dictadores contemporáneos, asumió un régimen de poder absoluto, concentrando todos los poderes del Estado. El franquismo no tuvo una ideología completamente coherente, sino que fusionó diversas ideas según las necesidades políticas del momento. Así, se combinaron aspectos del nacionalismo español, el nacionalcatolicismo, el nacionalsindicalismo y el fascismo, sin una doctrina sistemática.
Bases Ideológicas y Apoyos
El nacionalismo español se fundamentaba en la unidad de la nación, bajo una concepción rígida y centralista de España, que no toleraba los movimientos autonómicos en Cataluña, el País Vasco y Galicia. La Iglesia Católica fue uno de los principales apoyos del régimen. A cambio de su respaldo, Franco restauró sus privilegios: controlaba la educación, la moral pública y la legislación sobre el matrimonio y la familia. El nacionalcatolicismo definió la cultura oficial del régimen y su moral pública. En cuanto al nacionalsindicalismo, Franco adoptó una versión corporativa de la sociedad, que implicaba la creación de un sindicato vertical que aglutinaba tanto a trabajadores como a empresarios, pero todos subordinados al poder estatal, eliminando los partidos y sindicatos de clase.
Estructura Institucional: Las Leyes Fundamentales
A nivel institucional, el Estado franquista no contó con una constitución formal, sino que se regía por las Leyes Fundamentales del Reino, un conjunto de leyes que legitimaban el régimen y lo organizaban. Estas leyes eran autoritarias y centralistas, e incluían el Fuero del Trabajo (1938), que regulaba las relaciones laborales, el Fuero de los Españoles (1945), que enumeraba una serie de derechos teóricos sin garantías, y la Ley de Sucesión (1947), que establecía a Franco como jefe vitalicio del Estado y le otorgaba el poder de designar a su sucesor. Además, la Ley de Referéndum Nacional (1945) permitía consultas populares, aunque en un sistema sin libertades políticas y sin separación de poderes.
Control Social y Represión
En cuanto a la estructura social, la represión fue un componente clave del régimen. Entre 1939 y 1948, se produjo una fuerte represión contra los “rojos”, con miles de opositores ejecutados, encarcelados o exiliados. La despolitización fue una de las estrategias más efectivas del régimen, que controló todos los aspectos de la vida pública a través de organizaciones como la Sección Femenina, el Frente de Juventudes y el Sindicato Español Universitario (SEU). Estas organizaciones estaban encargadas de adoctrinar a la población, especialmente a los jóvenes y las mujeres, en los valores del régimen: la obediencia, la disciplina, la fe y el patriotismo.
Modelo Económico y Evolución
El modelo económico del franquismo fue autárquico, basado en la autosuficiencia, lo que provocó escasez de productos básicos, hambre, racionamiento y una economía paralizada. La pobreza fue extrema en los primeros años del régimen, debido al aislamiento internacional y la falta de inversiones extranjeras. Sin embargo, a partir de 1953, la firma de los Pactos de Madrid con Estados Unidos permitió al régimen obtener ayuda económica y comenzar a integrarse en la comunidad internacional. Esto llevó a la firma del Concordato con la Santa Sede en 1953, que consolidó el apoyo de la Iglesia y fortaleció la legitimidad del régimen tanto dentro como fuera del país.
A lo largo de los años cuarenta, la Falange y los carlistas compartieron el poder con los militares, pero a medida que la influencia de la Falange disminuyó, los tecnócratas del Opus Dei tomaron el control económico del país a partir de los años cincuenta, marcando el inicio del desarrollismo. Esta etapa fue clave para la modernización económica de España, que experimentó un fuerte crecimiento gracias a la liberalización parcial de la economía, la construcción de infraestructuras y el fomento del turismo. Sin embargo, el régimen siguió siendo autoritario y sin libertades políticas, con un control absoluto de la prensa y de los medios de comunicación.
Balance de los Primeros Años (1939-1959)
En resumen, durante los primeros años del franquismo (1939-1959), el régimen consolidó su poder a través de la represión, el adoctrinamiento y la construcción de un Estado autoritario y centralista. Aunque en términos económicos comenzó a haber mejoras en la década de 1950, la dictadura se mantuvo sin concesiones a las libertades políticas y continuó siendo un régimen profundamente totalitario.
La Guerra Civil Española (1936-1939)
La Guerra Civil Española fue un conflicto que tuvo lugar entre 1936 y 1939, como consecuencia de una larga crisis política, económica y social vivida durante la Segunda República. En un contexto de fuerte polarización ideológica y enfrentamientos sociales, un sector del ejército protagonizó un golpe militar los días 17 y 18 de julio de 1936 contra el gobierno del Frente Popular. El golpe fracasó en buena parte del país, lo que dio lugar a una guerra civil entre dos zonas enfrentadas: la republicana, defensora del orden constitucional, y la sublevada, que pretendía imponer un régimen autoritario. Desde el principio, el conflicto adquirió una dimensión internacional, con el apoyo activo de potencias extranjeras como Alemania, Italia y la URSS, convirtiéndose en el preludio de la Segunda Guerra Mundial. La evolución militar de la guerra puede dividirse en cuatro fases, que reflejan el progresivo avance del bando sublevado y el desgaste del republicano.
Fases Militares del Conflicto
Fase 1: Julio – Diciembre 1936
La primera fase, de julio a diciembre de 1936, comienza con la sublevación militar, que triunfa en algunas zonas como Galicia, Navarra y parte de Andalucía, pero fracasa en otras como Madrid, Cataluña y Valencia. Se crean frentes estables y se inicia una guerra larga. El avance hacia Madrid se detiene en noviembre, cuando la ciudad resiste con ayuda de milicias y Brigadas Internacionales. En esta fase se produce el inicio del apoyo exterior: Alemania e Italia intervienen a favor de los sublevados, mientras la URSS lo hace en el bando republicano.
Fase 2: Enero – Abril 1937
La segunda fase, entre enero y abril de 1937, está marcada por la ofensiva franquista sobre Madrid a través de las batallas del Jarama y Guadalajara. Aunque los sublevados no consiguen tomar la capital, consolidan sus posiciones en otras zonas. En el interior del bando republicano se acentúan los conflictos entre comunistas, anarquistas y republicanos moderados, dificultando la coordinación militar y política.
Fase 3: Abril – Noviembre 1937
La tercera fase, de abril a noviembre de 1937, corresponde a la ofensiva sobre el norte industrial. Los sublevados se proponen conquistar el País Vasco, Cantabria y Asturias. Uno de los episodios más conocidos es el bombardeo de Guernica en abril, llevado a cabo por la aviación alemana, que simboliza la violencia contra la población civil. En octubre, Gijón cae en manos franquistas, y el norte queda bajo control sublevado. La República intenta frenar esta ofensiva con las batallas de Brunete y Belchite, pero no consigue cambiar el rumbo del conflicto.
Fase 4: Diciembre 1937 – Abril 1939
La cuarta y última fase, entre diciembre de 1937 y abril de 1939, muestra el colapso del bando republicano. Comienza con la batalla de Teruel, muy costosa, que finalmente ganan los franquistas. En marzo de 1938, sus tropas alcanzan el Mediterráneo, dividiendo en dos la zona republicana. La batalla del Ebro, entre julio y noviembre, es el último intento republicano por frenar el avance, pero acaba en una gran derrota. En enero de 1939 cae Barcelona y, tras el golpe del coronel Casado en Madrid, se produce la rendición final. El 1 de abril de 1939, Franco firma el parte de guerra y se declara la victoria franquista.
Organización Política de las Zonas
En el plano político, cada zona se organizó de forma distinta. En la zona sublevada, se impuso rápidamente una autoridad central. Franco fue nombrado Generalísimo en octubre de 1936 y Jefe del Estado. En abril de 1937 se decretó la unificación política de los partidos de derechas en FET y de las JONS. El nuevo régimen era autoritario, militar, católico y represivo. En cambio, en la zona republicana, al inicio del conflicto se produjo una revolución social con colectivizaciones y autogestión obrera, pero sin una estructura clara. Esta falta de control estatal provocó enfrentamientos internos, sobre todo entre anarquistas y comunistas. A partir de 1937, el gobierno de Negrín intentó centralizar el poder, apoyado por el Partido Comunista. Sin embargo, las divisiones internas debilitaron la resistencia y dificultaron la coordinación de esfuerzos.
Dimensión Internacional del Conflicto
En cuanto a la dimensión internacional, fue un factor clave para entender el desarrollo y desenlace del conflicto. Alemania e Italia prestaron ayuda decisiva al bando franquista, enviando tropas, aviones, armas y asesores. Su intervención fue constante y muy eficaz. Por su parte, la URSS ayudó a la República con armamento y técnicos, aunque también con un fuerte control ideológico. Las Brigadas Internacionales, formadas por miles de voluntarios antifascistas de todo el mundo, lucharon en defensa de la República. Sin embargo, las democracias occidentales, como Francia y Reino Unido, adoptaron una política de no intervención que en la práctica perjudicó al bando republicano.
Consecuencias y Legado
La Guerra Civil Española fue, por tanto, un conflicto total que afectó a todos los aspectos de la vida del país. Su desarrollo militar, dividido en cuatro fases, muestra cómo el bando sublevado fue ganando terreno gracias a su unidad de mando, la ayuda internacional constante y la desorganización del bando republicano. Las diferencias políticas entre las dos zonas y el papel de las potencias extranjeras fueron claves para el desenlace. La victoria franquista dio lugar a una dictadura que se prolongaría hasta 1975, tras una guerra que dejó cientos de miles de muertos, exiliados, y una España destruida, marcada por el trauma, la represión y el silencio durante décadas.